La ciudad como “bosque urbano”: reciclaje de papeles y cartones como materia prima para nuevos productos de cartón impulsa la economía circular en Latinoamérica
Para los expertos, en el avance de la economía circular será clave el reemplazo de materias primas por material reciclado. Eso es lo que hace en Argentina Papelera del Sur, que remplazó más del 80% de su materia prima virgen por cartones, diarios y envases de cartón de Tetra Pak reciclados desde las ciudades para fabricar cartulina para nuevos productos, evitando la tala de 17 árboles por cada tonelada de éstos. El rol de la industria en el diseño de envases para facilitar esta tarea, de la normativa y el papel de los ciudadanos en el avance de la economía circular en la región fue analizada por cuatro expertos de Argentina, Uruguay y Brasil.


En la adopción de la economía circular, el rol que juega la industria de los envases es fundamental. No solo porque se trata de un producto de consumo masivo, que cada día llega a millones de hogares, sino porque es, al mismo tiempo, una de las industrias que ha tomado el liderazgo en la adopción de esta tendencia. El ecodiseño, el análisis de ciclo de vida, y la búsqueda de soluciones con material reciclable y más fáciles de recolectar son parte de las herramientas que al día de hoy presentan un mayor avance.
Estas acciones, así como el rol que juega la industria en la asociación con recicladores de base y en la creación de una infraestructura de reciclaje, fueron parte de los temas que cinco expertos de la región analizaron en el seminario web “Envases y economía circular, una mirada desde Latinoamérica”, organizado por País Circular y Tetra Pak, en conjunto con Co Creando Conciencia, de Argentina.
Y en esta tarea, dicen los expertos, un factor clave será el reemplazar materias vírgenes en la producción de envases por material reciclado. Eso es lo que hace la empresa Argentina Papelera del Sur, que cada año produce 100 mil toneladas de cartulinas para la fabricación de envases, de las cuales el 80% de ellas está compuesta por papeles reciclados, entre ellos cartones, diarios y envases de cartón de Tetra Pak, con una capacidad de reciclar 80.000 toneladas de fibras anuales.
Y para cerrar por completo los loops de la circularidad, los desechos de la pulpa generada para fabricar las cartulinas se llevan a un domo donde se produce biogás para generar energía, mientras que el polialuminio proveniente de los envases de cartón para bebidas se compacta y con el se abastece a clientes y fabricantes de paneles y techos fibroplásticos. “De esta manera cerramos también otro circuito de economía circular, con un caso de aplicación práctica de todos los residuos”, dice Ramiro Paiz, gerente de logística y abastecimiento de Papelera del Sur.
La clave para esto, dice Martín Manfredi, gerente de desarrollo e innovación de la misma empresa, es reemplazar la materia prima virgen que proviene de plantaciones de bosques, por la que se encuentra a diario -y por miles de toneladas- en lo que denominan “bosques urbanos”. Es decir, papeles, cartones y envases de cartón larga vida que están en las calles y los hogares de cada ciudad, que se recolectan desde puntos limpios, sistemas de reciclaje domiciliario y otras cadenas de reciclaje para reutilizarlos como insumos para un nuevo proceso. “Nuestro desafío es aprovechar al máximo el potencial de estos bosques urbanos, para convertir esas fibras recuperadas en un bien útil para la comunidad. El papel ya se encuentra ahí, no sería lógico no utilizarlo”, dice Manfredi.
Las cifras son elocuentes: por cada tonelada de papel recuperado desde las ciudades se evita la tala de 17 árboles, se dejan de consumir 73 metros cúbicos de agua, se ahorran 5.000 kw/h de energía y se evita que miles de toneladas de residuos terminen enterradas en un relleno sanitario.

Incrementar el reciclaje y mejorar el diseño de envases
Un claro ejemplo de economía circular que también se puede encontrar en países como México y Brasil “Los avances en esta materia no son iguales en los distintos países de la región”, dice Valeria Michel, directora de Sustentabilidad de Tetra Pak para el Cono Sur.
“En Brasil -agrega- tenemos una cadena desarrollada de reciclaje, pero necesitamos un incremento en la conciencia de los consumidores para separar los materiales para la recolección, y lo mismo ocurre en algunas regiones de Argentina. En el caso de Chile, aún necesitamos incursionar más y fomentar el desarrollo local de capacidad recicladora. Entonces, las realidades son diferentes, pero hay algo en común a todos los países: los productos finales del reciclaje tienen que tener valor agregado, porque esto ayuda a traccionar toda la cadena. Y esta es una de las cosas que trabajamos fuertemente en Latinoamérica, donde tenemos alianzas con más de 70 recicladores para el post consumo de nuestros envases”.
Hoy la sostenibilidad es un desafío, dice Valeria Michel, porque en el mundo la percepción de valor de las personas está cambiando, lo que requiere pensar nuevos modelos de negocios y mejorar procesos para la disminución de la huella de carbono e hídrica. Y para avanzar en economía circular no basta con reciclar, sino que el diseño del envase es muy importante.
“Nosotros le estamos dando prioridad a los envases renovables. La mayor parte de nuestro envase ya es cartón certificado, que es una fuente renovable, pero también testeamos el cambio del plástico de origen fósil por un plástico renovable proveniente de la caña de azúcar. Otro punto son las bombillas de papel y las tapas sustentables como alternativas ancladas o fáciles de desmontar para facilitar el reciclaje, así como la inclusión de contenido reciclado en envases primarios y secundarios. Tenemos muchos frentes de trabajo y una inversión grande en portafolio a nivel mundial para tener envases más sostenibles. Estas y otras iniciativas están detalladas en nuestra hoja de ruta, disponible en el Reporte de Sostenibilidad de Tetra Pak”, afirma.
