Desde las alturas, Coyhaique se exhibe diáfana en los infrecuentes días soleados de primavera y verano. Flanqueada por el cerro Divisadero, la capital de Aysén disfruta sus días más benignos en este período del año, cuando el frío se vuelve más tolerable. Ese escenario, sin embargo, cambia drásticamente entre abril y septiembre, cuando la ciudad se ve, desde esa misma posición, cubierta por una densa capa de humo que impide distinguir el mínimo rastro.
Todo el paisaje idealizado de la Patagonia se desmorona en esta ciudad durante los meses más crudos. Sin ir más lejos, la capital regional aparece en una deshonrosa posición en el ranking de las ciudades con peor calidad del aire en el planeta. Se trata del Informe Mundial de Calidad del Aire de IQAIr AirVisual, cuya versión 2019 ubicó a la ciudad de marras en el tope de la tabla a nivel de América Latina y el Caribe.
Pero eso no es todo. De acuerdo al mismo documento, 12 de los 15 centros urbanos con mayor contaminación en dicha región son chilenas. Tras Coyhaique figuran Osorno y Padre Las Casas, en el segundo y tercer lugar respectivamente, y luego la comuna de Providencia. Recién hay que revisar la quinta ubicación en el listado para cambiar de país. Dicha posición es ocupada por Toluca, México.
Más o menos rankings, los habitantes de Coyhaique perciben el problema desde hace mucho tiempo. El causante de la polución, tal como ocurre desde Rancagua hacia el sur, es el uso indiscriminado de la leña como elemento de calefacción. De hecho, el humo de la leña proveniente de la calefacción residencial es responsable de más del 90 porciento de las emisiones de material particulado fino (MP2,5) en las urbes situadas entre las regiones de O’Higgins y, precisamente, Aysén.
A este escenario gravísimo se suma el hecho de que los biocombustibles sólidos, entre ellos preferentemente la leña, constituyen la tercera fuente de energía a nivel país. Con su uso se logran temperar dos millones de hogares. Según los cálculos, el mercado de la leña mueve 800 millones de dólares y genera 80 mil empleos, sustancialmente de carácter informal y temporal.
Esta anómala situación se prevé aún más intrincada en el contexto actual de la pandemia del COVID-19, ya que, según estudios de académicos de la Universidad de Chile, las ciudades del sur del país podrían presentar altos niveles de contaminación atmosférica pese a las medidas de confinamiento.
A nivel macro, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) decidió reforzar sus atribuciones fiscalizadoras, pues las medidas exigidas por los planes de descontaminación atmosférica (PDA) -registro de comerciantes de leña y que ésta sea vendida con no más de un 25 por ciento de humedad- no se estarían cumpliendo. En orden a contrarrestar esta irregularidad, la SMA aprobó una resolución que creó un catastro nacional, cuyo plazo para inscribirse vence este 31 de mayo.