Pasos de fauna: la estrategia para frenar los atropellos de animales nativos
A partir de un proyecto de ciencia ciudadana llamado Fauna Impactada, el investigador Víctor Bravo-Naranjo y sus colaboradores han registrado cerca de 1.500 atropellos de especies nativas desde Arica a Punta Arenas. Es un problema grave para la conservación de la biodiversidad, dice este profesor de biología, cuyo recuento llegó a oídos de la Dirección de Vialidad del MOP, que abrió una licitación para un primer estudio pormenorizado. Esta investigación, adjudicada por la Universidad de Chile, podría abrir la puerta para implementar políticas públicas que protejan a las especies que cruzan habitualmente por las carreteras chilenas. Los pasos de fauna, usados profusamente en otros países, serían una alternativa factible.
Solo tras cursar un magíster en conservación en vida silvestre en Costa Rica, el profesor de biología Víctor Bravo-Naranjo comprendió el problema de la fauna atropellada en las carreteras. Como en Chile no había estudios sistemáticos al respecto, Bravo-Naranjo llamó al también profesor de biología, César Piñones, y juntos recorrieron la ruta que une Canela Baja y la Cuesta Cavilolén, en la Región de Coquimbo. El resultado fue sorprendente.
“El profe que me hacía un curso era experto en atropello de fauna nativa y trabaja con especialistas mundiales en el tema. Lo encontré interesante y me pregunté si en Chile habría algo similar, y no era así. Empezamos a recorrer la ruta, y nos percatamos de que había un atropello masivo de especies nativas: durante un año encontramos 86 aves rapaces muertas entre Canela Baja y Cavilolén”, recuerda el investigador.
Luego la dupla se preguntó “si había un patrón de atropello a nivel país”. Bravo-Naranjo llamó al médico veterinario Cristian Celis y fundaron Fauna Impactada, una plataforma virtual de ciencia ciudadana en que los colaboradores pueden enviar fotografías de animales atropellados y su ubicación en las rutas de Chile. Con cerca de 14 meses de implementación, Fauna Impactada ha registrado hasta la fecha unos 1.500 atropellos de especies nativas desde Arica a Punta Arenas. “A mi juicio los atropellos representan uno de los grandes problemas de conservación en Chile”, cree Bravo-Naranjo, quien es investigador del Laboratorio de Ecología de Vertebrados de la Universidad de La Serena.
Cerca del 30 por ciento de las especies atropelladas en suelo nacional, calcula Bravo-Naranjo, corresponde a lechuzas. Le siguen el zorro culpeo, el zorro chilla, el tucúquere y el gato güiña. “Hemos registrado más de 350 lechuzas atropelladas”, dice el creador de Fauna Impactada, para quien el problema de los basurales a la orilla de las carreteras es un factor que incide en las muertes de esta especie.
“Es probable que la lechuza se esté alimentando de roedores que se ubican a la orilla de la ruta. En los bordes existe una especie de matorral, donde siempre habrá roedores. Y el otro tema es la basura. Cuando la gente bota basura, genera un micro hábitat al borde de la carretera y ofrece una especie de alimento para la especie, tanto para la lechuza u otro rapaz”, explica el también director de la consultora Parménides, que realiza rescates de fauna y líneas de base.
El objetivo de Fauna Impactada es determinar en qué lugares específicos de las rutas chilenas ocurre la mayoría de los atropellos, lo que Bravo-Naranjo denomina “zonas calientes”. Otra tarea es establecer los llamados “cruces de fauna”, es decir, sitios donde no hay atropellos pero sí la gente ve que cruzan animales. Por último, hacer un catastro de las especies más proclives a sufrir el impacto de un automóvil. Con toda esa información en la mano, agrega el investigador, la idea es formular estrategias y llevarlas a las autoridades pertinentes, de manera que se adopten políticas públicas para evitar el aumento de fauna atropellada en los caminos de Chile.