“Cada uno puede, en el momento de la compra, elegir envases que sean más sostenibles fabricado por empresas que sean más responsables. También la asociatividad es muy relevante para que se logre realmente una economía circular baja en carbono. Necesitamos alianzas no solo con las empresas y con el gobierno, sino también con la población, para que todos juntos podamos transformar esta realidad”.
El rol normativo de la Ley REP
En el avance de instalar una industria de reciclaje, mejorar el diseño de los envases y darle valor a las materias primas recuperadas, las obligaciones normativas y legales, juegan un rol fundamental. Esto es lo que busca en nuestro país la implementación de la Ley REP, cuyas metas de reciclaje y valorización empezarán a regir formalmente para la industria en 2023.
Pero Uruguay ya lleva camino avanzado en esta materia con una ley ya vigente, y que entrega algunas luces de los desafíos a enfrentar. Allí, se aplican impuestos específicos por toneladas dependiendo de la materialidad de los envases, que según explica Federico Baráibar, director de Cempre Uruguay, operan como “impuestos de disuasión, una especie de prohibición de uso de estos materiales que son los impuestos que están apareciendo en Europa para desestimular su uso, o estimular la migración hacia otros materiales”.
El problema en el sistema uruguayo, plantea, es que hay un sistema general de recolección y valorización financiado por esos impuestos, al tiempo que las empresas tienen su propio sistema de recuperación. Es decir, dos sistemas, financiados por la misma industria, que al final del día terminarán compitiendo por los materiales más fáciles de recolectar y valorizar. A esto se suma que el Estado también incide en las decisiones operativas del sistema.
“El problema de los envases comienza en el diseño de los mismos”, plantea Baráibar, “y sacar de la órbita de las empresas las decisiones vinculadas a ello porque el Estado se hará cargo de la recuperación de los materiales es limitar, o de alguna forma desestimular, la posibilidad de integrar las cadenas de valor donde los materiales de desecho pueden reintegrarse, ya sea en la propia empresa o en cadenas de valor paralelas. La REP por si sola no está logrando estimular de manera adecuada el ecodiseño, y en ello el movimiento en torno a la economía circular es esencial”.
Por ello, plantea, hoy se requiere escalar las cadenas de valor para encontrar soluciones para la valorización. Tradicionalmente se trabaja en la recuperación y clasificación de materiales, pero es importante “trabajar hacia arriba en las cadenas” para que la industria del reciclaje se fortalezca y aumente su capacidad de tomar esos materiales recuperados.
“Es necesario dialogar de manera más cercana con la industria del reciclaje, por qué no asociarse con ellos, donde el propio generador del envase o del material se asocie con la solución al final de la cadena. Después lo que pase entremedio será resorte de las industrias junto con los municipios, pero es una forma para que se reabsorban los materiales en nuestras propias cadenas de valor”, agrega.
“Es necesario dialogar de manera más cercana con la industria del reciclaje, por qué no asociarse con ellos, donde el propio generador del envase o del material se asocie con la solución al final de la cadena. Después lo que pase entremedio será resorte de las industrias junto con los municipios, pero es una forma para que se reabsorban los materiales en nuestras propias cadenas de valor”
Incrementar la cultura circular y el “factor pandemia”
En tiempos de Pandemia, dice Baráibar, hay algunos indicadores en Uruguay que apuntan a una baja en el consumo. En los últimos meses, por ejemplo, las declaraciones de envases puestos en el mercado por la industria cayeron desde 85 mil toneladas anuales a cerca de 72 mil toneladas, principalmente en algunos como las latas de aluminio, tradicionalmente para el consumo de bebidas en la calle o en reuniones. Lo mismo ocurre en casi todos los países de la región, plantea, donde al caer el PIB cae casi automáticamente la producción de residuos en una proporción similar.
Pero al mismo tiempo, agrega, “tener a la gente en la casa más tiempo les da tiempo para clasificar residuos, y repensar que hacer con ellos. Y está demostrado que cuando se empiezan a clasificar residuos en el domicilio, toman más conciencia de qué están consumiendo y generando como residuo, y empieza a bajar su generación. Nosotros estamos aprovechando de fomentar el reciclaje orgánico, porque en la medida que podemos hacer compostaje domiciliario no solamente reducimos la cantidad de residuos que botamos a la basura, y en Latinoamérica puede ser entre el 30% y 60%, sino que además voy a limpiar las otras corrientes de residuos reciclables que no van a estar comprometidas con el orgánico y van a ser más fáciles de recuperar”.
Para Martín Manfredi, hoy es necesario llevar esta conciencia del reciclaje a todos los niveles. Y ello implica, dice, buscar el desarrollo de nuevos materiales de origen natural como almidones o proteínas que al ser incorporados en los envases faciliten esta tarea.
“Hoy toda la industria se está movilizando en este camino, lo que veo es que necesitamos llegar más abajo, a la sociedad, con un cambio cultural. Fomentar la recolección porque eso es un bien para todos, todo puede ser reciclable, pero cada eslabón de la cadena tiene que estar bien aceitado y funcionando para alcanzar ese fin”, plantea.
El consumidor, dice Valeria Michel, tiene también el poder de promover ese cambio. “Cada uno puede, en el momento de la compra, elegir envases que sean más sostenibles fabricado por empresas que sean más responsables. También la asociatividad es muy relevante para que se logre realmente una economía circular baja en carbono. Necesitamos alianzas no solo con las empresas y con el gobierno, sino también con la población, para que todos juntos podamos transformar esta realidad”.