Cuatro iniciativas que están transformando a Antofagasta sobre la base del modelo de ciudades circulares
Diversos actores de la economía regional están impulsando una transición hacia la economía circular, lo que permitirá avanzar en la sostenibilidad y resiliencia del territorio. Recuperación de alimentos, reciclaje de neumáticos y de paneles solares, así como espacios de educación ambiental son algunos de los proyectos que están ayudando a cambiar la cara a esta ciudad de norte. Un insumo valioso para este proceso ha sido el estudio “Ciudades Circulares para Chile”, desarrollado por Enel, donde se proponen estrategias para repensar y rediseñar las grandes urbes del país.
Más de 900 millones de toneladas de alimentos se tiran a la basura cada año a nivel mundial. Para tener una idea, un barco de crucero de tamaño muy grande pesa unas 230 mil toneladas; es decir se bota en comida el equivalente en peso a unos 4.000 barcos gigantes. Y representa el 17% del total de alimentos producidos (según datos de 2019). Estas alarmantes cifras corresponden al informe sobre el Índice de desperdicio de alimentos 2021, publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización WRAP, y dan cuenta de un fenómeno del cual Chile no está ajeno.
Según estimaciones de 2020 de la Fundación Retroalimenta, organización que rescata alimentos, en el país se pierden unos 3,7 millones de toneladas de comida cada año (16 barcos).
Alertados por este panorama, académicas y profesionales de variadas disciplinas de la Universidad de Antofagasta se unieron en 2020 para crear Valora Alimentos. Propusieron a Corfo ejecutar este proyecto, con el objetivo de recuperar y valorizar los residuos alimentarios que se generan en los grandes centros comercializadores de hortalizas y frutas de la región, como La Vega Central de Antofagasta y el Terminal Agropecuario de Calama. A la propuesta se sumó la Agencia Chilena para la Inocuidad Alimentaria (Achipia) y las Seremi de Agricultura y de Medio Ambiente de la región.
Según cuenta María José Larrazábal Fuentes, directora de Valora Alimentos, la primera etapa de implementación demandó el levantamiento de datos, porque hasta ese momento no existía información relativa a la gestión de residuos de comida. Fue así como constataron que en los casinos de empresas, instituciones y colegios los volúmenes de alimento que se tiraban a la basura eran muy altos.
El análisis dio paso a una clasificación en tres categorías: alimentos totalmente aptos para el consumo sin ningún problema sanitario, pero que presentaban un defecto en su apariencia y por esa razón no eran comercializados; productos parcialmente recuperables, por ejemplo una manzana machucada, pero que era recuperable en más del 60%; y “un volumen no menor de lo que ya no es apto para el consumo humano, aunque sí podemos transformarlo en un producto para alimentación animal, o bien para obtención de energía o compostaje como forma de devolver los nutrientes a la tierra”, explica Larrazábal.
Además, aplicaron encuestas y descubrieron que 40% de los consultados estaba dispuesto a comprar alimentos de segunda selección, suponiendo que su precio sería más bajo, que no habría ningún riesgo sanitario y que se trataría de productos nutritivos.
Las categorías de Valora Alimentos incluyen un modelo de gestión específico para los recintos asociados que permite recuperar alimentos aptos para el consumo. Esta iniciativa, además, ha desarrollado un libro de recetas elaboradas con alimentos recuperados (hojas, tallos, cáscaras, etc.) que habitualmente se botan, orientado a toda la población; y también puso en marcha dos bancos de oportunidades, destinados a emprendedores, donde proponen líneas de negocios basadas en economía circular.
Valora Alimentos es un ejemplo claro de circularidad en las ciudades y demuestra su beneficio en diversos ámbitos, contribuyendo a la sostenibilidad y resiliencia de los territorios.
El reciente estudio “Ciudades Circulares para Chile”, desarrollado por la Gerencia de Sostenibilidad de Enel en conjunto con el Centro de Extensión de UC Davis Chile y el patrocinio del Ministerio de Medio Ambiente, señala que aplicar estrategias de economía circular contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a lo largo de las cadenas de valor de productos y servicios.
La investigación -inédita en Chile- identifica oportunidades de circularidad para los sectores económicos de energía, construcción y alimentos, al tiempo que propone intervenciones basadas en los principios y modelos de negocio de economía circular para tres grandes urbes del país, entre ellas Antofagasta.
El documento precisa que Antofagasta consume 823 mil toneladas de materiales de construcción; 3.857 teracalorías (Tcal) de energía; y produce 220 mil toneladas de residuos de construcción y 65 mil toneladas de residuos orgánicos, mientras que las emisiones generadas por los tres sectores económicos analizados suman las 1,35 toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente (Mt CO2e), siendo el transporte terrestre el principal aportante (cifras anuales en base a 2017 y 2019).
En el rubro alimentos no existe información pública contundente que permita determinar cuál es la demanda de comida en la ciudad, alerta Natalia Correa, jefa de Economía Circular de Enel Chile: “Esto nos abre una gran oportunidad porque tenemos que construir esta información, probablemente la tenemos entre todos y debemos colaborar para reunirla”.
“Sabemos que las ciudades enfrentan muchos desafíos, porque son sistemas cada vez más complejos, pero en el caso de Antofagasta tienen una oportunidad tremenda. Aún es una ciudad pequeña y está a tiempo de evitar los errores de diseño que se cometieron en otras ciudades del mundo”, subraya.
