Viviendas sociales que incorporan material reciclado: la alianza entre Techo Chile y Tetra Pak que podría impulsar la economía circular en la construcción
Este año, en Valparaíso, los equipos de construcción de Techo incorporaron por primera vez placas de aislación hechas con envases de cartón reciclado para forrar 30 casas en el marco de su campaña “Chile comparte vivienda”. Y el resultado fue ampliamente exitoso: las casas quedaron aisladas de los elementos, del ruido, se pueden instalar fácilmente hasta en autoconstrucción, y además se ven bien. Hoy la fundación evalúa incorporar este producto en nuevos proyectos, e incluso escalarlo a nivel regional en los 18 países de Latinoamérica en que están presentes. Una idea que comienza a tomar forma y que no solo podría ayudar a traccionar la demanda de material reciclado a gran escala en la construcción, sino que permite llevar de manera concreta la economía circular a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Periodista
Contrario a lo que se cree, las buenas ideas -y los buenos proyectos- no nacen en un instante fugaz de inspiración. Normalmente son fruto de un largo trabajo previo, con el aditivo de seguir una corazonada y de que se establezcan una serie de conexiones para que, ahí sí, en un minuto todo se cristalice. Y eso es lo que parece estar sucediendo con una incipiente asociación -que aspira a ser mayor- entre Tetra Pak y Techo Chile, para ocupar el material reciclado de envases de cartón en forma de placas de aislación para viviendas sociales. Una sociedad que no solo podría ayudar a traccionar la demanda de material reciclado a gran escala en la construcción, sino que permite llevar de manera concreta la economía circular a los sectores más vulnerables de la sociedad.
La historia es así. Desde 2008, la ong Óbolo Phoenix de Valparaíso viene trabajando en la elaboración de placas de envases de cartón reciclado de la mano de la educación ambiental en las comunidades. Hasta ahora en forma de un trabajo hormiga, pero sin pausa que en los últimos años les ha permitido forrar con este material aislante más de 60 viviendas sociales en distintos sectores de la región. Para ampliar su rango de acción, pidieron ayuda a Tetra Pak para forrar siete viviendas en junio de este año, lo que derivó en una alianza a la que se sumó una segunda fabrica de placas en Santiago (Tecaplak), que permitió sumar una nueva campaña con 50 casas en La Florida en alianza con Kyklos, y luego otras ocho en Chillán. Y entonces apareció Techo Chile.
En el marco de su campaña “Chile comparte vivienda”, para entregar viviendas básicas en todo el país, la organización se dio cuenta que no contaba con los recursos suficientes para revestir con aislante las 30 casas que necesitaban levantar en Valparaíso. Entonces aparecen las corazonadas y las conexiones: en base al trabajo previo de Óbolo, la presidenta del Campamento Felipe Camiroaga de Valparaíso le contó a los encargados de Techo sobre la existencia de las placas recicladas y les sugirió hablar con Óbolo Phoenix para conseguir forrar las viviendas de las condiciones ambientales y del ruido. Y a partir de ahí, todo cristalizó.
“De nuestro lado había una necesidad por las restricciones financieras, ante la cantidad de demanda que estábamos levantando para esta campaña y el objetivo de llegar a más familias. Y ante una buena idea, decidimos jugárnosla, y que las viviendas destinadas a la Región de Valparaíso tengan esta aislación de material reciclado, porque era una buena opción. Y además técnicamente buena, porque también fue evaluada por el equipo de construcción de Techo”, dice Vicente Stiepovich, director social de Techo Chile.
No es solo que cada placa contiene cerca de 1.500 envases de cartón reciclados, sino que al ser sometidos a presión y temperatura se transforman en un material con excelentes propiedades de aislación térmica y acústica, características fundamentales que fueron valoradas por el equipo de Techo.
Estas características, dice Stiepovich, les permiten aislar las viviendas del frío y del calor en la zona central, mientras que al mismo tiempo ayuda a que las familias tengan mayor privacidad respecto de sus vecinos. Pero hay otros dos aspectos que fueron claves en la evaluación del equipo de construcción de la organización.
“Algo importante es la facilidad de instalación. Esto ha sido instalado tanto por equipos de techo como por voluntarios -que no son constructores expertos- y por familias de manera autónoma, porque también tenemso equipos de autoconstrucción. En todos los casos se ha podido instalar, no necesita herramientas especiales. Eso para el equipo es clave en una vivienda básica de emergencia, porque permite escalar la solución de mejor manera”, dice Stiepovich.
