Hace diez meses que el arquitecto Pablo Allard dejó de usar auto. El último que tuvo era híbrido y lo vendió en junio del año pasado, cuando se fue a Estados Unidos como profesor invitado de la Universidad de Harvard. En Cambridge volvió a ser peatón y usuario del transporte público, ayudado por aplicaciones que le informaban la hora exacta que pasaría la micro cerca de su casa.
Hace dos meses regresó a Chile y quiso darle continuidad a esta práctica, algo que logró sin inconvenientes gracias a que se mueve principalmente por el sector oriente de la capital y en distancias medianamente cortas. Reconoce que hasta el momento nunca ha llegado tarde a una reunión y ha cumplido con sus obligaciones sin problemas: es decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Desarrollo, director del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, y miembro la Fundación Reforestemos, entre otras funciones.
“Desde hace mucho tiempo que tengo un cierto compromiso con el tema del cambio climático y en tratar de reducir mi huella de carbono. Pienso que a medida que Chile prospera, estamos comenzando a adquirir hábitos y estilos de vida que están complicando el derecho de nuestros hijos y nietos a tener acceso a un medioambiente limpio”, afirma Allard.
El docente aclaró que su decisión de bajarse del auto coincidió con la necesidad de darle un ejemplo a sus alumnos, con el aumento de la congestión vehicular en Santiago y con el florecimiento de una mayor oferta de movilidad. Por esta razón siempre lleva un casco amarrado a su bolso, el que le permite combinar el metro, buses y taxis, con el sistema de bicicletas públicas y los scooters eléctricos.
Hace unos días el académico subió a su cuenta de Twitter una foto donde aparece en el metro con su bicicleta plegable, destacando las bondades de deshacerse del vehículo particular, algo que provocó el rechazo de algunos seguidores. “Haga lo mismo viviendo en La Pintana”, fue uno de los comentarios.
Respecto a eso, Allard de defiende. “Fue un error. Yo le estaba hablando a una audiencia que era como yo, a un grupo socioeconómico privilegiado porque claramente la gran mayoría de los chilenos no tienen esa opción de elegir qué medio de transporte usar, y entiendo por ese lado las críticas. Por lo menos con esto se plantea un punto. Como dice el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, ‘una ciudad avanzada no es en la que los pobres pueden moverse en carro, sino una en la que incluso los ricos utilizan el transporte público’. Creo que tenemos que fomentar eso”.