Felipe Torra, de TECHO Chile: “Queremos empezar a hacer una casa que sea mucho más circular”
La pandemia de coronavirus elevó exponencialmente en Chile el número de campamentos y de familias viviendo en ellos, retrocediendo a cifras que no se veían desde mediados de los 90. En ese escenario, TECHO activó una nueva campaña que apunta a tres pilares, entre ellos la entrega de alimentos a 109 cocinas comunitarias, que hoy están en funcionamiento a través de los bancos de alimentos, y construir o mejorar más de mil viviendas en todo el territorio. Hoy las construcciones no solamente incorporan el componente social, sino también el ambiental, buscando materiales reciclados que reemplacen a los materiales tradicionales. Primero fueron las placas aislantes hechas con envases de Tetra Pak reciclados y, ahora, buscan sumar nuevos componentes como aislantes de textil o madera plástica.
Periodista
En marzo, un catastro realizado por la Fundación TECHO Chile reveló que hoy más de 81 mil familias viven en 969 campamentos en el país, la cifra más alta desde 1996. Es una de las huellas más profundas que está dejando la crisis generada por la pandemia de Covid-19, a tal punto que en la Región Metropolitana el número de familias en campamentos se incrementó en casi un 225% en relación a 2019, mientras que en La Araucanía esta cifra se elevó a un 325%.
Pero el problema es aún mayor. “Para nosotros el campamento es un síntoma del problema, no es el problema en sí; por eso partimos una línea de trabajo del proyecto de ‘déficit cero’, para abordar la problemática centrada en el déficit habitacional que hoy afectaría a cerca de 600 mil familias en Chile”, dice Felipe Torra, director de construcciones de TECHO Chile y coordinador de la campaña Chile Comparte.
Esta campaña busca hacer frente a la emergencia desde tres líneas: Chile Comparte Calor, que busca entregar más de 12 mil recargas de gas para calefacción y cocina; Chile Comparte Alimentos, de apoyo a más de cien cocinas comunitarias con raciones de comida; y Chile Comparte Vivienda, que busca apoyar la reparación y construcción de más de mil viviendas básicas en todo el país.
Y en esto han tenido el apoyo de organizaciones como la Red de Alimentos y empresas como Tetra Pak, con quienes trabajaron un proyecto piloto el año pasado para aislar viviendas utilizando placas hechas con envases de cartón reciclados, iniciativas que no solo buscan tener un impacto social sino también apuntar a un impacto ambiental e incorporar la economía circular en la construcción de las viviendas.
Según explica Felipe Torra, el problema actual impulsado por la pandemia es que “hay pérdidas de empleo, y muchas familias llegan a un campamento porque ya no pueden seguir arrendando, porque estos arriendos tienden a ser informales, sin un contrato, sin regulación, por lo tanto al final le pueden estar cambiando el precio semana a semana y si en un minuto no tienes ingresos, o se vieron mermados, tienen que movilizarse y una parte se va a los campamentos. Y a esto se suma finalmente la disponibilidad de soluciones alternativas al campamento, que hoy no vemos que se estén dando para las familias. Esto lo vemos claramente en los índices de desempleo. Para las familias de campamento y las familias más vulnerables sus fuentes de ingreso son principalmente informales, que con la pandemia fueron mermadas. Y si no puedes salir, no tienes ingresos”.
En el tema alimentario de la campaña están trabajando en la recuperación de alimentos y evitar la pérdida, con los bancos de alimentos. ¿Cómo están abordando esto?
Estamos en conversaciones con Red de Alimentos, que es uno de los principales bancos de alimentos que hay en Chile, para ver cómo podemos incorporar nuestros procesos en sus propios procesos logísticos de cara a no encarecer la entrega. Hoy nuestro modelo es de traspaso de recursos hacia las cocinas para que estas adquieran localmente los alimentos que necesitan complementar, entendiendo que gestionan ayuda de distintos lugares. El entregarle recursos tiene dos impactos; uno, que puede apoyar la economía local, no compras a empresas más grandes sino que lo hacen las mismas agrupaciones; y dos, que ellos adquieren lo que efectivamente no están consiguiendo por otros canales.
¿Cómo se va a iniciar este trabajo con los bancos de alimentos?
