Travesía en las turberas de la Patagonia chilena
“Las turberas de la Patagonia son sumideros de carbono y laboratorios naturales para entender el cambio climático, pero también territorios con significado social y cultural. Cuando se degradan liberan grandes cantidades de CO₂ y pierden biodiversidad, con impactos que superan con creces las fronteras del sur austral. En cada centímetro de turba se acumulan siglos de historia que pueden desaparecer en una sola temporada seca”.

Junto a un grupo interdisciplinario de investigadoras e investigadores de Sudamérica, el Reino Unido y Francia recorrimos la isla Grande de Tierra del Fuego para comprender la historia glacial, la ecología y las tensiones contemporáneas de las turberas, ecosistemas antiguos y fundamentales para enfrentar el cambio climático.
La expedición marcó el cierre del proyecto chileno FONDECYT Regular 1220219, dirigido por el Dr. Mauricio Onetto Pavez (GEOPAM y CHIC), y a la vez el inicio del proyecto europeo PEATSENSE, liderado por la Dra. Naomi Millner de la Universidad de Bristol. Ambas iniciativas buscan unir saberes científicos, humanísticos y locales para pensar futuros climáticos más justos desde el sur del mundo.
Durante una semana, junto a Flavia Morello, Claudia Mancilla, Erika Teichert, Giovanni Rodrigues, Ellie Fox, Mathilde Bellenger y Miguel Cáceres, recorrimos desde Cerro Sombrero hasta Caleta María. Observamos turberas poco intervenidas y otras transformadas por la extracción de turba en Cameron o por el avance de castores. Entre bloques erráticos y vegas antiguas analizamos perfiles de suelo y secuencias que revelan cómo estos humedales se formaron tras el retroceso de los glaciares que moldearon la isla.
En muchos sectores el paisaje todavía conserva señales del hielo. Los glaciares arrastraron rocas durante miles de años y, al derretirse, dejaron bloques dispersos y depresiones donde comenzó a acumularse agua y vegetación. Con el tiempo esas depresiones se transformaron en turberas, verdaderas esponjas naturales que almacenan carbono y regulan el agua en el territorio.
Ese origen contrasta con lo que vimos en algunos lugares actuales. En Cameron las huellas de la extracción de turba son profundas. En otras zonas, las represas de castores alteran bosques completos y cambian la dinámica del agua. En pocos kilómetros se pasa de paisajes relativamente intactos a terrenos intensamente modificados.
A lo largo del recorrido entendimos que la turba guarda mucho más que carbono. También conserva señales ambientales, restos culturales y memoria del clima. Estudiarlas requiere integrar ecología, paleoecología, arqueología, geografía humana y patrimonio, porque en estos humedales convergen procesos ecológicos e historias de ocupación humana.
Las turberas de la Patagonia son sumideros de carbono y laboratorios naturales para entender el cambio climático, pero también territorios con significado social y cultural. Cuando se degradan liberan grandes cantidades de CO₂ y pierden biodiversidad, con impactos que superan con creces las fronteras del sur austral. En cada centímetro de turba se acumulan siglos de historia que pueden desaparecer en una sola temporada seca.
Desde esta experiencia invitamos a comunidades, autoridades y centros de investigación y creación a fortalecer la protección y restauración de estos ecosistemas esenciales. Si las turberas desaparecen, perdemos un hábitat, un archivo natural y parte de nuestra memoria ambiental. La travesía terminó, pero la tarea recién comienza. Las turberas de Tierra del Fuego no pueden esperar.








