CORMA propone forestar dos millones de hectáreas a 2040 para avanzar hacia la carbono neutralidad
El compromiso de la Corporación Chilena de la Madera para afrontar el cambio climático supone cuadruplicar la meta de 500.000 hectáreas establecida por el Consejo de Política Forestal, liderado por CONAF. La CORMA asegura que el proceso se hará con una “variedad de especies y usos”, pero a la espera de la definición concreta, los especialistas temen que se prioricen las plantaciones con fines productivos. La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo y Pablo Marquet -encargado de la mesa de Ecosistemas y Biodiversidad en la COP25- dicen que la evidencia científica es maciza: el bosque nativo captura más carbono que las especies exóticas.
La meta del Gobierno de convertir a Chile en un país carbono neutral al año 2050 -esto es equilibrar las emisiones y capturas de CO2- entraña numerosas medidas de reducción de gases de efecto invernadero, pero al mismo tiempo requiere una enérgica política de reforestación para absorber dichas emisiones a la atmósfera y cumplir con el compromiso.
Según datos del Consejo de Política Forestal -un cuerpo colegiado público-privado-académico liderado por CONAF que determinó la hoja de ruta del sector entre 2015 y 2035-, Chile cuenta con 14 millones de hectáreas (ha) de superficie boscosa nativa. Por otro lado, el país tiene 2.500.000 de ha de plantaciones con fines productivos en propiedad de grandes empresas. Otras 800.000 están en poder de pequeños y medianos propietarios, pero son de “baja calidad y productividad”. Finalmente, 1.500.000 de ha son terrenos “de aptitud preferentemente forestal improductivos y, muchas veces, erosionados”.
El objetivo trazado por el Consejo comprende la forestación de 500.000 ha en dichos terrenos de aptitud preferentemente forestal, “que se realiza sin sustituir bosque nativo, y que pertenecen a pequeños y medianos propietarios o son de propiedad fiscal”, cita el informe. Este objetivo con un horizonte a 20 años, sin embargo, “es parte del Eje Productivo y no estaba orientado a hacer el país carbono neutral, sino a fortalecer la producción de la pyme forestal y maderera, ampliando el abastecimiento en manos de pequeños y medianos forestadores”, aclara el director ejecutivo del Instituto Forestal (INFOR) y miembro del Consejo, Fernando Raga, quien recuerda que la meta incluía “manejar sustentablemente 1.000.000 de hectáreas de bosque nativo”.
El compromiso que sí toca directamente con la mitigación del cambio climático es la Contribución Nacional Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) de Chile en el marco del Acuerdo de París de 2015. En materia de absorción de carbono, el país se comprometió al “manejo sustentable y recuperación de 100 mil hectáreas de bosque, principalmente nativo”, que permitiría capturar 600.000 toneladas de CO2 equivalente anuales a partir de 2030. La segunda medida consiste en forestar otras 100 mil, en su mayoría con especies nativas, que secuestraría entre 900.000 y 1.200.000 toneladas de C02 equivalente anuales desde ese mismo año.
El NDC chileno, sin embargo, fue calificado por la organización Climate Action Tracker como “altamente insuficiente”, por lo que el Gobierno se comprometió a una mayor ambición climática durante la celebración de la COP25 en Santiago.
“El gremio se ha planteado una ambiciosa meta de lograr forestar 2.000.000 de hectáreas en terrenos de aptitud forestal y en proceso de erosión, que pertenecen a pequeños y medianos propietarios, respetando y conservando todas las áreas donde hay bosque nativo”.
El compromiso de la CORMA: cuadruplicar la meta
Una de las instituciones integrantes del Consejo de Política Forestal es la Corporación Chilena de la Madera (CORMA), asociación gremial que reúne a 190 actores de la industria forestal privada. Con el fin de avanzar hacia la carbono neutralidad, la directiva presentó su agenda climática el 22 de mayo pasado en reunión con la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, y con el ministro de Agricultura, Antonio Walker.
Según detalla el presidente de la CORMA, Juan José Ugarte, la propuesta del gremio forestal es cuadruplicar la meta actual proyectada por el Consejo de Política Forestal. Es decir: pasar de 500.000 hectáreas a 2035 a 2.000.000 al año 2040. “El gremio se ha planteado una ambiciosa meta de lograr forestar 2.000.000 de ha en terrenos de aptitud forestal y en proceso de erosión, que pertenecen a pequeños y medianos propietarios, respetando y conservando todas las áreas donde hay bosque nativo”, comenta Ugarte.
