Belén Gutiérrez, especialista española en soluciones hídricas y su diagnóstico sobre la crisis en Chile: “No hay agua más cara que la que no se tiene”
En el marco del Congreso de Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES), “Nuevas Fuentes de Agua para Chile”, la doctora en Ingeniería Química de la Universidad Politécnica de Madrid y actual Jefa del Departamento de Desalación I+D+I de GS Inima, Belén Gutiérrez, conversó con País Circular sobre la desalinización y el reúso, como efectivas soluciones ante la crisis hídrica. “El agua desalada es un recurso garantizado y de calidad”, destacó la experta.
La escasez de agua se ha vuelto un tema relevante a nivel planetario y asimismo para Chile, que hace más de 15 años se ha visto impactado por las constantes sequías, que se suman a otros efectos provocados por el cambio climático.
En este contexto, la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES), reunió en un Congreso a expertos de todo el mundo para abordar temáticas relacionadas a las nuevas fuentes de agua, en el marco del “Mes del Agua”, denominado así por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Una de las expositoras internacionales, Belén Gutiérrez, Jefa del Departamento de Desalación I+D+I de la empresa española GS Inima Environment, evaluó el escenario local, a la vez que entregó a País Circular recomendaciones y aspectos a tomar en cuenta.
-¿Considera que hoy existe consciencia sobre la grave crisis hídrica que se enfrenta a nivel mundial?
Yo creo que sí. A nivel político, creo que sí hay una consciencia de que estamos en un punto crítico de escases de agua. De que no hay agua, no llueve. Y al final, esto lo está sufriendo la población completa. A nivel de agua potable, de agua de suministro, para el regadío y a nivel industrial, porque muchas industrias, como la minera, necesitan el agua para sus procesos. En España, por ejemplo, nos ha tocado muy fuerte la sequía. Pero la clave no es que sepamos que estamos en un punto crítico, sino que se tomen las medidas para conseguir que las infraestructuras que se desarrollen sean no cortoplacistas. Es decir, que no solucionen el problema ahora, sino que permitan afrontar el futuro con seguridad, que es lo que se conoce como seguridad hídrica. Las infraestructuras tienen que estar para cuando se necesiten y se tienen que construir, no en el momento de sequía, sino que antes. De ahí la importancia de proyectar, de planificar los recursos, y de analizar las tendencias y evoluciones.
-De su experiencia en España, ¿qué aprendizajes podrían ser útiles, frente a la realidad chilena, en torno a implementar nuevas fuentes de agua, como la desalinización y el reúso?
España tiene muchas similitudes con Chile en cuanto a clima, sobre todo la zona del sur de España, donde ahora tenemos una sequía muy importante. Es verdad que España es un país pionero en temas de desalación y reutilización. La primera planta en España se construyó en el año 64, en Lanzarote, Islas Canarias, fue construida de hecho por GS Inima. Y desde entonces es una tecnología que ha ido avanzando y se han ido construyendo plantas en toda España. En la actualidad, tenemos capacidad de 5 millones de metros cúbicos día de agua desalada, de la cual más del 51% es desalación de agua de mar. Hay un 23%, si no recuerdo mal, procedente de aguas salobres, que no es agua de mar, pero son aguas salinas. Y el 21% restante son plantas más pequeñas. Entonces, teniendo esto en cuenta, España tiene una larga experiencia en temas de desalación.
-Con empresas, de por medio, que han marcado importantes liderazgos…
Sí. Las empresas españolas son pioneras y están en los rankings a nivel mundial en los cinco primeros puestos. Y es que según la experiencia en España, la necesidad hace virtud. Cuando tienes un problema, se buscan las soluciones. Y la sequía en España ha hecho que se desarrollen proyectos importantes y que tengamos plantas grandes en todo el arco mediterráneo, con suministro tanto para agua potable, como para agua de regadío, incluso industrial. Entonces, tenemos una vasta experiencia, se invierte a nivel empresarial en innovación en todas estas plantas y, al final, las empresas españolas estamos por todo el mundo. Por ejemplo, las primeras plantas aquí en Antofagasta, Arica o Atacama, fueron también construidas por GS Inima.
“Como es una situación muy paralela a la española, Chile puede aprender de las cosas que se han hecho bien y de las cosas que se han hecho mal o, quizás, que se podrían haber enfocado de otra manera. En España ahora estamos en el punto de estudiar la planificación de recursos, considerando que la desalación y la reutilización no dejan de ser herramientas complementarias a esa planificación de recursos naturales”.
