La catástrofe que durante este inicio de 2020 registra Australia, con más de 8 millones de hectáreas quemadas por incendios forestales, 2 mil viviendas destruidas, 26 víctimas fatales, 480 millones de animales muertos y una columna de humo que llegó hasta Sudamérica, “podría replicarse” en Chile, advirtió ayer el director nacional de Conaf, José Manuel Rebolledo, debido a las condiciones ambientales técnicamente similares que registran ambos países, e incluso con una sequía en territorio nacional aún más grave de la que se registra en el principal territorio de Oceanía.
De hecho, las últimas cifras registradas hasta ayer por Conaf indican que a la fecha los incendios forestales han quemado ya 20.859 hectáreas, un 122% más que el verano pasado y levemente más bajo que el promedio del último quinquenio (-5%), que incluye los catastróficos incendios de la temporada 2016-2017 que arrasaron con casi 600 mil hectáreas y poblados completos.
El alto riesgo de ocurrencia de grandes incendios en Chile está también respaldado por el mundo científico, y esa es una de las principales conclusiones del “Informe a la nación: incendios forestales en Chile”, documento elaborado por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2) que será dado a conocer hoy en Concepción: un país que en el futuro será más seco y expuesto a eventos cada vez más desastrosos.
Según explica Mauro González, ingeniero forestal de la U. Austral y doctor en Geografía, y coordinador del trabajo de dos años para la elaboración del informe, de los 22 megaincendios que han ocurrido en el país en los últimos 40 años, 16 se han registrado a partir del año 2010. “Nuestra proyección es que bajo las condiciones climáticas y meteorológicas en un contexto de sequía de más de 10 años, con veranos muy secos y olas de calor en la zona centro sur de Chile, es muy factible que estos eventos extremos de incendios se puedan repetir”, afirma.
Esa es, precisamente, una de las conclusiones del informe de 13 capítulos que se dará a conocer hoy: un aumento de los megaincendios de más de 10 mil hectáreas en el país, con eventos mucho más simultáneos y de mayor duración.
“Como los incendios están siendo más frecuentes y simultáneos, son de mayor duración y mucho más difíciles de controlar. Y eso retroalimenta que los incendios sean a su vez de mayor tamaño (…) Si bien podemos reducir la incidencia de incendios -que ocurran menos siniestros provocados por el ser humano-, basta un porcentaje mínimo de esos incendios para que pueda provocar una gran catástrofe”, advierte González.
“Por otro lado, también se ha prolongado la temporada de incendios. Ya no son acotados a primavera-verano-otoño, sino que se han extendido al año completo, de julio a junio. Y en el caso de los incendios de mayor tamaño, la temporada de incendios mayores a 200 hectáreas ha aumentado en prácticamente dos meses. Esa es una primera gran conclusión respecto al régimen de incendios”, afirma González.
Otra es la constatación de un hecho respecto de los principales factores forzantes de la ocurrencia de incendios: que la megasequía que ha experimentado el país ha favorecido una mayor actividad de incendios, especialmente por las más altas temperaturas máximas y olas de calor, y las menores precipitaciones. Un escenario que no debiera variar en los próximos años.
“Los climatólogos proyectan que estas condiciones de sequía o de menor precipitación en buena parte del país se van a convertir en la normalidad. Es decir, las situaciones que estamos experimentando hoy probablemente van a ser la situación normal a futuro. Esto además favorece a que los incendios sean mucho más precoces, que la temporada comience más temprano y termine más tarde”, agrega el coordinador del informe.