¿Qué factores influyen para que la recolección y el reciclaje de los residuos sólidos domiciliarios sea más eficiente?
Cerca del 40% de los residuos que se producen en Chile provienen de los hogares, y de ese total solo un poco más del 1% se recicla. Frente al desafío que plantean estas cifras y normativas como la Ley REP, adquiere gran importancia la forma de recolección para lograr rescatar el mayor porcentaje de material valorizable contenido en ese 40%. El investigador de CEDEUS Nicolás Valenzuela ha realizado diversos estudios -nacionales e internacionales- al respecto y explica algunas de sus conclusiones en este artículo donde, además, se recogen las experiencias de Viena (Austria), Cataluña (España), Peñalolén y Vitacura (Región Metropolitana) desde la voz de sus protagonistas.
La gestión de los residuos sólidos domiciliarios (RSD) es desde hace unas décadas un tema central para los gobiernos a nivel mundial por diversas razones, como la escasez de suelo para más rellenos sanitarios. Pero, sobre todo, porque la mayoría de estos residuos aún son útiles y su reciclaje es indispensable para reducir el impacto ambiental. En el caso de los residuos orgánicos, mediante el compostaje, y en cuanto a los otros materiales (vidrio, papel, plástico, metales, etc.), a través de su valorización, que evita el uso de material virgen y en muchos casos reduce los costos de producción.
A nivel mundial hay casos ejemplares, como Austria, con una tasa de 63% de reciclaje de RSD, y Alemania, con 62%. En la Unión Europea, la meta para 2025 es superar el 55% en cada uno de sus 27 países miembros. En América Latina, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) actualizados a 2021, la tasa promedio no supera el 4,5%. En Chile, esta cifra es de solo 1% (MMA, 2018).
Para optimizar el reciclaje de los RSD se debe realizar lo que se conoce como recolección diferenciada domiciliaria, que consiste, a grandes rasgos, en no mezclar lo no reciclable con lo reciclable y, en este caso, no mezclar orgánico con no orgánico. Existen múltiples formas de hacer esta recolección y “la clave es la flexibilidad y adecuación”, subraya Nicolás Valenzuela Levi, investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) de la UC y la UdeC.
Una de las principales líneas de investigación de Valenzuela ha sido la gestión de residuos y, a modo de contexto, comenta que “en Chile hay experiencias de recolección diferenciada domiciliaria desde hace varios años, pero ninguna masificada; no tenemos una cobertura muy importante en el país (…) hay experiencias piloto, casos excepcionales”.
Asimismo, el investigador de CEDEUS y académico en la Universidad Técnica Federico Santa María (USM) sostiene que si bien la ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP, N°20.920) es un avance en la materia, aún falta mucho por hacer. Dicha ley, como lo dice su nombre, establece la responsabilidad de los productores e importadores en la correcta gestión de los residuos que generan los productos comercializados en el mercado nacional; para ello, deberán contar con Sistemas de Gestión que permitan coordinar la recolección, almacenamiento y reciclaje, así como garantizar la trazabilidad de este proceso. Mediante decretos se están estableciendo las metas de valorización por material, de un total de siete productos prioritarios indicados en la ley.
El primer decreto aprobado se refiere a envases y embalajes, residuos con un gran volumen a nivel domiciliario, y comenzará a regir plenamente en un año más. En este contexto, a principios de agosto fue autorizado el funcionamiento del primer Sistema de Gestión para hacerse cargo de este material prioritario. Se trata de ReSimple, que el último tiempo ha realizado pilotos de recolección diferenciada domiciliaria en Providencia, Quilicura y Colina; el sistema pilotado consiste en el retiro casa por casa de todos los envases y embalajes valorizables, que luego son llevados a la planta de separación
Lomas Los Colorados de KDM, para su posterior reciclaje. En el caso de los edificios, el retiro se hizo desde contenedores (ubicados junto a los edificios) donde las personas debían dejar sus reciclables.
Una de las vecinas que participó en un piloto en Quilicura, Virginia Daza, describe así el sistema: “Cada miércoles, a partir de las ocho de la mañana, pasaba por cada casa el camión recogiendo el plástico, cartón, botellas plásticas, tetra pak y latas que separábamos (…). El encargado de la visita pesaba y anotaba la cantidad de material en una planilla y luego lo vaciaban al camión”.
Esta manera de gestionar se inspiró en el modelo de Viena (capital de Austria), donde la compañía municipal WKU está a cargo de todos los residuos, es decir, no solo materiales reciclables, sino también orgánicos y fracción resto (lo que no se puede reciclar). Uno de los especialistas de WKU, Hermann Koller, cuenta que funcionan con 280 camiones, poseen 13 estaciones de reciclaje y una planta de compostaje. Esto les permite alcanzar tasas de recuperación superiores a 60%. “Se requiere una combinación equilibrada de diferentes medidas y opciones de tratamiento de residuos para cumplir los objetivos establecidos por la ley y llevar a cabo las operaciones de manera eficiente, en lo ambiental y económico”, señala Koller.