Esta meta, aclara él, corresponde al compromiso únicamente de CORMA y sus asociados en orden de cumplir la meta de carbono neutralidad al 2050. En determinado momento, la asociación gremial presentará su propuesta a la mesa del Consejo de Política Forestal, de la cual forma parte.
La mesa de cambio climático de la CORMA, que incluye a académicos de la Universidad Católica y la Universidad de Chile, aún no define qué especies se utilizarán para aspirar al objetivo autoimpuesto. También se encuentra en estudio las cifras de captura de CO2 que lograrían con las 2.000.000 de ha forestadas. Lo que sí está claro, explica Juan José Ugarte, es que se ocupará “una variedad de especies y usos, con presencia de bosque nativo, áreas de protección y bosques productivos”.
“Este trabajo requiere de un estudio técnico y científico que estamos realizando en la mesa de cambio climático de CORMA, donde definiremos los detalles y las cifras de nuestra meta de forestación junto con académicos. Esto permitirá plantar la especie correcta, en el suelo correcto y a escala correcta para contribuir con la carbono neutralidad”, complementa la máxima autoridad de la Corporación Chilena de la Madera.
“La restauración del paisaje con plantaciones exóticas no sería tal porque son especies de rotación corta que se cosechan en 15 a 20 años. Se cosechan a tala rasa, es decir, se elimina toda la vegetación y el suelo queda expuesto. Toda esa captura de carbono más encima se libera”.
Dudas de la agrupación de ingenieros por el bosque nativo
Que la CORMA aún no se pronuncie sobre qué tipo de especies utilizará para aspirar a su objetivo a 2040 es una señal preocupante para la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN). Temen que la balanza se incline a la plantación de especies exóticas como pinos y eucaliptus, ya que la evidencia científica -dicen- es contundente para enfrentar la emergencia climática: citando un estudio publicado el pasado 2 de abril en la prestigiosa revista científica Nature, el bosque nativo es 40 veces más efectivo como sumidero de carbono que las plantaciones exóticas.
“La restauración del paisaje con plantaciones exóticas no sería tal porque son especies de rotación corta que se cosechan en 15 a 20 años. Se cosechan a tala rasa, es decir, se elimina toda la vegetación y el suelo queda expuesto. Toda esa captura de carbono más encima se libera”, asegura la directora ejecutiva de AIFBN, Jennifer Romero.
La ingeniera forestal teme que la CORMA “perpetúe el mismo modelo forestal de plantar especies con fines exclusivamente de producción maderera y de rotaciones cortas”, por lo que “hay que analizar cuál es la letra chica de la propuesta”. Si se mantiene el mismo sistema, asegura Romero, “esta declaración de buenas intenciones no tiene mucho sentido”.
En cambio, plantea la especialista, la ventaja de los ecosistemas nativos se expresa en la permanencia en el tiempo. Asegura que la capacidad de almacenaje de carbono en un árbol nativo y su ecosistema es “exponencial”. Dicho de otro modo, “un árbol de 2 metros no captura el doble de carbono que un árbol de 1 metro: captura mucho más. Además, el bosque nativo afronta mejor el cambio climático con los servicios ecosistémicos que entrega, la provisión de agua y miles de cosas más”.
En la CORMA dicen que la investigación científica aparecida en Nature “entrega una base de comparación muy asimétrica”. Juan José Ugarte, presidente del organismo gremial, argumenta: “El estudio en referencia contrapone un bosque que permanece en pie por más de 60 años y no se cosecha, con otro que se cosecha y se vuelve a plantar cada 20 (…) Si dejáramos el bosque productivo crecer por los mismos 60 años, este sería el que más CO2 captura, pero entonces tendríamos que recurrir al bosque nativo para proveernos de la madera, fibra y papeles que requerimos para hacer este planeta más sostenible, utilizando materiales reciclables y con baja huella de carbono para su producción, que reducen los residuos contaminantes”.
