Viñateros y viñateras del Valle del Itata piden auxilio para recuperar producción tras incendios
Agrupaciones gremiales de productores de uva vinífera claman medidas de apoyo de corto, mediano y largo plazo, entre las cuales destaca la asesoría técnica, restauración de infraestructura y regular el espacio de convivencia entre las viñas y la industria forestal, ya que ésta contribuye a la propagación rápida del fuego. Mientras Viñateras Bravas del Itata dice que sus asociadas no han sido contactadas por ninguna autoridad de Gobierno, INDAP ya inició un trabajo con 692 viñateros y viñateras afectadas en todo el valle.
En el sector de Checura, en el corazón del Valle del Itata, David Poblete perdió su campo a causa de los mega incendios que azotaron el centro-sur de Chile: paltas, limoneros, sistemas de riego, sistemas de acumulación de agua y sus viñedos fueron reducidos a cenizas con el fuego implacable. Por suerte, dice él, se salvó su casa, una bodega y una cabaña que estaba construyendo en su predio.
“Apostamos a que la naturaleza haga su trabajo y a que las parras de más de 80 años puedan rebrotar nuevamente con las primeras lluvias. Si existe ese rebrote, es posible que después de la poda tengamos cosecha para el próximo año”, explica David Poblete, quien administra -junto a su hija Consuelo- la Viña Tierra y Sangre, un pequeño emprendimiento vinífero que busca recuperarse tras la catástrofe.
Así como David y Consuelo Poblete, hay muchos otros casos de viñateras y viñateros afectados por los incendios y que requieren distintos tipos de apoyo para recuperar, reconstruir o rehabilitar sus cosechas, habida cuenta de que este año casi todo se irá a pérdida y otros tuvieron que adelantar la vendimia. Instituciones como INDAP ha hecho su propio catastro con los productores de uva vinífera damnificados en Itata: 692 en ambas regiones que comparten la superficie del valle (536 de Ñuble y 156 del Biobío). Según el mismo catastro, 1.182 de 1.531 hectáreas planteadas en la zona sufrieron daños por fuego directo, eventualmente por la presencia de humo y también por bajas de precios compradores.
Precisamente con esos 692 productores, INDAP diseñó un plan de trabajo junto a la Fundación UC Davis Chile, de la Universidad California-Davis, cuyo equipo brindará asesoría especializada para mitigar los perjuicios causados por los siniestros. El convenio INDAP-UC Davis Chile fue anunciado el pasado 24 de febrero en una visita a la Cooperativa Vitivinícola de Cerro Negro (Coovicen) en su centro de vinificación de Quillón. El trabajo conjunto se extenderá hasta septiembre de 2023.
“Esta asesoría buscará minimizar el impacto del humo en las uvas producto de los incendios y ver si pueden venderlas igual. Es importante también trabajar con los extensionistas que trabajan día a día con las y los viñateros, a objeto de tener un diagnóstico más acabado de los impactos. Dará orientaciones de manejo de las parras para recuperar la pérdida en la producción, y que el parronal pueda volver a brotar. Y es importante hacer un manejo de suelos ecológicos. Sabemos que no es inmediato, pero hay decisiones de hoy que pueden impactar en el desarrollo del mañana”, cuenta a País Circular el director nacional de INDAP, Santiago Rojas, quien aclara que entre los 692 productores que se beneficiarán de la iniciativa figuran usuarios y no usuarios de INDAP.
De manejo de suelos conoce vastamente el dueño de Viña Tierra y Sangre, Daniel Poblete. Ingeniero ambiental de formación, él junto a su hija diseñadora con estudios en economía circular conocen bien cómo regenerar los suelos tras la calamidad que azotó el Valle de Itata, conocido por la producción de las cepas patrimoniales moscatel de Alejandría, país y cinsault. “El sueño se quemó completo y como nuestra viña es orgánica y natural, erradicamos los químicos. Usamos munch, suelo fértil, pasto, lo cual constituía harto material combustible cuando pasó el fuego”, lamenta Poblete, cuya viña pertenece a la asociación gremial Viñateros del Valle del Itata.
