Premios CES 2020: el podio de los edificios más sustentables de Chile
En Puerto Montt, Limache y Vilcún se encuentran los inmuebles de uso público que obtuvieron los tres primeros lugares de la segunda versión del premio que otorga la Certificación Edificio Sustentable (CES) a través de la evaluación por puntaje de distintos parámetros. El foco del galardón está puesto en resaltar la etapa de diseño de cada proyecto, de tal suerte que cumpla los requisitos de eficiencia energética, confort térmico pasivo, iluminación natural, entre otras. “Los tres proyectos ganadores responden al espíritu de la certificación”, dice Hernán Madrid, jefe de CES.
De forma virtual, como ya es costumbre en estos tiempos de pandemia, se dieron a conocer los ganadores de los Premios CES 2020, convocados por la Certificación Edificio Sustentable, que evalúa, califica y certifica el comportamiento ambiental de edificios de uso público en el país, tanto nuevos como existentes.
En particular, los Premios CES tienen por finalidad distinguir a aquellos edificios o proyectos de más altos puntajes en la escala de certificación nacional, en base al cumplimiento de ciertos parámetros de diseño y/o construcción sustentable.
En esta segunda versión del premio, el primer lugar de la categoría Certificado (es decir, de edificios terminados) recayó en el edificio de la Comunidad Terapéutica Drogodependientes-Centro Clínico y Comunitario UACh de Puerto Montt, impulsado por el Club de Leones Puerto Montt-Angelmó. Segundo resultó la Tercera Comisaría de Limache y cerró el podio la Escuela Cantino de la Municipalidad de Vilcún. En la categoría Precertificado (proyectos aún en curso), mientras, fueron reconocidos, en orden descendente, la reposición del terminal de buses Hualquin, de la Municipalidad de Teodoro Schmidt; el Cuartel BICRIM de la PDI en Huechuraba; y la Piscina Temperada de Talca.
En el primer y tercer puesto de la categoría Certificado participó como asesor el director ejecutivo de Serrago Consultores, Rodrigo Escobar, quien cuenta que abordó ambos proyectos “en etapas distintas. En el caso de la Escuela Cantino de Vilcún, nos contactó la empresa constructora a cargo del proyecto, y la estrategia fue evaluar la información que el asesor de precertificación había conseguido y nosotros tratar de optimizarla. Tratar de certificarla de nuevo a través de la implementación”.
En cambio, agrega Escobar, “el proyecto ganador de Puerto Montt fue un trabajo completo, desde la etapa de diseño. La oficina de arquitectura del Centro Clínico y Comunitario UACh nos contactó para asesorarlos desde antes de la etapa de precertificación. Tomamos decisiones respecto de iluminación natural, confort térmico pasivo, envolvente térmica, tipos de cristales para performance acústica”.
El edificio puertomontino que obtuvo la más alta distinción es un espacio de más de 800 metros cuadrados que atiende de manera ambulatoria intensiva a personas con problemas de drogadicción, por lo que se requiere un confort térmico óptimo. A pesar de la pandemia, todos los miércoles reciben solicitudes de atención. De acuerdo a la reseña sobre el puntaje alcanzado, el Centro Clínico y Comunitario UACh obtuvo 63,5 puntos de 100 posibles, y se caracterizó por el aumento significativo del confort térmico pasivo, con un 23% de reducción de horas de disconfort; un 76% de la superficie con iluminación natural; y una reducción de las demandas de energía para calefacción e iluminación, superior al 80%.
“El proyecto de Puerto Montt y el de Vilcún tienen fines educativos, allí están usuarios que necesitan la concentración y el aprendizaje. Si bien los tomé en distintas etapas, involucraba algo parecido: asegurar el óptimo comportamiento que incide en el confort de los usuarios”.
El arquitecto del inmueble ganador fue Gabriel Muñoz, quien con M&H Arquitectos diseñó el proyecto según las directrices de los mandantes Club de Leones Puerto Montt-Angelmó y UACh. “Fue un reto súper importante y de mucha responsabilidad. La idea era que el edificio incorporara en su diseño el tema de cómo generar ahorro gracias a la construcción. Nos enfocamos en analizar los sistemas constructivos que optimizaran el edificio por sí mismo. Estos sistemas constructivos fueron consensuados de forma interdisciplinaria: participaron un constructor, un profesional acústico, la oficina de arquitectura y el asesor Rodrigo Escobar nos parametrizaba, nos daba tips sobre cómo las envolventes podrían generar un confort interior”, cuenta Muñoz, magíster en construcción sustentable y eficiencia energética.
Lo más importante, para el arquitecto del Centro Clínico y Comunitario UACh de la capital de la Región de Los Lagos, fue el diseño pasivo, que consiste en que “el sistema constructivo debe privilegiar su desarrollo de manera natural, sin la necesidad de montar equipos mecánicos. Lograr un confort y estándar superior que permiten una habitabilidad superior al usuario”, agrega Muñoz.
