Estrés por cambio climático pone en jaque el futuro de las araucarias: ¿Pueden extinguirse sus bosques en Nahuelbuta?
Todo indica que la masiva mortalidad de las araucarias de la cordillera de Nahuelbuta obedece a una mezcla de factores causados por el cambio climático -menos lluvia y más calor, sumado a escasez de nieve- que favorecen la presencia oportunista de un agente patógeno que las está diezmando. Aunque los expertos cuestionan su reciente declaratoria como especie en peligro de extinción, lo cierto es que sus poblaciones se están enfermando y muriendo. Conaf entregaría los informes definitivos de las causas este año, para luego adoptar otras estrategias y medidas con tal de frenar la afectación.
Desde la Piedra del Águila, el punto más alto del Parque Nacional Nahuelbuta, la panorámica invita a un momento de recogimiento: a lo lejos asoma el cordón de volcanes del macizo andino, y cerca del mirador brota un sinfín de bosques de araucarias. Incluso, dicen, en días despejados es posible ver el Océano Pacífico hacia el lado contrario.
Todo este cuadro muy inspirador, sin embargo, se ve estropeado al adentrarse en el detalle de los follajes: las araucarias, sobre todo las de la cordillera de Nahuelbuta (que se distribuye por amplios sectores del Biobío y la Araucanía, incluido el parque nacional homónimo) padecen una extraña enfermedad que les ha provocado una mortalidad masiva.
El punto crítico se produjo el pasado 19 de diciembre: el Comité de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente (MMA) reclasificó las araucarias de la cordillera de Nahuelbuta de “vulnerable” a “en peligro” de extinción. El resto de las poblaciones de araucarias de la cordillera de los Andes conservó su estatus de “vulnerable”.
Según la definición del Reglamento para la Clasificación de Especies Silvestres del MMA, vigente desde el 26 de enero de 2010, la especie “en peligro” enfrenta “un riesgo muy alto de extinción”, es decir, cuando se da el caso de que “la probabilidad de que la especie desaparezca en el mediano plazo es alta”.
Esta categoría, en orden decreciente de amenaza, es superada por “extinta”, “extinta en estado silvestre” y “en peligro crítico”. Debajo de “en peligro”, en el quinto lugar, aparece el estado “vulnerable” que hoy define a las araucarias de los Andes.
¿Pero qué ocurre?
Desde 2016, año en que se detectó daño foliar (en las hojas) en una porción que representaba un 7,5% de la superficie de distribución total de la araucaria (esto es tanto en los Andes como en Nahuelbuta), la Corporación Nacional Forestal (Conaf) encargó una serie de estudios a universidades y otras instituciones para determinar la causa de su desgracia. Tras las investigaciones que atacan el problema desde diferentes enfoques, la Conaf espera informar a mediados de 2019 cuál es el origen de la afectación que sufre la milenaria Araucaria araucana, principalmente en la zona de la cordillera de Nahuelbuta (de la Costa).
“En los últimos 10 años el cambio climático está afectando los requerimientos ecológicos de la araucaria: falta de precipitaciones, aumento de las temperaturas, menor período de tiempo con nieve. Todo eso significa que el árbol se estresa, y ese estrés lo hace más vulnerable a agentes patógenos oportunistas”
El diagnóstico parece medianamente claro, pero Conaf, como institución a cargo de la preservación de esta especie declarada monumento natural en 1990, pretende dar a conocer los resultados finales y luego adoptar las medidas adecuadas.
“En los últimos 10 años el cambio climático está afectando los requerimientos ecológicos de la araucaria: falta de precipitaciones, aumento de las temperaturas, menor período de tiempo con nieve. Todo eso significa que el árbol se estresa, y ese estrés lo hace más vulnerable a agentes patógenos oportunistas, que le producen una enfermedad. Es algo multifactorial: variables bióticas y abióticas”, explica Patricio Parra, encargado de Sanidad Forestal de Conaf, respecto de la hipótesis principal sobre el daño que presentan las araucarias, sobre todo aquellas de Nahuelbuta (22 mil hectáreas, según estimaciones de Conaf). En los Andes, según la misma entidad, existe un número mucho mayor: 300 mil hectáreas.
