Thomas Kufen: “Estoy convencido que las grandes ciudades tienen que impulsar los objetivos climáticos”
En 2017, la ciudad alemana de Essen alcanzó el título de Ciudad Verde de Europa, gracias a las políticas de recuperación de áreas verdes y ríos, y de iniciativas que buscan una mejor calidad de vida para sus habitantes. Thomas Kufen, alcalde de Essen de visita en Chile invitado por la Fundación Konrad Adenauer, afirma que esto ayudó a que la ciudad volviera a crecer y empezara a recuperarse de la fuerte migración que sufrió a partir de la década del 60 tras el cierre de sus industrias mineras y de acero. Hoy impulsa planes de eficiencia energética, transporte limpio y empleos verdes que han logrado, dice, una mayor identificación de sus habitantes con la ciudad, “y eso se traduce necesariamente en que se hacen más responsables de su entorno social”.
Periodista
En 2017, la ciudad alemana de Essen, ubicada en Renania del Norte-Westfalia, fue elegida como la Capital Verde de Europa por los profundos cambios registrados en las últimas décadas en esta urbe -la novena ciudad más grande de Alemania y vecina a Bonn- que la llevaron a transformarse en un referente global de una ciudad sostenible.
Nacida como uno de los principales enclaves mineros y de la industria del acero en el continente, una vez que los yacimientos -y el trabajo- fueron migrando más al norte a partir de la década del 60 del siglo pasado, sufrió un proceso de despoblamiento que la llevó a perder casi 200 mil habitantes.
Pero al mismo tiempo, empezó su transformación para convertirse en un importante y próspero enclave financiero y de servicios, recuperando en el camino su entorno natural mediante corredores biológicos y extensas áreas verdes donde antes estuvo el cordón industrial, y con un ambicioso proyecto para la recuperación ambiental del río Emscher.
Hoy su alcalde, Thomas Kufen, impulsa un ambicioso plan para la ciudad de Essen que incluye, entre otras cosas, disminuir en un 40% sus emisiones de CO2 al 2020 y en un 95% al año 2050; incrementar las tasas de reciclaje hasta un 65% en 2035, crear 20 mil empleos verdes al año 2025, y disminuir la contaminación del aire.
En estos días Kufen estuvo de visita en Chile, donde se reunió con los alcaldes de Concepción, La Granja y Temuco para compartir experiencias y establecer contactos, con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer, para evaluar posibles sinergias a futuro.
“El titulo de la capital verde por un lado es un reconocimiento de lo que ya se ha logrado, pero a la vez tiene que ver con aquello que todavía quiere lograr. Por eso, como ciudad industrial que se ha transformado en una ciudad verde, nos vemos casi obligados a traspasar nuestra experiencia, porque definitivamente aire limpio, agua limpia, son temas para todas las grandes ciudades del mundo”, afirma Kufen.
¿Cómo ha sido el cambio de Essen, desde una ciudad que pierde habitantes por el cierre de las industrias a una urbe que destaca por sus políticas sostenibles?
Cuando cierran las industrias, primero se van los puestos de trabajo y después se van las personas. Y así fue en Essen: en los años 60 la ciudad contaba con 750 mil habitantes, y eso se redujo en casi 200 mil. Pero desde hace unos pocos años volvió a la senda del crecimiento demográfico, llegando ahora a 590 mil. Eso significa que de alguna manera hay que gestionar un proceso de contracción de la ciudad, porque obviamente si la gente se va eso no significa que se contraiga la infraestructura. Hace 10 años atrás cerramos escuelas porque no había alumnos, y ahora tenemos que reabrir porque hay más niños, hay más gente llegando a la ciudad. Hay una especie de regla mundial: las ciudades atractivas crecen, las ciudades no atractivas se contraen.
“Al año 2035 queremos implementar un plan de movilidad urbana que se llama “4 veces 25”: 25% de autos, 25% de transporte público, 25% bicicletas y 25% de peatones”
¿Cuál fue la estrategia para lograr que las personas volvieran a la ciudad?