Según el asesor Rodrigo Escobar, tanto este proyecto como el de la Escuela Cantino de Vilcún responden a propósitos educativos, por lo que es relevante dotarlos de altísimas condiciones de habitabilidad por el tipo de personas que acogen estos desarrollos. “Ambos proyectos tienen fines educativos, allí están usuarios que necesitan la concentración y el aprendizaje. Si bien los tomé en distintas etapas, involucraba algo parecido: asegurar el óptimo comportamiento que incide en el confort de los usuarios”, reseña Escobar.
En efecto, el tercer lugar de los Premios CES en la categoría Certificado, la Escuela Cantino, es un establecimiento de más de 750 metros cuadrados de superficie construida y logró 61,5 puntos de 100 posibles durante el proceso de certificación. En términos de sustentabilidad destaca su gran aporte de iluminación natural, con un 97% de la superficie en condiciones para operar solo con luz natural; el alza de los niveles de ventilación en las salas con sistema mecánico; y una reducción superior al 75% de las demandas de calefacción e iluminación. La escuela -diseñada por el arquitecto Jaime Gatica- terminó de construirse en noviembre de 2019 y estuvo en funcionamiento hasta que la cuarentena por la pandemia obligó a la suspensión de clases durante los primeros meses de 2020.
“Los ganadores reflejan bien el espíritu de la certificación y tienen algo particular: no son edificios llamativos, sino que privilegian tener un buen diseño, adaptado, que responden a las características del clima y del diseño pasivo. No es necesario tener un edificio de última tecnología”.
El universo de edificios certificados
Hernán Madrid, jefe de Certificación Edificio Sustentable, explica que en la evaluación de los Premios CES no hay un jurado propiamente tal, sino que se rige por la escala de puntaje. Dice que los tres proyectos ganadores en la categoría Certificado corresponden a los puntos obtenidos durante 2019, solo que se entregan en 2020. De un universo de 15 proyectos, los tres edificios terminados fueron los que obtuvieron mayor puntuación. En tanto, en la categoría Precertificado participó un universo de 41 proyectos.
Según agrega Madrid, el premio busca reconocer las contribuciones que hacen los proyectos desde la perspectiva del diseño, es decir, desde el principio. “Hacemos una diferencia importante en términos de estrategia, condiciones de diseño, elementos de protección solar, condiciones de aislación térmica. El énfasis es el diseño de arquitectura y que éste requiera menos recursos para consumir”, cita el jefe de CES.
El otro punto que aborda, desde un plano más secundario, es la instalación, o sea, los equipos que luego se incorporan para proveer la diferencia de energía. Relativo a este punto, tanto el primer como el tercer lugar de la categoría Certificado cuentan con sistemas de calefacción de bajo impacto ambiental, lo que trae beneficios tanto a los usuarios de los inmuebles como a las comunidades aledañas.
Mientras el Centro Clínico y Comunitario UACh de Puerto Montt cuenta con un sistema de bomba de calor aerotérmica de bajo impacto, en la Escuela Cantino de Vilcún utilizan pellet. De esta manera, en zonas tan afectadas por el uso indiscriminado de la leña estos edificios contribuyen a la tarea de mitigar la contaminación atmosférica.
“En estas zonas climáticas de tanto frío es muy difícil llegar a un estándar pasivo. La certificación CES vive un momento clave, es importante masificar este tipo de edificios que tienen bajo impacto y bajo consumo. Estos edificios ganadores llegaron a mostrarse como ejemplos dentro de la comunidad”, asegura Rodrigo Escobar.
Hernán Madrid, jefe de CES, coincide con Escobar en que la certificación es una herramienta importante para promocionar los edificios de uso público sustentables en Chile. Según explica Madrid, los edificios pueden manifestar desde un principio su intención de certificarse. Existen distintas modalidades, según la etapa: desde su implementación en 2016, la certificación CES ha acogido, hasta la fecha, 240 proyectos inscritos, 192 precertificados y 41 edificios terminados en Chile.
Madrid añade que los proyectos que terminaron en el podio en la categoría Certificado “reflejan bien el espíritu de la certificación y tienen algo particular: no son edificios llamativos, sino que privilegian tener un buen diseño, adaptado, que responden a las características del clima y del diseño pasivo. No es necesario tener un edificio de última tecnología”.
Según Gabriel Muñoz, arquitecto del proyecto puertomontino triunfador, el principal obstáculo para masificar los edificios sustentables por todo Chile es el desconocimiento, ya que “los propietarios piensan que el costo de inversión en esta temática es muy alto. Pero nosotros les transmitimos que no es tan así, que es relevante generar un trabajo interdisciplinario previo para que eso no ocurra”.