Cuadrilla Azul: el testimonio de dos beneficiarios del proyecto que apoya en reforestación con especies nativas
Nicolás Fuentes y Consuelo Macaya, expertos en investigación de vida silvestre, y el apicultor Elio Bustamante han sido favorecidos por esta iniciativa del Banco de Chile y Fundación Reforestemos, que plantó más de 25 mil árboles en cuatro regiones del país, lo que posibilitará la captura de más de 10 mil toneladas de dióxido de carbono. Gracias a la iniciativa, Fuentes y Macaya podrán aspirar a construir un espacio para educación ambiental en Panguipulli, mientras que Bustamante espera seguir con su oficio y, de paso, beneficiar a otros apicultores de la zona precordillerana de Coihueco.
El matrimonio de Nicolás Fuentes y Consuelo Macaya de Panguipulli, y Elio Bustamante de Coihueco, son algunos de los beneficiarios del proyecto Cuadrilla Azul impulsado por Banco de Chile, en alianza con Fundación Reforestemos, que financia y participa en la reforestación con árboles nativos para distintos propósitos. El programa tuvo su hito de cierre en el Parque Metropolitano Cerro Caracol de Concepción y logró plantar en total más de 25 mil especies nativas en cuatro regiones de Chile durante dos meses, lo cual permitirá la captura de más de 10 mil toneladas de dióxido de carbono.
País Circular recogió el testimonio del matrimonio de Fuentes y Macaya, investigadores en vida silvestre, y el de Bustamante, apicultor de Coihueco. En el primer caso, la plantación de árboles ocurrió en un terreno de propiedad de ambos, que les permitirá, a futuro, contar con un espacio de educación ambiental para niños y niñas. En tanto, Bustamante espera, apenas empiecen a florecer los árboles recién plantados por la Cuadrilla Azul, continuar con este oficio, que en los últimos años se ha visto afectado por el uso excesivo de pesticidas en la agricultura, el cambio climático y la pérdida de bosques nativos.
Un centro de educación ambiental en Panguipulli
Originarios de las comunas de San Miguel y Pedro Aguirre Cerda (Región Metropolitana), respectivamente, el matrimonio conformado por Nicolás Fuentes y Consuelo Macaya cultivaba un cariño por la naturaleza de la misma envergadura en cada una de sus formaciones profesionales: él, ingeniero en recursos naturales renovables, y ella, bióloga ambiental. Durante mucho tiempo ahorraron dinero para cumplir su sueño de comprarse un terreno en el sur y ayudar en el trabajo de conservación de la biodiversidad y en el cuidado del medioambiente.
Tras estudiar en el extranjero, la pareja volvió a Chile en plena pandemia y recordó la antigua relación que los unía con Panguipulli. Cuando regresaron, lograron convencer a un vecino del padre de Nicolás -quien llegó a vivir a esa comuna en 1997- para que les vendiera un terreno muy degradado. “Había sido muy explotado por gente que lo ocupaba, cortaron mucho bosque nativo, había muchos residuos, era un terreno muy degradado y fuimos testigos de cómo se iba perdiendo la vida silvestre”, recuerda Fuentes.
Y aunque el coronavirus los obligó a permanecer encerrados en la casa del padre de Nicolás, no había vuelta atrás en esta idea de mejorar el terreno que había sido adquirido por el matrimonio. Por entonces ya tenían un hijo, llamado Silvestre, que ya cumplió tres años de edad.
Formalizaron su anhelo para poder postular a fondos concursables y en esa solicitud lograron contactar a Banco de Chile y Reforestemos, fundación que se había acercado a organizaciones de la Región de los Ríos para apoyar en términos de reforestación a pequeños propietarios. “Postulamos y les gustó nuestro proyecto, sobre todo porque a largo plazo queremos formar un área de educación. No solo reforestar para que vuelva a crecer el bosque, sino compartir el conocimiento, el cariño y conexión que sentimos con la naturaleza con otras personas, principalmente con niños y niñas de la zona, para que puedan fortalecer su vínculo con la naturaleza”, comenta Nicolás Fuentes.
De las 12 hectáreas que comprende el terreno de este matrimonio, había 4,5 que estaban sufriendo más los estragos del abandono. Justamente a ellas apuntó el proyecto Cuadrilla Azul.