-Por lo tanto, ¿qué puede tomar Chile como referencia en base a este largo recorrido?
Como es una situación muy paralela a la española, Chile puede aprender de las cosas que se han hecho bien y de las cosas que se han hecho mal o, quizás, que se podrían haber enfocado de otra manera. En España ahora estamos en el punto de estudiar la planificación de recursos, considerando que la desalación y la reutilización no dejan de ser herramientas complementarias a esa planificación de recursos naturales. Yo creo que Chile debería avanzar en el marco regulatorio necesario para dar una seguridad a los inversores, a las empresas. Y en España también se ha ido mejorando e insistiendo en una mayor agilidad en el tema burocrático, en el tema de permisología. Dar los mismos permisos, hacer los mismos estudios técnicos, pero agilizando la burocracia. Porque al final una planta desaladora se puede tardar en construir dos años y medio, o tres; mientras que muchas veces los permisos toman más tiempo que la construcción de la misma. En Chile, desde que se decide qué necesita una planta, se estudia toda la permisología y se construye, me han comentado que son ocho años como mínimo. Entonces, eso es en algo en que se puede avanzar. Si hay una necesidad ahora y se tardan ocho años en construir, en tener los permisos, en tener la planta, a lo mejor dentro de ocho años la necesidad es otra, así que es fundamental la planificación.
-¿Y algún otro aspecto en el que se debería poner especial atención?
Yo creo que Chile está en buen camino, porque ya se están involucrando todas las partes implicadas; la gubernamental, ministerial, los políticos, las empresas, la universitaria. Existe un conocimiento y existen plantas en Chile que están funcionado. Por ejemplo, la planta del Desierto de Atacama, que es un referente a nivel mundial por el bajo consumo específico, se ha llevado premios y fue construida también por GS Inima. Y se quiere replicar ese modelo en distintas partes. Entonces, yo creo que están en un punto para hacer bien las cosas. Eso sí, es fundamental la planificación y la colaboración público-privada. Ambos son ejes que se tienen que trabajar y en los que el gobierno, la parte política, debe actuar como mediador, controlador y facilitador. Esto parece recurrente, pero es un trabajo en equipo. Al final, lo que está claro es que hay una necesidad de agua, hay un déficit hídrico a todos los niveles. Aquí en Chile a nivel industrial, para las empresas mineras, a nivel de población e, incluso, para el tema de regadío.
-En España implementaron con éxito un modelo respecto a las nuevas fuentes de agua en agricultura, el que ha sido aplaudido, ¿qué puede destacar de aquello?
Sí. En toda la zona del sur-este, en la parte de Almería y Murcia, se construyó un modelo agrícola que es ejemplo a nivel mundial, de hecho, fue declarado ejemplo como modelo agrícola en el 2017 por la ONU. Llegado un punto en los años 80 o 90, ¿qué pasaba? Que los recursos naturales empezaron a ser de menor calidad, porque cada vez había menos, no llovía, la sequía era recurrente. Entonces, a partir de ese momento, las comunidades de regantes, en el sur de España, empezaron a demandar lo que se llaman los recursos no convencionales, la desalación y la reutilización. Y hoy existen comunidades de regantes, en Almería y Murcia, que se abastecen a través de estos recursos y han conseguido mejoras muy significativas en producción, en calidad, con impactos económicos en la población medioambiental, porque han conseguido recuperar los acuíferos. Es un modelo que lo está utilizando Naciones Unidas para ver cómo lo puede llevar a otros países. Y es que la desalación y la reutilización tienen un impacto, no solo a nivel medioambiental, con la recuperación de acuíferos, sino también un impacto económico y un impacto social.
“Existen contaminantes emergentes, existe una serie de componentes que lleva el agua, que hacen que el agua cada vez sea peor. Y qué pasa, que los tratamientos que hay que darles a esas aguas, para hacerlas potables, cada vez son más complejos. De tal forma que los precios del agua desalada, versus los del tratamiento convencional, poco a poco se están igualando”.
-Con resultados satisfactorios comprobados, por tanto, en base a esta experiencia.
