¿Cómo avanzan los proyectos pilotos de hidrógeno verde en Chile? Corfo busca acelerar industria en torno a este combustible para impulsar una recuperación verde
Los primeros proyectos piloto a gran escala para el uso del hidrógeno verde en camiones mineros están ya avanzados: presentan rendimientos y capacidad de reemplazo mejor a lo esperado, y el próximo año iniciarán las pruebas en terreno. Hoy, dada la crisis del Covid-19, la apuesta es mayor, porque el mundo podría girar más rápido hacia la transición energética y acelerar la instalación de un nuevo sector económico en torno a este combustible. “En Corfo estamos trabajando para potenciar desde distintos frentes esta industria, para lograr subirnos a tiempo a este carro que podría generar importantes cambios en el mundo”, dice su vicepresidente ejecutivo, Pablo Terrazas.
Periodista
Acelerar el desarrollo de una nueva industria en Chile basada en el hidrógeno verde para impulsar, después de la actual crisis, una reactivación con una economía más sostenible y resiliente, es hoy la apuesta de Corfo. Y si bien la entidad ya venía impulsando una serie de iniciativas para el desarrollo sostenible del país, hoy el desafío toma un nuevo cariz. “Corfo va a utilizar su parrilla de instrumentos de fomento para tratar de hacer una reactivación económica más verde, y su apuesta es el hidrógeno”, dice Max Correa, director ejecutivo del Comité Solar e Innovación Energética de Corfo.
Así lo reafirma el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Pablo Terrazas, quien señala que hoy “no podemos pensar en un desarrollo que no sea sostenible, y debemos incentivar las inversiones que nos ayuden a construir una economía más fuerte, más resiliente a los cambios y que ayude a mitigar el calentamiento global”.
“En Chile -agrega Terrazas- tenemos el privilegio de contar con grandes recursos de energía limpia, fundamental para impulsar el desarrollo del hidrógeno verde, lo que podría crear un nuevo sector económico de alto valor que mejoraría sustancialmente la calidad de vida de todos los chilenos. En Corfo estamos trabajando para potenciar desde distintos frentes esta industria, para lograr subirnos a tiempo a este carro que podría generar importantes cambios en el mundo”.
Y en esto ya hay avances importantes. Hoy existen dos proyectos piloto en el sector minero impulsados por la corporación para avanzar en esta materia, con un capital comprometido de más de $13.800 millones. El primero de ellos es liderado por Alset, que busca desarrollar motores duales para grandes camiones de la minería que funcionen con una mezcla de hidrógeno y diésel.
Actualmente se están haciendo las pruebas y modelaciones de laboratorio en Austria, donde se adaptan los motores y se prueban distintas mezclas de combustibles, al tiempo que se calcula su eficiencia modelando las rutas que debiera realizar el camión en terreno considerando variables como pendientes, altitud y desplazamientos.
“Inicialmente la meta era reemplazar el diésel por una mezcla de 40% diésel y 60% hidrógeno, y lo que han podido ver es que pueden reemplazar una proporción mayor de hidrógeno que la meta inicial. Ahora hay que probar esto en terreno, lo que debiera ocurrir el próximo año”, explica Ana María Ruz, directora de desarrollo tecnológico del Comité Solar e innovación energética de Corfo.
El segundo proyecto en esta línea es liderado por la Universidad Técnica Federico Santa María, y propone la instalación de celdas de combustible en camiones de 200 toneladas para la minería subterránea, el que también debiera iniciar las pruebas en terreno el próximo año. Esto implica reemplazar completamente el diésel como combustible para que la máquina opere en un cien por ciento con hidrógeno.
“Probablemente en el futuro vamos a ver estas dos soluciones, grandes camiones con una mezcla dual de combustibles, y otros que van a ser con celdas de combustible cien por ciento hidrógeno. Definitivamente el mercado va a decidir cuál será la tecnología que se adopte, o por cuánto tiempo operará una u otra”, dice Ana María Ruz.
Ambos proyectos están también analizando sus costos, aunque en términos generales, dice Ruz, hoy los proyectos no cierran financieramente, ya que se requiere aún de un costo más bajo de la generación eléctrica para la hidrólisis para darles viabilidad. Pero hoy esto no es tan relevante, agrega, en la decisión final: “El hecho de reducir emisiones va a ser tan perentorio, y la posibilidad de vender esas emisiones incluso, que probablemente no va a ser tan estricto en hecho de que sean absolutamente rentables”.
