AllRide, la aplicación para compartir el auto y disminuir la congestión en las ciudades se extiende a todo Chile y llega a México
Ideado con el objetivo de hacer más eficientes los viajes en automóvil, disminuir la congestión y reducir emisiones de CO2 a través del carpooling, este emprendimiento chileno pasó de trabajar con algunas empresas a crear “barrios” que permitían a trabajadores de empresas vecinas compartir sus viajes en Santiago. Hoy, tras mucho aprendizaje y superar barreras de desconfianza, se transformó en una plataforma abierta para todo Chile y, desde hace dos semanas, para todo México.
Periodista
Enfrentar uno de los problemas más complejos de las ciudades: la congestión y la contaminación causados -principalmente- por el alto número de automóviles en las calles. Ese es el objetivo de AllRide, el emprendimiento que iniciaron Bernardo Bacigalupo y Pablo Alvéstegui cuando aún estaban en la universidad y que a fines de año se expandió desde Santiago a todo Chile, y hace un par de semanas inició su marcha blanca en todo el territorio mexicano.
La idea surgió en 2010 tras un viaje de intercambio a Francia de Alvéstegui cuando estudiaba arquitectura, donde le llamó la atención la existencia de un sistema que contactaba a gente para viajes entre ciudades. Al volver a Chile se lo contó Bacigalupo, su amigo del colegio y entonces estudiante de ingeniería, y decidieron crear una plataforma de carpooling -práctica de compartir el auto en los viajes- que llamaron A-dedo.
“Pensamos que funcionaría súper bien acá, pero a diferencia de París, acá el tema del transporte público en la ciudad no está bien resuelto, hay un uso excesivo del auto. entonces pensamos que podía ser un buen sistema para un mejor uso del automóvil y ayudar a gente que vive en lugares que están mal servidos por el transporte público, que se demora mucho al trabajo, que tiene mala calidad de vida, etc. Entendiendo eso, buscamos cómo crear una plataforma tecnológica que junte a estas dos mitades: gente que necesita un mejor transporte con gente que ya lo tiene pero lo están usando de forma ineficiente”, explica Bernardo Bacigalupo.
La primera versión de AllRide fue una plataforma web que empezaron a mostrar en eventos y ferias de tecnología y startups, hasta que en 2012 fueron contactados por LAN, que les pidió crear una plataforma de carpool cerrada para la empresa. Entonces ambos se estaban iniciando en sus trabajos tras salir de la universidad, y comenzaron a desarrollar el proyecto en forma paralela.
“Empezamos a avanzar y en un momento no nos dio más, entonces decidimos que alguien tenía que dedicarse a esto de tiempo completo, o no seguíamos. Pablo, que estaba menos enganchado con la pega en ese momento, decidió renunciar y empezar el proyecto. Ganamos algunos fondos de Corfo, hicimos algunas ventas y así pudimos partir, y contratamos algunos desarrolladores para ir avanzando”, recuerda Bacigalupo.
Así llegaron a trabajar con cerca de 10 empresas y organismos públicos, entre ellos el Ministerio del Medio Ambiente, siempre en comunidades cerradas. El proyecto funcionaba, la gente publicaba su ruta, se conectaba… pero empezaron a detectar una serie de cosas que necesitaban mejorar.
“Hoy si quieres coordinar un viaje es mucho más fácil hacerlo por nuestra aplicación, puedes ver en tiempo real cuando viene el conductor, etc. Y además nos permite levantar información en tres niveles: cuánto beneficio generaste como usuario, cuánto generó tu comunidad y, a nivel global, cuánto generaron todos los usuarios”
“La tecnología de entonces te permitía hacer el match, siempre funcionó muy bien el juntar a la gente, pero nos costaba medir qué pasaba después de que los juntábamos. Era una barrera tecnológica que no nos permitía medir bien los impactos que estábamos generando. El segundo era quizás del modelo, porque a solicitud del cliente trabajábamos en una red privada para su empresa, pero finalmente somos una red social que conectamos gente y el éxito del carpool depende finalmente de la cantidad de gente que entre para encontrar una mayor cantidad de coincidencias”, dice Bacigalupo.
“Barrios” de auto compartido
Para solucionar el segundo punto, avanzaron entonces hacia una solución intermedia: crear “barrios” de empresas para incrementar el número de coincidencias posibles, y el número de personas que podían beneficiarse con los viajes.
El primero de ellos fue el barrio “Nueva Apoquindo”, en el que se generó una alianza con tres empresas que se encuentran ubicadas en edificios contiguos: Transelec, VTR y Sura. El modelo funcionó bien. “Generas un montón de coincidencias, porque la ventaja de ese modelo es que todos necesitan llegar al mismo punto a una hora similar, y después todos salen desde el mismo punto a la misma hora”, explica el creador de AllRide.
Respecto del tema tecnológico, este se fue solucionando la medida que avanzaron los smartphones y herramientas como el envío de notificaciones en tiempo real o la georreferenciación. “Esa parte hoy está completamente resuelta. Hoy si quieres coordinar un viaje es mucho más fácil hacerlo por nuestra aplicación, puedes ver en tiempo real cuando viene el conductor, etc. Y además nos permite levantar información en tres niveles: cuánto beneficio generaste como usuario, cuánto generó tu comunidad y, a nivel global, cuánto generaron todos los usuarios”, dice Bacigalupo.
