Glaciares andinos de Santiago se adelgazan y pierden hasta dos metros de espesor por año
Según la información que está recogiendo la actualización del Catastro Nacional de Glaciares, en la Región Metropolitana hay además un retroceso y fragmentación de estas masas de hielo. El glaciar Echaurren es un ejemplo de ello: desde 1955 ha perdido dos tercios de su superficie y unos 40 metros de espesor donde aún queda hielo, y de continuar las tendencias climáticas podría extinguirse en un par de décadas.
Periodista
La actualización del Catastro Nacional de Glaciares que está realizando Unidad de Glaciología y Nieves de la Dirección General de Aguas (DGA) está arrojando cifras desalentadoras, al actualizar la última información recogida en 2003 -en promedio- y que sirvió de base para el primer catastro de estas masas de hielo, realizado el año 2014.
Las nuevas mediciones en terreno ya arrojaron una pérdida de 220 km2 de superficie en el Campo de Hielo Sur, y ahora revelan también una pérdida importante en los glaciares andinos de la zona central. De acuerdo a la información recogida hasta ahora, no solo están perdiendo superficie, sino que también se están adelgazando. “Nuestros datos preliminares indican adelgazamiento en todos los glaciares que hemos medido, desde medio metro hasta dos metros de adelgazamiento, de pérdida por año”, dice Gino Casassa, jefe de la Unidad de Glaciología y Nieves de la DGA.
No se trata de una cifra menor, ya que gran parte de los glaciares de la zona central, y en particular de la Región Metropolitana, no tienen más de algunas decenas de metros de altura. Un ejemplo claro es el glaciar Echaurren Norte, en el Cajón del Maipo, que tiene el monitoreo de más larga data en toda la Cordillera de Los Andes, desde que lo inició el MOP en 1975.
Las primeras fotos aéreas de este glaciar datan de 1955 y tenía entonces 49 hectáreas, y aunque en el período comprendido entre 2000 y 2009 se engrosó levemente en cinco metros debido a años relativamente húmedos, para 1997 se había reducido a 33 ha y se había separado en dos cuerpos.
Actualmente tiene 15 ha y se está adelgazando a razón de 1,3 metros por año, debido a la combinación de muchos años de sequía y al calentamiento global. “Desde 1955 ha perdido unos 40 metros de espesor en las zonas donde aún queda hielo, y si a futuro continúan las tendencias climáticas, el glaciar Echaurren Norte podría extinguirse en un par de décadas, dado que tiene un espesor máximo de solo 30 metros”, dicen en la Unidad de Glaciología y Nieves.
“En general, hay un retroceso y fragmentación. Un ejemplo de ello es el glaciar La Paloma, que se está fragmentando y está retrocediendo muy rápidamente, y están apareciendo ‘islas’ de roca en la mitad del hielo (…) esa roca captura más energía del sol, se calienta, genera una isla de calor y ese glaciar termina yéndose muchísimo más rápido”.
Este fenómeno se está repitiendo en la mayoría de los glaciares andinos de la Región Metropolitana, dice Casassa. “En general, hay un retroceso y fragmentación. Un ejemplo de ello es el glaciar La Paloma, que se está fragmentando y está retrocediendo muy rápidamente, y están apareciendo ‘islas’ de roca en la mitad del hielo -llamadas nunatak- que son el típico ejemplo de retroalimentación positiva, de acelerar el retroceso y derretimiento del glaciar: esa roca captura más energía del sol, se calienta, genera una isla de calor y ese glaciar termina yéndose muchísimo más rápido”, explica.
Lo mismo está ocurriendo con otros glaciares colgantes como el del cerro El Morado, donde la cascada que nace entre la pared sur y el mirador de El Morado “ahora está delgadísima, muy angosta, y en un futuro muy próximo se va a producir un quiebre porque el hielo se adelgaza y fluye más rápido”, dice Casassa. Cuando se desconecta la parte alta de la baja, para el trozo de glaciar que queda descolgado “es la crónica de una muerte anunciada. Unos colegas van a ir a estudiar el mismo caso en el glaciar Marinelli, en la Cordillera de Darwin, y que es increíble: del año pasado a este año casi no queda nada”, agrega.
