Cuando la Universidad Católica (UC) solicitó la concesión de unos prístinos territorios fiscales en la Patagonia chilena, los investigadores del Instituto de Geografía de esa casa de estudios presumían que en ese lugar habría importantes transformaciones. Era el año 2009 y el Valle Exploradores, al poniente de Puerto Río Tranquilo, en la Región de Aysén, aún no tenía conexión terrestre y solo se podía recorrer a lomo de caballo. Pero a esa altura ya había vientos de cambio por la cantidad de turistas que frecuentaba la Laguna San Rafael.
“Se preveía. Lo teníamos súper claro, ya estaba sucediendo. Cuando conocimos el lugar, un camino a la Laguna San Rafael se estaba construyendo. Queríamos que fuera un estratégico en torno a los procesos de cambio. Explorarlo desde el mundo de la geografía en torno a las transformaciones de territorio y de cambio global. Sabíamos que iba a haber un flujo de turismo a la Laguna”, dice Alejandro Salazar, director de la Estación Patagonia de Investigaciones Interdisciplinarias UC (EPII-UC) y académico del citado instituto, sobre los orígenes de este sitio clave en la investigación sobre los ecosistemas australes.
Luego de que el Ministerio de Bienes Nacionales le otorgara a la UC esos terrenos en concesión hace 11 años, la Estación Patagonia se empezó a construir en 2015 y hace menos de un año terminó sus obras en un lugar muy apartado de la Patagonia, rodeado de fiordos, canales, ríos y bosques vírgenes. En medio de la salvaje naturaleza del extremo sur de Chile, este espacio científico inserto en 5.079 hectáreas del valle busca “transmitir la relevancia que representa el estudio de los ambientes australes, a partir de un espacio que favorezca el desarrollo de investigaciones en el territorio patagónico, que permita el monitoreo ambiental y territorial de la concesión y del Valle Exploradores”, cita la página web del proyecto.
El centro de investigación, además, cuenta con importantes cooperaciones internacionales para llevar a cabo su misión. Uno de los más relevantes tiene que ver con su adscripción a la Red de Observatorios Hombre-Medio (OHM) del Instituto de Ecología y Medioambiente de Francia (INEE), que a su vez pertenece al Centro Nacional de Investigación Científica de ese país (CNRS). El 12 de enero de 2018 marcó un hito para la Estación Patagonia: ese día se convirtió en uno de los 12 laboratorios de Observación Hombre-Medio en el mundo, el primero en Latinoamérica. Otros están en Guyana Francesa, Portugal y Senegal, por mencionar solo algunos.
“Para nosotros es muy valioso pertenecer a esta red de observatorios. Nuestra condición estratégica nos permitió asociarnos, ya que ellos tratan de entender esas relaciones entre el ser humano y el medioambiente que están en este momento en proceso de cambios y antropización (conversión de espacios abiertos, paisajes y entornos naturales mediante la acción humana). Estamos en la red porque los caminos y accesibilidad dentro del valle van a producir un gran cambio; la idea era poder catastrar qué había antes de esos grandes cambios desde una dimensión interdisciplinaria, no solo desde lo geográfico o lo bioquímico, sino desde lo humano y desde lo turístico”, agrega Alejandro Salazar, también profesor asociado de Instituto de Geografía UC, perteneciente a la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política del plantel universitario.