Muy tempranamente apostamos al sector terciario, a los servicios. En los 60 un alcalde de Essen dijo que la ciudad se tenía que transformar en la ciudad de los hombres con maletines, no con overoles. Hoy el 80% de la mano de obra trabaja en el sector terciario. Por la actividad minera teníamos grandes hospitales, y esos hospitales se especializaron aún más y hoy son el ofertante de servicios de salud más importante de la región. El área de salud es el mayor empleador, y en especialidades como oncología o trasplantes somos de nivel mundial, y es un gran mercado con un fuerte crecimiento. Gente de todo el mundo llega a tratarse a la ciudad. La segunda área importante es el área de la cultura. Los industriales de la zona construyeron importante infraestructura cultural bajo la premisa de que la gente no solo debe trabajar sino también se debe nutrir mentalmente, y por eso construyeron teatros, óperas, creando el fundamento para una gran oferta cultural en Essen.
Esos fueron los fundamentos económicos del crecimiento, ¿cuáles fueron los ejes que hacen de Essen además una ciudad atractiva para vivir?
La seguridad, mejorar la calidad de vida en los ámbitos de cultura y educación, y tener una estrategia mirando hacia el futuro. Y el tema de calidad de vida abarca también aspectos como tener ríos limpios y un aire limpio en la ciudad.
¿Cómo se trabaja eso en términos prácticos?
Tenemos un programa de protección climática integrado, y ahí están establecidos ciertos objetivos. Por ejemplo, de saneamiento de edificios para que se transformen en casas inteligentes desde el punto de vista climático, medidas de ahorro energético. Como ciudad nos obligamos a comprar solo energía limpia. Estamos lejos de estar listos, no es el Paraíso, pero estamos avanzando. De hecho, al año 2035 queremos implementar un plan de movilidad urbana que se llama “4 veces 25”: 25% de autos, 25% de transporte público, 25% bicicletas y 25% de peatones. Todavía seguimos siendo una ciudad de conductores, el porcentaje de trafico vehicular hoy en día aun es el 60% de autos, un 7% de bicicletas, y el transporte público llega al 18%.
¿Qué rol ha jugado la ciudadanía en esta transformación?
Claramente quien ha impulsado eso en gran medida son los ciudadanos. Essen era una ciudad de grandes industriales, y ellos organizaban todo para sus trabajadores, desde el hospital donde nacían los niños hasta la funeraria. Eso obviamente te puede llevar a una cierta pasividad, donde la gente dice ‘ustedes arriba nos tienen que ayudar’. Paulatinamente hemos podido fomentar el proceso de iniciativa propia de los ciudadanos, y diría que en los últimos años se han vuelto mucho más proactivos. Dos ejemplos: pusimos a disposición áreas verdes donde los vecinos pueden plantar cosas o personas que no tienen jardín lo pueden usar como jardín. Pero se tienen que hacer responsables y cuidar las áreas. Y para casi todas nuestras plazas de juego de niños, tenemos a ciudadanos que son padrinos o madrinas de esas plazas, que organizan fiestas pero también se hacen cargo de controlar si los juegos que están en esa plaza están funcionando, si hay que reparar algo.
¿Cómo se organiza esa colaboración en la ciudad, como se ordena?
Establecimos una oficina, que está directamente vinculada a mi como alcalde mayo, que organiza estos procesos de participación. Cuenta con un pequeño presupuesto, no apoyamos el trabajo que realizan en sí, sino más bien apoyamos cuando quieren hacer algo a su beneficio, como una fiesta navideña o material de trabajo. Es como crear una especie de cultura de reconocimiento de su trabajo. Eso lo hicimos también en el marco de la Capital Verde de Europa: le preguntamos a los ciudadanos que tipo de proyectos se podían imaginar en el marco de la capital verde, y apoyamos 200 proyectos con una suma de hasta mil euros. Hubo ejemplos maravillosos, como la construcción de un hotel para insectos, alguien que se hizo padrino de un riachuelo, o un día de limpieza, sacando mugre del barrios.
“Las personas quieren vivir en unidades claramente estructuradas, compactas, pequeñas. El barrio tiene que ser de fácil acceso y debe tener una buena conectividad, entonces no a las ciudades donde en una parte se duerme, en otra se trabaja y el otra parte es el lugar para el ocio”
¿De qué forma la gente se hace cargo de esos espacios?
En el caso de los 200 proyectos de la capital verde se celebraron contratos entre los ciudadanos y la administración de la ciudad, para aclarar temas legales, de seguros, responsabilidades. En Alemania es importante que todo esté aprobado.
La idea es que la ciudad genere 20 mil empleos verdes al año 2030, ¿cuál es el plan para hacerlo?
Apostamos a atraer a las startups, crear un microclima para ello mediante una cooperación también con la universidad.
