Los avances del Acuerdo de Producción Limpia “Transición hacia la Economía Circular” y el caso ejemplar de Aceros AZA
Un total de 25 empresas forman parte en este APL liderado por Acción Empresas (AE) y la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), con el objetivo de medir el grado de circularidad de sus procesos, identificar brechas y elaborar un plan de acción para abordarlas. La primera etapa está culminando y las compañías han logrado determinar, mediante la herramienta internacional CTI, sus porcentajes de economía circular. Una de las participantes, Aceros AZA, arrojó más de 80% de circularidad, debido al uso de chatarra ferrosa como materia prima y la utilización de energías renovables, entre otros factores.
![Claudia Maldonado Caballero](https://www.paiscircular.cl/wp-content/wphb-cache/gravatar/f5a/f5a7e7b089664b76afa4fed88cbfbddbx100.jpg)
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Gerentes y colaboradores de una serie de empresas del país completaron en septiembre un ciclo de capacitaciones, que comenzó en marzo, con el objetivo de aprender a utilizar una herramienta que les permite medir el grado de circularidad de sus procesos. Además, como parte del aprendizaje realizaron dicha medición, con la cual generaron una línea base a partir de la cual deben dar el siguiente paso: generar un plan de acción para ir dejando atrás el modelo de producción lineal o lo que quede de él en sus procedimientos.
Se trata de 25 empresas que forman parte del Acuerdo de Producción Limpia (APL) Transición hacia la Economía Circular, firmado hace un año por la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC) y Acción Empresas, con el apoyo de Corfo y los Ministerios del Medio Ambiente y de Salud. En ese marco, a la fecha se han realizado 16 cursos, en los que se han capacitado 215 personas.
La herramienta de medición se llama “Indicadores de Transición Circular 2.0” (CTI, en inglés) y es primera vez que se utiliza en Chile.
Según explica Alejandra Arochas, jefa de Proyectos de Acción Empresas (AE) y encargada de este APL, “al no existir un consenso sobre cómo las empresas pueden medir su eficacia y avance hacia modelos comerciales más circulares, en 2020 el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) -organización que Acción Empresas representa en Chile- desarrolló junto a la consultora KPMG un marco universal para medir la circularidad”.
Así surgieron los Indicadores de Transición Circular (CTI), que “no solo son un estándar y una herramienta transparente que ha permitido que casi 2.000 organizaciones trabajen en objetivos y métricas universales en materia de circularidad alrededor del mundo, sino que además representan un sistema de gestión que permite que empresas de todas las industrias, tamaños, posiciones de la cadena de valor y geografías, trabajen en metas comunes”, agrega Arochas.
Los CTI consideran, básicamente, el análisis de entradas y salidas de agua, energía y materiales destinados a generar productos y servicios, además de los desechos.
Estos indicadores, explica la especialista de AE, proveen información sobre la optimización general del uso de los recursos y el vínculo existente entre los flujos de materiales circulares de la empresa y el rendimiento empresarial. Para esto, la empresa debe autoevaluar los insumos que fluyen por sus sistemas, considerando lo siguiente: qué tan circulares son los recursos, materiales, compuestos, parte de producto y piezas utilizados; cómo diseña la empresa sus productos para asegurar la circularidad; y la circularidad del agua y el uso de energías renovables en la compañía.
“Para conocer el estado de circularidad de una empresa, se requiere recopilar información para posteriormente interpretar el resultado, comprendiendo oportunidades y riesgos, con el objetivo de establecer metas para el desacoplamiento de la economía lineal”, comenta la jefa de Proyectos de AE.
A su vez, la directora ejecutiva de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), Ximena Ruz Espejo, señala que “si las empresas miden su circularidad e identifican los impactos de sus operaciones, es posible generar los cambios que se requieren en sus procesos, además de monitorear y evaluar la efectiva transición hacia la economía circular. Así, a través de cambios en los flujos de materiales, agua y energía, el sector privado puede ser un actor relevante en el avance de la circularidad en Chile”.
La autoridad de la ASCC añade que la transición hacia el cambio de paradigma que propone la economía circular se ha convertido en una prioridad para el país, y el modelo ha generado mucho interés en las empresas, “al posicionarse como una estrategia relevante en la forma de hacer negocios en el país (…) Las empresas que conocen del tema ya están convencidas de que es una oportunidad de negocio y, además, genera beneficios para el planeta y la sociedad”.