“En Chile tenemos el privilegio de contar con grandes recursos de energía limpia, fundamental para impulsar el desarrollo del hidrógeno verde, lo que podría crear un nuevo sector económico de alto valor que mejoraría sustancialmente la calidad de vida de todos los chilenos. En Corfo estamos trabajando para potenciar desde distintos frentes esta industria”
La minería, por ejemplo, es la industria que hoy reúne las condiciones de borde para que esto funcione: cerca de la mitad de sus costos es el uso de combustibles, y sus faenas se ubican precisamente donde existe una mayor radiación solar en el norte de Chile. En un escenario donde el 80% del costo de producción del hidrógeno verde es el costo de la energía renovable, tener una producción local barata y un poder de compra vecino -que implica que no hay que transportarlo- es una ventaja enorme.
“Eso es lo que vio Corfo, e hizo la apuesta en incentivar la demanda. Si se logra hacer el retrofitting de los camiones y la minería se da cuenta que son funcionales, seguros y en el mediano plazo rentables, se va a activar un poder de compra muy grande. Y la oferta, el suministro, vendrá por añadidura porque el problema no está ahí. Que las mineras sean grandes compradoras de hidrógeno rápidamente activará el suministro y los proyectos”, afirma Max Correa.
Jugar un rol en la transición energética
Hoy producir hidrógeno verde en Chile es totalmente factible. No hay ninguna barrera que lo impida, y la tecnología de la electrólisis -para separar el hidrógeno de una molécula de agua mediante electricidad- se conoce hace años. El desafío hoy, entonces, es que exista un poder de compra para que finalmente tenga un sentido económico.
Para ello, la oportunidad está en un nuevo campo enorme que se está abriendo: la transición energética mundial y la búsqueda de soluciones de reemplazo para los combustibles fósiles para cumplir la metas de carbono neutralidad de los países, en el marco del Acuerdo de París para el combate del cambio climático.
En Chile, se estima que el hidrógeno verde representará entre un 18% y un 27% de las medidas para alcanzar la meta de carbono neutralidad en Chile al año 2050, de acuerdo a un cálculo realizado por el Ministerio de Energía. Una estimación que, para los expertos, resulta incluso conservadora, ya que su potencial es enorme.
Hoy se estima que el Desierto de Atacama podría generar 1.800 GW de energía, lo que equivale a 75 veces el consumo energético anual de todo el país. Cada 25 años llega al norte de Chile el equivalente energético a las reservas totales de petróleo de Arabia Saudita. Y esto sin considerar el potencial eólico de Magallanes.
En plena transición energética, hoy el mundo está mirando al hidrógeno verde como alternativa. Japón mira a Australia, que está haciendo fuertes inversiones en este combustible; Europa a Marruecos, Medio Oriente y el norte de África. Y Chile también puede jugar un papel importante en este mercado mundial de combustibles para la transición energética, un rol que nunca antes ha tenido. Y en este juego Chile, dicen los expertos, es el “campeón escondido” porque es donde existe el potencial renovable más barato del mundo.
“Chile tiene un potencial de energías renovables gigante, y todo ese potencial puede transformarse en hidrógeno verde. La apuesta a largo plazo es que Chile cree una industria de exportación de combustibles verdes, y eso abre la ventana para crear un nuevo sector enorme para la economía, del tamaño y cifras comparables a la minería del cobre”, afirma Max Correa.
“Corfo está en esto porque ve la oportunidad de acelerar el desarrollo de una nueva industria para Chile, también en el marco de una reactivación verde. Antes de la pandemia, antes de la crisis social, Corfo ya tenía un foco importante en crecimiento sostenible y estábamos apoyando el hidrógeno, pero ahora toma un nuevo cariz porque queremos una reactivación hacia un mejor estado de las cosas; una reactivación verde, sustentable”
Los últimos cálculos dados a conocer por los expertos señalan que Chile podría alcanzar a 2030 un costo de US$1,5 por kilo de hidrógeno verde, lo que lo haría realmente competitivo. Y si se considera que sus aplicaciones son múltiples (transporte, industria, calefacción, almacenamiento energético, etc.), las perspectivas son enormes: se estima que a 2030 Chile podría exportar 3,8 millones de toneladas de hidrógeno verde, por valor de unos US$8.800 millones.
Aún así, Max Correa afirma que los cálculos todavía pueden ser conservadores, porque considera los usos actuales del hidrógeno verde. “Si el día de mañana la industria marítima va a usar amoniaco verde como combustible, se abre un mercado gigante y las cifras se multiplican. Si la industria de la aviación va a recurrir a combustibles sintéticos con moléculas ‘verdes’, entre ellas el hidrógeno, se abre una industria enorme. Todo tiene que ver con cómo va a reaccionar la comunidad de países en relación al cambio climático, al carbón tax, cosas que van a facilitar la industria. Qué pasa si Chile captura un 10% de ese futuro mercado de combustibles verdes”, plantea.