Otro apoyo que trae aparejado el convenio INDAP-UC Davis para los 692 productores catastrados es, agrega Santiago Rojas, “el apoyo a ellos en el fomento productivo, reponer cercos, recomponer infraestructura asociada a la producción de vino y, además, hemos hecho un llamado a implementar la cobertura de seguros, ya que había muchos viñateros que no lo tenían”. En términos más técnicos, el trabajo junto a UC Davis Chile incorpora una supervisión permanente de la calidad de los mostos, razón por la cual se llevarán muestras de los mismos a laboratorios de otros países.
“El apoyo a ellos en el fomento productivo, reponer cercos, recomponer infraestructura asociada a la producción de vino y, además, hemos hecho un llamado a implementar la cobertura de seguros, ya que había muchos viñateros que no lo tenían”.
Viñateras Bravas del Itata: no nos han contactado
Conformada a fines de 2021, la asociación gremial Viñateros del Valle del Itata, a través de su presidente Víctor Castellón, indicó que un 80 por ciento de las viñas del valle presentarían complicaciones producto de los incendios. El 16 de febrero pasado dicha asociación participó en una reunión en que participó el gobernador regional de Ñuble, Óscar Crisóstomo; el seremi de Agricultura, César Rodríguez; y el seremi de Economía, Erick Solo de Zaldívar, entre otras autoridades de gobierno y asesores.
En el encuentro se comprometió apoyo para los productores afectados por el fuego, tales como asesoría técnica, instrumentos de apoyo económico, recuperación de viñedos, fortalecer el enoturismo y regulación de la coexistencia entre las empresas forestales y las viñas. Para el presidente de Viñateros del Valle de Itata, Víctor Castellón, la prioridad pasó por “la infraestructura habilitante, materiales de construcción, capital de trabajo, asesoría técnica y cadenas de comercialización”, según señaló al diario La Discusión.
Sin embargo, la asociación gremial Viñateras Bravas del Itata, que representa a mujeres viñateras del valle y que actúa por otro carril respecto a Viñateros del Valle de Itata, asegura que ninguna autoridad la ha contactado. Es lo que señala su presidenta Seferina Riquelme, mujer con 43 años de experiencia como viñatera, que conoce el Valle del Itata “como la palma de su mano”, según cuenta. Ella es muy crítica del plan de apoyo técnico ideado por el INDAP junto a UC Davis.
“Yo tengo casi 65 años de edad y nuestra asociación gremial tiene casi 30 años. Ni siquiera nos han llamado ni han hecho terreno. Hay que ir a las personas a las que se les quemaron sus viñas. Ahora quieren contratar apoyo técnico, cuando nosotras sabemos qué hacer al respecto, porque aprendimos de nuestras abuelas que con un palo se puede injertar una viña. No tenemos necesidad de una asesoría técnica. Y han dicho que una viña arrasada por el fuego demora tres años en volver a producir, y eso no es así: demora cinco años”, dice molesta Seferina Riquelme.
En tanto se considera conocedora de la geografía física y humana del valle de Itata, Riquelme desmiente al presidente de Viñateros del Valle de Itata con respecto al porcentaje de afectación que habrían sufrido las viñas de la zona. “No podemos decir que todo el Valle de Itata tiene un 80 por ciento de pérdida de sus viñas. Eso no es así. Si bien es cierto se quemaron seis o siete viñas en Ninhue, no se puede decir que se quemó toda la comuna; en San Nicolás no se ha quemado ninguna viña. Los problemas graves los veo en Quillón, Portezuelo, Quirihue y otras localidades”, agrega la presidenta de Viñateras Bravas del Itata, que aglutina a unas 16 viñateras, todas mujeres, entre los 50 y 70 años de edad.
Por su parte, David Poblete defiende la labor que cumple Viñateros del Valle de Itata, la asociación gremial a la que pertenece su viña Tierra y Sangre: “A diferencia de Viñateras Bravas del Itata, nuestra asociación no persigue fines políticos, sino el bienestar de los socios, mirar hacia el futuro, ver cómo podemos ser escuchados, hacer modificaciones en las leyes para beneficio nuestro. Tenemos la ventaja además de que no somos viñateros de un solo sector del valle, sino de todas las comunas: Coelemu, Ránquil, Bulnes, Portezuelo, Ninhue y otras”.