Como te decía, estamos en conversaciones para ver cómo podemos meter dentro de esta lógica, y de la logística, el que a través de la Red de Alimentos a nivel nacional podamos conectar territorialmente a las cocinas con proveedores que estén entregando alimentos que ya están en este ciclo de salida, pero que no nos implique un aumento en el costo logístico de hacer llegar ese alimento a la comunidad. Ahí es donde estamos planeando hacer un piloto para partir en las próximas semanas bajo esta lógica, que una comunidad se pueda acercar a un supermercado que disponibilizó alimentos que van de salida, y ellos puedan recibirlos y entregarlos dentro de sus comunidades. Hoy estamos apoyando a 109 cocinas comunitarias a largo del país, la idea es ver en qué territorios de esas comunidades Red de Alimentos podría tener puntos de entrega, y ahí empezar a levantar el piloto y ponerlo en marcha.
En el caso de Chile Comparte Vivienda, y en materia de economía circular y reciclaje de materiales, el año pasado iniciaron la instalación de placas de aislación hechas con envases de Tetra Pak reciclados. Hoy, tras varios meses de esa instalación, ¿cómo ven los resultados de esa experiencia?
Sí, llevamos a cabo un primer piloto el año pasado en la Región de Valparaíso, donde hicimos una alianza con Tetra Pak y empresas recicladoras para llevar esta solución a las casas de Valparaíso. Quizás los principales temores que uno pensaba en un comienzo es que como la placa se fabrica con el reciclaje de residuos, ver cómo lo iba a percibir la familia. Es distinto cuando le entregas un producto “nuevo”, a un producto hecho a partir de residuos. Y para nosotros fue una grata sorpresa porque a las familias les gustó en todo sentido: porque les mejoraba mucho la condición térmica y acústica de la casa, en una zona que en invierno es bastante húmeda y fría; y por otro lado el diseño que tiene, con colores -por ser de trozos de envase-, les gustó mucho también. En ese sentido, no se sintieron mermados porque el material de construcción provenía de residuos, sino que veían como mejoraba su casa y eso para ellos era lo más rescatable. Fue a partir de esta experiencia que decidimos proyectarla al 2021, no solamente con una mirada local sino con una expansión a nivel nacional, que es donde estamos hoy.
¿Cómo se va a hacer esta expansión, en qué regiones?
Nosotros tenemos presencia en 11 regiones del país y la campaña de vivienda es en todas ellas, pero hemos enfocado el uso de las placas como prioridad para las zonas más heladas, como Valparaíso Costa, Biobío, Ñuble, Los Ríos, Los Lagos y La Araucanía. Eso como primer foco, porque la idea es que esto vaya creciendo. El uso del cartón para bebidas reciclado tiene dos grandes impactos. Por un lado, está el impacto social que es mejorar la condición de vida de las familias a través de mejoramiento de sus viviendas; y también tienes un impacto medio ambiental, cómo integras en procesos de materias primas, fabricación y productos este tipo de soluciones que vienen del reciclaje y la reutilización de materiales que antes iban directo al basurero.
Para esto hay una campaña de recolección de envases, con fundaciones, empresas, pero también la idea es que la misma comunidad se involucre en esto…
Sí, la idea es que haya una participación desde pequeños actores, que son las mismas comunidades, y también grandes actores de los procesos de captación, reproceso y fabricación. Creo que como sociedad todos tenemos que poner nuestro aporte. Las familias de las comunidades con las que trabajamos viven en un entorno muchas veces expuesto a grandes cantidades de basura, y el que aporten ellos mismos a juntar este tipo de insumos para después fabricar placas ayuda a crear conciencia, pero también haciendo consciente a la sociedad. Es decir, la responsabilidad está desde la comunidad de un campamento, de una villa o de un edificio, cómo nos sumamos todos a este círculo de reutilización de materiales.
La placa de envases de Tetra Pak reciclados se probó técnicamente, en terreno, y se demostró que funciona bien. ¿Han visto la posibilidad de incorporar otro tipo de materiales, han llegado más propuestas de productos reciclados que puedan incorporarse a las viviendas de TECHO?
