“La exitosa experiencia de remediación de suelos en Bilbao es un modelo replicable en Las Salinas de Viña del Mar”
El especialista español en remediación sostenible de suelos Germán Monge, con más de 20 años de experiencia en la materia, explica cómo los terrenos contaminados por actividad industrial pueden ser recuperados para diversos usos, como áreas verdes y vivienda. Durante una reciente visita a Chile, el experto, de la empresa IDOM, relató la “revolución” de la ciudad vasca de Bilbao los últimos 30 años y algunas de sus similitudes con el proyecto que está asesorando para descontaminar el terreno de Las Salinas, donde por 80 años operaron petroleras en la ciudad jardín.
Germán Monge Ganuzas ha vivido 53 de sus 55 años en Bilbao, al norte de España, y ha visto a su ciudad transformarse desde una zona industrial degradada ambientalmente a un centro de servicios y cultura que año a año atrae a miles de personas de negocios y turistas.
De profesión biólogo y de pasión basquetbolista, Monge no esconde su orgullo cuando habla de los cambios que ha tenido Bilbao, ciudad vasca que hasta la década del 80 fue un foco industrial, dedicado principalmente a la siderurgia y los astilleros.
La columna vertebral de la ciudad es la ría del Nervión, un cuerpo de agua navegable donde confluyen los ríos Nervión e Ibazabal y atraviesa el territorio hasta desembocar en el Mar Cantábrico. En torno a ella se desarrolló gran parte de la industria, que depositaba todos sus desechos en esa agua, contaminando además los suelos adyacentes, provocando un entorno descrito como “marrón, pestilente y sin posibilidad de vida animal o vegetal”.
Hoy, en cambio, Bilbao es un lugar que invita a caminar, con un paisaje donde las áreas verdes son protagonistas y cuya arquitectura mezcla edificios patrimoniales, como el Casco Viejo y el Teatro Arriaga Antzokia, con obras modernas y de vanguardia encabezadas por el Museo Guggenheim, cuyas formas improbables se yerguen junto a la ría desde 1997.
Monge ha vivido esa transformación no solo como bilbaíno, sino también como parte de una de las empresas que ha protagonizado ese cambio, el Grupo IDOM (Consultoría, Ingeniería y Arquitectura), donde trabaja hace más de dos décadas y actualmente funge de director técnico de Suelos Contaminados y Remediación Sostenible.
Hace unos días el biólogo estuvo en Chile donde, entre otras actividades, dictó una charla organizada por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, donde habló precisamente sobre remediación, un área en la cual IDOM está trabajando junto a Las Salinas en Viña del Mar. Explicó y mostró la renovación de Bilbao, subrayando que -guardando las diferencias- puede ser una experiencia interesante como referencia para la ciudad jardín, por el tratamiento que se ha dado a los suelos contaminados y su recuperación para el tejido urbano.
“Ha habido un cambio de paradigma, en que el pasivo ambiental pasó de ser un problema que había que solucionar a convertirse en una oportunidad de desarrollo, al revertir un espacio que había quedado excluido del uso y disfrute de la ciudadanía”.
De la crisis a la oportunidad
Monge contó que en los 80 hubo una gran crisis de la industria en Bilbao, con un desempleo sobre el 25%, luego que países de Europa del Este comenzaran a producir acero más barato, lo que llevó al cierre de las metalúrgicas en la comunidad autónoma española.
Las autoridades de ese entonces en la ciudad vasca vieron la necesidad y la oportunidad de reconvertir la urbe hacia el sector de servicios, para lo cual tenían que generar un entorno más amigable, es decir, afrontar la integración de los pasivos ambientales dentro del entorno urbano. “Bilbao se planteó una revolución, a veces incomprendida, tildada de sueño, de quimera”, relata el ejecutivo de IDOM en referencia a las condiciones de degradación ambiental en ese momento. “Un total de 3.500 hectáreas del País Vasco estaban catalogadas como suelo contaminando o potencialmente contaminando. Eso es aproximadamente el 2% del total del territorio, pero es el 20% de la superficie útil o cualificada para desarrollos urbanos o periurbanos”.
El proceso no fue fácil, pero gracias a la confluencia de múltiples factores, entre los que se cuentan voluntad política, participación ciudadana, diálogo y colaboración público-privada, aplicación de tecnologías de vanguardia y un poco de locura, dice Monge, Bilbao pasó de “un medioambiente degradado a la excelencia urbanística”.
“No existía (hasta 2005) una normativa específica para remediación de pasivos ambientales, pero había una conciencia de actuación en esta materia y eso fue un catalizador importante para las acciones que se comenzaron a acometer, a partir del conocimiento de otros países europeos”. En este sentido, en el País Vasco se decantaron por el modelo alemán, que Monge explica así: “Cuando hablamos de un suelo contaminado o no contaminado no se habla de unas concentraciones determinadas que puedan ser aplicables a todos los sitios, sino de valores que superando esas concentraciones -y realizado un estudio de riesgo en función de la fuente de contaminación, de las vías de dispersión y del objeto a proteger- determinan que los riesgos que se asumen con esos valores resultan inadmisibles; si es así, determinaríamos que es un suelo contaminando y tendríamos que tomar las medidas necesarias para disminuir el riesgo a unos niveles que lo hagan aceptable, especialmente para la preservación de la salud de las personas y el medio ambiente”.
