Cristian Echeverría: “El DL 701 provocó un cambio de uso de suelo, pérdida de biodiversidad y un impacto mínimo en carbono”
El académico de la Universidad de Concepción es coautor de un estudio publicado recientemente por la revista científica Nature, que midió el impacto del subsidio forestal -aprobado en 1974- en cobertura de bosque nativo entre 1986 y 2011. La investigación concluyó que este decreto ley contribuyó en la sustitución de ecosistemas naturales por plantaciones exóticas que cambiaron el paisaje del centro-sur de Chile. El experto cree necesario reformular la estrategia del Ejecutivo tendiente a aumentar la cobertura de especies exóticas para alcanzar las metas del país planteadas en términos de mitigación al cambio climático. A cambio, dice él, se debe apuntar hacia la restauración ecológica para recuperar la complejidad de los ecosistemas nativos.
El 22 de junio pasado los académicos Robert Heilmayr, Eric Lambin y Cristian Echeverría lograron publicar en la prestigiosa revista científica Nature un estudio que les llevó años de investigación: “Los impactos de los subsidios forestales en cobertura forestal, carbono y biodiversidad”. Del trío de investigadores, el único chileno es Echeverría, profesor titular de la Universidad de Concepción y director del Laboratorio de Ecología y Paisaje (LEP) del mismo plantel universitario.
El estudio tuvo como objetivo verificar el impacto en el ecosistema del Decreto Ley 701 (DL 701), aprobado en 1974, en plena dictadura, y que se tradujo en ingentes bonificaciones para plantaciones de especies exóticas en suelos degradados. “Esta ley proproporcionó dos fuertes incentivos para una mayor forestación: (1) protección permanente de las tierras forestadas de expropiación y (2) subsidios que cubren el 75% del costo de la forestación, así como apoyo adicional para el manejo continuo de las plantaciones”, dice el artículo. La superficie estudiada abarcó casi toda la extensión de las plantaciones forestales, es decir, entre la Región de Valparaíso hasta el sur de Chiloé.
En la introducción del documento, además, se indica que “si bien el DL 701 incluía algunas prohibiciones de jure sobre el uso de subsidios en tierras que originalmente estaban cubiertas de bosques, las protecciones de facto fueron limitadas debido a la aplicación laxa y las limitaciones presupuestarias. Múltiples casos documentados indican que las empresas forestales y los propietarios de bosques utilizaron la conversión temporal de bosques nativos a usos alternativos de la tierra, como la agricultura, para eludir las protecciones forestales nativas de DL 701”.
Tras el estudio, los tres investigadores llegaron a la conclusión de que la aplicación de los subsidios estatales asociados al DL 701 en el periodo estudiado (1986-2011) produjo impactos negativos en el ecosistema. “Provocó un cambio en el uso del suelo y la pérdida de biodiversidad, además de causar un impacto mínimo en el secuestro de carbono”, dice Cristian Echeverría, para quien es necesario cambiar de estrategia en aras de alcanzar los objetivos planteados como país en las Contribuciones Nacionales Determinadas en el marco de la lucha contra el cambio climático. A nivel global, cita el estudio, “las plantaciones forestales y los sistemas agroforestales representan el 79% de las 197 × 10 6 hectáreas de restauración forestal comprometidas por 24 países hasta 2019”.
-¿Trabajaron sobre alguna hipótesis en esta investigación?
-Yo cuando terminé mi doctorado, hice una publicación en 2006 en la que observé una rápida deforestación y fragmentación de los bosques del centro y sur de Chile. Esa era la primera señal: había una transformación sustancial del paisaje costero de la Región del Maule y de la zona norte de la Región del Biobío. Eso nos lleva a decir que en realidad no solamente había expansión forestal sobre terrenos agrícolas degradados, sino que los bosques secundarios que se habían originado en la costa del Maule por abandono del trigo fueron reemplazados por plantaciones. Pero no lo podíamos atribuir al subsidio, porque el enfoque metodológico no era apropiado para eso. Era una especulación.
-¿Y entonces cambió la metodología?