Otro modelo internacional interesante es el de Inglaterra (tasas sobre 55%), señala el académico Nicolás Valenzuela quien, además de investigar cómo funciona, lo experimentó como ciudadano, mientras estudiaba en la Universidad de Cambridge (MPhil en Development Studies, y PhD en Land Economy).
“La experiencia en el mundo está asociada a reducir no solo los residuos, sino que también la huella de carbono y, por lo tanto, se considera los recorridos de recolección como algo que más bien es necesario disminuir. (…) En Inglaterra, por ejemplo, pasan a buscar los reciclables una vez a la semana y los residuales -los no reciclables-, una vez cada dos semanas”.
Al respecto, Valenzuela menciona el sistema que desde hace once meses están probando en la comuna de Vitacura, que incluye una frecuencia alta de camiones de recolección, debido a que se destina un vehículo para cada uno de los materiales que se retiran y que deben ser separados en las casas: vidrio, papel y cartón, plástico y PET; hay un cuarto camión que retira material mezclado (que va a relleno sanitario). Según datos del municipio, este sistema les ha permitido triplicar la cantidad de reciclado.
“Más camiones, por cantidad de kilómetros recorridos, inevitablemente significa más contaminación, porque funcionan a diésel”, comenta Valenzuela. Pero, añade, hay otras razones para reducir la frecuencia de recolección: “La evidencia científica establece que se recicla más donde las frecuencias de recolección del mezclado (el que va al relleno), es menor. Esto tiene dos causas; primero, que si reciclo más material es menos el que va al vertedero; y segundo -esto está bastante estudiado-, restringir un poco la recolección de mezclado es uno de los principales incentivos para que las personas reciclen de verdad”.
No obstante, en este punto, el investigador de CEDEUS hace ver un “choque cultural” en Chile, donde, por una parte, “hay una presión muy fuerte a las alcaldesas y alcaldes para que recojan la basura lo más seguido posible”, y por otra parte, “hay una situación concreta social, que para tener menos frecuencia de recolección tiene que haber un espacio donde almacenar esos residuos dentro del hogar, y en lugares donde hay condiciones de hacinamiento evidentemente es difícil”.
Asimismo, Valenzuela considera que el modelo de Vitacura “es difícil de replicar por un tema de los recursos disponibles; en el resto del país los municipios no tienen los recursos que tiene Vitacura”.
Consultada sobre este punto, la alcaldesa de dicha comuna, Camila Merino, dice que “todo el trabajo de separación queda radicado en los mismos vecinos, trabajo clave para poder realmente reciclar. Y esa base por tanto no solo la puede implementar Vitacura, sino que ya la tienen otras comunas con distintas realidades, sin perjuicio de cómo tengan contratado los servicios de recolección, ya sea con empresas, recursos propio o recolectores de base, y por lo mismo se puede replicar también en otras comunas”.
La alcaldesa agrega que “con la implementación de la Ley REP, todas las comunas de Chile deberían tener acceso paulatino al financiamiento suficiente para implementar modelos de reciclaje efectivo”.
Al respecto, el investigador de CEDEUS explica que lo de la Ley REP no es tan así y desliza una crítica a la normativa: “Es efectivo que si los residuos que se puedan recolectar en una comuna aparecen en la trazabilidad de recuperación a una empresa a través de un Sistema de Gestión, efectivamente va a ir a financiar esa recolección, pero si es más sustantiva la bolsa de basura que sale de una casa de Vitacura que la bolsa de basura que sale de otro lado, entonces va a haber interés en financiar una recolección y no la otra”.
Una de las ventajas que mencionó la alcaldesa Merino en relación al sistema que están implementando tiene relación con la transparencia: “Para hacer seguimiento a la trazabilidad, cada camión nos entrega un documento de respaldo del material entregado en la empresa de reciclaje y, a su vez, esta última nos envía un reporte mensual de la cantidad de material recibido y procesado, asegurando por tanto que el material efectivamente se recicle”.
Al respecto, el académico de la USM señala que teniendo fiscalización y trazabilidad se puede garantizar el reciclaje de los materiales, pero también subraya que “en todos los sistemas de servicio de estas características, que requieren de la participación activa de los usuarios, la credibilidad del sistema es fundamental. Mi mirada sobre lo que está haciendo Vitacura apunta a la credibilidad por parte de los vecinos más que a un problema técnico de la trazabilidad de un sistema”.
“La evidencia científica establece que se recicla más donde las frecuencias de recolección del mezclado (el que va al relleno), es menor. Esto tiene dos causas; primero, que si reciclo más material es menos el que va al vertedero; y segundo -esto está bastante estudiado-, restringir un poco la recolección de mezclado es uno de los principales incentivos para que las personas reciclen de verdad”.