En concreto, en las últimas tres décadas en Bilbao han remediado y recuperado múltiples pasivos ambientales -especialmente en la ría y sus márgenes-, dejándolos disponibles para nuevos usos, con casos emblemáticos como la zona de Abandoibarra, donde estaban los astilleros (con zona portuaria y ferroviaria) y hoy se emplaza el Museo Guggenheim y una moderna zona de parques, comercio, viviendas y cultura. Asimismo, actualmente está en curso la regeneración urbana de la zona de Zorrozaurre, que fue centro de actividad portuaria e industrial y se encontraba muy degradada. En muchos de estos procesos IDOM ha tenido una participación importante y, de hecho, ha instalado su edificio corporativo en Zorrozaurre.
En estos años “ha habido un cambio de paradigma, en que el pasivo ambiental pasó de ser un problema que había que solucionar -vinculado a una mala praxis anterior o a la falta de normativa que pudiera aplicarse- a convertirse en una oportunidad de desarrollo al revertir un espacio que había quedado excluido del uso y disfrute de la ciudadanía”.
“El conocimiento da confianza”
En octubre de 2020 IDOM asumió como Gestor de Proyecto (Project Manager) para dirigir el plan de descontaminación y recuperación del paño Las Salinas de Viña del Mar, un terreno de 16 hectáreas donde funcionaron por 80 años (desde la segunda década del siglo 20 hasta principios del 21) las instalaciones petroleras de Copec, Shell, Esso y Sonacol. Las industrias abandonaron ese terreno dejando un importante pasivo ambiental por contaminación con hidrocarburos, metales y agroquímicos, algunos de ellos peligrosos para la salud humana.
El terreno, ubicado en la zona norte de la ciudad, frente a la playa Los Marineros, hoy está en manos de Inmobiliaria Las Salinas, que presentó un proyecto que incluye la técnica de biorremediación para tratar los suelos contaminados de ese paño, proceso que tardaría de tres a cinco años. Germán Monge, de IDOM, explica que la técnica elegida es la “más verde”. “Existen técnicas biológicas, químicas y físicas, y algunas combinadas, y la biorremediación es la más respetuosa con el medio ambiente”.
El especialista vasco sabe que algunos sectores han planteado dudas respecto al proyecto de ILS, sin embargo, confía en la experiencia y evidencia científica que respalda a su empresa y sus intervenciones en más de 125 países, desde 1956.
-¿Cuál es actualmente la situación del suelo del paño Las Salinas, cuál es el nivel de riesgo?
-La contaminación que hay en Las Salinas en fundamentalmente hidrocarburos de petróleo derivados del proceso industrial, algunos metales pesados en concentraciones bajas en general -incluso por debajo de los niveles de riesgo admisibles-, y algunos pesticidas.
Existe un estudio de análisis de riesgos que vincula las concentraciones de contaminantes en el sitio con las actividades a las que inicialmente se quiere dedicar el espacio -condominios, servicios, áreas verdes-, y lo más importante a tener en cuenta es que las condiciones en las que va a quedar ese emplazamiento, para que sea compatible con el uso, tienen que ser tales que el riesgo sobre la población sea asumible, y esto quiere decir que no genere o no pueda generar a futuro problemas graves de salud pública a la población.
-¿Problemas graves? …
-El riesgo es una probabilidad, no es “hay riesgo o no hay riesgo”, el riesgo cero no existe. A modo de ejemplo, cuando uno pasa debajo de un balcón, ¿cuál es la probabilidad de que le caiga una maceta en la cabeza?, pues es muy baja; normalmente porque las macetas están bien agarradas, porque el tiempo que transcurre cuando una persona pasa debajo es limitada … que puede ocurrir que se caiga la maceta justo cuando va pasando una persona, pues sí, que la probabilidad es bajísima, también. Eso hay que entender cuando se remedia un espacio; se remedia a unos niveles de riesgo que hacen muy asumible que la probabilidad es bajísima de que pueda haber una afectación sobre la salud de las personas.
-Hay quienes se oponen a este proyecto, dicen que no es seguro…
-El conocimiento es lo que da confianza, eso es claro.
Creo que acá hay bastante desconocimiento y eso puede generar desconfianzas. En ocasiones es con buena voluntad, incluso de los gobernantes, porque tienen la responsabilidad de guiar a su entorno y lo hacen con un carácter de protección. Sin embargo, el desconocimiento puede llevar a situaciones negativas que incluso pueden ser extremas.
Hay que destacar que cuando se hace el estudio de riesgo, que es el que determina hasta qué nivel hay que sanear, siempre se plantea el peor escenario posible -asimilable a un principio precautorio-, es decir, cuando no hay seguridad absoluta sobre algún parámetro que no se controla, se ve la situación más negativa posible, la más conservadora, y desde esa posición se trabaja en la búsqueda de la solución. Así se ha hecho en Las Salinas y así se hace en cualquier proyecto de remediación en todo el mundo.