-Robert Heilmayr se especializó en abordar la metodología contrafactual. ¿Qué quiere decir esto? Responde a la pregunta: “¿qué hubiese pasado si no hubiera estado el decreto?”. Tuvimos tres escenarios: lo que ocurrió (con subsidio); lo que hubiese ocurrido si solo hubiese habido forestación en terrenos descubiertos, donde la protección de los bosques nativos hubiese sido efectiva (con subsidio); y un tercer escenario sin subsidio. Esa diferencia nos permitió ver el impacto. La comparación nos reveló que en el período estudiado (1986-2011) parte de la pérdida de los bosques nativos se atribuye al subsidio forestal; otra pérdida de bosques nativos (255 mil hectáreas aproximadamente) ocurrió por reemplazo de bosques nativos por plantaciones, pero no todo eso es atribuible al subsidio. Las conclusiones de este estudio se contrastaron con mi publicación del 2006, en que investigué el impacto del DL 701 entre 1975 y 2000, pero en la zona costera del Maule. Evidenciamos que en algunas áreas hasta un 50 por ciento del bosque nativo fue reemplazado por plantaciones exóticas, pero no sabemos hasta qué punto eso fue atribuido al subsidio. El asunto es que después del 2011 (el subsidio hoy no está vigente), la expansión forestal continuó en el Maule, Ñuble, Biobío y parte de la Araucanía.
-¿Cómo se traduce eso en detalle en términos de cambio de uso de suelo, diversidad y carbono?
-El subsidio sí condujo a un reemplazo de bosque nativo. Eso se llama sustitución: cuando conviertes bosque nativo en especies exóticas. También influyó en la pérdida de flora y fauna y de diversos tipos de especies. También en el carbono almacenado. Porque reemplazas bosque que tenía una mayor densidad de carbono almacenado por especies que tienen una menor densidad. En el fondo, quitaste bosque rico en carbono por otras especies de menos densidad. Sí, aumentaste la superficie de plantaciones, pero igual sigue siendo casi lo mismo en cuanto a carbono, es muy poco el impacto en la biomasa aérea (follaje, ramas, tronco, no involucra el suelo). Las zonas marginales en algunos lugares donde era posible que el bosque nativo regenerara, también fue eliminado y sustituido por plantaciones.
“Una de las implicancias del estudio es dar a conocer que es necesario pensar bien la estrategia para cumplir los desafios como país. ¿Aumentamos la superficie de plantaciones exóticas? ¿Mantenemos el bosque nativo? ¿Aumentamos la cobertura de bosque nativo a través de la restauración ecológica? Si bien las plantaciones cumplen una función -por ejemplo, madera y papel-, cuando lo vemos a nivel país y a escala regional, tenemos que considerar todos los otros impactos”.
-Al momento de aprobar el subsidio hubo una motivación comercial, pero ¿se planteó en algún momento el cambio de uso del suelo y el secuestro de carbono?
-No. Otros estudios de unos colegas de la Universidad Católica estudiaron la prórroga del DL 701 y ahí sí los objetivos eran dos: recuperar suelos degradados y forestar terrenos de pequeños y medianos propietarios. La ley fue exitosa en esos términos, pero hoy con los desafíos del país en términos de NDC, pérdida de biodiversidad, temas de restauración, obviamente que tiene que ser evaluada de una manera más integral. Se tiene que mejorar la legislación y que la protección de los ecosistemas naturales sea efectiva para que como país avancemos en la mitigación de los impactos del cambio climático.
-¿Y qué se debe hacer? ¿Avanzar en una estrategia mixta? ¿Siente que el estudio echa por tierra la idea del Ejecutivo en torno a forestar con más plantaciones para alcanzar los objetivos?
-Efectivamente una de las implicancias del estudio es dar a conocer que es necesario pensar bien la estrategia para cumplir los desafios como país. ¿Aumentamos la superficie de plantaciones exóticas? ¿Mantenemos el bosque nativo? ¿Aumentamos la cobertura de bosque nativo a través de la restauración ecológica? Si bien las plantaciones cumplen una función -por ejemplo, madera y papel-, cuando lo vemos a nivel país y a escala regional, tenemos que considerar todos los otros impactos. La costa del Maule y del Biobío están siendo cubiertas de forma homogénea con un tipo de cultivo. Si queremos mayor heterogeneidad en el paisaje, para combatir los incendios, podemos aumentar la biodiversidad y la captura de carbono. Con esto logramos proveer los otros bienes y servicios ecosistémicos que son beneficios para las personas que habitan esos terrenos. Los sistemas naturales proveen varios servicios ecosistémicos, más allá de la captura de carbono.
-Ahora bien, el argumento a favor de las plantaciones es que estos árboles crecen rápido y permitirían un mayor captura de carbono que la que pudieran conseguir los bosques nativos, que crecen más lento. ¿Qué les contestaría usted?
-Efectivamente la tasa de crecimiento de las plantaciones es más rápida, pero es importante considerar los otros componentes del ecosistema: el suelo, la hojarasca y todo lo que está dentro del suelo almacena carbono. Si uno remueve todo eso, altera el carbono almacenado. En el bosque nativo ese carbono almacenado es permanente a menos que lo intervengas. Pero, además, el bosque nativo se caracteriza por su diversidad composicional y estructural. ¿Qué quiere decir esto? Que puede haber árboles grandes, chicos, enredaderas, arbustos; es decir, esa diversidad ayuda a aumentar la tasa de carbono almacenado. Y lo otro es la estructura: hay bosques siempreverdes y caducifolios (que pierden sus hojas). No hay que mirar el bosque nativo como algo homogéneo, como algo tan simple.
