En el último lustro, la economía circular ha logrado posicionarse con fuerza en la discusión global respecto del tipo de desarrollo económico que debemos seguir. Inicialmente, por la necesidad de disminuir la generación de gases de efecto invernadero frente a la emergencia climática y cómo un mecanismo para hacer frente a la enorme generación de residuos en el planeta. En forma más reciente, por el impacto de la pandemia de Covid-19 en la economía, el transporte y las cadenas de abastecimiento a nivel mundial. Pero poco se ha hablado hasta ahora de una implementación más integral de esta tendencia en el que quizás es el principal foco de emisiones y consumo de recursos: las ciudades. Y de cómo hacerlo.
“Todo el mundo habla de economía circular, pero cómo se muda este paradigma desde una gestión sostenible de los residuos a una visión holística y sistémica que la economía circular parece ofrecer, y cuál es el rol de las ciudades”, plantea Oriana Romano, coordinadora del Programa de Economía Circular en Ciudades y Regiones de la OCDE y quien será la oradora principal en el webinar “El potencial de la economía circular en la gestión territorial”, que se desarrolla hoy en Santiago y es organizado por Corfo, Sé Santiago, Amusa, Construye 2025 y la Facultad de Arquitectura de la PUCV.
Romano presentará los resultados de un reciente estudio de este organismo, “Economía Circular en Ciudades y Regiones”, que estima que para 2050 el 55% de los 9 mil millones de habitantes que tendrá el planeta vivirá en ciudades, que implicará una mayor presión por recursos, infraestructura, servicios y vivienda, esto se incrementará. Y allí la economía circular aparece como una solución para un cambio sistémico, y también como un potencial de desarrollo económico.
Entre 2012 y 2018, el número de puestos de trabajo relacionados con la economía circular en la Unión Europea aumentó un 5% hasta alcanzar alrededor de 4 millones. El sistema circular tiene un potencial de crecimiento económico de hasta USD 4,5 billones para 2030, y podría tener un valor de hasta USD 700 mil millones en ahorros de materiales de bienes de consumo global.
Pero esto requerirá cambios que el estudio de la OCDE define como el marco de las 3P (“personas”, “políticas” y “lugares”). Este sostiene que la economía circular implica un cambio hacia vías de producción y consumo sostenibles, así como nuevos modelos de negocio y gobernanza (personas). También requiere un enfoque holístico y sistémico que atraviese las políticas sectoriales (políticas), y un enfoque funcional que vaya más allá de los límites administrativos de las ciudades y las vincule con su interior y áreas rurales para cerrar, estrechar y lentos circuitos en la escala correcta (lugares).
El informe incluye el trabajo con 51 ciudades de Europa, América, Oceanía y Asia para analizar sus avances en esta materia. ¿Por qué poner el foco en las ciudades? Porque los lugares donde las personas viven y trabajan, consumen y disponen, tienen un papel fundamental en la transición hacia una economía circular. “El enlace y la relación con las ciudades es inmediato”, dice Oriana Romano. Y no solo porque concentrarán a gran parte de la población.
“Las ciudades producen entre 70% y 80% de los gases de efecto invernadero, consumen dos tercios de la energía global, es donde la gente vive, trabaja, consume, y va a consumir aún más porque el PIB mundial se va a cuadruplicar en 2060 comparado con el nivel de 2011. Eso significa un PIB más alto, con una población que crece y que vive en ciudades, y que requiere agua, energía, vivienda, alimentos… por ejemplo, se proyecta que el consumo de agua en las ciudades va a crecer un 55% al año 2050. Esas son todas cosas que se tienen que tener en consideración, pero no solamente para un objetivo de cambio climático, sino también de economía.
¿Por qué es importante enfocarlo desde la economía?
Porque no hay ni un sector que no sea parte de un enfoque de economía circular. Qué significa esto en realidad: utilizar los recursos en forma inteligente, porque todas las actividades globales que tienen impactos locales utilizan recursos que son finitos. Entonces tienes que pensar cómo utilizarlos de manera inteligente, y si se utilizan recursos biodegradables, que se pueden devolver al ambiente, que lo hagan, porque así se crea una economía regenerativa.