Desierto Vestido: la organización iquiqueña que lucha contra los cerros de basura textil en el norte
Un grupo de cuatro jóvenes de Iquique mantiene esta fundación luego de cursar la Escuela de Formación de Jóvenes Líderes: Territorio y Economía Circular. Lo hicieron con el fin de visibilizar la gran problemática que afecta a la comuna de Alto Hospicio respecto de las grandes cantidades de ropa que se acumulan en el desierto. A través de talleres de educación y sensibilización ambiental, logran rescatar estas prendas y darles un nuevo uso junto a la comunidad.
Ángela Astudillo cursaba Derecho, pero a partir de 2020, cuando se inició la pandemia por coronarivus, decidió congelar sus estudios. En ese entonces, participó en una convocatoria para integrar la Escuela de Formación de Jóvenes Líderes: Territorio y Economía Circular. Entre las y los jóvenes que acudieron al llamado en todo el país, fueron seleccionadas cuatro mujeres y un hombre de la Región de Tarapacá, incluida Ángela, quien siempre se consideró ambientalista y tenía una especial inquietud con lo que ocurría en la zona con la basura textil.
“En la escuela teníamos que abordar una problemática medioambiental que afectara a la región y todos coincidimos en el tema de las montañas de ropa en el desierto. Empezamos a investigar sobre el problema, pero cuando salimos de la escuela recién ahí nos dimos cuenta lo mucho que afectaba, era más de lo que nosotros pensábamos. Muchos vivían al lado de donde botaban basura textil. Al salir de la escuela creamos la fundación Desierto Vestido“, explica desde Iquique Ángela Astudillo.
De las cinco fundadoras, hoy Javiera Fernández, Jean Karla Zambra, Bastían Barría y la propia Ángela Astudillo son quienes están a cargo de las labores que lleva a cabo Desierto Vestido, cuyo logotipo es un llamativo colgador de ropa con el símbolo de la circularidad. “Alguna vez se equivocaron con nuestro nombre -porque suena parecido- y nos dijeron Desierto Florido. Y no, nosotros les dijimos que nos llamamos Desierto Vestido, porque de verdad que el desierto está vestido de ropa”, revela Astudillo, en tono medio tragicómico.
La primera misión que se trazaron, ni bien se constituyeron como fundación, fue visibilizar la problemática. “Mucha gente que vivía acá ignoraba lo que realmente sucedía, entonces nuestra idea fue mostrar lo que pasaba a nivel local, hasta pasar a entregar material educativo, avanzar en talleres en ecoescuelas y colaborar con artistas reconocidos mundialmente. Ahora estamos haciendo talleres a personas adultas. Podemos decir que hoy nos dedicamos a la educación ambiental en materia textil”, prosigue Ángela Astudillo.
En rigor, Desierto Vestido organiza talleres en un lugar conocido como Casa de Oficios, ubicada en el centro de la ciudad de Iquique, para promover justamente el cultivo de diferentes oficios no solo relativos a la reutilización textil, sino que en general. “Por ejemplo enseñamos cómo hacer decoración para un cumpleaños ecológico a partir de la transformación de un jeans, cómo hacer tapizado ecológico, enseñamos costura inicial, a ocupar las herramientas”, complementa Astudillo, quien además es recicladora de base certificada, y en ese rol parte ella misma al rescate de la ropa que está dispersa sobre todo en la comuna de Alto Hospicio.
También se han vinculado a organizaciones como Casa Circular para otro tipo de talleres, y además lo han hecho con la Zofri y otros gremios e instituciones. “Tenemos que trabajar colaborativamente para dar solución a esta gran problemática. Ahí hay ropa del mundo tirada en el desierto”, afirma Astudillo, quien incluso ha hallado ropa nueva con etiqueta en ese gran basural que puebla el desierto. Hace poco, en mayo, recibieron un premio de INJUV llamado “Reconocimiento de Jóvenes Emprendedores de la Región”, en el marco de la Semana del Emprendimiento de INACAP, institución que también les brindará asesoría para conseguir algún tipo de financiamiento.
Dentro de Casa de Oficios, incluso, han podido invitar a grandes exponentes del diseño en reutilización textil para convocar a la gente a hacerse parte de la solución, ya sea reparando la ropa o transformándola en un nuevo producto. Ángela cuenta con la ayuda de una persona con discapacidad que captura la ropa recolectada, y separa los botones, los cierres y el resto de elementos para trabajar el residuo de la mejor forma posible.
Para Ángela Astudillo, Desierto Vestido trabaja sobre un lastre ambiental que suma más de 20 años en la zona, y que recién hace un par de años se hizo conocido mundialmente a partir de la publicación de ingentes medios de comunicación internacionales.
“Es una problemática silenciosa que ha hecho caer un estigma sobre la población de Alto Hospicio. La gente que vive en la costa, en el barrio alto de Iquique n o sufre este problema. Alto Hospicio es una comuna muy vulnerable, donde la población ha crecido con la pandemia y armaron tomas cercanas a donde están estos basurales de ropa. La gente sacaba la ropa que le servía para venderla, y también a ésta se le prendía fuego. Lamentablemente es un lugar donde la gente también bota perros y gatos, y también escombros. Es muy triste”, lamenta la cofundadora de Desierto Vestido, que también tiene su propio emprendimiento, Recuperadora de Fibras Orgánicas Textiles, donde fabrica productos materiales ecológicos a partir de materiales reciclados, como cuadros, maceteros, mesas, etcétera. Pertenece a una asociación gremial de Tarapacá llamada Asociación Gremial de Economía Circular.