En marzo, un catastro realizado por la Fundación TECHO Chile reveló que hoy más de 81 mil familias viven en 969 campamentos en el país, la cifra más alta desde 1996. Es una de las huellas más profundas que está dejando la crisis generada por la pandemia de Covid-19, a tal punto que en la Región Metropolitana el número de familias en campamentos se incrementó en casi un 225% en relación a 2019, mientras que en La Araucanía esta cifra se elevó a un 325%.
Pero el problema es aún mayor. “Para nosotros el campamento es un síntoma del problema, no es el problema en sí; por eso partimos una línea de trabajo del proyecto de ‘déficit cero’, para abordar la problemática centrada en el déficit habitacional que hoy afectaría a cerca de 600 mil familias en Chile”, dice Felipe Torra, director de construcciones de TECHO Chile y coordinador de la campaña Chile Comparte.
Esta campaña busca hacer frente a la emergencia desde tres líneas: Chile Comparte Calor, que busca entregar más de 12 mil recargas de gas para calefacción y cocina; Chile Comparte Alimentos, de apoyo a más de cien cocinas comunitarias con raciones de comida; y Chile Comparte Vivienda, que busca apoyar la reparación y construcción de más de mil viviendas básicas en todo el país.
Y en esto han tenido el apoyo de organizaciones como la Red de Alimentos y empresas como Tetra Pak, con quienes trabajaron un proyecto piloto el año pasado para aislar viviendas utilizando placas hechas con envases de cartón reciclados, iniciativas que no solo buscan tener un impacto social sino también apuntar a un impacto ambiental e incorporar la economía circular en la construcción de las viviendas.
Según explica Felipe Torra, el problema actual impulsado por la pandemia es que “hay pérdidas de empleo, y muchas familias llegan a un campamento porque ya no pueden seguir arrendando, porque estos arriendos tienden a ser informales, sin un contrato, sin regulación, por lo tanto al final le pueden estar cambiando el precio semana a semana y si en un minuto no tienes ingresos, o se vieron mermados, tienen que movilizarse y una parte se va a los campamentos. Y a esto se suma finalmente la disponibilidad de soluciones alternativas al campamento, que hoy no vemos que se estén dando para las familias. Esto lo vemos claramente en los índices de desempleo. Para las familias de campamento y las familias más vulnerables sus fuentes de ingreso son principalmente informales, que con la pandemia fueron mermadas. Y si no puedes salir, no tienes ingresos”.
En el tema alimentario de la campaña están trabajando en la recuperación de alimentos y evitar la pérdida, con los bancos de alimentos. ¿Cómo están abordando esto?
Estamos en conversaciones con Red de Alimentos, que es uno de los principales bancos de alimentos que hay en Chile, para ver cómo podemos incorporar nuestros procesos en sus propios procesos logísticos de cara a no encarecer la entrega. Hoy nuestro modelo es de traspaso de recursos hacia las cocinas para que estas adquieran localmente los alimentos que necesitan complementar, entendiendo que gestionan ayuda de distintos lugares. El entregarle recursos tiene dos impactos; uno, que puede apoyar la economía local, no compras a empresas más grandes sino que lo hacen las mismas agrupaciones; y dos, que ellos adquieren lo que efectivamente no están consiguiendo por otros canales.
¿Cómo se va a iniciar este trabajo con los bancos de alimentos?
Como te decía, estamos en conversaciones para ver cómo podemos meter dentro de esta lógica, y de la logística, el que a través de la Red de Alimentos a nivel nacional podamos conectar territorialmente a las cocinas con proveedores que estén entregando alimentos que ya están en este ciclo de salida, pero que no nos implique un aumento en el costo logístico de hacer llegar ese alimento a la comunidad. Ahí es donde estamos planeando hacer un piloto para partir en las próximas semanas bajo esta lógica, que una comunidad se pueda acercar a un supermercado que disponibilizó alimentos que van de salida, y ellos puedan recibirlos y entregarlos dentro de sus comunidades. Hoy estamos apoyando a 109 cocinas comunitarias a largo del país, la idea es ver en qué territorios de esas comunidades Red de Alimentos podría tener puntos de entrega, y ahí empezar a levantar el piloto y ponerlo en marcha.
En el caso de Chile Comparte Vivienda, y en materia de economía circular y reciclaje de materiales, el año pasado iniciaron la instalación de placas de aislación hechas con envases de Tetra Pak reciclados. Hoy, tras varios meses de esa instalación, ¿cómo ven los resultados de esa experiencia?
Sí, llevamos a cabo un primer piloto el año pasado en la Región de Valparaíso, donde hicimos una alianza con Tetra Pak y empresas recicladoras para llevar esta solución a las casas de Valparaíso. Quizás los principales temores que uno pensaba en un comienzo es que como la placa se fabrica con el reciclaje de residuos, ver cómo lo iba a percibir la familia. Es distinto cuando le entregas un producto “nuevo”, a un producto hecho a partir de residuos. Y para nosotros fue una grata sorpresa porque a las familias les gustó en todo sentido: porque les mejoraba mucho la condición térmica y acústica de la casa, en una zona que en invierno es bastante húmeda y fría; y por otro lado el diseño que tiene, con colores -por ser de trozos de envase-, les gustó mucho también. En ese sentido, no se sintieron mermados porque el material de construcción provenía de residuos, sino que veían como mejoraba su casa y eso para ellos era lo más rescatable. Fue a partir de esta experiencia que decidimos proyectarla al 2021, no solamente con una mirada local sino con una expansión a nivel nacional, que es donde estamos hoy.