¿Qué tan importantes son las redes de colaboración para solucionar los problemas de la ciudad, transformarse en una ciudad sostenible?
Yo creo que el enfoque integral, que no sean solo ciertos departamentos de la administración de la ciudad sino toda la administración la que se hace cargo del tema. Y el trabajo en redes entre la administración de la ciudad, los ciudadanos, la industria, la academia.
¿Cuáles son los objetivos de Essen para los próximos años?
Seguir trabajando en los temas mencionados, y cambiar el sistema de transporte. El tema de los ciclistas, de las bicicletas eléctricas y los patines eléctricos, generan cada vez más espacio para que cada vez más gente esté dispuesta a utilizar ese medio de transporte. Como administración apoyamos eso, y que la gente que trabaja con nosotros venga en bicicletas. Ofrecemos un crédito sin intereses para comprar una bicicleta eléctrica, por ejemplo.
¿Cómo estas transformaciones mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, en qué se nota?
Yo diría que la identificación con la ciudad aumenta, un cierto orgullo de aquello que se ha logrado en conjunto. Y esa identificación necesariamente se traduce en hacerse más responsables por el entorno social. Actualmente en el mundo hay cuatro tendencias en las ciudades. Lo primero, la gente se va del campo y va a la ciudad a vivir, pero hay una competencia entre las ciudades. Segundo, las personas quieren vivir en unidades claramente estructuradas, compactas, pequeñas. El barrio tiene que ser de fácil acceso y debe tener una buena conectividad, entonces no a las ciudades donde en una parte se duerme, en otra se trabaja y el otra parte es el lugar para el ocio. La tercera tendencia es la conveniencia, que sea simple. Quiero usar un auto cuando se necesita, pero no tenerlo ahí parado cuando no. También quiero que sea simple usar el transporte público, no quiero complicarme la vida comprando un ticket sino subirme al bus y pagar con el celular. Que sea fácil. Y el cuarto punto es la comunidad, la gente no quiere estar sola.
“Son las ciudades las que al final de cuenta tienen que implementar estas políticas para tener un entorno más limpio, y además se requiere de la actividad de la ciudad para ganar credibilidad a los ojos de los ciudadanos. Las ciudades están mucho más cerca de los ciudadanos, de sus problemas, de los temas candentes”
A fines de este año se va a realizar en Santiago la cumbre global del clima, la COP25 ¿Qué rol deben cumplir las ciudades frente al desafío climático?
Para mi hubo una vivencia clave: en 2017, el día que se definió en Essen cuál iba a ser la ciudad verde del año 2019, que ganó Oslo, ese mismo día Trump anunció que se salía del Acuerdo de París, y argumentó que Pittsburgh le quedaba más cerca que París. Menos de una hora después, el alcalde Pittsburgh dijo ‘yo lo veo de una forma muy distinta’ y agregó que quería cooperar con otras ciudades para alcanzar los objetivos del clima. Yo estoy convencido que las grandes ciudades tienen que impulsar ese desarrollo.
¿Y cómo pueden cumplir se papel?
En la medida en que su área de influencia se haga cargo. En Essen estamos cambiando todo nuestro parque automotriz para que sean vehículos eléctricos; hay que reducir la bulla en las ciudades, y estamos invirtiendo en asfaltos que absorben más el ruido; en relación a las bicicletas, nos hemos obligado a que de aquí al 2020 no pueda haber más de 500 metros de distancia para alcanzar una ciclovía; y además, que cada año se haga un saneamiento energético del 3% de las viviendas de la ciudad. Entonces, se dan muchos pasos pequeños en las comunas.
¿Y cuál es el rol de las empresas y de los habitantes de la ciudad en esto?
Algunas empresas lo han visto como un tema para sí mismas, porque están viendo que tienen que llegar a ser más verdes, están bajo presión. Otros se niegan, y en el caso de los ciudadanos es lo mismo, algunos participan y otros dicen me da lo mismo. Hay una especie de proverbio africano que dice que si muchas personas hacen muchas cosas pequeñas, pueden mover grandes cosas.
¿Qué consejo le daría a Santiago en su rol de anfitrión de la COP25?
Estar presente como ciudad. Son las ciudades las que al final de cuenta tienen que implementar estas políticas para tener un entorno más limpio, y además se requiere de la actividad de la ciudad para ganar credibilidad a los ojos de los ciudadanos. Las ciudades están mucho más cerca de los ciudadanos, de sus problemas, de los temas candentes.