En el caso de la ciudadanía, en los lugares donde ya hay una cultura de remediación las personas lo ven como una mejora, en ningún caso como algo que pueda generar un problema. Esto se logra con diálogo, con transparencia, con tratar de desvincular el proyecto ambiental del proyecto urbano, pero desde todas las perspectivas, no solamente desde la perspectiva del promotor.
-Algunas personas tienen temor a que el proceso pueda hacer surgir los contaminantes…
-La contaminación está ahí. Hay una carga contaminante que se genera de una actividad industrial soportada durante 80 años y eso, precisamente, es lo que hace que haya que intervenir el terreno para poder reutilizarlo.
El concepto de contaminación es un concepto de compatibilidades (…) y el modelo que se ha impuesto es aquel que basa las remediaciones de los espacios en función de los riesgos que estamos dispuestos a asumir y que aseguran la salud de las personas y del ecosistema en el entorno de la actividad que se quiere desarrollar. Ese es el punto al que hay que llegar de eliminación de la carga contaminante.
-¿Cómo se logra ese saneamiento con la biorremediación?
-Lo que se plantea para Las Salinas es una biorremediación mejorada en el caso de las aguas subterráneas. Se aporta oxígeno a ese entorno para que las bacterias aerobias se puedan reproducir y se coman los hidrocarburos que hay en el agua; en una parte del predio se hará así y en otras partes se utilizarán bacterias que conviven mejor donde hay falta de oxígeno.
Para los suelos se plantea un tratamiento mediante biopilas. Para explicarlo de forma gráfica, se excava hasta llegar al lugar donde está la contaminación fundamental, a unos 6 a 7 metros de profundidad, y ahí se colocan las biopilas, que son las estructuras donde se ponen unas condiciones de temperatura y de nutrientes ideales para que las bacterias vayan eliminando los hidrocarburos.
-¿Qué riesgo supone excavar hasta esa profundidad?
-Esto se prevé en cualquier obra de descontaminación y se adoptan los equipos de protección individual (EPI). Se toman todos los resguardos, con los EPI necesarios para proteger la salud de los trabajadores en función de donde excavan; pero no se debe olvidar que es un proceso de remediación.
Quiero ser muy claro y voy a poner un símil. Por ejemplo, cuando un médico trata a un paciente con Covid toma las medidas para no contagiarse, pero está delante de una persona enferma y el objetivo es que esa persona se vaya a su casa sana, para lo cual tiene que atenderla un profesional que tome los resguardos. Se espera que al final el paciente salga sano, el médico se deshace en un lugar seguro de los elementos de protección y llega a casa sano y salvo.
-¿Y las bacterias, suponen algún peligro?
-Se trata de bacterias que están certificadas, que se usan en todo el mundo y que son absolutamente inocuas.
Normalmente se trabaja con 2 tipos de bacterias: las locales, que son las que están en el propio terreno y que si no fueran inocuas la población de Viña estaría afectada por ellas; cuando esas no son suficientes, se realiza un procedimiento de bioaumentación, que es contar con bacterias certificadas -cultivadas en laboratorios bajo parámetros controlados- que ayudan a las bacterias locales a reproducirse.
Cuando se quedan sin el nutriente, es decir, sin el contaminante que es su alimento, esas bacterias desaparecen o bajan a niveles de concentración que son las condiciones naturales del terreno.
-En marzo y abril pasado aparecieron hidrocarburos en la superficie, en las cercanías del paño Las Salinas, lo que generó preocupación…
-Eso es muy habitual en una extensión de 16 hectáreas, es muy difícil que en el trabajo de eliminación de la primera capa en una actividad de tantos años no quede algún ducto en carga que no haya sido eliminado. Pero aquí la ventaja está en que el proyecto de ILS se plantea una remoción que es poco habitual, de todo el material, se excava hasta la cota menos 6, lo que asegura que no va a quedar ningún ducto. Lo que sí puede ocurrir es que durante el proceso aparezcan ductos. La Resolución de Calificación Ambiental (RCA) ya lo contempla, y hay una serie de medidas que se toman en función de esos hallazgos imprevistos que puedan aparecer.
-¿En IDOM han realizado saneamiento en un suelo similar, con los mismos contaminantes?
-Hay muchísimos, pero por un tema de confidencialidad no puedo dar mucha información. En el caso de Zorrozaurre en Bilbao se ha hecho un tratamiento mediante biopilas; había un problema de contaminación por hidrocarburos y también se han encontrado ductos en carga durante el proceso de remediación. Eso es algo habitual porque se trata de instalaciones muy antiguas. En esos años los planos se dibujaban a mano alzada, y si se hacía una modificación rara vez quedaba en los planos (…) De alguna forma, esta es precisamente una de las razones que indican que se debe actuar sobre ese terreno, lo antes posible, en términos de saneamiento ambiental.