Proyecto de Valparaíso busca fabricar barras de polímero reciclado en reemplazo del acero convencional para hormigón armado
“Barras GFRP con polímero reciclado”, del estudiante de Ingeniería en Construcción Civil de la PUCV, Felipe Chamorro, quedó entre los 22 proyectos seleccionados por la convocatoria Te Quiero Valparaíso, de la Fundación El Buen Puerto, cuyo objetivo es apoyar iniciativas de distinta naturaleza que sean un aporte para la ciudad puerto. Chamorro pretende, en un plazo cercano, convertir este proyecto en un emprendimiento para ofrecer estas barras -mezcladas con fibra de vidrio- en el rubro de la construcción de estructuras en la zona costera, ya que resisten de mejor manera los ambientes salinos.
El acero convencional presente en el hormigón armado en construcciones suele expandirse volumétricamente en ambientes salinos como los del puerto de Valparaíso, lo que puede provocar fisuras y desprendimientos en las fisuras. Lo contrario ocurre con las barras hechas con polímeros reforzados con fibra de vidrio, más conocidas como barras GFRP por sus siglas en inglés (Glass Fiber Reinforced Plastic), que se adaptan de mejor manera a los cloruros presentes en las zonas costeras, incluso 30 metros más tierra adentro desde el mar.
El inconveniente es que estas barras GFRP son fabricadas con polímeros vírgenes, es decir, ocupan plásticos de primera mano. De ahí fluyó la inspiración del estudiante de último año en Ingeniería en Construcción Civil de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Felipe Chamorro, quien para su tesis pensó en la idea de producir estas mismas barras, pero empleando plástico reciclado que se pueda recolectar desde la misma Región de Valparaíso.
“Buscando un tema para mis tesis, miré algunos papers que hablaban de estas barras con polímero reforzado con fibra de vidrio. Mi foco siempre fue la sustentabilidad, así que quise iniciar la investigación añadiendo un polímero que se pueda reciclar”, comenta Chamorro. Y en esa averiguación primaria, logró visualizar que los plásticos que mejor se adaptan para su propósito son el PET y PEAD, presente en las botellas de plástico comunes y corrientes, además del polipropileno (PP).
“Estos materiales no sufren corrosión en los ambientes salinos. Actualmente estas barras las ocupa la minera Quebrada Blanca, pero ocupan el plástico virgen convencional. Yo estoy buscando el polímero adecuado para la combinación con fibra de vidrio. Tiene un gran uso en la construcción y, por el momento, no existe esa mezcla de materiales, entonces por ahí iría mi innovación. Tiene un enfoque hacia la economía circular, y puede ser un sustituto del acero para hormigón armado”, complementa Felipe Chamorro. Lo más importante, para él, es lograr consolidar el trabajo con el PET, el PEAD y el PP para luego abocarse a la mezcla con la fibra de vidrio e imaginar ya un producto para ofrecer en el futuro.
“Estoy buscando el polímero adecuado para la combinación con fibra de vidrio. Tiene un gran uso en la construcción y, por el momento, no existe esa mezcla de materiales, entonces por ahí iría mi innovación. Tiene un enfoque hacia la economía circular, y puede ser un sustituto del acero para hormigón armado”.
El agradecimiento a la Fundación El Buen Puerto
Consciente del potencial de su proyecto, camino a convertirse en un emprendimiento, Felipe Chamorro encontró en internet la convocatoria Te Quiero Valparaíso, de la Fundación El Buen Puerto, que busca destacar a varias iniciativas que sean un aporte para la ciudad no solo en términos de sustentabilidad, sino en otros de distinta naturaleza. Chamorro postuló su proyecto de barras GFRP con plástico reciclado y recibió una excelente noticia: figuró entre los 22 proyectos seleccionados de Te Quiero Valparaíso. De ellos saldrán tres ganadores que recibirían asesoría técnica y apoyo en financiamiento para el desarrollo de cada proyecto.
Sobre los resultados de la convocatoria, la directora de Fundación El Buen Puerto, María Cecilia Toledo, señala que “una de las sorpresas más bonitas fue que Cultura y Medio Ambiente fueron dos de las áreas más concurridas en términos de proyectos que nos llegaron; fue realmente muy notable ver que tanta gente estuviera preocupada por el tema del medio ambiente, en una ciudad que lo tiene todo para ser un adalid en términos medioambientales”.