Y además, agrega, hay otro factor menos técnico pero igual de relevante: que las placas son bonitas. “Esto puede parecer una tontera, pero cuando uno entrega una casa de emergencia porque una familia estaba hacinada, porque perdió su casa, o porque estaba viviendo en muy malas condiciones, y uno le entrega una casa que además está más bonita, altiro uno entrega más dignidad. La plancha tiene buena aceptación en las familias porque, a parte de ser funcional, tiene colores, y es una carecterística que no dejaría pasar aunque es menos medible. Todas estas cosas nos hacen pensar que es un muy buen camino para seguir trabajando con estas planchas”.
“Queremos ayudarle al reciclador que las desarrolla a abrir mercado. La idea no es trabajar esto a través de donaciones, queremos que se use como un material de construcción porque cumple las características técnicas para ello, y que se traccione el producto en el largo plazo”
Impulsar demanda de productos reciclados, y “democratizar” su acceso
Las perspectivas que abre la posibilidad de escalar estas soluciones circulares de la mano de Techo son enormes, ya que se trata de una organización que no solo construye casas en todo Chile, sino que además tiene operaciones en 18 países de Latinoamérica. Y a nivel regional se está instalando la idea de avanzar hacia construcciones más “verdes”, con algunos modelos en Argentina que ya usan material reciclado para los pilotes y vigas del piso de las viviendas. Una propuesta que es impulsada también desde los propios voluntarios, para quienes la sostenibilidad es uno de sus ejes de vida, ya no del trabajo.
“Para nosotros hay un tema en movernos hacia allá”, dice Stiepovich. “No solamente por precio, porque no siempre el material reciclado es más barato, sino porque de verdad creemos que puede marcar diferencia en las viviendas sociales si además incorporas economía circular. Para nosotros seguir avanzando en esa línea es una opción concreta, y ver en que partes uno va innovando hasta poder llegar a una casa completa de material reciclado”.
“Lo que vemos en Valparaíso es un paso -agrega el director social de Techo-. Para nosotros sacarle foto a esas casas, mostrarlas a las familias de otra región y decirle ‘mire, así queda, se ven bonitas, en Valparaíso no hay problema y están bien aisladas’, para nosotros es clave, y es lo que está pasando ahora: concretar la idea”.
Para Tetra Pak, este proyecto también es visto como un paso clave para el futuro. Con una Ley REP a la vista en el mediano plazo, que establece obligaciones de reciclaje y valorización de envases y embalajes, y la necesidad de generar un mercado para estos nuevos productos en imprescindible para que la implementación de esta norma tenga éxito, están buscando ayudar a impulsar este ecosistema a través de la donación de placas a este tipo de proyectos.
“Hoy trabajamos con empresas que fabrican y que usan estas placas desde hace muchos años, y la idea es que con Techo lleguemos a lo mismo, y también con otras constructoras. Queremos ayudarle al reciclador que las desarrolla a abrir mercado. La idea no es trabajar esto a través de donaciones, queremos que se use como un material de construcción porque cumple las características técnicas para ello, y que se traccione el producto en el largo plazo”, explica Gerardo Imbarack, gerente de comunicaciones de Tetra Pak.
“Y en esto han ayudado los proyectos en viviendas -agrega-, han generado atracción de las personas por conocer estas placas, y por conocer más del reciclaje. Nosotros no somos una empresa de reciclaje, pero sí buscamos apoyar la educación ambiental para el reciclaje, y eso no lo podemos hacer solos; las alianzas son claves para lograrlo”.
Y hay otro aspecto en que ambos coinciden: la importancia de llevar la economía circular, en forma de productos reciclados de alta calidad, a las familias más vulnerables. “En general los casos de economía circular son muy sofisticados, productos casi de elite, y esto no. Esto va a gente que necesita una solución ahora para mejorar su calidad de vida, y que le permite hacerlo a partir de una solución de reciclaje. Eso para nosotros es súper importante, porque además aplica a toda escala”, dice Imbarack.
“Por eso -afirma- esto también es romper esquemas, porque la gente que vive en condiciones más precarias no tiene un punto limpio, no tiene separación, muchas veces ni siquiera tiene recolección. Partiendo de ahí, el problema es mucho más profundo, por eso al involucrarlos de esta manera estamos generando un cambio que esperamos crezca, porque es la única forma de democratizar todo el sistema. No solo los productos, sino toda la cadena de reciclaje”.
“Yo creo que acá hay espacio para la creatividad en el mundo del reciclaje”, plantea Stiepovich. “Y también creo -y no quiero sonar como hater– que la industria del reciclaje está muy enfocada hacia la elite con sus productos; con lo bueno que esto tiene, pero cuando pensamos en las miles y miles de familias pobres que podrían acceder o gratis, o por un precio justo, a productos con material reciclado, se te abre un mercado que quizás la industria del reciclaje no ve. Quizás nadie pensó que haciendo una plancha podría venderla a familias de campamentos, porque mejor se la vendo a las constructoras en sus oficinas”.