Totalmente. Por ejemplo hay comunidades de regantes, en el Campo de Níjar, en Almería, que hace 20 años utilizan agua desalada. Ellos promovieron la construcción de la planta desaladora de Carboneras, porque no tenían agua. Entonces, para conseguir que ese modelo agrícola fuera sostenible, necesitaban otros recursos y hoy en día, gracias al agua desalada, pueden tener y no solo mantener, han mejorado sus producciones, han mejorado sus condiciones, han mejorado la calidad de sus productos y, de hecho, te dicen ellos mismos que el agua desalada ha salvado el campo agrícola. En este caso, el Campo de Níjar. El agua es suministrada a través de la desaladora de Carboneras, que tiene una producción, tanto de agua para población como para regadío. Esta planta, de hecho, fue construida y operada por 20 años por GS Inima también y es un buen ejemplo de cómo la desalación es un recurso garantizado, es un recurso de calidad y ha ayudado a hacer sostenible un modelo agrícola que, si no hubiera sido por eso, seguramente no hubiera prosperado, porque no tenían ese recurso. Es un modelo agrícola que, junto con otras innovaciones que han ido introduciendo a lo largo de la historia, se ha convertido en un modelo sostenible y resiliente. Ellos han sido capaces de irse adaptando a estas nuevas situaciones de sequía y en los últimos años, a partir de los 2000, la desalación y la reutilización han jugado un papel fundamental para mantener este modelo.
-Y frente a las soluciones que ofrecen estas nuevas fuentes de agua, ¿cuáles podría decir que son los puntos que le juegan en contra?
Al final lo repetimos mucho, pero es cierto, no hay agua más cara que la que no se tiene. Entonces, en tiempos de sequía, son muchas más las pérdidas que se originan por no tener agua, que el costo que pueda repercutir el agua desalada. Ahora mismo el precio del agua desalada está en torno a 0,5 o 0,8 euros por metro cúbico, dependiendo. El precio va a depender, no de la tecnología, sino que de dónde lleves el bombeo o de dónde necesites el agua, pero estamos en ese rango. Son costes que hoy en día son súper competitivos comparado con hace 20 años y eso se ha conseguido gracias al desarrollo de la tecnología. Y otra cosa muy importante es la calidad de las aguas hoy en día o de los ríos. Existen contaminantes emergentes, existe una serie de componentes que lleva el agua, que hacen que el agua cada vez sea peor. Y qué pasa, que los tratamientos que hay que darles a esas aguas, para hacerlas potables, cada vez son más complejos. De tal forma que los precios del agua desalada, versus los del tratamiento convencional, poco a poco se están igualando. Pero volvemos a lo mismo, al final el agua desalada es un recurso garantizado y es un recurso de calidad, con beneficios que son muchos.
-Aun así, se requiere de una estricta planificación…
Eso sí es fundamental, se requiere una planificación de los recursos. En primer lugar, lo que hay que hacer es una planificación de qué recursos naturales se tienen. Luego, abogar por el ahorro, concientizar a la población de que es fundamental ahorrar el agua. El hacer una revisión de las redes de distribución para evitar las pérdidas de agua. Continuar con una reutilización de las aguas residuales tratadas, las aguas servidas. Buscar siempre e invertir en el reúso en la reutilización. Y por último, cuando ya todos los recursos no llegan, hay que usar la desalación. Pero como siempre decimos, es un recurso más dentro de esa planificación.
-Según su visión, ¿no hay puntos en contra, sino aspectos que trabajar?
Efectivamente. O sea, al final se tiene que hacer una planificación completa de todos los recursos y utilizar toda la tecnología disponible para poder solventar ese déficit hídrico. Cuando se habla de desalación, hay que hablar de desalación sostenible, la desalación que es pensada y la desalación que está dentro de una planificación, igual que la reutilización. Pero eso va por regiones, es distinto el norte, es distinto el sur y esa planificación tiene que ser acorde con los recursos hídricos que hay disponibles en esa zona.
-Y en materia de innovación en el campo, ¿qué se puede adelantar de cara a los próximos años?
En temas de desarrollo e innovación, siempre estamos trabajando en las mismas tendencias. La desalación, yo siempre digo, es un proceso ya sostenible, es una industria en la que llevamos muchísimos años trabajando para que sea una industria sostenible y una tecnología sostenible. Pocas industrias han avanzado lo que se ha avanzado en la desalación en estos años y, por lo demás, siempre se está hablando de la reducción del consumo específico, del consumo energético.
“En GS Inima estamos trabajando en proyectos de la valorización energética de la salmuera, que no deja de ser agua de mar concentrada. El fin es aprovechar el potencial osmótico que tiene la salmuera para producir energía, la llamada energía azul, ese es nuestro proyecto FOWE”.