Ugarte sostiene que “mientras más rápido crezca la especie, es decir, mientras más incrementa su biomasa en el tiempo, más carbono captura en su tronco, ramas y raíces”. El presidente de la CORMA, de igual modo, asegura que cuando las plantaciones productivas son cosechadas “dejan capturado el carbono en cualquier producto que se hace a partir del árbol. Es decir, el CO2 que capturó queda para siempre en los muebles y construcciones de madera, en las bolsas de papel que reemplazan el plástico y más adelante en nuestro país, fibra textil que reemplazará las sintéticas”.
En CORMA, detalla Juan José Ugarte, existe una “nueva forma de ver la forestación”, para lo cual fomentará lo que ellos llaman “bosques de segunda generación”, que corresponden a plantaciones que cuidarán “el suelo de la erosión” y aprovecharán “naturalmente las lluvias para proveernos de los productos de madera y papel que requerimos para una vida más sana y en armonía con nuestro entorno”.
Estos bosques de segunda generación son “fundamentales”, porque “los estudios señalan que más que la especie, lo que define la captura es el ritmo de crecimiento. Todos los árboles son sumideros de carbono, ya que todos hacen fotosíntesis”, expresa Juan José Ugarte.
La explicación no satisface a Jennifer Romero, de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, quien defiende los resultados del estudio de Nature, en tanto “condensa muchos otros estudios”. Ella aboga por la existencia de fondos permanentes en orden de robustecer las líneas de investigación en bosque nativo para saber, por ejemplo, qué especies nativas se necesitan plantar para ecosistemas específicos del país. “A nosotros en particular nos interesa más cómo se relacionan los ecosistemas más que las especies. Porque si no, se puede pensar de forma perversa que si el quillay capturara carbono, entonces plantaríamos quillay para producir champú”, ilustra Romero.
“En el largo plazo aforestar y reforestar y por sobretodo restaurar ecosistemas nativos es una inversión positiva para Chile y sus habitantes, toda vez que, además de secuestrar carbono, asegurará la provisión de servicios ecosistémicos claves para el país, tales como la captura y almacenaje del agua, lo que redundará en mayor disponibilidad para el uso humano”.
Jefe de la mesa de Biodiversidad de la COP25 defiende el bosque nativo
En la mesa de Ecosistemas y Biodiversidad del Comité Científico de la COP25 “no hay visiones encontradas ni ha existido debate” respecto de esta temática. Según el profesor de Ecología y encargado de dicha mesa, Pablo Marquet, la evidencia científica señala que “aforestar (plantar árboles donde no los había) y reforestar con especies nativas contribuye en mayor medida a la captura de carbono y al secuestro de carbono, ya que gran parte del mismo se almacena no solo en la planta, sino que en el suelo (…) Solo considerando la biomasa en pie, captura más que una plantación, especialmente si ésta última es un monocultivo. Esta diferencia es aun más importante al considerar el carbono que se almacena en el suelo”.
Marquet, académico de la Universidad Católica e investigador asociado del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), reconoce que “este proceso no es rápido, pero es importante potenciar la aforestación, la reforestación y sobre todo la restauración de los ecosistemas nativos y sus funciones. En esto último, restauración, es donde debe estar el énfasis y donde debemos como país ponernos metas ambiciosas”.
Más aún, el jefe de la mesa de Ecosistemas y Biodiversidad de la próxima COP25 en Chile postula que estas políticas de largo plazo destinadas al fomento del bosque nativo “es una inversión positiva para Chile y sus habitantes”, en tanto este tipo de vegetación, además de retener CO2, “asegura la provisión de servicios ecosistémicos claves como la captura y almacenaje del agua, lo que redundará en mayor disponibilidad para uso humano”. Marquet también menciona al “control de la erosión, biodiversidad y control de incendios” como otros atributos de las especies nativas que resultan más efectivos que los de las plantaciones.
Jennifer Romero, en tanto, opina que “el modelo actual de plantaciones forestales no contribuye a la restauración ambiental”. La experta aclara, no obstante, que la agrupación que representa se inclina por la vía del equilibrio: “No estamos por eliminar las plantaciones forestales, sino por el equilibrio del paisaje de múltiples usos. Los humanos necesitamos madera y papel. Imagínate le pusiéramos presión al quillay para hacer papel. Pero ya contamos con masas gigantescas continuas, que han generado problemas sociales, con el agua y con los incendios”.