Bravo-Naranjo cuenta con una red de 300 voluntarios que le brindan información por todas las rutas de Chile. El aporte puede ser indicando vía Whatsapp la ubicación de la especie impactada o bien con el envío de una fotografía. “Intentamos no molestar mucho a las personas porque sabemos que se toman un tiempo para hacer la foto”, acota el profesor de biología.
“El profe que me hacía un curso en Costa Rica era experto en atropello de fauna nativa y trabaja con especialistas mundiales en el tema. Lo encontré interesante y me pregunté si en Chile habría algo similar, y no. Empezamos a recorrer la ruta, y durante un año encontramos 86 aves rapaces muertas entre Canela Baja y la Cuesta Cavilolén”.
Entre los colaboradores destaca Kevin Arriagada, presidente de la ONG Aves Rapaces. Dos veces por semestre, en promedio, él realiza un viaje en camión desde Puerto Montt a Santiago con su abuelo para asistir a eventos de connotación científica, y en ese trayecto puede observar el impacto de los animales atropellados en la Carretera Panamericana.
“Como el camión tiene una visión panorámica de la calzada, me resulta menos complejo ver las especies atropelladas. Lo que hago es indicar el “waypoint” donde ocurrió el atropello y lo redirecciono con Fauna Impactada”, dice Arriagada. Una vez, en un tramo de 500 kilómetros entre Osorno y Bulnes, registró 116 lechuzas muertas. Hace dos semanas contó 74 en un intervalo un poco más largo.
Otro activo colaborador es Raphael Cañoles, quien hizo un pormenorizado registro de las especies muertas en la ruta F-50 entre Casablanca y Quilpué. Durante 18 meses, Cañoles detectó 458 atropellos, de los cuales 355 son aves. De ese grupo, las más afectadas son el chincol (52) y el cachudito (44).
Bravo-Naranjo maneja una visión general acerca de esas zonas calientes en el país. Dice que en la zona central de Chile, que a la vez es la de mayor biodiversidad, se concentran mayoritariamente los atropellos.
Los pasos de fauna como respuesta
Según el investigador Nick Salafsky, las carreteras se encuentran entre las 11 principales amenazas a la biodiversidad. El impacto va desde la construcción de estas infrastructuras, cambio en la dinámica de los ecosistemas, contaminación puntual y difusa, alteraciones en la conducta de los animales y desplazamiento de los mismos.
En vista de esta situación, Víctor Bravo-Naranjo ha procurado incidir a nivel central para que se adopten medidas al respecto. Costa Rica, dice él, es uno de los ejemplos a seguir en cuanto a políticas concretas. Dentro de las estrategias implementadas por el país centroamericano se cuenta la señalética específica con la silueta de los animales potencialmente afectados en la ruta, medidas de reducción de velocidad y, sobre todo, el diseño de los llamados “pasos de fauna”, por debajo de la carretera o sobre ésta. En otros países se les conoce como “ecoductos”.
“Costa Rica es un país mucho más avanzado que Chile en términos de conservación. Ellos desarrollaron un manual que está relacionado con las carreteras amigables, y dentro de ello hay una estrategia para disminuir atropellos, porque allá en las zonas selváticas hay jaguares, ocelotes y otro tipo de animales. Allá hay pasos de fauna para monos, por ejemplo. Son como puentes aéreos con cordeles, perpendiculares a la carretera, pero también hay pasos de fauna que son túneles por debajo de la ruta”, comenta Bravo-Naranjo.
En tanto, es común ver por los parques nacionales costarricenses las señaléticas con la silueta de los animales. Incluso, en su experiencia por Centroamérica, Bravo-Naranjo viajó en lancha por el humedal San San Pond Sak de Panamá y vio un letrero que emergía desde el río: advertía sobre la presencia de manatíes. “Precaución, reducir velocidad”, indicaba la señalética.
