“Incluir los textiles en la Ley REP visibiliza a Chile como un actor global en la industria de la moda circular”
La experta en sustentabilidad Catalina Giraldo considera que uno de los principales desafíos a nivel local está relacionado con el diseño de la ropa. Además, en esta entrevista con País Circular analiza diversas iniciativas y avances que se están verificando en el país en relación a las cadenas de valor de la ropa. La especialista, quien es directora técnica de la consultora Cadenas de Valor más Sustentables (CAV+S), menciona, por ejemplo, las tendencias de arriendo de vestuario o los talleres para reparar y extender la vida de las prendas. “La moda circular nos invita a darle mayor sentido a nuestra forma de vestir”, subraya.
Catalina Giraldo es colombiana, de Medellín, “la ciudad de la eterna primavera”, dice; lleva más de diez años en Chile, donde actualmente es directora técnica de la consultora Cadenas de Valor más Sustentables (CAV+S), que presta asesoría en materia de producción responsable, consumo responsable y economía circular.
Ingeniera Ambiental y Master en Gestión de Flujo de Materiales, Giraldo ha dedicado su carrera a impulsar proyectos de sustentabilidad durante casi dos décadas, primero vinculada al sector agroalimentario y, desde hace siete años, al sector de la moda, de la mano de una importante cadena de retail chilena.
Es así como tanto ella como CAV+S se han transformado en líderes en materia de moda circular, un ámbito con enormes desafíos, en un contexto donde esta industria ha quedado al debe en el cuidado medioambiental.
Al respecto, Giraldo es optimista y cree que, en el caso de Chile, “estamos en un punto de inflexión y muchos consumidores se están preguntando y optando por una moda más circular (…) Creo que lo que ocurrió en el desierto de Atacama, donde se visibilizó una crisis por toneladas de ropa desechada, generó un cambio de conciencia en los chilenos, nos tocó muy cerca”.
-¿Por qué apuntar a cadenas de valor sustentable?
Existen muchos matices para abordar la cadena de valor. Llegamos a este concepto porque nos dimos cuenta de que solo una etapa per se de la producción no era suficiente para ver la globalidad de lo que implica sustentabilidad. Tradicionalmente uno se enfocaba en una empresa, puertas adentro, sin ver las consecuencias de, por ejemplo, colocar un producto en el mercado. La intención de encontrar una respuesta más holística de la sustentabilidad fue lo que nos motivó a avanzar hacia cadenas de valor sustentable.
-La industria de la moda ha sido cuestionada por prácticas poco sustentables, no solo con el medio ambiente, sino también socialmente, ¿cómo se enfrenta este desafío?
Efectivamente, se han visibilizado las falencias de esta industria por diversos eventos específicos, como lo ocurrido en el desierto de Atacama, o el incendio de una fábrica textil en Bangladesh en 2013. Y por esto la industria de la moda está siendo muy cuestionada por algunas prácticas sociales y ambientales.
Es interesante el desafío de trabajar en la moda porque claramente está siendo muy cuestionada, entonces debemos generar ideas, crear nuevas formas de pensar el enamorarnos de nuestra manera de vestir, cómo darle un mayor sentido, una mayor pertenencia para que no sea un bien desechable, sino que sea algo que en realidad apreciamos, valoramos y, por tanto, cuidamos y, de esa forma, cuidamos el planeta.
-Las últimas décadas la tendencia a ha sido el fast fashion, o una moda prácticamente desechable, ¿cómo se puede enfrentar ese modelo?
Se trata de un aprendizaje progresivo. Por lo general la industria va visibilizando diversos aspectos y hoy hablamos de circularidad. Es decir, no algo lineal de producir, consumir y desechar, sino algo que va girando sobre un mismo eje.
Entonces, la moda circular nos invita a darle mayor sentido a nuestra forma de vestir, por ejemplo, teniendo productos de calidad, personalizando los productos o, si ya no lo quiero definitivamente, cómo lo reincorporo a otros ciclos a través del arriendo, la donación o la reparación.
Te cuento que, precisamente, en estos días acabo de reparar una falda que tenía rota y le di un look super lindo, mejor que el que tenía antes. Como esa falda tiene valor para mí, pude extender su tiempo de vida. De eso se trata, de cómo extiendo el tiempo de vida de este producto lo que más puedo. Este proceso se inicia desde la compra, es decir, que sea de buena calidad, que me garantice una buena duración y que, además, sean muy versátiles, que se puedan usar en invierno y verano, lo que me permite un mayor uso. También cuando uno siente cierto afecto por alguna ropa, que define mucho lo que soy yo, entonces cómo la puedo reparar.
Desde la compra tomo una decisión inteligente en qué es lo que adquiero, bajo qué motivaciones y, posteriormente, el uso que le doy a esta prenda, que sea apropiado desde el cuidado y, cuando va teniendo un desgaste natural, cómo puedo arreglarlo para extender su vida, o se lo regalo a alguien o hago que rente o puedo hacer que se recicle.
Este producto tengo que verlo como un recurso valioso que estoy usando, ese es el concepto de la moda circular.
-Eso es a nivel del uso personal, pero ¿cómo se hace a nivel de empresa?
Hay un desafío gigante porque, claramente, en el caso del retail el propósito es vender un producto, pero en el caso de Paris, con quienes venimos trabajando hace varios años, cuando iniciamos ciertos programas nos dimos cuenta de que había un camino interesante que iba por la calidad del producto. Entonces, hubo que pensar de qué manera avanzar hacia una cadena de valor que ofrezca un producto de calidad, pero que además las condiciones sociales de esa cadena de valor respetan las buenas prácticas laborales, es decir, que no exista ningún tipo de trabajo forzoso, infantil o denigrante.