Acelerar el desarrollo del hidrógeno
Hoy existen una serie de iniciativas impulsando el desarrollo del hidrógeno verde en Chile, que han ido surgiendo fruto del trabajo de los últimos años. Entre ellas está el proyecto Misión Cavendish, y la elaboración de una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde a 2050, que está desarrollando el Ministerio de Energía en base a un estudio realizado en 2019 por Corfo para trazar la hoja de ruta de este combustible.
“Corfo está en esto porque ve la oportunidad de acelerar el desarrollo de una nueva industria para Chile, también en el marco de una reactivación verde. Antes de la pandemia, antes de la crisis social, Corfo ya tenía un foco importante en crecimiento sostenible y estábamos apoyando el hidrógeno, pero ahora toma un nuevo cariz porque queremos una reactivación hacia un mejor estado de las cosas; una reactivación verde, sustentable”, afirma Max Correa.
Y en esa línea, las iniciativas se están ampliando más allá de los proyectos piloto ya en desarrollo en la minería. El concurso de Corfo para el desarrollo del Instituto Chileno de Tecnologías Limpias (ITL), con US$193 millones para el desarrollo de I+D, tiene también un componente de hidrógeno; y en la creación del futuro Centro para el Desarrollo de la Electromovilidad también se espera que aparezcan proyectos de buses a hidrógeno.
Las perspectivas son amplias, dice Ana María Ruz. Además de realizar una serie de estudios que han servido de base para avanzar en la instalación de esta futura industria en el país, el Comité Solar de Corfo también recopiló un listado de proyectos que podrían surgir en Chile.
Entre ellos, los de mayor escala son los proyectos de amoniaco verde y etanol verde, mientras que los proyectos para buses y transporte urbano tienen una escala menor. En el caso del amoniaco verde, se requiere un precio de la energía bajo los US$20 por MW/h (hoy está en US$40) para que partan, pero también hay factores de escala, dice Ana María Ruz.
“Aquí la escala de los proyectos es súper importante, y hoy la pregunta es si existe un límite para seguir bajando los costos de lo fotovoltaico. Los paneles son cada vez más grandes, las celdas son mejores, y las instalaciones van a ser fácilmente sobre 1GW, y con eso se pueden lograr cierres financieros y costos más bajos”, explica.
“Una vez pasado esto, que tengas los primeros proyectos funcionando, no me cabe ninguna duda que empieza el despliegue a full y los vehículos dejan de ser diésel. Nuestra abundancia está en las renovables, y no es solo lo eléctrico y el hidrógeno; es una abundancia país”
A nivel local, hay varios proyectos de hidrógeno verde que se están desarrollando por parte de emprendedores chilenos y que pronto podrían empezar a inaugurarse. “El uso primero que se va a dar es el de grúas horquilla en centros logísticos. En ese proyectos Estados Unidos invirtió durante muchos años en tener una oferta atractiva de bajo costo, y esa oferta está disponible para el mundo, y probablemente van a ser los primeros proyectos que vamos a ver en Chile”, agrega Ana María Ruz.
Mientras, para acelerar este proceso, en el gobierno ya se trabaja en la búsqueda de acuerdos internacionales para colocar el hidrógeno verde en los mercados que ya se sabe saldrán -en pocos años- a comprarlo. Ya se está conversando con el Banco Mundial, el Fondo Verde del Clima, el Banco Europeo de Inversiones y otras instancias para implementar una base de apoyo público-privada que permite levantar proyectos de un tamaño significativo, con el objetivo de catalizar la creación de una economía basada en hidrógeno.
“Está dentro de la estrategia de Corfo apoyar la aceleración de esta industria, apoyando la implementación de proyectos piloto de tamaño significativo y además colaborando en la búsqueda de financiamiento, nacional e internacional, que pueda ayudar a que alguien tome una decisión de inversión”, dice Max Correa, director ejecutivo del Comité Solar de Corfo.
La idea generar un trabajo similar al realizado con Cerro Dominador, la primera planta de concentración solar de potencia en Chile y Latinoamérica, donde se levantaron US$20 millones iniciales que luego ayudaron a apalancar el financiamiento de un proyecto de US$1.500 millones.
Hoy lo importante, coinciden varios expertos, es que cierren los primeros proyectos, echarlos a andar y mostrar que Chile está en posición de entrar en un juego donde países como Australia ya están apostando fuerte. “Una vez pasado esto -dice Ana María Ruz-, que tengas los primeros proyectos funcionando, no me cabe ninguna duda que empieza el despliegue a full y los vehículos dejan de ser diésel. Nuestra abundancia está en las renovables, y no es solo lo eléctrico y el hidrógeno; es una abundancia país”.