Los recicladores de base llevan décadas cumpliendo un rol fundamental para la recuperación y reúso de materiales que, si no fuera por ellos, irían a parar a un vertedero o relleno sanitario, desperdiciando una oportunidad de cuidar el medio ambiente. A medida que en Chile se avanza en la implementación de normativas que impulsan la economía circular, esa función se valora cada vez más y ha llevado a muchos recicladores a organizarse y formalizar su actividad. Pero aún falta bastante, en especial en cuanto a las exigencias que significará para ellos la implementación de la Ley REP (de Responsabilidad Extendida del Productor).
Así lo explica Donatella Fuccaro, presidenta de fundación La Ciudad Posible, organización que promueve iniciativas desde una mirada de desarrollo ecosistémico tanto en ciudades como en territorios y empresas, mediante acompañamiento para la transición hacia la economía circular con triple impacto: social, económico y ambiental.
En esa línea, Ciudad Posible es actualmente una de las entidades que están desarrollando la iniciativa Conecta, Recicla y Colabora, un proyecto asociativo para potenciar el reciclaje de plástico que tiene varias líneas de acción. Junto con la fundación, participan en este programa Latitud R, Coca-Cola Chile, la Asociación Nacional de Recicladores de Base (ANARCH) y el Ministerio del Medio Ambiente (MMA).
“La iniciativa se llama Conecta, Recicla y Colabora porque nos interesa que sea una estrategia colaborativa, que fortalezca las economías locales y permita orientar y apoyar en la gestión eficiente de la recolección”, explica Fuccaro, especialista en gestión ambiental en ciudades y territorios, con énfasis en la integración de actores al proceso de desarrollo sustentable. “Nuestro objetivo no es inventar la rueda, sino que hacer un diagnóstico, ver dónde están los actores del sistema de reciclaje, cómo potenciarlos y, en definitiva, hacer una conexión entre ellos y fortalecer lo que ya existe, relevando y replicando las buenas prácticas”, agrega la presidenta de la fundación, quien además forma parte de la red de expertas de Fundación Hay Mujeres.
El programa Conecta, Recicla y Colabora comenzó en noviembre de 2020, con una duración planificada de 12 meses. En estos momentos, a pocos días de que cumpla un año, el balance es alentador y las condiciones óptimas para seguir avanzando, según explica Fuccaro en esta entrevista.
-¿Cuáles son las líneas de acción de la iniciativa, qué indicadores tienen?
El proyecto contempla cuatro líneas principales. La primera consistió en identificar el ecosistema de reciclaje del plástico PET (Tereftalato de Polietileno, material ampliamente usado en botellas de jugos, aguas y bebidas, entre otros), principalmente en la Región Metropolitana, para lo cual se hizo un trabajo intenso con varios municipios, gestores y recicladores. En esta etapa logramos hacer la trazabilidad de 5 mil toneladas de PET, sabemos de dónde salen, cómo se gestionan, a dónde van, etc.
La segunda línea apunta a otras regiones, distintas a la RM, donde se seleccionaron tres iniciativas para otorgarles apoyo técnico y económico. Estas experiencias elegidas, que consideramos que son escalables y replicables, se encuentran en Copiapó, Vallenar y Temuco. En el primer caso se trata de una iniciativa municipal, y las otras dos son de gestores privados.
Una tercera línea está enfocada en el desarrollo de un plan de trabajo con la ANARCH, mientras que la cuarta consiste en mejorar el diseño y la implementación de la plataforma Recicla en Casa (de Latitud R), que con mucha satisfacción vimos que se potenció bastante con la pandemia.
Hay una quinta línea, que es transversal a todas las anteriores, que se refiere a la coordinación y comunicación del programa.
En relación con los indicadores, además de las toneladas de PET identificadas, el proyecto beneficia directamente a 200 recicladores de base y ha permitido llegar a dos mil familias con servicio de reciclaje. En total, la sensibilización en esta materia a partir de Conecta, Recicla y Colabora alcanza a diez mil personas, principalmente a través de la plataforma Recicla en Casa y de los proyectos de los recicladores de base.
-¿En qué consiste el plan de trabajo con la ANARCH?
Este trabajo tiene dos aspectos.
Por una parte, el financiamiento concreto para recicladores de base. Junto con la ANARCH se seleccionaron ocho organizaciones, a las que se les está entregando equipamiento y, además, se les está apoyando para mejorar su modelo de gestión y modelo de negocios. La selección fue sobre la base de la cantidad de toneladas que recuperaban y las toneladas que van a recuperar, es decir, a las metas que van a cumplir. Lo que nos interesa no es entregar equipamiento por sí solo, sino que con esto fortalezcan su institucionalidad y logren crecer, porque sabemos que con la Ley REP van a tener que organizarse y ser muy sólidos para ser parte de la gestión.
Por eso, dentro del análisis que se hizo junto con la ANARCH y el comité asesor, donde está también el MMA y Latitud R, se evaluó -entre otras cosas- la escalabilidad en recuperabilidad de PET, la escalabilidad en sensibilización y la asociatividad con otros recicladores.
Por otra parte, hay un apoyo a la ANARCH como organización. Consideramos que era súper importante que ellos estuvieran con una estructura administrativa de logística muy potente para poder hacer seguimiento y empezar a construirse realmente como organización. Entonces, colaboramos con la compra de computadores, notebooks, impresoras, tablets, proyectores, materiales de oficina, entre otros. Esto es necesario para que puedan instalarse bien, que los directores tuvieran su tablet, un buen computador para hacer los registros, etc. Creemos que es muy importante que ellos como asociación, administrativamente, estén bien consolidados y con capacidad de apoyo a todas las organizaciones a nivel nacional.