“Yo tengo casi 65 años de edad y nuestra asociación gremial tiene casi 30 años. Ni siquiera nos han llamado ni han hecho terreno. Hay que ir a las personas a las que se les quemaron sus viñas. Ahora quieren contratar apoyo técnico, cuando nosotras sabemos qué hacer al respecto, porque aprendimos de nuestras abuelas que con un palo se puede injertar una viña”.
El riesgo de la industria forestal colindante a los viñedos
David Poblete aún no sabe si alcanzará a rescatar algo de producción, en el entendido de que varios de sus colegas han adelantado la vendimia. Es posible que logre sacar algo de sauvignon, pero “pueden venir con algo indeseado como el humo”, y entonces “no sé si voy a sacar vino tinto”. Como sea, una medida de corto plazo que podría ayudarlo en este minuto sería implementar un programa que “nos baje el stock de bodega para tener flujo de caja y resistir el año”. En medidas de mediado plazo, agrega el viñatero, “recibir asistencia técnica para recuperar los viñedos”.
Y, finalmente, en las medidas de largo plazo, Poblete coincide con la apreciación de la presidenta de Viñateras Bravas del Itata, Seferina Riquelme. Ambos creen que se debe regular cómo convive la industria forestal con la pequeña agricultura vitivinícola. Él mismo, que cuenta con una parcela de unas 4,5 hectáreas, tiene de vecino a una persona con un terreno de unas 2 hectáreas que plantó pinos en el cerco que hace de límite. “Aunque tú no tengas pinos, en un incendio tu campo se va a quemar igual. Tiene que haber un cambio. El Estado no puede seguir dándole incentivos a la gente para que plante pinos y eucaliptus”, asegura el productor.
Seferina Riquelme, de la misma manera, es testigo de cómo “nos plantan pinos y eucaliptus a un metro de las viñas”. En virtud del hecho, la dirigenta viñatera dice que falta “un plan regulador y autoridades que fiscalice a los grandes, porque no entiendo por qué siempre tenemos que sufrir nosotros los pequeños. Para el lado que usted se dé vuelta, verá plantaciones de pinos y eucaliptus”, impugna la representante gremial de las viñateras del Itata.
Pero Seferina Riquelme no reduce los impactos solo a los incendios: las heladas, las olas de calor y la megasequía son otros factores con los cuales las y los viñateros del Itata deben lidiar en el cotidiano. Ella extraña medidas al respecto. Adicionalmente, y en una materia muy sensible para la agrupación que preside, es urgente regular el tema de los precios de la uva que le venden a los grandes industriales del vino.
“Llevamos años en esta lucha, ya que los grandes exportadores del vino nos pagan una miseria por kilo de uva y nos tienen como esclavos. Y estamos a una semana de la cosecha. Ningún gobierno ha hecho que se regulen los precios así como se exporta afuera. Este gobierno y este Ministerio de Agricultura se comprometieron a tener políticas de precio justo, pero hasta ahora no sabemos nada. Entonces, ¿qué tipo de autoridades tenemos?”, fustiga la dirigenta.
En tanto, INDAP dice que, para el impacto provocado por otros factores más allá de los incendios, está impulsando fuertemente el “enfoque de la agroecología ya que fomenta una agricultura más resiliente; la idea también es incrementar la biodiversidad, fomentar los servicios ecosistémicos, cultivar coberturas verdes especiales, porque el suelo desnudo genera más calor”. Y, por último, INDAP, en este convenio en particular en apoyo a los viñateros que sufrieron la quema de sus cultivos, le pidió expresamente a UC Davis Chile que considere el enfoque histórico-patrimonial de muchas de las viñas afectadas, más allá del factor productivo. Además, recalca el director nacional Santiago Rojas, “hemos tratado de hacerles ver que la asociatividad y el cooperativismo logran mejorar su poder negociador, como cuando, por ejemplo, realizan compras asociativas de insumos”.