AguaTierra: agricultura sintrópica y paisajes de retención de aguas al servicio de la restauración de ecosistemas
Este centro de estudios aplicados desarrolla herramientas innovadoras bajo un enfoque holístico para lograr una comprensión integral del comportamiento de la naturaleza y de la vida en general. Al seguir ambos principios, AguaTierra aporta una solución concreta en un contexto de crisis climática, aplicando la metodología desde pequeños predios agrícolas hasta grandes extensiones de terreno.


La sintropía, por definición, entraña la fuerza opuesta a la entropía. Si la energía cosmos tiende a disiparse y disociarse, la sintropía apunta a concentrarse, a formar estructuras, a diferenciarse. En otras palabras, la manifestación de esa fuerza sintrópica sería la vida en la Tierra. Todos esos conceptos fueron adoptados por el agricultor e investigador suizo Ernst Gotsch, quien en un trabajo pionero creó lo que hoy se conoce como “agricultura sintrópica”.
Por otra parte, el paisaje de retención de aguas es una metodología que consiste en habilitar una serie de espacios interconectados de retención, de tal manera que el agua pueda ser absorbida por la tierra no obstante la falta de la capa de tierra arable. A través de distintas técnicas que incorpora este modelo, el paisaje de retención de agua consigue restaurar el ciclo natural del recurso hídrico.
En ambos principios rectores -agricultura sintrópica y paisaje de retención de aguas- descansa la propuesta del centro de estudios aplicados AguaTierra (cuya cuenta de Instagram es la siguiente),que básicamente busca reeditar la conexión del ser humano con el funcionamiento de los ciclos de la naturaleza, apostando por una visión no solo ecológica sino social. Su fundador es otro europeo, el austríaco Sepp Holzer, un granjero que a pura observación entendió el comportamiento del agua en los sistemas vivos. “Parte de los problemas sociales que tenemos es por la desconexión que tenemos los humanos con los procesos vivos”, comenta Tomás García, miembro del equipo de AguaTierra, agricultor sintrópico, permacultor y master en ciencias de la ingeniería.
Así, buscando propiciar la capacidad regenerativa a partir de los procesos mismos de la naturaleza, AguaTierra emprende su plan de acción en distintos tipos de suelos, sean pequeños predios o grandes extensiones de terrenos, ya sea en el tema agrícola, de paisajismo, de ornamentación y otras aplicaciones. En 2018, García había coincidido con su actual socio Francisco Fuenzalida en un curso dictado por Ernst Gotsch en Brasil. Fuenzalida es, para García, un “evangelizador” de la agricultura sintrópica en Chile. García se sumó hace dos años al equipo de AguaTierra, añadiendo las técnicas de retención de agua para robustecer la propuesta del emprendimiento.
En términos simples, la agricultura sintrópica, explica Tomás García, “apunta a cómo entendemos la composición de los paisajes vivos para que cuando implementemos alguna medida sea a favor de la creación de más vida. La entropía tiende al caos, pero los procesos vivos no son así. Por ejemplo, la abeja hace uso del excedente de los sistemas vivos para polinizar las flores. La agricultura sintrópica se dedica a crear más vida”. A renglón seguido, cuando AguaTierra es contratado para trabajar sobre algún terreno, “aplicamos los principios de este tipo de agricultura y dejamos de depender de los insumos que tanto daño le hacen a la tierra: fertilizantes, pesticidas”.
A su vez, la aplicación de las técnicas de retención de agua permite entender el recurso como una “acupuntura del agua”, grafica Tomás García. Es decir, “en qué punto hace más sentido mover la tierra para maximizar la captura y retención de agua”. Esto se vuelve aún más capital en el actual contexto de crisis climática, de veranos secos y calurosos, e inviernos con precipitaciones cada vez más concentradas e intensas en intervalos cortos de tiempo. “Cuando la lluvia cae en cantidades torrenciales en paisajes degradados, es mucho más mala que buena, porque daña la fertilidad del suelo. De ahí la importancia de generar una sucesión ecológica: desierto, bosque y selva”, aporta Tomás García. Los otros integrantes del equipo de AguaTierra son el citado Francisco Fuenzalida (agricultor sintrópico, permacultor y antropólogo social), Tamara Omegna (técnica en agricultura ecológica) y Álvaro Velásquez (sociólogo, gestor y aprendiz de agricultura sintrópica).

