Chile es el primer país que ratifica el Tratado Global de los Océanos y postula como sede de la secretaría permanente
El acuerdo sobre la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica marina de áreas fuera de la jurisdicción nacional, es el primer marco legal para proteger y regular las áreas marinas internacionales, o de alta mar, de las cuales actualmente solo el 1% está protegido. El texto, adoptado en la ONU hace cuatro meses y firmado por el Presidente Gabriel Boric, fue ratificado este martes por el Senado. Diversos actores del mundo político y de las organizaciones de la sociedad civil valoraron la celeridad con la que actuó el Congreso, lo que confirma la “vocación oceánica” del país. Asimismo, diversas autoridades apoyaron la postulación de la ciudad de Valparaíso como sede del organismo encargado de velar por este tratado, que debiera entrar en vigencia en 2025.


Chile se transformó en el primer país en ratificar el Tratado Global de los Océanos, también conocido como Tratado de Protección de la Biodiversidad Marítima en Altamar o BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction). El acuerdo internacional fue visado el lunes 8 de enero por la Cámara de Diputados y Diputadas, y este martes fue aprobado por el Senado, lo que a juicio del ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, “confirma la vocación oceánica que ha tenido nuestro país”.
El tratado ha sido calificado como un hito para hacer frente a las crisis climática y de pérdida de diversidad, por cuanto permitirá adoptar medidas para la protección de una zona que estaba completamente desprotegida y a merced de una serie de actividades altamente destructivas para los ecosistemas y la biodiversidad. El acuerdo se hace cargo de aquellas regiones oceánicas que no se encuentran bajo jurisdicción de los países, es decir, más allá de las 200 millas marinas de zona económica exclusiva. Esas aguas internacionales representan más del 60% de los océanos en todo el mundo.
El director de las campañas de Protección de Hábitat de Oceana, Felipe Paredes, recordó que “Chile fue uno de los principales impulsores de este tratado, tras casi 20 años de negociaciones que buscaban promover la conservación en aguas internacionales”, y agregó que “como Oceana valoramos enormemente el interés del país por ser pionero en estas temáticas, confirmando el liderazgo en conservación marina demostrado a nivel nacional, donde hemos concretado la protección de más del 40% de nuestra zona económica exclusiva”.
Consultado sobre los efectos concretos del pacto para proteger los océanos, Paredes explicó que “en aguas internacionales existen ecosistemas de alta riqueza, como es el caso de la cordillera de Salas y Gómez y Nazca, cadena montañosa que conecta a los parques marinos de Rapa Nui e Islas Desventuradas por alta mar, y a través de la cual transitan especies de alta importancia biológica que, con un tratado de estas características, se contribuirá a su protección a largo plazo”.
“Tenemos que considerar que alrededor del 50% de la superficie total del planeta corresponde a aguas internacionales, por lo tanto, está sujeto a varias amenazas, entre las más significativas se encuentra la pesca ilegal, la contaminación por plásticos y la minería submarina. Respecto de esta última, la Organización de Naciones Unidas estableció la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus siglas en inglés) para regular la minería en alta mar, la cual aún no ha definido si dar el puntapié inicial para este tipo de actividad”, agregó el director de las campañas de Protección de Hábitat de Oceana.
Asimismo, Paredes consideró que “es de suma relevancia que si el Tratado es ratificado por al menos 60 países para entrar en vigencia, permitiría cumplir con el compromiso global de proteger al menos el 30% del océano del mundo a 2030, meta que no es posible lograr si no impulsamos la conservación en aguas internacionales”.
Desde Greenpeace Chile, la subdirectora de Campañas, Estefanía González, afirmó que la ratificación del tratado “es una muy buena noticia para los océanos y su biodiversidad. Chile de manera transversal y en distintos gobiernos, tuvo un rol preponderante en el logro de este tratado a través de cada uno de sus delegados, los que impulsaron de forma activa la elaboración de este acuerdo a lo largo de todo el proceso. Celebramos la ratificación que realizó el Senado de forma unánime y esperamos que sea una potente señal para que los demás países lo ratifiquen y entre pronto en vigor”.
“Es histórico que Chile sea el primero en dar este paso, es una señal importantísima y urgente. Sin un tratado vigente, no podemos avanzar en las acciones de protección que el planeta necesita. (…) Pero también es necesario que esta posición a favor que hemos mostrado a nivel internacional se exprese a nivel local, donde hay muchas áreas marinas siendo afectadas por actividades industriales, como la salmonicultura, y esto se debe frenar”, añadió González.
“Tenemos que considerar que alrededor del 50% de la superficie total del planeta corresponde a aguas internacionales, por lo tanto, está sujeto a varias amenazas, entre las más significativas se encuentra la pesca ilegal, la contaminación por plásticos y la minería submarina”.