De estas medidas, solo existen casos aislados en Chile. En la Reserva Nacional Las Chinchillas, cerca de Illapel, existe un paso de fauna que en realidad no ha cumplido a cabalidad el objetivo. Asimismo, en la Ruta 5, entre Copiapó y Vallenar, hay otro paso de fauna, pero éste se corta en un cerco. Él está convencido de que, una vez que se detecten los lugares específicos de mayores atropellos, es factible emular la idea de Costa Rica e instalar pasos de fauna en las carreteras chilenas en dichos sitios. “Esos pasos tienen que estar ambientados para que los animales no teman en cruzarlos”, comenta el experto.
Kevin Arriagada, presidente de la ONG Aves Rapaces, también considera que los pasos de fauna representan una solución para el problema de la fauna atropellada. “Es perfectamente posible hacer lo que han realizado otros países. Cada dos kilómetros instalar estos pasos de fauna, que en realidad son túneles por debajo de la carretera. ¿Por qué no pensar en sacar dinero que se obtiene de los peajes para construir estos pasos de fauna? Hay que saber donde instalarlos, porque hay especies que los van a utilizar y otras no”, opina uno de los colaboradores de Fauna Impactada.
Arriagada añade otro argumento: el eventual cruce de fauna por la carretera no solo afecta a esas especies, sino a los mismos conductores: “Es un riesgo para las personas, porque cuando ven un animal cruzando la ruta, el conductor le hace el quite y pueden fallecer”.
“Sabemos que en Torres del Paine hay una señalética que indica los guanacos y zorros muertos por atropello. Es un mensaje al revés del nuestro. Igual nos gustaría aplicar ese, que es más directo, pero hay que evaluar cómo lo toma la comunidad”.
Llanos de Challe y Pan de Azúcar ya tienen señalética
Uno de los proyectos pioneros para sensibilizar sobre las muertes de animales por atropellos es la que desarrolla CONAF de la Región de Atacama en conjunto con la Dirección de Vialidad del MOP: se trata de una señalética instalada en el ingreso de los parques nacionales Llanos de Challe y Pan de Azúcar. “Al igual que en Costa Rica, en Chile también tenemos muchas áreas protegidas fragmentadas por las carreteras”, señala Bravo-Naranjo.
“En esta señalética se le informa al turista cuántos días han pasado sin atropellar a la fauna del lugar”, cuenta Héctor Soto, director regional de CONAF Atacama, quien informa que la mayor frecuencia de atropellos de fauna nativa ocurre en la ruta costera entre Huasco y Carrizal Bajo.
La especie más afectada es el zorro. “El problema tiene que ver con la ocupación humana de los bordes costeros. Eso provoca que el zorro baje de los cerros a la playa en busca de alimentos. Muchas veces la gente tiene gallinas, y eso para el zorro es un atrayente. También influye la acumulación de basura: hemos tenido atropellos en torno a una bolsa de basura”, añade Soto.
El cartel que mide la fauna no impactada se ubica a la altura de Playa Blanca, en el Parque Llanos de Challe, pero el objetivo es instalar tres en ambas áreas protegidas de Atacama. Sin embargo, el mensaje podría cambiar: “Sabemos que en Torres del Paine hay una señalética que indica los guanacos y zorros muertos por atropello. Es un mensaje al revés del nuestro. Igual nos gustaría aplicar ese, que es más directo, pero hay que evaluar cómo lo toma la comunidad”, advierte la autoridad de CONAF Atacama.
El proyecto a nivel general también involucra medidas de reducción de velocidad por el camino que atraviesa por Llanos de Challe. La idea de Héctor Soto es que la velocidad máxima permitida por el área del parque sea de 50 km/h. Además, pretende instalar en esa misma ruta costera unos reductores de velocidad como lomos de toro que puedan ser vistos a distancia.