“Si esto abre un mercado -agrega-, qué bueno que así sea. Imagínate si con esto podemos hacer mesas de comedor buenas y a precio justo para las familias de campamento, y mejoramos la cadena de distribución. Yo creo que es un llamado a innovar y ver a las familias más necesitadas como una oportunidad donde uno puede poner recursos, ideas e implementar cadenas de distribución. Esto puede generar un impacto en la industria del reciclaje en general, que el producto de material reciclado llegue a todos los lugares”.
“Yo creo que acá hay espacio para la creatividad en el mundo del reciclaje. La industria del reciclaje está muy enfocada hacia la elite con sus productos; con lo bueno que esto tiene, pero cuando pensamos en las miles y miles de familias más necesitadas que podrían acceder o gratis, o por un precio justo, a productos con material reciclado, se te abre un mercado que quizás la industria del reciclaje no ve”
La importancia de generar impacto local
Las posibilidades que están generando estos proyectos no solo tienen perspectivas de alcance nacional, también han generado un importante impacto local, un aspecto que resulta trascendental a la hora de darle viabilidad a las cadenas de la economía circular. No solo porque incluso para la fabricación de los materiales, las propias comunidades beneficiarias podrían ayudar recolectando materiales reciclados para cerrar completamente el círculo, sino porque además impulsa los ecosistemas de reciclaje que están desplegados en los distintos territorios.
Bien lo sabe Maglio Aranda, fundador de la ong Óbolo Phoenix, desde donde surgió la chispa inicial de esta bola que comienza a rodar entre Techo y Tetra Pak. Desde el año 2008 que está impulsando este tipo de iniciativas desde las propias comunidades, y en este tiempo ha logrado transformar ya más de 30 toneladas de envases de cartón que, en los últimos ocho años, se han transformado en placas de aislación instaladas en 60 viviendas sociales por toda la Región de Valparaíso.
“Queremos que el reciclaje sea local, participativo, y apostamos a instalar plantas a escala humana para la fabricación de placas en todas las regiones. Hoy, con proyectos como estos, se puede impulsar de mejor forma, porque todo el ecosistema entiende mejor este lenguaje y la gente quiere participar, porque está deseosa de mejorar sus espacios, sus entornos. No es solo una placa, es un impacto en calidad de vida y en tener hábitat saludables”, afirma.
Pero no ha sido un camino fácil. “Hay muchas barreras, no es que la gente tenga mala voluntad o esté haciendo mal las cosas. Pero tiene que haber una estrategia impulsada desde el Estado, en forma transversal, que apoye este trabajo. Si no, es titánico”.
Por eso, dice, en el proyecto que se levantó con Techo en Valparaíso la principal lección es que la gente puede ver algo muy concreto, muy real, y que es muy cercano a su realidad. “Esto puede ser un gran trampolín para que otras iniciativas se proyecten, y que nosotros con nuestra experiencia podamos apoyarlos para que no tomen el camino largo… Hay que estar atento a sumar a personas que se integren a esto, y en la medida que se vaya generando una masa crítica de iniciativas debe haber un gran esfuerzo del Estado que permita que se creen nuevos productos que lleguen al mercado local, a las personas. Es una gran oportunidad que abre puertas, porque Techo es una institución que no solo está en todo el país, está también en el continente. Nos da el soporte para poder generar esta dinámica en otros lugares, en otras ciudades, y acercarlo a las personas”.
Así lo ve también Claudia Jofré, presidenta de Ecoruta Vecinal, una ong desde hace 10 años recolecta envases de cartón para bebidas en su punto limpio en Concón, y hoy son el proveedor del 99% del material que usa Óbolo Phoenix en sus placas. También tardaron años de trabajo y educación ambiental con los vecinos para que el residuo que se usa como materia prima venga en buenas condiciones, limpio y listo para reciclar. Solo en los últimos meses entregaron 2,7 toneladas, para apoyar la campaña de construcción de casas en Valparaíso.
“Nosotros siempre hemos tratado de buscar que se generen productos con los residuos, más que ir a una planta de reciclaje para enviarla al exterior”, afirma. “Esta es la oportunidad de potenciar estas iniciativas, porque va en la dirección de crear un país circular. Es un residuo que la misma gente va a dejar a los puntos de reciclaje, un reciclador lo transforma en estas placas y luego va en beneficio de personas de escasos recursos. Eso es lo que se debería elegir -o potenciar- por sobre otros sistemas”.
Además, dice, “este es un producto fácil de instalar, y las placas se han mejorado mucho en los últimos años para tener una terminación bonita. Para nosotros como educadores ambientales es importante que estas asociaciones con ong y pequeñas empresas que hacen este desarrollo de productos sean potenciadas y funcionen en el tiempo, porque eso nos permite tener una continuidad para la recepción de los residuos, y saber que van a generar un producto que realmente va a tener un impacto”.