Podían postular emprendimientos de las áreas deporte, cultura, medio ambiente, ciencia y tecnología, de personas entre los 18 y los 40 años, preferentemente de Valparaíso. “Era una apuesta que muy difícilmente iba a ser considerada como muy lógica, sobre todo con la emocionalidad reinante por parte de los jóvenes y, sin embargo, nos llegaron prácticamente 80 proyectos, lo que nos sorprendió y emocionó mucho. Es una razón para creer que estamos haciendo lo correcto, o sea, que aquí hay un elemento de esperanza y de optimismo que hay que poner en valor”, subraya Toledo.
La directora de la fundación añade que un elemento sustantivo de la convocatoria era que los proyectos presentados debían apuntar a resolver problemas concretos, “con un sentido social, desde la ciudadanía, para Valparaíso”. Agrega que, entre otros elementos, se evaluó “el grado de compromiso, de empoderamiento y resiliencia que presentaban los proyectos, el grado de innovación y de cambio positivo que estaban causando, pero todo eso en la dirección de resolver un problema concreto de la ciudad; no de algo en el aire”.
Para Felipe Chamorro, en tanto, “ha sido excelente la convocatoria de la Fundación El Buen Puerto. Es un gran incentivo para apoyar nuevos estudios, nuevas pymes, que quieren aportar a Valparaíso en la cultura, en granjas ecológicas, en deportes y en otros ámbitos. No solo es un incentivo monetario, sino que nos ha agrupado como comunidad. La gente detrás de los 22 proyectos nos hemos ido conociendo y estamos pensando cómo trabajar juntos a futuro”.
“Fue realmente muy notable ver que tanta gente estuviera preocupada por el tema del medio ambiente, en una ciudad como Valparaíso, que lo tiene todo para ser un adalid en términos medioambientales”.
Adicionalmente, Chamorro obtuvo un proyecto CREA, cuyo fondo de 500 mil pesos pudo usarlo para prototipar una máquina de extrusión, a la que le faltan algunos calentadores de banda para el proceso completo. Aún no tiene el prototipo inicial entero, el que logró diseñar gracias a la búsqueda de modelos por internet de libre uso. “Sólo sustituí el tornillo de extrusión por una broca de madera”, explica el estudiante de la PUCV. De cualquier modo, Chamorro espera llegar en buen pie al tramo final de la convocatoria Te Quiero Valparaíso, donde deberá en un plazo cercano presentar un nuevo pitch para ver si se encumbra entre los tres proyectos ganadores.
Chamorro ya realiza proyecciones de lo que será su emprendimiento para cuando le toque egresar de su carrera. Piensa asociarse con su padre para constituir una empresa y, además, ya ha recibido capacitaciones sobre análisis de mercado para saber en qué rubros podría introducir sus barras de plástico reciclado. Pese a que su producto es adaptable a todos los climas, pretende otorgar un valor agregado al pensar su uso en construcciones costeras como las de Valparaíso.
Y en ese sentido, la propuesta también tiene un fuerte componente local, porque el plástico que pretende utilizar en sus barras lo recuperaría de los numerosos botaderos que existen en el puerto, sobre todo en las quebradas. “Hay que darle valor a la basura”, dice, y razona que Valparaíso presenta un sinfín de oportunidades en términos de emprendimientos de base tecnológica para ayudar al medio ambiente.
Insistiendo sobre la convocatoria Te Quiero Valparaíso, Chamorro destaca los diferentes perfiles que concurren en ella, desde estudiantes hasta profesionales, y en diferentes ámbitos. “Hay alguien que quiere hacer un videojuego sobre Valparaíso”, ejemplifica. “Todo por levantar a Valparaíso”, agrega. Dice además que su participación como estudiante universitario le entrega una cierta ventaja ya que puede hacer la validación de su propuesta con la universidad.
Por último, observa Chamorro, en su carrera de Ingeniería en Construcción Civil en la PUCV hay cada día más interés por incorporar variables de sustentabilidad en la malla curricular. “Hace poco crearon el departamento de innovación y que haya proyectos que ayuden a los estudiantes, es un estímulo muy grande”, cierra.