Rodrigo Ahumada, del centro de investigación Bioforest de la empresa Arauco, ofrece un contrapunto. Integrante del equipo de investigadores encargados por Conaf en este proceso iniciado en 2016, Ahumada sostiene que el patrón de daño de la especie en Nahuelbuta no es “mayor” que en los Andes sino “distinto”.
“En Nahuelbuta hay daño foliar que se inicia en la base de la copa hacia arriba de ella y desde el interior hacia el exterior. En cambio, en las araucarias de los Andes la presencia más notoria del daño son anillos con cancros (presencia de patógenos)”, dice Ahumada, para quien “la afectación en Nahuelbuta aún no está asociada necesariamente a un patógeno específico. Es lo que hay que determinar. Estamos en un proceso”.
Ahumada, en una línea argumentativa similar a la de Patricio Parra de Conaf, agrega que “la causa basal puede ser la misma. Las bajas precipitaciones y las altas temperaturas en invierno son suficientes para causar un estrés en la planta y un aumento de su susceptibilidad. La participación del agente oportunista puede ser distinta: desde Ralco hasta Villarrica, o sea en los Andes, hay un hongo que provoca el daño, pero está en proceso de identificación”.
Parra, en tanto, revela que los resultados preliminares de otra investigación desarrollada por la Universidad de California Davis (UC Davis) identificarían a “14 agentes patógenos” en el daño foliar de las araucarias en toda su distribución. El informe final será entregado a Conaf en marzo, y paralelamente continuarán los ensayos de patogenicidad para determinar si los agentes que causan el daño en los Andes tienen correlación con la situación de Nahuelbuta.
Falta de nieve
Mauricio Reyes, académico de la Universidad de la Frontera, es otro investigador asociado al tema. Con ésta, ha realizado tres prospecciones tanto en la zona andina como la costera, e instala una teoría con matices respecto de sus colegas: “Estamos claros de que esto es multifactorial, pero yo me inclino por la idea de que el problema no es la sequía ni la falta de precipitaciones, sino la falta de nieve. El climatólogo dice que las precipitaciones no han disminuido, pero sí ha aumentado la temperatura máxima y mínima”.
El experto de la UFRO dice que en la actual prospección se conocerá la proporción de araucarias enfermas respecto del total en Chile, pero las primeras dos mediciones arrojaron un dato descorazonador: si en la prospección 2016-2017 había un 7% de mortalidad en la regeneración, en la de 2017-2018 llegó a casi un 15%.
Justamente con respecto a la regeneración de la especie, Rodrigo Ahumada ilustra otro ejemplo que demostraría por qué los patrones de daño son diferentes en una cordillera u otra. “La regeneración de la araucaria en Nahuelbuta es por raíz, mientras que en los Andes es por semilla, y eso genera un cambio en el paradigma. En Nahuelbuta tienes una araucaria madre y ves que desde las raíces empiezan a crecer araucarias en distintos lados. Si esa araucaria madre muere, se va a podrir la raíz que da origen a las otras araucarias. En cambio, las araucarias de los Andes tienen una regeneración importante porque surgen por semilla desde los piñones que están en el suelo”, teoriza el representante de Bioforest.
Ese análisis es compartido por Mauricio Reyes, de la UFRO. Para el académico, que la reproducción en Nahuelbuta sea por raíz y no por semilla implica un riesgo mayor. “Mucha reproducción vegetativa quiere decir que son clones naturales de un solo individuo, y ante una plaga reaccionarán de manera muy similar”, opina Reyes.
Otro punto de vista lo ofrece el profesor asociado de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile, Sergio Donoso, quien hizo su memoria de título en 1988 sobre la araucaria, y lleva 17 años estudiando este árbol hasta la actualidad, pero con investigaciones autónomas.