En 2019 empezamos las primeras conversaciones, pero en 2020 todo eso quedó en standby. Somos de la idea de empezar a hacer una casa que sea mucho más circular, hay experiencias afuera y hay soluciones a nivel nacional que se están trabajando, desde madera plástica y aislantes producidos a partir del plásticos reciclado; incluso hay una empresa que está empezando a fabricar aislantes a partir de residuos textiles. No solamente lo vemos desde el ámbito de que hoy se suma al concepto social también el ser socialmente responsable con el medio ambiente, sino que también las tecnologías han bajado los costos y hacen que estos productos sean cada vez más competitivos con los productos tradicionales. Hace 10 años atrás pensabas en una casa sustentable y costaba cuatro o cinco veces una casa normal, entonces te llevaba a un cuestionamiento. Hoy puedo entregar las mismas cinco casas con estos nuevos productos y que tengan un sello sustentable.
¿Qué tipo de cosas están probando actualmente en el taller?
Estamos probando este aislante de residuo textil, fabricado por una empresa que está en Iquique y que se llama Ecofibra. La Región de Tarapacá es una de las regiones con mayores desechos textiles, y a partir de esa problemática han estado trabajando en esta solución, y ya empezamos con un testeo en una de nuestras casas, y esperamos que este año o el próximo podamos reemplazar los materiales de mercado que usamos hoy por este tipo de producto. También estamos viendo aislantes a partir de plásticos, bajo la misma dinámica, y durante el segundo semestre queremos testear también la madera plástica. Uno de los mayores desafíos de esta última es cómo la fijas con la madera tradicional, y ese tipo de cosas tenemos que ponerlas también en la ecuación para que nuestra construcción de viviendas se pueda seguir haciendo con voluntarios, y que la mejora sume al proceso completo y no nos genere a lo mejor un sobretrabajo en el territorio.
TECHO está hoy en 18 países, y habían planteado la idea de empezar a incorporar estos conceptos en el trabajo que hacen en otros países. ¿Cómo avanza este proyecto?
Nuestro impulso de buscar una vivienda más sustentable viene de la experiencia en Argentina, donde tienen una solución desde hace un tiempo de placas fabricadas a partir de las mantas de PVC que se usan en publicidad. A partir de ese modelo, conversamos con ellos y empezamos a armar nuestro modelo acá en Chile. Estamos recién partiendo, pero como TECHO a nivel regional estamos siempre viendo las distintas experiencias en los países y como estas se pueden replicar. La pandemia le puso una pausa a esto, pero estamos esperanzados en que una vez que esto se normalice volver a activar esa red porque pasas de apoyar solamente a un país a llevar estas soluciones a nivel regional. Si hoy nos va bien con Tetra Pak en nuestras viviendas, no tenemos dudas de que después lo vamos a poder expandir a otros países que también están explorando este tipo de soluciones.
Esto ayuda también a darle tracción al ecosistema de emprendimiento e innovación en torno al reciclaje y la economía circular
Totalmente. Y también una de las sensaciones que se tiene hoy es que la gente y las empresas buscan soluciones más integrales, ya no solamente donar o entregar recursos para una problemática social que es importante -como es el tema de la vivienda y de las familias en campamentos-, sino también el contar con un sello verde. Cuando digo que la vivienda utiliza elementos de reciclaje, lo que implica incorporar elementos de economía circular, la empresa está dispuesta muchas veces a poner más recursos porque hay algo más grande. Hoy estás uniendo dos problemáticas, la social y la medioambiental.
¿Cómo ves que impacta esto en la misma comunidad de TECHO, en los voluntarios que construyen?
En nuestra composición de voluntarios jóvenes, que tenemos esta mirada de un cuidado y una responsabilidad más integral, cuando como TECHO aportamos a las familias no solamente en que ellos puedan encontrar una solución, en general capacidades comunitarias, sino que también estoy aportando al medio ambiente, le decimos al voluntariado TECHO que estamos enfocándonos en una problemática mucho más global. En ese sentido, el recibimiento de los voluntarios que han construido las viviendas en el territorio, y de los mismos profesionales, es seguir potenciando la solución y no quedarnos en una fórmula fija. Eso ha sido muy bueno para inyectarle energía al equipo, el decir esto no se detiene en esta solución sino que podemos estar permanentemente mejorándola, y mejorando la condición de las familias.