Lo único que pidió Cuadrilla Azul, dice Fuentes, fue limpiar el lugar, porque “había mucha basura, muchos cercos, desechos de animales”. “Tuvimos que sacar mucha zarzamora, desmalezar y sacar basura para que la cuadrilla pudiera trabajar”, añade. Y Nicolás comenta que se sorprendió porque el programa no solo donaba los árboles, sino que además los plantaban. Esto, gracias a la participación de voluntarios del mismo Banco de Chile, que participan con gran entusiasmo en la iniciativa.
A final de cuentas, el equipo de la Cuadrilla Azul plantó 6.400 árboles nativos, lo que le permite al matrimonio soñar con impulsar su centro de educación ambiental para que el público infantil se empape de las bondades de la naturaleza. “Les gustó nuestro proyecto porque somos dos personas que tenemos un objetivo claro: conservar el bosque; regenerar terrenos degradados; investigar y generar información; y compartir esa información a través de la educación. Fue muy bueno lo que hicieron porque estábamos sobrepasados; imagina hacer 6.400 hoyos para plantar”, complementa Fuentes.
El matrimonio ya ve los efectos positivos de la plantación masiva de especies: “Llevamos tres meses desde que plantaron, y ya están creciendo. Era un lugar lleno de basura y había muchos cercos, y ahora vemos que está cambiando. Sabemos que no es algo rápido, pero ya se dio el punto de partida. Es una sensación de mucha alegría y nos parece correcto que las empresas privadas colaboren en la misión de contribuir a la naturaleza con responsabilidad ambiental. Hay ojos que los miran, ojalá que se replique”.
Incentivar la apicultura
Con 20 años trabajando en el rubro, el apicultor Elio Bustamante ha sido testigo de cómo su oficio ha ido en decadencia en los últimos tiempos, producto de la desaparición de las abejas y de la baja retribución económica. Por esta misma razón, el trabajo de la Cuadrilla Azul le vino como anillo al dedo para reimpulsar su emprendimiento en una zona de la comuna de Coihueco, en la precordillera de Chillán, Región de Ñuble.
En un terreno ubicado en esa comuna, propiedad de Bustamante, el programa del Banco de Chile logró plantar 500 árboles nativos (boldo y quillay) para aumentar la disponibilidad de flora melífera. El apicultor, que cuenta con unas 1.500 colmenas, siente que el aporte de la Cuadrilla Azul será en el mediano y largo plazo.
“El significado para mí es la proyección a futuro. Esto es un gran aporte del banco para mí como apicultor. Pero también le puede servir a otro apicultor que trabaje cerca de la zona donde los árboles fueron plantados. Nosotros hacemos harta trashumancia, nos vamos para varios lados. Así que también le puede servir a otros campesinos que trabajan con colmenas pequeñas. Las abejas pueden ir a cualquier lado, no tienen fronteras”, cuenta.
Bustamante supo del proyecto de Banco de Chile a través del contacto con una asociación de apicultores de Chillán. Luego fue contactado por la Cuadrilla Azul. El día de la plantación vio cómo un equipo de profesionales llegó masivamente a trabajar en ello: al final, plantaron especies en un terreno equivalente a media hectárea. Él, en tanto apicultor, ya conoce la edad de floración de las especies plantadas: “En 6 o 7 años el quillay ya está con floración, mientras que el boldo es un poco más lento: pueden ser 8 años”, calcula.
Para Elio Bustamante, el trabajo de la Cuadrilla Azul es un incentivo para continuar con su oficio. “Yo tengo 53 años. La apicultura debería ser el eje fundamental de la fruticultura en Chile. Simple: si no hay abejas, no hay polinización, y si no hay polinización, no hay fruta. Esta es una pelea que ya estamos dando”, revela.
“Si no se reconoce a nivel país la apicultura, habrá escasez de alimentos, fruta más cara y de baja calidad. Debe ponerse en el pedestal que corresponde a la apicultura. En otros países como Nueva Zelanda y Canadá se están tomando medidas al respecto”, agrega.
Finalmente, Bustamante valora la contribución del banco sobre este particular y pide un deseo: “Ojalá que se haga a nivel nacional tanto en la precordillera como en la costa, e incentive a los pequeños propietarios”, cierra.