Hoy el país enfrenta un escenario en que se mezclan una prolongada sequía de más de una década y los impactos del cambio climático que ya se empiezan a hacer evidentes en muchas zonas del país, y principalmente en la zona central, donde una biodiversidad vegetal ya muy mermada enfrenta además nuevos riesgos, entre ellos los impactos del calentamiento global, el loteo de terrenos para construir viviendas y la instalación de proyectos productivos.
¿Cómo conjugar, entonces, la protección de nuestra vegetación con el desarrollo del país en este escenario? Parte de esa responsabilidad recae hoy en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), que debe definir las medidas de mitigación y compensación para minimizar esos riesgos. Para analizar esto, País Circular organizó el seminario “Adaptación de especies forestales y cambio climático: Planes de compensación forestal”, en el que expusieron tres expertos en la materia: Ricardo Díaz, jefe del departamento de evaluación ambiental de la Conaf; Victoria Alonso, directora ejecutiva de Tierra Austral; y Carlos Marambio, evaluador ambiental de la dirección ejecutiva del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
Para Ricardo Díaz, en el marco de la evaluación de proyectos en el SEIA hoy existen algunas herramientas que permiten dar ciertos lineamientos para efectos de, tanto evaluadores como titulares de proyectos, presentar algunas alternativas que pudiesen entregar alguna forma de mitigación con respecto al cambio climático. “Hay que revisar efectivamente la dinámica de los bosques, y de qué forma pudiese ser útil en la evaluación de impacto ambiental el revisar el concepto de cambio climático”, afirma.
En el caso de la evaluación de Conaf en el marco del SEIA, la ley obliga a que en casos de explotación o corta de formaciones vegetacionales se reforeste una superficie igual a la cortada en terrenos de preferencia forestal, que además deben estar ubicados preferentemente en la misma provincia. Y en el caso de las compensaciones en el marco de la evaluación de proyectos, dice Díaz, Conaf cuenta con una guía actualizada en 2020 donde se establecieron algunas precisiones.
“Señala que se debe compensar la pérdida de la población vegetacional afectada considerando número de individuos, superficie características ecológicas, singularidades ambientales; que mediante el plan de medidas, se debe buscar compensar beneficios ambientales que porporcionaba la vegetación afectada, y generar una pérdida neta cero de biodiversidad”, afirma.
A estos se suma la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales para el período 2017-2025, que destaca el tema de la forestación como un mecanismo de protección ambiental y de protección de la biodiversidad, asociado a la captura de CO2. “Las formaciones vegetacionales tienen un rol fundamental al hacer esta captura de CO2, actuando como un reservorio del carbono, siendo una herramienta importante para efectos del cambio climático”, añade. En la guía de evaluación, dice Ricardo Díaz, ya hay unos primeros lineamientos en cuanto a la incorporación del cambio climático: “creo que hemos sido los precursores de esto, en el sentido de que damos cabida a que se puedan hacer modelaciones respecto al cambio climático, respecto a la estimación de impactos. O sea, ya empezamos a considerar que los titulares de proyectos puedan recoger esto, incorporarlo y ser parte del proceso de evaluación”.