“A la europea” y “a la latinoamericana”
A partir de su experiencia, el investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable subraya que “si uno quiere reciclar más en los residuos domiciliarios necesita tener y acoger la mayor diversidad de barrios, casas y tipos de residuos”. En resumen, dice, es clave la flexibilidad y adecuación.
Añade que es posible esa flexibilidad tanto “a la europea”, como “a la latinoamericana”, y menciona como ejemplo dos casos que ha estudiado detalladamente: Barcelona (Cataluña, España) y Medellín (Colombia).
“Dentro de los municipios metropolitanos de Barcelona está el de Tiana -donde anduve destapando tarritos-, y allí se recogen siete tipos de residuos (…). Algo que me impactó es que tenían lugares para ir a dejar pañales; en el municipio te dan una llavecita para que cada uno vaya a dejar los pañales a una escotilla que debe permanecer cerrada, por los olores y temas sanitarios (…) Son siete tipos distintos… esa es una forma a al europea, todo formal, con el municipio, etc.” En Tiana se logra reciclar el 85% de los residuos.
Desde Tarragona, Cataluña, la experta en residuos y crisis ambiental María Àngels Alió cuenta que el mencionado sistema de recogida selectiva de residuos -denominado Puerta a Puerta (PaP)- se está aplicando desde principios de los años 2000 en municipios pequeños de esa comunidad autónoma española, en su mayoría de carácter rural. Explica que se retiran de forma separada 4 fracciones de RSD que luego son llevadas a las plantas de separación: orgánico, papel, embalajes y envases, resto o residuos propiamente dichos. Esto se asemeja al modelo pilotado por ReSimple con los residuos de Providencia, Quilicura y Colina.
“Las plantas de separación son las encargadas de recibir los camiones que recogen las distintas fracciones en las calles y redistribuirlas a los diferentes canales de tratamiento: el compostaje, el reciclaje y el vertedero. Usualmente son plantas de servicio mancomunado entre diversos municipios y algunas también incorporan pequeñas plantas de compostaje”, señala Alió, subrayando la importancia de estas últimas en el proceso. “La buena planta de compostaje es una planta pequeña donde lo más importante son los operarios y los microorganismos que se encargan de los procesos de metabolización. (…) Se pueden obtener ingresos importantes porque puede venderse un producto (compost) de alta calidad”.
Pasando al modo de reciclaje “a la latinoamericana”, con el caso de Medellín, el experto de CEDEUS hace ver que acá la flexibilidad está dada por las personas que realizan la recolección; mientras que en el ejemplo de Tiana, se refiere a los tipos de materiales.
“En Medellín han logrado cosas bien interesantes, con tasas de recolección en torno al 12 y 14% (en Santiago es de 1%), y la recolección domiciliaria es hecha 100% por cooperativas de recicladores”, explica Valenzuela. Esto se debe, añade, a una situación que se remonta a 1991, cuando hubo un conflicto en Bogotá por una licitación y la justicia determinó que en todos los municipios del país se debía incorporar a los recicladores de base. En el caso de Medellín, comenta, las cooperativas ganan por el reciclaje y, además, porque se les entrega una parte del cobro de los derechos de aseo de la ciudad completa.
Este modelo es semejante al Reciclaje Inclusivo implementado por la municipalidad de Peñalolén desde hace más de diez años. Según explican desde la alcaldía, los recicladores de base van casa por casa en rutas de reciclaje definidas y coordinadas por el municipio retirando papel, cartones, plásticos PET y aluminio, reduciendo el peso por kilo de residuo recolectado.
“Con ese trabajo, los residuos pasan a un acopio intermedio, que pertenece a los puntos verdes que tenemos en la comuna, donde se almacenan grandes cantidades de este material para ser comercializado”, señala la alcaldesa Carolina Leitao, quien acaba de asumir la presidencia de la Asociación Chilena de Municipalidades.
La cobertura llega a más del 10% de los hogares de la comuna, equivalente a 7.146 familias en cerca de 100 rutas de reciclaje. “De esta forma hemos logrado recuperar, pese a la pandemia, más de 1.800 toneladas de residuos durante 2021, generando una valorización monetaria mensual aproximada de 33 millones de pesos, monto percibido por los recicladores de base”, precisa Leitao.
Frente a estas experiencias, así como a los diversos estudios que ha realizado, el investigador Nicolás Valenzuela menciona al menos dos conclusiones importantes. La primera es que “el hecho de tener una recolección diferenciada casa a casa aumenta significativamente los logros comunales en materia de reciclaje, o sea, es una cosa deseable”, y la segunda es que “mientras más tiempo lleva un sistema municipal en Chile, más se logra reciclar, independiente de cómo sea el sistema, porque se necesita que estas cosas maduren, que la gente aprenda, y que los servicios se vayan perfeccionando”.