Desde el 11 de marzo pasado, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia mundial por Covid 19, los impactos en la economía y la sociedad han sido múltiples, y dentro de ellos las restricciones en el transporte, la movilidad y los viajes han sido uno de los más importantes y de mayor escala. La adopción de medidas para garantizar una movilidad segura en las ciudades impactó y modificó los espacios cotidianos como calles y veredas, los servicios de transporte público y los de movilidad compartida, al tiempo que configuró nuevas tendencias de desplazamiento. ¿Cuánto de ello podrá, o deberá, mantenerse en el tiempo?
Un reciente estudio realizado por para el Comité de Transporte y Turismo del Parlamento Europeo, denominado “Covid 19 y movilidad urbana, impactos y perspectivas”, entrega una mirada de lo que está ocurriendo en ese continente, que ha transitado desde el confinamiento total a las aperturas, las vacaciones de verano y que hoy vuelve a decretar cierres en algunas ciudades ante el rebrote de los contagios. Y, al mismo tiempo, plantea algunos escenarios post crisis.
Uno de los primeros factores a analizar ha sido el “freno” al transporte público ante el alto riesgo de contagio, lo que llevó a muchos países a limitar la capacidad de los vehículos para garantizar distancias seguras, lo que llevó a los ciudadanos a preferir el automóvil, la bicicleta o la caminata.
Según un análisis de informes de tendencias de movilidad de Apple y Google en todo el mundo citado en el informe, que abarcó 62 países y 89 ciudades, el transporte público registró su caída más baja (-78%) en abril, mientras que la disminución en la conducción fue de -65% y de la caminata de -67%. En el caso de Chile, de acuerdo al informe de Google al 11 de septiembre, la movilidad en el transporte público se mantiene en -44% y los desplazamientos hacia lugares de trabajo en -39%.
Tras las reaperturas iniciales, luego de la fase de cuarentenas o lockdowns, se generaron nuevos desafíos en el entorno urbano para garantizar la seguridad sanitaria y el distanciamiento físico, “y a menudo las soluciones probadas durante la emergencia también demostraron ser adecuadas para allanar el camino hacia una movilidad más ‘verde’, como medidas de reducción de velocidad, carriles especiales para bicicletas y calles abiertas para éstas, y la administración de veredas”. Incluso, han surgido iniciativas como la creación de guías abiertas para el diseño de ciclovías temporales en 10 días.
“Sin embargo -agrega el reporte-, los resultados financieros del transporte se han visto profundamente afectados, lo que ha llevado a la UE y a sus estados miembros a actuar mediante medidas de apoyo financiero y de otro tipo”.
Esto ha quedado en evidencia también en Chile. Según publicó El Mercurio hace unos días, el costo promedio por pasajero transportado en la Red Metropolitana de Movilidad (ex Transantiago) paso de $962 en junio de 2019 a $6.294 en junio de este año, lo que llevará el peso del subsidio estatal a un 75% de los costos del sistema. Esto principalmente por la fuerte caída de usuarios: de más de 135 millones de validaciones de tarjetas BIP en buses y metro en junio de 2019 se pasó a 14.8 millones en el mismo mes de 2020.