Sede en Valparaíso
El martes, durante la votación en el Senado, el canciller Van Klaveren recordó que Chile postuló a la ciudad de Valparaíso para que acoja la sede de la secretaría permanente del Tratado Global de los Océanos. Uno de los impulsores de esta idea ha sido el senador por Valparaíso Ricardo Lagos Weber (PPD), quien ayer valoró especialmente “el rol que jugó la sociedad civil, tanto en Chile como en el extranjero, para impulsar una agenda que es determinante para el futuro de la humanidad”,
Lagos Weber aseguró que “este tratado tiene la capacidad de establecer reglas multilaterales más allá de las 200 millas, la llamada altamar, donde a veces es muy difícil ponerse de acuerdo (…) Esto tiene una importancia enorme en la lucha contra el cambio climático, sus amenazas y, muy fundamental, Chile ratifica su vocación oceánica. Tal como lo señalamos en la reciente COP 28 -a la que tuve la posibilidad de asistir– tenemos la oportunidad de bregar para que la secretaría de este tratado esté en Valparaíso”.
En esa misma línea, el también senador por Valparaíso Francisco Chahuán (RN) señaló que “esta ratificación muestra la continuidad de una política de Estado, al transformarnos en el primer país en ratificar este acuerdo o tratado de altamar que sin lugar a dudas va a proteger la biodiversidad marina y nos va a permitir que Chile sea protagonista de estas nuevas regulaciones. Además estamos apoyando fuertemente que la sede se quede en Valparaíso, porque esto también representa una nueva esperanza para la ciudad puerto y nuestra región”.
Sobre este tema, la directora de Oceana, Liesbeth van der Meer, sostuvo que “Chile ha dado muestras concretas de su compromiso con la protección de los océanos al haber sido uno de los países que impulsó con mayor fuerza el Tratado de Altamar y ser uno de los pocos países que ha alcanzado la protección del 44% de su zona económica exclusiva. En ese sentido, creo que sería un paso lógico que el país proponga ser sede de la secretaría, ya que nuestro país ha demostrado, independientemente del gobierno de turno, ser líder en la conservación y protección de los océanos”.
También la embajadora de Chile ante Naciones Unidas, Paula Narváez, manifestó ayer su satisfacción por la aprobación del tratado en el Congreso, recordó el “importante rol” del país en el proceso de elaboración y subrayó -en su cuenta de X-: “Esperamos tener la Secretaría Ejecutiva en Chile”.
“Este tratado tiene la capacidad de establecer reglas multilaterales más allá de las 200 millas, la llamada altamar, donde a veces es muy difícil ponerse de acuerdo (…) Esto tiene una importancia enorme en la lucha contra el cambio climático, sus amenazas y, muy fundamental, Chile ratifica su vocación oceánica”.

Puntos principales
El Tratado Global de los Océanos es producto de al menos dos décadas de discusiones que llegaron a puerto el 19 de junio del año pasado, cuando los 193 Estados miembros de Naciones Unidas adoptaron pro consenso el texto definitivo, que desde entonces ha sido firmado por 84 países. Para que el acuerdo sea jurídicamente vinculante debe entrar en vigencia, para lo cual debe ser ratificado por 60 Estados. Chile fue el primero en ratificar y hay plazo hasta septiembre de 2025 para que lo hagan -al menos- otros 59 países. Una vez que se reciba la ratificación número 60, la entrada en vigencia del tratado comienza 120 días después.
El texto del acuerdo “sobre la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica marina de áreas fuera de la jurisdicción nacional”, es el primer marco legal para proteger y regular las áreas marinas internacionales, o de alta mar, de las cuales actualmente solo el 1% está protegido. Se espera que en virtud de este tratado se establezcan amplias áreas marinas protegidas, que permitan conservar la vida marina, amenazada por el cambio climático, la sobrepesca y el tráfico marítimo.
El tratado dispone que previo a cualquier uso de los recursos del fondo marino, por ejemplo la instalación de energías renovables o cables submarinos y explotaciones mineras en profundidad, se debe realizar un estudio de impacto ambiental. También la creación y transferencia de tecnologías, promoviendo la cooperación entre países para llegar a conocer los mares (apenas el 20% de los fondos marinos están cartografiados).
Asimismo, el acuerdo busca regular y “democratizar” la utilización -científica y comercial- de los recursos genéticos marinos, que incluyen el material genético de, por ejemplo, esponjas marinas de aguas profundas, krill, corales, algas y bacterias, que atraen cada vez más la atención científica y comercial debido a su uso potencial en medicamentos y cosméticos. Hasta hace una década, una investigación española determinó que el 90% de las patentes de estos recursos genéticos se concentraban en 10 países, entre ellos Estados Unidos, Alemania y Japón.