“En paisajes de retención de agua se puede intervenir para optimizar la retención de agua en el terreno, cómo permea las napas y vuelve a restaurar los acuíferos. Recurrimos a lagunas, a pequeños tranques, diques, franjas de infiltración y hasta terrazas como lo hacían los pueblos originarios. Combinando estos elementos logras transformar la textura del paisaje”.
Mejorar la calidad de los suelos
La implementación de los sistemas agroforestales sucesionales sintrópicos supone dos principios organizativos y uno de manejo. El primero es la estratificación en base a necesidades de luz y sombra. “Por ejemplo los elementos del sistema requieren distintas intensidades de luz y sombra”, complementa García. El segundo principio organizativo es la sucesión natural de especies, pero para que este proceso entre en el diagrama “hay que prepararles el camino: por ejemplo, yo no puedo plantar una araucaria en un pedazo de tierra pelada, hay que empezar por las más resistentes a ese tipo de suelo”, agrega.
Por último, el principio de manejo se efectúa a través de distintas técnicas como la poda, las resiembras y la organización de la materia orgánica para propiciar la abundancia del ecosistema. “En este caso, la poda tiene que ver con los humanos, tenemos que medir el potencial, cuán fuerte está el pulso, para liberar las hormonas de crecimiento de las especies”, plantea el integrante de AguaTierra.
Desde este prisma, la aplicación de este modelo de agricultura holística “mejora la calidad y cantidad de vida en los suelos, regenera las cadenas tróficas, promueve la biodiversidad y fortalece la resiliencia de los ecosistemas ante enfermedades y plagas, y eventos climáticos extremos como sequías, heladas y lluvias intensas en corto tiempo”. Básicamente el modelo abreva también de las técnicas ancestrales de los pueblos originarios que replican la sabiduría de la naturaleza durante millones de años: “Este sistema considera especies arbóreas y no arbóreas: no tiene sentido producir una lechuga sin tener árboles que se conviertan en fertilizante”.
Desde el otro eje rector del proyecto, los paisajes de retención de agua aplicados en AguaTierra consisten en “cómo se puede intervenir para optimizar la retención de agua en el terreno, cómo permea las napas y vuelve a restaurar los acuíferos. Recurrimos a lagunas, a pequeños tranques, diques, franjas de infiltración y hasta terrazas como lo hacían los pueblos originarios. Combinando estos elementos logras transformar la textura del paisaje”, especifica Tomás García.

“Hay algunos árboles nativos como el peumo que no son capaces de sobrevivir en esta realidad climática. Entonces se plantan árboles exóticos para prepararles el camino a los nativos”.
La sintropía no es “nativismo estricto”
El proceso de trabajo de AguaTierra consiste en un diagnóstico, diseño, implementación y manejo predial para lograr sus objetivos de restauración paisajística. Han realizado más de 120 visitas técnicas, han sembrado más de 20.000 plantas y árboles, han realizado más de 40 implementaciones y han impactado a más de 2.000 personas en todo el país.
Por ejemplo en la zona centro norte, AguaTierra ha intervenido en El Romero (Región de Coquimbo), Salinas de Pullally en Papudo, Limache, San Antonio (Región de Valparaíso), Lo Pinto (Región Metropolitana) y Navidad (Región de O’Higgins). En la zona sur han llegado hasta Teodoro Schmidt (Región de la Araucanía) y Puerto Varas (Región de Los Lagos).
Novedoso en ese sentido ha sido trabajar con una empresa forestal de pequeño tamaño que tiene eucaliptus en su predio, es decir, un monocultivo. “A partir de un monocultivo es mucho más fácil comenzar que teniendo un peladero. Se suele demonizar a los eucaliptus porque crecen rápido y consumen mucha agua, pero a la vez se agradece que genera mucha biomasa (ramas, troncos, hojas), que funciona como una bomba de agua y hay que saberlo manejar. No ocurre lo mismo con un monocultivo de pino”, explica Tomás García.
García aclara que los sistemas sintrópicos no comprenden un “nativismo estricto”, es decir, no solo se plantan árboles nativos para habilitar la restauración del paisaje. “Hay algunos árboles nativos como el peumo que no son capaces de sobrevivir en esta realidad climática. Entonces se plantan árboles exóticos para prepararles el camino a los nativos”, añade el experto.
“Cuando trabajamos en suelos empobrecidos, es necesario estratificar o diversificar las especies. Hay que meter otros árboles y generar las condiciones para que otros lo pasen bien. Y en ese sentido, apelamos a disminuir la densidad de los eucaliptus y reintegrar parte de ese material al suelo, con la hojarasca, troncos y ramas, de tal manera que se forme un cobertor que tenga capacidad de esponja e invite a la microbiología del suelo a que se asiente. De modo tal que todo el sistema de árboles crezca juntos y sea un estímulo para el vecino”, se explaya García.
Finalmente, cierra el emprendedor, AguaTierra cuenta con una segunda línea de trabajo al margen de la implementación de estos sistemas: los talleres. “Es un área pedagógica muy importante. Hacemos talleres, cursos, charlas. Y hemos trabajado con varias fundaciones. Hemos trabajado también con INDAP para transitar hacia otro modelo, y también con CONAF y la Comisión Nacional de Riego”. A la fecha suman más de 80 cursos, talleres y charlas realizadas.