Una de las empresas que conoce del tema y que es parte de este APL es Aceros AZA, cuyo el jefe de Medio Ambiente y Economía Circular, Sergio Veloz, coincide con esa idea: “Es claro que la economía circular aporta positivamente al negocio; uno pasa de una cultura donde se está pagando por la disposición de un residuo a darle un valor económico a ese residuo, que puede ser valorizado. Ya sea que solo dejes de pagar por la disposición, o si vendes esos residuos a otra empresa que los va a usar, eso impacta en la operación, impacta en los números de buena forma”.
“Las empresas que conocen del tema (economía circular) ya están convencidas de que es una oportunidad de negocio y, además, genera beneficios para el planeta y la sociedad”.
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Proceso colectivo
Ximena Ruz explica que la ASCC se involucró activamente en la elaboración participativa de la Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040 -liderada por el Ministerio del Medio Ambiente- y es parte del Comité Ejecutivo del Programa Transforma Territorio Circular, es decir, está impulsando fuertemente el avance del país en esa dirección, lo que se materializa, entre otras acciones, en el apoyo a la realización de Acuerdos de Producción Limpia (APL) orientados hacia materias vinculadas a la economía circular.
“Se trata de Acuerdos voluntarios y certificables, constituidos de diversas metas y acciones, cuyo desarrollo se basa en la confianza y la colaboración entre los diferentes órganos del Estado y el sector privado”, añade la directora ejecutiva y explica que las empresas que participan en un APL obtienen un certificado de cumplimiento del Acuerdo, otorgado por la ASCC con la validación de distintos servicios públicos.
Sobre este punto, Alejandra Arochas comenta que “contar con un reconocimiento intermedio de circularidad, entregado por la ASCC, busca contribuir a otorgar un nivel de transparencia a las prácticas empresariales para la elaboración de un producto o la entrega de un servicio con estándares de circularidad, además de corroborar el cumplimiento de las metas y acciones concretas del APL”.
A juicio de Veloz, de Aceros AZA, el tema de la transparencia es fundamental porque “abre las confianzas y permite un diálogo más franco y directo Cuando los procesos son transparentes y los demás pueden corroborar que algo es efectivamente inocuo, entonces se consolidan las confianzas”. El jefe de Medio Ambiente de la empresa comenta, en este sentido, que en el marco del APL y en virtud de esa transparencia, se están proyectando alianzas entre las empresas participantes con la finalidad de aumentar la circularidad de los procesos más allá de los límites de cada una de ellas, en lo que es conocido como “simbiosis industrial”.
En esa línea, Arochas subraya que “las 25 empresas que forman parte de este APL (con 51 instalaciones) están demostrando un compromiso verdadero y ambicioso con la economía circular, convencidas de que lograrán una mejor posición hacia sus partes interesadas, tanto externas como internas, y una adaptación a largo plazo, en un contexto de múltiples desafíos”.
Ximena Ruz explica, en este sentido, que “el proceso mismo de implementar un Acuerdo es algo valioso, ya que se trata de una experiencia colectiva, donde las empresas se capacitan y avanzan en conjunto, en un marco de trabajo cercano con los servicios públicos relacionados con las materias del Acuerdo”.
“El proceso es muy enriquecedor”, comenta al respecto Sergio Veloz. “En las reuniones grupales que sostenemos en el marco del APL hay empresas de distintos rubros, que están haciendo el mismo ejercicio que nosotros, y en las conversaciones vamos aprendiendo unos de otros, de cómo estamos abordando este desafío de avanzar en la circularidad. Se van compartiendo experiencias y también surgen oportunidades de estrategias conjuntas”.
“Participar en el APL no es solo algo lineal en donde uno se evalúa, se mide, y ve cómo puede mejorar, sino que entra a una red de otros procesos que en algunos casos se van interrelacionando”, destaca el ejecutivo de Aceros AZA.
“Para conocer el estado de circularidad de una empresa, se requiere recopilar información para posteriormente interpretar el resultado, comprendiendo oportunidades y riesgos, con el objetivo de establecer metas para el desacoplamiento de la economía lineal”.
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80% de circularidad
AZA es una empresa que produce acero a partir de chatarra ferrosa, reciclando anualmente cerca de 600 mil toneladas de este material , evitando que llegue al medio ambiente. Esta característica la convierte en una industria altamente circular pero, además, esta compañía de “acero verde” se ha preocupado de otros aspectos destinados a aumentar la sostenibilidad del negocio. A modo de ejemplo, forman parte de otro APL, el Certificado Azul, que permite medir y hacer más eficiente el uso de recursos hídricos, y tiene un compromiso de ser carbono neutral en 2050; actualmente se ubica en el 15% de compañías con mejor rendimiento dentro en la World Steel Association (WSA) en intensidad de emisión carbono: 0,21 toneladas de CO2 equivalente por tonelada de acero producida (ejercicio 2022).