“Desde el punto de vista del ecosistema, que es el área que yo estudio, porque yo no soy patólogo forestal, este problema no se distribuye homogéneamente. Hay modificaciones ambientales importantes, estrés hídrico, y el patógeno actúa sobre la debilidad de los árboles. La araucaria tiene una gran limitación: su semilla es muy pesada y se traslada muy lentamente. Entonces uno no puede asegurar si en cientos de años las araucarias recorrerán 100 kilómetros y se van a desplazar. Eso se ve difícil. La complejidad es la velocidad del cambio. Hace 12.000 años hubo una glaciación y la araucaria sobrevivió, pero el cambio es muy acelerado hoy”, analiza Donoso.
“La araucaria es una especie amenazada. Si está en peligro o vulnerable, tiene riesgo de extinción. En la cordillera de Nahuelbuta quedó clasificada como ‘en peligro’ básicamente porque los tamaños poblacionales y las áreas son mucho menores”.
¿Se extinguirá la araucaria de Nahuelbuta?
La pregunta del millón que se formulan en Chile es si con esta nueva declaratoria de peligro de extinción, la araucaria de Nahuelbuta estaría en riesgo de desaparecer de la faz de la tierra. En un principio el Estado, a través del MMA, abrevó de los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para cambiar el rango de todas las araucarias de “vulnerable” a “en peligro”. La Conaf se opuso, y en diálogos posteriores se decidió reclasificar como “en peligro” solo a la población de araucarias presente en Nahuelbuta.
Según Charif Tala, jefe del Departamento de Conservación de Especies del MMA, la araucaria “es una especie amenazada. Si está en peligro o vulnerable, tiene riesgo de extinción. En la cordillera de Nahuelbuta quedó clasificada como ‘en peligro’ básicamente porque los tamaños poblacionales y las áreas son mucho menores”.
Tala explica que el MMA solo está cumpliendo un rol de colaboración en este proceso que lidera Conaf. “Las mayores poblaciones de araucarias están en áreas protegidas y es bastante lógico que Conaf, como institución que administra las áreas protegidas y la ley de bosque nativo, sea quien lidere las acciones al respecto, incluido un plan de conservación”, argumenta el funcionario ministerial.
De acuerdo al investigador Rodrigo Ahumada, sin embargo, la declaratoria de peligro de extinción es alarmista. “La situación es delicada, pero no catastrófica. No sé qué parámetros usó el ministerio para declararlas en peligro de extinción. Hay araucarias súper sanas y otras dañadas”, dice Ahumada.
El especialista de Bioforest es categórico: “La araucaria no se extinguirá, crece arriba de una roca, en condiciones extremas. No nos vamos a quedar sin araucarias”.
A Mauricio Reyes también le parece “apresurada” la declaratoria de “en peligro” de extinción, porque la araucaria “tiene una capacidad adaptativa enorme. Es una especie dioica (con flores masculinas y femeninas), y los machos bajo condiciones de estrés producen flores femeninas. Siempre ha crecido en suelos pobres, con deficiencia de agua”.
Además, según Reyes, el MMA no recogió los criterios de la UICN para reclasificar la especie. “Yo que conozco al menos seis puntos de la UICN para cambiar de ‘vulnerable’ a ‘peligro’, uno dice que hay que ver si la especie va a desaparecer en las próximas dos generaciones. Una sola generación de araucarias tiene mil años, entonces, ¿de qué manera demostramos que la especie va a desaparecer”, se pregunta el experto de la UFRO.
En tanto, Sergio Donoso, de la U. de Chile, apela a una inconsistencia jurídica en la declaratoria: “Se pensaba que declarando la araucaria en peligro de extinción se generaba un nivel de protección mayor. Pero esta especie tiene un nivel de protección legal mucho más alto y más potente que en peligro: la araucaria es monumento natural. No porque se declare en peligro de extinción va a estar más protegida”.
Donoso agrega que si bien la amenaza sobre la araucaria es efectiva, “hay que darle un contexto más grande: hay otras especies que la están pasando muy mal y cómo el cambio climático está matando los árboles. La araucaria sirve para visibilizar un problema, pero no es cierto que el problema sea solo de la araucaria, es de una escala mucho mayor. Hay muchos más ecosistemas dañados”.