Actualmente, en la Región Metropolitana hay solo tres glaciares que históricamente han mostrado estar más en equilibrio, e incluso avanzar: el glaciar Nieves Negras, en la ladera sur del Volcán San José; el Sierra Bella, frente al Tupungatito; y un tercer glaciar ubicado frente al Cajón del Museo, que es un afluente del río Colorado.
Causas del derretimiento
Las variaciones en los glaciares están estrechamente ligadas al cambio climático, principalmente por el cambio en variables meteorológicas de temperatura y precipitación. Aunque en términos generales las precipitaciones han disminuido en el país desde Copiapó a Coyhaique, la disminución de los glaciares obedecería a los aumentos de temperatura como principal variable.
Y en Chile, donde más está aumentando la temperatura es en la cordillera. “Acá se está calentando la cordillera. En general, las cordilleras del mundo, así como el Ártico, son los verdaderos hotspots del calentamiento global”, dice Casassa.
Esto tiene varios efectos, pero principalmente que se aceleran los procesos de retroalimentación positiva en que, al derretirse la nieve, el hielo expuesto al tener un albedo inferior -reflectividad- captura más radiación solar y por tanto acelera su derretimiento. A eso se suma que, al adelgazarse, los glaciares están cada vez en una cota más baja y, por lo tanto, expuestos a mayor temperatura.
“Esto se ha evaluado para los Alpes, para glaciares del Ártico y de Canadá, pero lo que es válido para los Alpes yo creo que es válido para acá: al fin de este siglo se podrían extinguir, dependiendo del escenario del calentamiento, alrededor de la mitad de los glaciares que tenemos actualmente”.
Otro factor que estaría incidiendo en el derretimiento es el material particulado que se acumula sobre ellos. Esto tiene varias causas. La primera es que, en un escenario de desglaciación, hay cada vez más roca, tierra, limo y arcilla en el entorno del hielo, el que con los vientos se comienza a depositar sobre el glaciar incrementando la retroalimentación positiva. El segundo factor es una combinación de fuentes como la megaciudad de Santiago, los incendios forestales y la minería, como generadores -en conjunto- de material particulado y polvo negro.
¿Qué se debiera esperar entonces para el futuro? Según Casassa, esto “se ha evaluado para los Alpes, para glaciares del Ártico y de Canadá, pero lo que es válido para los Alpes yo creo que es válido para acá: al fin de este siglo se podrían extinguir, dependiendo del escenario del calentamiento, alrededor de la mitad de los glaciares que tenemos actualmente”.
Reservas de agua
De acuerdo al Catastro Nacional de Glaciares de 2014, Chile tiene 24.114 glaciares que cubren una superficie cercana a los 24 mil km2, y que representan el 80% de todos los glaciares andinos. De ellos, el 88% se encuentran ubicados en la zona austral, en la Patagonia, mientras que solo un 4% se ubican en la zona central del país.
¿Qué tan grave es que disminuyan para una ciudad como Santiago? Aunque son reservas de agua naturales, el escenario no es crítico, ya que la cuenca que abastece a Santiago tiene una característica pluvio-nivo-glaciar donde el agua viene de una combinación de fuentes, a las que se suman también las aguas subterráneas y los humedales andinos.
Si tomamos la cuenca del río Maipo, por ejemplo, esta tiene una superficie total de 4.859 km2 donde se acumula nieve durante el invierno, mientras que el área de glaciares alcanza los 365 km2, es decir un 7,5% del total de la superficie de la cuenca. En un año considerado normal, su aporte hídrico promedio a la cuenca del Maipo es de un 7%, mientras que en un año extremadamente seco aporta en promedio un 13%.
“La principal contribución al caudal es la nieve, porque tenemos una cuenca enorme”, dice Casassa, “donde no solo hay glaciares y nieve, también hay humedales y aguas subterráneas que pueden ser muy relevantes”.