Ximena Ruz, de la ASCC, indica que “la empresa Aceros AZA, en particular, inicia la implementación del APL Transición hacia la Economía Circular con una buena base, debido al avance previo que tenían como compañía. AZA tiene sistemas de información que permiten centralizar los flujos de materiales e insumos, esto les ha facilitado la tarea de evaluar la circularidad. Además, han podido integrar otros aspectos en que ya tenían avances, tales como la medición de huella hídrica y de carbono, lo que también ha contribuido para que progresen con más facilidad en las metas y acciones del Acuerdo”.
A las empresas como AZA, dice la directora ejecutiva de la ASCC, “el APL les ha servido para integrar todo ese conocimiento junto a toda la data generada, para llegar a un porcentaje indicativo de cuán circular es su empresa. El próximo paso es conocer cuáles son los insumos lineales que no aportan a la circularidad y cuáles pueden ser reemplazados por otros más circulares para mejorar su desempeño”.
El porcentaje al que se refiere Ruz, en el caso de Aceros AZA alcanza el 80%. Según relata el jefe de Medio Ambiente de la empresa, con la herramienta CTI evaluaron las dos plantas productivas -Renca y Colina- para medir qué tan circular es la empresa, alcanzando el mencionado porcentaje.
“Al usar esta herramienta internacional usamos como input las mediciones que venimos realizando desde hace larga data, que tenemos registradas y validadas, como por ejemplo la huella de carbono y la huella hídrica”, explica Sergio Veloz.
“Como tenemos datos concretos, sabemos que el resultado está muy ajustado a la realidad. Dentro de la evaluación que se hace con la herramienta no utilizamos ningún supuesto, que era una de las opciones para empresas que no tienen tanta información (…) Nosotros utilizamos data dura que hemos generado a lo largo del tiempo; en el software de la plataforma incorporamos los datos de 2021 y el resultado fue que nuestro grado de circularidad para las etapas productivas en las dos plantas es sobre el 80% (en Colina es de 82,42% y en Renca, de 80,47%)”, añade el ejecutivo de Aceros AZA.
Veloz señala que, debido al tipo de material que utilizan, sabían que iban a tener un grado importante de circularidad: “Uno ingresa los datos sobre lo que entra y sale del proceso productivo y el software se encarga de relacionarlo con su capacidad de ser renovable o no. En el caso de la chatarra ferrosa, que es uno de nuestros principales inputs, se trata de un material renovable, porque siempre se va a estar generando”. Junto con el material, otros factores que influyen en el alto porcentaje de circularidad de la empresa de “acero verde” es el uso de energías renovables, así como sus avances en el reciclado de las escorias siderúrgicas a través de su planta EcoAZA, por mencionar algunos.
En cuanto a la siguiente etapa del APL que las empresas están iniciando, el jefe de Medio Ambiente de Aceros AZA señala que “el desafío es abordar las brechas identificadas y elaborar el plan de acción para avanzar desde el 80 al 100% de circularidad, que es donde queremos llegar y que está en línea con nuestro compromiso público de no tener residuos al año 2025”. Comenta que si bien han estado avanzando en esa dirección y tienen diversos proyectos en ese sentido, el APL les ha servido para obtener nuevas métricas, identificar oportunidades y seguir aprendiendo.
“Esto es parte de nuestro ADN como empresa, donde nos hacemos cargo de la última línea de residuos de otras empresas, convertimos eso, le damos valor y colocamos un nuevo producto en el mercado: un acero de alta calidad”, resume Veloz.
Junto con Aceros AZA, son parte de este APL las empresas AES Andes, Agrosuper, Aguas Antofagasta, Banco Santander, Cervecería AB InBev Chile, Chilexpress, Compañías CIC, CMPC, Colbún, Cristalerías de Chile, Empresas Melón, Essbio, Fundición Talleres Ltda., Gasco, Grupo Komatsu Cummins, Grupo Polpaico, Masisa, Metro, Rosen, SMU, SQM, Terminal Pacífico Sur Valparaíso SA (TPS), Virutex Ilko/Mamut y Volta.
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“Participar en el APL no es solo algo lineal, donde uno se evalúa, se mide, y ve cómo puede mejorar, sino que entra a una red de otros procesos que en algunos casos se van interrelacionando”.