Campaña busca crear la figura de “río protegido” e incorporarla a una nueva ley o a otro cuerpo normativo vigente
Organizaciones territoriales lanzarán durante el próximo semestre la iniciativa Ríos Protegidos, que busca generar distintas escalas de protección a los ríos, a la usanza del sistema nacional de áreas protegidas, es decir, algunas para conservación y otras para usos sustentables y recreacionales. La idea, asimismo, es abogar por una mejor aplicación de las escasas herramientas que ya existen para proteger los ríos, como la reserva de caudal para preservación ecosistémica, vigente desde 2022, y que se debería aplicar por primera vez al Puelo y al Futaleufú.
Chile cuenta con 1.251 ríos en 101 cuencas hidrográficas, pero ninguno de ellos cuenta con una protección a nivel de legislación. Para intentar paliar este vacío, un grupo de organizaciones con una base de respaldo en la sociedad civil levantarán durante el próximo semestre una campaña titulada Ríos Protegidos, cuyo contenido cuenta con varios ejes de acción.
Uno de los propósitos de la campaña es aplicar de forma efectiva las pocas herramientas que existen en materia de protección de estos cuerpos de agua; y, segundo, buscar crear la figura de “río protegido”, una suerte de espejo del sistema nacional de áreas protegidas, vale decir, con distintas escalas o categorías de protección, pero también -y esto es muy importante- que a partir de esta figura pueda propiciar el proceso de restauración de los ríos degradados o por los cuales no circula agua. En definitiva, las organizaciones detrás de esta campaña buscarán, a partir de la generación de esta figura jurídica, promover una nueva ley completa de ríos protegidos, avanzar en pequeñas modificaciones legales o trabajar sobre otros cuerpos normativos ya existentes en la materia
“Chile no tiene un mecanismo que proteja a los ríos de permanente y comprensiva”, dice Pía Weber, encargada de Agua Dulce de The Pew Charitable Trusts, una de las agrupaciones y organizaciones que está detrás de la campaña. Pew es una ong estadounidense con sede en Chile que hace dos años se abrió a incorporar una línea de agua dulce a su política de apoyo en protección terrestre y marina.
Organizaciones como Pew, Fundación Ngenko, Defensa Ambiental, Fundación Manzana Verde, Bestias del Sur Salvaje, ONG Ecosistemas, International Rivers y Earth Law Center vienen trabajando desde hace un año y medio en una propuesta sobre este tema. “Es necesario proteger los ríos y todo lo que los sostiene (las redes hídricas y el suelo que es fundamental para conservar el agua) porque sencillamente la vida de todos los seres depende del agua y seguir ignorando esta realidad es una decisión que aunque esté en manos de un grupo pequeño afecta a todos quienes habitamos Chile, humanos y más que humanos”, comenta Débora Ramírez, presidenta de la Fundación Manzana Verde, cuya vocación es la restauración del ciclo hidrológico desde una perspectiva holística.
“No solo buscamos proteger ríos en estado de no intervención, sino también apuntamos hacia la restauración de los ríos y cuencas por los que hoy no circula agua. Ese es un eje súper importante; si no estuviera, dejaría de lado a la mayoría de los ríos del país”.
El primer objetivo: reserva de caudal para ríos Puelo y Futaleufú
Tanto el río Puelo como el Futaleufú, ubicados en la Región de Los Lagos, específicamente en la Patagonia Norte, han sufrido amenazas de intervención por parte de proyectos hidroeléctricos de gran envergadura. Desde hace varios años, las organizaciones Puelo Patagonia y Futaleufú Riverkeeper han bregado por su protección ante los riesgos a los que están sometidos estos cuerpos de agua. Hoy, ambos ríos tienen el compromiso del Gobierno para ser declarados reserva de caudal para preservación ecosistémica, una herramienta que existe desde el año pasado con la reforma del Código de Aguas. Antes, la reserva de caudal también era posible, pero solo en la categoría de circunstancias excepcionales y de interés nacional.