En este proceso hubo un aprendizaje muy interesante porque los mejores productos venían, precisamente, de fábricas que eran las que tenían mejores estándares laborales. Ese fue uno de los caminos que eligió Paris porque ahí también nace la moda circular.
Posteriormente, la empresa también ha avanzado a iniciativas muy innovadoras de alquilar, intercambiar, etc., y este es finalmente el camino a la circularidad. Hay algo que también Paris ha trabajado con el acompañamiento que hemos brindado, y es justamente el poner algunos atributos de sustentabilidad en la ropa, y avanzar asimismo implementando prendas, por ejemplo, de poliéster reciclado o de algodón orgánico, de materialidades que son muchísimo más nobles en comparación con su equivalente convencional.
Para la circularidad hay un largo camino, porque es llegar a que 100% de la ropa o de los productos que se ponen en el mercado se garantice que se puedan circular, o que vengan de una fuente que ya tuvo un uso, entonces ese es un gran desafío. Lo interesante es que hay empresas que están optando por ese camino, que están avanzando en implementar e incorporar en su modelo de negocios las estrategias de circularidad.
-Una de las etapas de la circularidad es el reciclaje de los materiales, que en el caso de los textiles es bastante complejo por las mezclas y componentes químicos, ¿qué avances hay al respecto?
Recientemente estuve revisando los avances sobre este tema en la Comunidad Económica Europea, donde están explorando el mercado europeo para el reciclaje de ropa, porque se trata de un desafío global. Es un gran tema, porque hay diferentes formas de reciclar, mecánico, químico, etc., pero no es algo resuelto. Por ejemplo, en el último informe sobre este tema que hizo la Fundación Ellen MacArthur -líder mundial en economía circular-, en 2015, dice que solo el 1% de la ropa se vuelve ropa. En el caso de Chile hay algunas iniciativas que son muy destacadas, como Ecocitex -hilados de textil reciclado- y Ecofibra -paneles de aislación hechos con residuos textiles-.
Hay que avanzar más en este punto para que no signifique una pérdida del valor del recurso; es ahí donde hoy tenemos un tremendo desafío a nivel mundial.
No obstante, no debemos perder de vista que desde la economía circular este es el último eslabón que se quisiera tener. Antes hay otras acciones que debemos fomentar; el reciclaje debería ser lo último.
-Lograr esas otras acciones implica un cambio cultural, sobre todo en una sociedad que se ha acostumbrado a la moda rápida, barata, traída de China, ¿cómo se hace ese cambio?
Efectivamente hay que educar y crear conciencia. Sin embargo, creo que en Chile estamos en un punto de inflexión, porque sí hay muchos consumidores que se están preguntando (…) Lo que ocurrió en el desierto de Atacama nos tocó de muy de cerca.
Respecto a la ropa de China, hay un estigma sobre la calidad, se cree que todo es de mala calidad. Sin embargo, hemos podido visitar fábricas en China, India, Bangladesh, conocer de primera mano sus procesos, hablar con los trabajadores, y ahí uno se da cuenta de que hay todo tipo de calidades y depende del precio. Es decir, la calidad la pone el precio.
“Es interesante el desafío de trabajar en la moda porque claramente está siendo muy cuestionada, entonces debemos generar ideas, crear nuevas formas de pensar el enamorarnos de nuestra manera de vestir, cómo darle un mayor sentido, una mayor pertenencia para que no sea un bien desechable”.
-¿Traer la ropa desde esos países supone también una mayor huella de carbono?
La mayor parte de los traslados se hacen en barco. Un aspecto interesante sobre este punto es la medición de esa huella para saber y transparentar esas cifras. En el caso de Paris, recientemente han estado trabajando en un proyecto de trazabilidad que busca cuantificar la huella en el transporte de los productos; están trabajando en trasparentar esos datos.
-¿Y en relación con el uso del agua?
También se está avanzando, principalmente en mejorar la eficiencia en el uso. Por ejemplo, la jeanología, que busca implementar tecnologías para la producción de jeans con un uso mucho más eficiente del agua.
-¿Cuál diría que es el principal desafío local para avanzar a una industria de moda más sustentable?
Hay algo fundamental que es el diseño. Esto es algo muy relevante y no pasa solo por elegir los materiales, ver el origen de los materiales, sino también es ver cómo hago la composición de estos materiales para que el producto que ponga en el mercado se integre adecuadamente a los ciclos -biológicos y técnicos- de Chile. Dentro de este desafío hay un componente importante que tiene relación con elegir materiales que sean locales; hay una industria local que está emergiendo que valdría la pena empezar a incorporar a todos los diseños; tal vez rescatar a tradición que tenía el país en textiles de buena calidad.
Y también hay un gran reto que está relacionado con la Ley REP (Ley de Responsabilidad Extendida del Productor). Hay pocos países que tienen esa normativa en curso; ya tenemos una experiencia en envases y embalajes, y estamos empezando a pensar cómo va a afectar a la industria de la moda, gracias a que los textiles se incorporaron como uno de los productos prioritarios de esta normativa. Esto tiene que impactar definitivamente en el diseño, se incentiva mucho el monomaterial (algodón, poliéster, etc., que tenga una composición); porque eso facilitaría el reciclaje.
La ley REP viene a visibilizar a Chile como un actor global en la industria de la moda circular. La decisión de incluir los textiles en esta ley de fomento del reciclaje nos pone en la vanguardia en esta temática.