Conaf, como miembro del Comité de Clasificación de Especies que cambió la categoría de la araucaria de Nahuelbuta a “en peligro”, defiende la decisión. “Nosotros tomamos en cuenta los criterios de la UICN, no todos. Se cumplían los criterios de vulnerabilidad en general, y ahí hizo sentido declarar las poblaciones de Nahuelbuta en peligro de extinción, y mantener las de los Andes en condición ‘vulnerable’”, comenta Moisés Grimberg, encargado del Plan Nacional de Conservación de la Araucaria de Conaf, creado en 2017, y que busca frenar el aumento de las especies contagiadas.
Plan de Conservación
Paralelamente a las tareas de descubrir la causa del mal que aqueja a las araucarias, Conaf trabaja en este plan de conservación en ambas poblaciones de araucarias, pero “a partir de la declaratoria de peligro de extinción, el plan se reorienta a las araucarias de Nahuelbuta porque tienen un riesgo mayor”, explica Moisés Grimberg.
La estrategia del plan, por ejemplo, es mucho más incisiva en los bosques de Nahuelbuta en cuanto a la prevención de incendios forestales. “Como en la costa hay una población de araucarias acotada, cualquier foco de incendio implica un alto riesgo. Se les ha invitado a participar del plan a las empresas forestales que tienen plantaciones exóticas porque son más vulnerables al fuego. Ellos también en sus predios tienen bosques de conservación de araucarias”, agrega Grimberg, para quien la presencia de las forestales “no tiene incidencia directa en el problema que tienen las araucarias, no se ha demostrado”.
“Los piñones son las semillas del árbol en el suelo y con este piñoneo que denuncian las comunidades, hay menor cantidad de regeneración de araucarias. Denuncian que otros intermediarios sacan piñones en grandes cantidades, y los venden a los supermercados, donde los encuentras a seis o siete mil pesos el kilo”
Sobre este tema, el profesor Donoso tampoco halla una correlación entre las extensivas plantaciones de pino radiata y eucaliptus de la cordillera de la Costa y el daño que sufren las araucarias, pero entrega otro punto de vista: “Aparentemente no hay una relación. Hay que pensar que las plantaciones exóticas están casi exclusivamente en Nahuelbuta; en los Andes no resisten ese nivel de nieve y frío. Son especies que invaden el hábitat de la araucaria las que la están dañando en términos sanitarios. Lo que hay que evaluar es el tema del abastecimiento de agua: sería una hipótesis plausible porque las plantaciones tienen tasas de consumo de agua mayores al de un bosque de araucarias”.
El Plan de Conservación de Conaf también tiene sus especificidades en los Andes. En esa zona los integrantes del plan trabajan con las comunidades mapuche-pehuenche, para quienes la araucaria (“pehuén” en mapudungun) es un árbol sagrado y fuente de sustento a través del consumo del piñón.
Moisés Grimberg explica que ahí radica un problema que conspira contra la reproducción del pehuén. Desde hace un tiempo, dice el funcionario de Conaf, las comunidades indígenas están acusando a personas externas de comercio clandestino de piñones.
“Los piñones son las semillas del árbol en el suelo y con este piñoneo que denuncian las comunidades, hay menor cantidad de regeneración de araucarias. Denuncian que otros intermediarios sacan piñones en grandes cantidades, y los venden a los supermercados, donde los encuentras a seis o siete mil pesos el kilo”, cuenta Grimberg, cuyo plan involucrará a más comunidades indígenas durante el primer semestre de 2019 y abogará por mayor fiscalización para denunciar estas actividades ilegales.
Las comunidades mapuche-pehuenche, por cierto, tienen mucho que decir en este problema de salud de las araucarias. Si desaparecen, “nadie las reemplazaría, es propia del cono sur, y de esos ambientes volcánicos y de altura, además de tener un valor cultural y étnico”, dice Sergio Donoso, quien ilustra con un ejemplo la dimensión histórica que comprendería la extinción de las araucarias.
-Es un fósil viviente, que ha sobrevivido a cosas que ni imaginamos. Los registros fósiles hablan de que un primo hermano de la araucaria vivía en la época de los dinosaurios- recuerda Donoso.