Por último, la iniciativa también se cuadra con la meta de instalar pasos de fauna. “Hay tres sectores de la ruta costera donde hemos cuantificado la presencia de atropellos. Entonces la idea es instalar pasos de fauna debajo de la carretera para el gato colo colo y el zorro, preferentemente”, cuenta el director regional de CONAF.
“La ley de caza protege a las especies nativas, pero, ¿quién mata más lechuzas?, ¿los cazadores o los conductores?, ¿estamos realmente protegiendo a las lechuzas?”
Para Kevin Arriagada, sin embargo, el efecto real de las señaléticas es “menor” en términos de la conservación de la fauna nativa. “Cuando uno va a 120 kilómetros por hora, ese cartel lo lee muy poca gente y el impacto es bajo. Eso no va a evitar que mueran lechuzas. El problema es que las carreteras cortan los ecosistemas y producen una fragmentación del hábitat. Esa especie cruza 10 mil veces la ruta, y tarde o temprano va a ser atropellada”, argumenta el presidente de Aves Rapaces.
Arriagada insiste en que la mejor medida son los pasos de fauna: “Si hay infraestructura para los seres humanos como pasos de cebra y pasarelas, no debemos hacer la vista gorda con los animales. Ejemplo: la ley de caza protege a las especies nativas, pero, ¿quién mata más lechuzas?, ¿los cazadores o los conductores?, ¿estamos realmente protegiendo a las lechuzas”, se cuestiona.
Universidad de Chile se adjudicó estudio científico
Los resultados preliminares esbozados por Fauna Impactada, creada por Víctor Bravo-Naranjo, llegaron a oídos de la Dirección de Vialidad del MOP. Su Departamento de Medio Ambiente y Territorio de la División de Ingeniería abrió una licitación para la realización de un “Estudio Básico Diseño de Medidas Ambientales para Minimizar el Impacto de Fragmentación Ecológica por Proyectos Viales”, según cita el acta de licitación.
La licitación fue adjudicada en junio pasado al Centro de Gestión Ambiental y Biodiversidad de la Universidad de Chile, institución que se hará cargo de este estudio que tiene como objetivo central buscar los modelos de acciones en el extranjero que eventualmente podrían implementarse en Chile para minimizar la pérdida de fauna nativa por efecto de atropellos.
“El MOP nos pidió un estudio básico y primordial para que ellos después puedan adoptar algún tipo de política al respecto. Hay muchos países que tienen normadas sus carreteras. La idea es revisarlas en terreno y proyectar que las futuras rutas a construir se les sumen las zonas donde hay más fauna”.
Según Valeria Rojas, directora del Centro de Gestión Ambiental, el estudio aún no está en curso, pero la primera tarea será hacer un análisis detallado de las zonas de Chile de mayor ocurrencia de atropellos de animales. “El MOP nos pidió un estudio básico y primordial para que ellos después puedan adoptar algún tipo de política al respecto. Hay muchos países que tienen normadas sus carreteras. La idea es revisar en terreno las carreteras y proyectar que las futuras rutas a construir se les sumen las zonas donde hay más fauna, y afinar medidas de mitigación para evitar esas muertes”, explica la académica.
Rojas reconoce que Chile está “en pañales” comparativamente con otros países de la región. “En Chile no hay un estudio sistemático. De hecho el MOP nos pidió investigar en carreteras que ellos nos solicitaron, donde ocurre una fragmentación de los espacios. Pero hay que analizar todos los factores: no es lo mismo proteger a los micro roedores que guanacos”, explica Valeria Rojas, cuyo centro de investigación tiene un plazo de 14 meses para realizar el estudio solicitado.
Rojas no descarta la construcción de pasos de fauna, pero “hay que estudiarlo bien. Pasa en la Reserva Las Chinchillas, que divide el área protegida, pero el paso de fauna no está ornamentado la la fauna lo siente como extraño. No sacamos nada con hacer un túnel de cemento”, cierra.