Ese es el primer objetivo, entonces, del colectivo de organizaciones detrás de la campaña Ríos Protegidos: que más ríos en Chile puedan ser objeto de reserva de caudal para preservación ecosistémica, vale decir, ocupar los instrumentos ya existentes. “Actualmente Chile cuenta con siete reservas por circunstancias excepcionales y de interés nacional (lo que existía antes de la reforma de 2022 al Código de Aguas) y todavía no hay ninguna para preservación ecosistémica, porque es muy reciente”, plantea Pía Weber, de Pew, organización que hace dos años incorporó los cuerpos de agua dulce dentro del abordaje de sus líneas de acción.
¿Y qué es exactamente una reserva de caudal para preservación ecosistémica? “Es un instrumento que permite proteger cierto caudal de un río hasta cierto porcentaje; lo importante es saber qué queremos proteger para entender esta preservación ecosistémica que permite el desarrollo de actividades y usos históricos de estos lugares. En simple, protege cierto caudal del río y con eso se le podría negar esa agua ya reservada para esos fines a empresas o titulares de derechos de aprovechamiento de aguas que vienen a solicitar agua, por ejemplo, para un proyecto hidroeléctrico o un desarrollo inmobiliario”, comentan desde las organizaciones involucradas. Pronto, los ríos Puelo y Futaleufú deberían regirse por esta figura, pero la idea de las organizaciones involucradas es que otros ríos sean administrados con esta misma categoría para que ellos sigan brindando sus servicios ecosistémicos.
Dicho de otro modo, según Pía Weber, “antes de la reforma al Código de Aguas, la Dirección General de Aguas (DGA) podía denegar una solicitud pendiente de derechos de agua y reservar el caudal, es decir, era una herramienta reactiva. En cambio, ahora es una herramienta proactiva, porque la DGA puede planificar y definir ciertos ríos estratégicos para proteger su caudal, y no esperar que alguien esté solicitando agua”.
Tanto las organizaciones Puelo Patagonia como Futaleufú Riverkeeper mantienen unos sitios web especiales para sus campañas en función de declarar pronto las primeras reservas de caudal para fines de preservación ecosistémica. A través de preliminares alianzas colaborativas con estas dos agrupaciones se logró vertebrar una fuerza colectiva a favor de la protección de los ríos, y que se verá cristalizada en el lanzamiento de la reseñada campaña.
“Una ley de ríos protegidos debería responder a la flexibilidad y al contexto territorial de cada parte. Más que nada debe apuntar a garantizar ciertos principios que permitan realizar ciertas prácticas de cada lugar. Por ejemplo, una comunidad que le da uso como kayak y rafting le da un uso distinto a quienes practican la agricultura orgánica o quienes llevan a cabo prácticas ancestrales”.
Cómo imaginan una ley que proteja el río
Otra de las agrupaciones que promueven la campaña Ríos Protegidos es Bestias del Sur Salvaje, cuyos ejes de acción descansan en las relaciones afectivas con los ríos y entre quienes se vinculan con ellos, utilizando el deporte y el contacto con la naturaleza como herramienta. Su director ejecutivo Paulo Urrutia ya imagina qué contenidos deberían nutrir una potencial ley de ríos protegidos que incluya la figura de “río protegido”.
“Una ley de ríos protegidos debería responder a la flexibilidad y al contexto territorial de cada parte. Más que nada debe apuntar a garantizar ciertos principios que permitan realizar ciertas prácticas de cada lugar. Por ejemplo, una comunidad que le da uso como kayak y rafting le da un uso distinto a quienes practican la agricultura orgánica o quienes llevan a cabo prácticas ancestrales. Debería responder a las necesidades propias de cada territorio”, explica Urrutia, cuya organización se despliega por las cuencas del Puelo, del Biobío y del Maipo.
Coincide con esta apreciación Pía Weber, para quien “hay que entender bien cual es la realidad de los ríos en Chile”. Y esa realidad no es otra que prácticamente no existen ríos que tengan flujo libre, que no hayan sido intervenidos. En esa coyuntura, una vez creada la figura de “río protegido”, ésta debería considerar los usos de cada territorio, trabajar en elegir secciones claves para proteger o limitar otros usos en las riberas de los ríos.