¿Cómo se miden esos beneficios? Mediante dos indicadores: ahorro en emisiones como beneficio social, y ahorro en dinero como beneficio individual. En el primer caso, se calcula cuanto CO2 se hubiese emitido si cada uno de los pasajeros viajara en su propio auto, ajustado a la probabilidad de que cada uno se haya ido en auto en base a la información de la encuesta origen-destino.
“Esto es un beneficio súper directo para la ciudad, porque minimiza la cantidad de viajes que se necesitan para mover a la misma gente. Si van tres personas cada uno en su auto, llevarlos a todos en uno solo significa menos viajes, menos autos en la calle, menos congestión y menos contaminación”
En cuanto al beneficio individual, esto se hace en base al pago que hacen los usuarios al conductor. Un monto que se calcula en base al numero de kilómetros recorridos, y cuyo precio por kilómetro va disminuyendo mientras más largo sea el recorrido. El calculo de este beneficio se estima en base al costo promedio de un viaje al trabajo considerando todos los modos de transporte, desde los gratuitos (bicicleta o caminata) hasta el transporte público, taxi y automóvil.
Según las estimaciones de AllRide, en Santiago cada día se realizan cerca de 2,5 millones de viajes planificados -por trabajo o estudios- en automóvil, lo que implica diez millones de asientos disponibles si solo fuera el conductor a bordo. Si el 1% de ellos compartiera el auto con otros pasajeros se podrían retirar 13 mil autos, se ahorrarían 11.700 millones anuales en viajes y se dejarían de emitir 6.600 toneladas de CO2 cada año.
“Esto es un beneficio súper directo para la ciudad, porque minimiza la cantidad de viajes que se necesitan para mover a la misma gente. Si van tres personas cada uno en su auto, llevarlos a todos en uno solo significa menos viajes, menos autos en la calle, menos congestión y menos contaminación, además de un menor costo de viaje de los usuarios. La gracia es que no solo se beneficia la gente que usa el sistema, sino que a todos, hasta la gente que no sabe que esto existe se beneficia con un auto menos en la calle”, dice Bacigalupo.
Expansión en Chile y al extranjero
Las mejoras al sistema también llevaron a un cambio de nombre en la aplicación desde el A-Dedo original a AllRide. ¿La razón? Hay que recordar que aún no existían en Chile aplicaciones para compartir autos o casas, y con el tiempo los fundadores se dieron cuenta de que no era una buena idea, porque el viajar a dedo se consideraba una práctica insegura.
“Nosotros decíamos esta es la forma inteligente de hacer dedo, la forma segura de hacer dedo, pero en verdad no era lo que hacíamos, porque si haces dedo -todavía- estás muy expuesto. Si te quieres subir a un auto te paras en la calle y te subes al primero que llega, y lo mismo si quieres llevar a alguien. El carpooling es totalmente distinto, y además antes de subirte al auto ya sabes a quien vas a llevar o con quien te vas a ir, porque es un colega, un amigo, vecino o porque ya lo chequeaste por la plataforma”, dice Bacigalupo.
Además, agrega, “siempre quisimos ser una plataforma de movilidad. Es un hecho que el auto es el principal problema en el tráfico en las ciudades, genera congestión y es lo más ineficiente que hay, entonces sentíamos que ahí estaba la oportunidad más grande y a corto plazo, pero eventualmente queríamos integrar otros modos y hacer más cosas”. La posibilidad de comenzar a expandirse a México, en 2016, fue la oportunidad para cambiar un nombre que allá no se entendía bien a el actual AllRide.
Hoy, además, funcionan como una plataforma abierta y se extendieron a todo Chile y a todo México, hace apenas dos semanas, con Bernardo Bacigalupo encabezando las operaciones en Chile y Pablo Alvéstegui a cargo de México. Pero al mismo tiempo, mantienen el esquema de redes cerradas para empresas o “barrios”, dejando a usuario la posibilidad de definir cuan abierta quiere su red.
“Al momento de publicar una ruta en AllRide puedes decir si quieres que solamente la encuentre gente de tu misma empresa o cualquiera en la red. Entonces cada usuario ve hasta dónde está dispuesto a compartir. Ese modelo es mucho más eficiente, porque siempre tu decides hasta dónde te quieres mover”, dice Bacigalupo.
Hoy AllRide tiene casi 30 mil usuarios, la mitad de ellos activos de manera permanente. Un camino que, reconoce Bacigalupo, no ha sido fácil, pero que el auge de plataformas similares ha ayudado finalmente a impulsar principalmente en derribar desconfianzas.
“El caso Airbnb resolvió esto con un caso mucho más íntimo que el auto, que es que vaya gente a tu casa. Y ocupamos un modelo muy parecido de validaciones, incluso es más seguro aún. Y van rompiendo barreras. El mismo Uber, cuando empezó, la gente decía yo jamás me subiría a un auto con un tipo que no conozco, ahora es masivo. Uno también se beneficia de eso porque la gente está más abierta y menos a la defensiva al pensar en compartir el auto. Además, puedes llenar el auto cien veces solo con gente de confianza y sin necesidad de exponerte, pero todavía hay que lidiar con esa primera reacción que es a la defensiva. Cuando la gente lo entiende está súper abierta a hacer estas cosas, porque la experiencia de viaje es mejor”, afirma.