-¿Diría que hace falta una estrategia para reforestar con bosque nativo en chile? ¿Que no hay un contrapeso a esta visión unilateral?
-Una cosa es la reforestación y otra es la restauración. La reforestación es un diseño súper regular y estructurado: pueden ser especies exóticas o nativas. Pero la restauración ecológica busca recuperar la complejidad del ecosistema nativo que estaba antes de ser extinguido o dañado. Es mucho más ambicioso. Busca recuperar esos atributos que se perdieron. Pero no es solo la especie: son otros atributos más. Los beneficios mediante la restauración son mucho mayores: cobertura permanente, regulación de temperatura, provisión de agua, etcétera.
“Es necesario evaluar lo siguiente: así como hubo deforestación a gran escala, se requiere restauración a gran escala. A gran escala hemos destruido, a gran escala tenemos que restaurar”.
-¿Cuán difícil es cambiar esta orientación? El enfoque de su estudio es crítico, por eso le pregunto cómo se debe afrontar esta situación en tanto hay presión de grupos económicos en el rubro forestal que han acumulado un montón de ganancias a partir del subsidio.
-Quizás el argumento tiene que ir más alla de lo económico. El tema de la relación ser humano-naturaleza es muy poco entendida. El diseño de políticas publicas tiene que pasar por la naturaleza. Está ultra comprobado que nuestra salud depende de la salud de la naturaleza para tener un bienestar. En la pandemia que padecemos ahora, el virus está asociado a la destrucción de la biodiversidad. Necesitamos que los ecosistemas funcionen. Necesitamos una composición y estructura tal que permitan estos procesos para que los beneficios lleguen al ser humano. Es necesario evaluar lo siguiente: así como hubo deforestación a gran escala, se requiere restauración a gran escala. A gran escala hemos destruido, a gran escala tenemos que restaurar.
-¿Qué valor cobra el estudio en términos de evitar generar escenarios propicios para la propagación de incendios forestales asociados a eventos de cambio climático? ¿La pérdida de biodiversidad incide en la generación de estas calamidades?
-Por supuesto. El tipo de paisaje contribuye. Nosotros hemos detectado hasta 130 kilómetros continuos de especies exóticas en la zona del Maule y el Biobío, con un ancho no menor a 500 metros. Obviamente esa continuidad y esa homogeneidad reviste un riesgo para los incendio. El bosque nativo también se quema, pero las condiciones estructurales, los tipos de hojas, la alta concentración de humedad, tiende a disminuir el avanvce del fuego. Además, en los últimos 20 a 30 años, la distancia entre plantaciones y centros urbanos se ha reducido considerablemente.
-¿Le da la impresión que, de seguir la actual tendencia hacia las especies exóticas, no se alcanzarían las metas trazadas por el país?
-Eso es muy importante. Uno de los impactos que tiene este estudios es que hay que revisar muy bien cómo lo estamos haciendo como país. Más allá de las metas, hay que ver también si tenemos planes de restauración y conservación efectivas, y que no sea solamente sobre superfices quemadas. El estudio llama a la reflexión a los tomadores de decisiones. Les indica cómo mirar esos aspectos que no habíamos tenido en cuenta. A la gente joven no le impacta tanto el paisaje, porque nació con el paisaje transformado. Hay otro sector de la población que sí ha visto el cambio. Entonces cuando nos enfrentamos a la toma de decisiones, es necesario tomar esta evidencia para no volver a cometer los errores del pasado. Es importante saber qué podemos hacer ahora para revertir la tendencia, de modo tal de no hacer lo mismo en 10 años más y veamos otro impacto negativo. Efectivamente la cobertura de bosques aumentó en Chile, pero detrás de eso hay una disminución de bosque nativo y un aumento de plantaciones forestales. Para la FAO aumentamos bosques, pero es necesario precisar de qué personajes estamos hablando.
-¿Para usted es correcto hablar de bosques cuando hablamos de plantaciones?
-Es que claro, hablamos de un grupo grande de árboles. Pero como yo trabajo en el tema, tengo que ser preciso con los conceptos y los términos. Una cosa es la plantación forestal y tiene su rol; y otra cosa son los bosques nativos. El desafío mayor es recuperar la complejidad del ecosistema a través de la restauración ecológica. Es el enfoque más apropiado.