Para la representante de Pew, es importante apuntar hacia un sistema nacional de ríos protegidos, siguiendo el ejemplo del sistema nacional de áreas protegidas. Lo que sucede hoy, explica Pía Weber, es que “los ríos quedan subsumidos como límites de las áreas protegidas, pero ni se mencionan como objeto real de protección ni la CONAF tiene competencia real para protegerlos”. Por lo mismo, agrega Weber, “la introducción de la figura de río protegido es un primer paso, pero luego se pueden ir haciendo pequeños cambios a otros cuerpos u otras reformas legales que doten de contenido a una legislación de ríos protegidos”.
En tanto, la directora ejecutiva de Fundación Ngenko, Nicole Mansuy, toca un punto importante y necesario de la campaña: “No solo buscamos proteger ríos en estado de no intervención, sino también apuntamos hacia la restauración de los ríos y cuencas por los que hoy no circula agua. Ese es un eje súper importante; si no estuviera, dejaría de lado a la mayoría de los ríos del país”.
Para Mansuy, la protección de los ríos es percibida como clave por varias razones: “Nadie hace la reflexión de que el agua que sale de la llave es agua que estuvo en un río. Por eso en los territorios más rurales tienen una relación más cercana con el agua, viven al lado de los ríos, tienen prácticas ancestrales o trabajan en turismo con el río. La privatización del agua, la deficiente y precaria institucionalidad del agua, sumado a la sequía y a la crisis climática, provoca que la gran mayoría de los ríos en Chile estén sobreexplotados”.
A juicio de Pablo Urrutia, de Bestias del Sur Salvaje, el objetivo de la campaña está dirigido a que “la gente entienda el valor de los cuerpos de agua dulce en su vida cotidiana, que toda nuestra existencia está vinculada con los ríos, que son la columna vertebral de todos los ecosistemas y que necesitamos tener una relación amorosa y saludable con los ríos”.
Mientras tanto, Débora Ramírez, presidenta de la Fundación Manzana Verde, espera que, en paralelo a la ley de ríos protegidos, se pueda suscitar “una discusión basada en los hechos, en la investigación científica, en la experiencia, en la realidad de la crisis hídrica que vivimos”. Y agrega: “Quisiéramos que fuese una discusión que también abra paso a la educación en torno al agua, que a través de este diálogo tanto quienes son tomadores/as de decisiones como toda la ciudadanía pueda aprender y comprender de dónde viene su agua, qué la pone en riesgo y de qué forma aporta a su cuidado y a su propia sobrevivencia con sus acciones cotidianas y/o organizadas”.
“Lo más importante es que la transformación consciente de nuestra relación con nuestras cuencas y aguas la que guía una ley o un cambio normativo”, complementa Débora Ramírez, quien funge como coordinadora del área comunitaria de Manzana Verde. Otro tanto relevante para ella es que el debate por la salud de los ríos se lleve a nivel constitucional. “Si la nueva Constitución perpetúa la propiedad sobre los derechos de aprovechamiento de agua de la misma manera en que está hoy es súper complejo el tema, sobre todo en torno a lo que es cantidad del agua”, comenta al respecto Nicole Mansuy, de Fundación Ngenko. Por lo mismo, un grupo numeroso de organizaciones -entre las que se encuentran varias de las que comandan la campaña Ríos Protegidos- levantaron una página web (pornuestrosrios.cl) en la que elaboran una propuesta de artículo para la nueva Constitución en este nuevo y cuestionado proceso constituyente.
Las organizaciones que lanzarán la campaña el próximo semestre cuentan con el respaldo de los senadores Ricardo Lagos Weber y Alfonso de Urresti, el primero de los cuales fue el anfitrión de la actividad por el Día de los Océanos en el Congreso Nacional. En el caso de la campaña Ríos Protegidos, ya se han realizado dos encuentros anteriores en marzo en Futaleufú y en mayo en Concepción, con una exposición de fotografías de ríos de Chile. La próxima actividad será el 15 de julio en Llolleo, donde se detectó hace poco una lamentable realidad: el río Maipo no está desembocando en el mar.