-¿En GS Inima están trabajando en algún proyecto específico?
En GS Inima estamos trabajando en proyectos de la valorización energética de la salmuera, que no deja de ser agua de mar concentrada. El fin es aprovechar el potencial osmótico que tiene la salmuera para producir energía, la llamada energía azul, ese es nuestro proyecto FOWE. En este proyecto lo que hacemos es aprovechar sinergias, aprovechamos la sinergia del proceso de desalación y del tratamiento de agua residuales. Entonces, tomamos la salmuera, el concentrado que sale de una desaladora convencional y la salida, el efluente de un tratamiento secundario o terciario de una depuradora. Y así, por diferencia de potencial osmótico, se ponen en contacto a través de una membrana semipermeable de osmosis directa y la disolución menos concentrada pasa a través de esta membrana hacia la parte más concentrada, la parte de la salmuera. ¿Qué se consigue? Por un lado, la salmuera se diluye y, por otro lado, esa corriente de agua, que pasa a través de la membrana, adquiere las mismas condiciones de presión que la salmuera que hemos alimentado. De tal forma que, sin yo necesitar ningún bombeo adicional, produzco energía porque adquiere las mismas condiciones simplemente por pasar a través de esa membrana, por osmosis directa. Es lo que se conoce como energía azul, es la producción de energía a partir de dos corrientes de diferente potencial osmótico. Ese es uno de nuestros proyectos, el aprovechamiento energético de la salmuera.
-¿Alguna otra innovación que se esté desarrollando?
Sí. Hay otra serie de proyectos también encaminados a la reducción del consumo específico, reducción o mitigación del impacto medioambiental encaminados a la descarbonizacion. Y luego, por ejemplo, en el desarrollo de pretratamientos más eficientes. Al final, en una desaladora, el pretratamiento es una fase fundamental, porque lo que hace es preparar el agua para que pase por las membranas. Entonces, en esos pretratamientos lo que vamos buscando es que sean cada vez más adaptables a las calidades de agua que se alimentan del agua de mar, que sean flexibles y que tengan un menor impacto sobre el medio ambiente. Nosotros, por ejemplo, en GS Inima, estamos trabajando en un proyecto, que es el proyecto ROWSIP y se trata de eso, de buscar un pretratamiento que sea adaptable, que sea flexible, que sea robusto y que evite paradas de plantas, por ejemplo, con las famosas mareas rojas. Y es que cuando se produce una marea roja, hay veces que la planta no está dimensionada para afrontarlo, porque son muy cambiantes. De tal forma que lo que estamos buscando es un pretratamiento que sea capaz de adaptarse a esas condiciones, que no son continuas, a lo mejor pasa una vez al año, dos veces al año o no pasa. Pero tenemos que ser capaces de que la planta lo pueda afrontar, que sea una planta robusta, sea adaptable y luego, mitigar lo que llamamos el impacto ambiental. O sea, ser más eficientes energéticamente, disminuir el vertido de salmuera y estamos trabajando en eso. Entonces, ¿cuáles son los caminos en la innovación? Yo creo que son disminución del consumo energético, valorización económica de la salmuera, la parte también energética y bueno, innovar en cuanto a equipos, procesos y aquí hay mucho trabajo y mucha innovación en la parte del pretratamiento. Son varias líneas y muy relacionadas entre sí, porque al final, si yo consigo en mi tratamiento ser más eficiente, voy a conseguir reducir el consumo especifico de las plantas. Si yo consigo ser más eficiente en mi pretratamiento, voy a mitigar el impacto del vertido de la salmuera. Si yo consigo valorizar mi salmuera, voy a tener un beneficio, por ejemplo en la producción de energía azul. Está todo muy relacionado.
-¿Y qué plazos manejan para estos proyectos?
En GS Inima estamos trabajando en plantas piloto. Por ejemplo, la planta del FOWE la tenemos en la desaladora de Alicante, en España y la planta del ROWSIP la tenemos en la desaladora de Ensenada, en México. Pero todos nuestros proyectos de I+D+I, en Inima son escalables. Todo lo que hacemos lo diseñamos con equipos comerciales de tal forma que el salto a planta real sea fácil. Y todos los resultados sean extrapolables. Nosotros no trabajamos a escala de laboratorios, sino que trabajamos a nivel semi industrial para que de tal forma que cualquier cambio, cualquier innovación, la podamos aplicar de manera inmediata en nuestras plantas.