Desde la otra vereda, la CORMA apuesta también por “una relación armónica entre los bosques presentes en Chile”. Juan José Ugarte, presidente del gremio, asegura que privilegiarán la convivencia de estos espacios “en los territorios y atendiendo las necesidades de las comunidades vecinas: el árbol adecuado, en el lugar adecuado y en las manos adecuadas”. Esto contempla, a juicio del presidente, “avanzar en metas ambiciosas de protección de áreas silvestres de alto valor, como nuestros parques y áreas de conservación, además de manejar sustentablemente los bosques de árboles nativos que hoy están siendo degradados y subutilizados como leña verde, que contamina las ciudades del sur de Chile”.
“Las plantaciones forestales crecen en Chile entre 4 y 8 veces más rápido que los bosques naturales, y no solo pueden ser exóticas: también en ciertas situaciones se pueden lograr altos crecimientos con plantaciones de especies nativas bajo silvicultura intensiva”.
INFOR valora meta de la CORMA
El Instituto Forestal (INFOR) es un instituto tecnológico de investigación del Estado de Chile, adscrito al Ministerio de Agricultura. En 1965 fue creado por el Gobierno de Chile y apuesta por ser una entidad referente en el conocimiento científico del sector, creando valor forestal para el país.
Integrante del Consejo de Política Forestal que fijó metas de forestación a 2035, INFOR valora la propuesta de CORMA de extender la superficie arbórea plantada de 500.000 a 2.000.000 de hectáreas. “Evidentemente una propuesta como la de CORMA de plantar más sería muy positiva desde el punto de vista de avanzar hacia la carbono neutralidad del país”, dice el director ejecutivo de la institución, Fernando Raga, quien eso sí hace un alcance: “Para saber si capturaría suficiente carbono, habría que conocer la combinación entre plantaciones forestales, bosques nativos y otras vegetaciones, así como sus tipos y localizaciones geográficas, para estimar crecimiento de su biomasa”.
Raga también repara en las “medidas complementarias” que el Estado chileno debería adoptar como la “descarbonización de la matriz eléctrica y desarrollo de la electromovilidad”. El director ejecutivo de INFOR reitera que, con respecto al compromiso de CORMA, “es importante cotejar la magnitud de la propuesta con una disponibilidad realista de superficie, revisando aspectos como accesibilidad y características de la propiedad, entre otros, para poder pronunciarse en definitiva. Todos los aspectos merecen ser analizados”.
Con respecto a la evidencia científica, INFOR confirma que “todas las especies vegetales capturan CO2. Esto se produce por la fotosíntesis y se calcula que en relación directa a la capacidad de generación de biomasa de los distintos bosques”. Los que más volumen generan, dice Raga, capturan más carbono: “Las plantaciones forestales crecen en Chile entre 4 y 8 veces más rápido que los bosques naturales, y no solo pueden ser exóticas: también en ciertas situaciones se pueden lograr altos crecimientos con plantaciones de especies nativas bajo silvicultura intensiva”.
No obstante lo anterior, el sistema de cálculo vigente de emisiones y capturas determina que toda la captura que pudo realizar una plantación son compensadas por las emisiones que libera ese bosque cuando es talado. “De ahí que sean los bosques nativos, que no están dedicados a la producción maderera y cubren una superficie seis veces superior a las plantaciones, los que registran prácticamente la totalidad de la captura incremental”, señala Fernando Raga, “el tema, como se ve, no es asunto solamente de especies”.
En coherencia con la mirada de CORMA, Raga sostiene que, en realidad, la madera producida no emite todo su carbono al ser cosechada: “Una parte importante queda capturada por muchos años en construcciones, muebles y productos”. El director ejecutivo de INFOR, en ese sentido, recuerda que “la meta de la política forestal 2015-2035 es incrementar la participación de la madera en la construcción de 18% a 36%, cuyo logro permitirá potenciar aún más la capacidad de retención de carbono capturado por los bosques productivos”.
Toda la masa de especies destinadas a producción maderera -en Chile la mayoría son especies exóticas- “no emite ni captura” cuando se va cortando el equivalente al crecimiento del stock. No se trata, por lo tanto, de que las “plantaciones no capturan”, sino de “cómo se distribuye la actividad productiva”, añade Raga, quien ejemplifica: “Podrían establecerse plantaciones solo para efectos de captura de carbono, por ejemplo, con resultados muy eficientes. Y por el contrario, si los bosques nativos tuvieran que suministrar toda la producción maderera de Chile, probablemente no aportarían capturas incrementales”.