Planta de pirólisis
Cuando Leticia González apostó por ingresar al servicio público en 2017 tenía claro que era un gran desafío. El rodaje fue lento a la hora de materializar proyectos de gestión de residuos en la municipalidad de San Pedro de Atacama. En 2020 comenzó a liderar la dirección de Medio Ambiente y Aseo y Ornato y, un año más tarde, puso en marcha el punto limpio municipal.
Las iniciativas siguieron. El alcalde decidió colaborar con un grupo de investigadores de la Universidad Católica del Norte que postuló el proyecto FIC-R (Fondo de Innovación para la Competitividad) de una planta de valorización energética de residuos sólidos. El municipio lo vio como la oportunidad de reciclar, a través del sistema de pirólisis, los neumáticos que por años se apilaron al lado del relleno sanitario de la comuna.
“Los académicos ya habían realizado unos pilotos, decidieron escalarlo con nosotros y nos convencieron. Dentro de los pocos recursos que tenemos, dijimos, hay que poner algo de financiamiento. Ellos postularon la iniciativa en 2018, se adjudicó al año siguiente y entre medio vino la pandemia, entonces recién en 2021 comenzamos con las pruebas”, repasa.
A la fecha, precisa Leticia, se han podido tratar 1,3 toneladas de neumáticos y se obtiene un biocombustible, gas, negro de carbón (material para diversos usos) y adicionalmente -porque no estaba contemplado al principio- se consiguió acero. “Todos los neumáticos vienen con un material de acero y resultó ser un cuarto material que se puede valorizar a partir de este proceso, donde ingresas el neumático a una cámara, aplicas presión y temperatura en ausencia de oxígeno. No es una incineración, entonces no se produce CO2 porque es un sistema anaeróbico. Estamos muy contentos porque dio resultado”, describe.
La experiencia ha motivado que la municipalidad dé continuidad al proyecto con financiamiento de la empresa SQM, mientras los investigadores preparan una segunda postulación al FIC-R porque la siguiente meta es refinar incluso más el biocombustible antes de ser usado en un automóvil.
La recolección y reciclaje de neumáticos está regulada por la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (Ley REP), que debería partir en enero próximo para este producto prioritario. Con este marco legal, el jefe de proyecto Implementación de la Ley REP de la Seremi de Medio Ambiente de Antofagasta, Fernando Varas, cuenta que ya existen varias iniciativas que fueron aprobadas por el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.
El impulso de la academia
Con el auge de la industria solar fotovoltaica en la región de Antofagasta surgió la incógnita sobre el destino que tendrán los miles de paneles una vez que sean retirados de las plantas de generación, quedando inutilizados o fuera de rango operacional. Esto preocupa al mundo científico, según señala Ingrid Jammet, directora del Centro de Economía Circular en Procesos Industriales (CECPI) de la Universidad de Antofagasta (UA).
Ante la problemática de la menor durabilidad de los paneles y la complejidad de su reciclaje, la investigadora destaca el aporte de Solar Circular, iniciativa desarrollada por la UA y apoyada por el Comité Corfo Antofagasta, a través de recursos FIC-R del Gobierno Regional. Este proyecto propone la generación de protocolos y estándares técnicos y económicos para habilitar el mercado de segunda de vida de estos módulos funcionales y no funcionales, junto a un manual de instalación, los que serán transferidos al mandante del proyecto, la Subsecretaría de Energía, y otras entidades públicas y empresas beneficiarias de la región.
El trabajo que desarrolla Solar Circular tiene dos insumos relevantes: uno es un estudio financiado por Enel, que permitirá obtener respuestas sobre tasas de falla de los módulos, cuántos han sido retirados del circuito productivo, en qué condiciones se encuentran y cómo pueden las empresas disponerlos de forma segura para el medio ambiente. El segundo insumo corresponde a un análisis técnico y económico sobre el reciclaje hecho por Sudtrade, que busca desarrollar un modelo de vigilancia tecnológica para nuevos procesos de reciclaje en conjunto con el CECPI.
“Solar Circular tiene que ver con la posibilidad de dar una funcionalidad diferente a módulos fotovoltaicos, tal vez en otro campo de aplicación, tal vez con menos calidad de generación energética. No lo sabemos, porque no hay datos y es ahí donde la academia está generando estos datos; por ejemplo, en la aplicación de solventes verdes ¿por qué no los usamos?”, grafica.
De manera paralela, la Universidad de Antofagasta avanza en el uso de membranas de destilación para afluentes mineros y lidera algunos proyectos financiados por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) para la recuperación local de metales desde residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.
En el ámbito de la electromovilidad y el transporte marítimo impulsado con hidrógeno verde la UA trabaja con SQM en base al diseño de rutas propias de la región. Los proyectos de investigación abarcan también el desarrollo de ladrillos ecológicos a partir de residuos mineros, así como el impulso de la eliminación de carbono a través de biomasa de algas desde la potencialidad marítima del país con la iniciativa Carbono azul.
Una nueva construcción
Hace más de ocho años que la Fundación Ecorayén viene impulsando espacios de educación ambiental en la región de Antofagasta, cuyo foco está en el trabajo con niños y adultos mayores, potenciando el reciclaje, autocultivo y compostaje mediante talleres, charlas y visitas guiadas, promoviendo la reutilización de materiales, transformándolos en parques y espacios de recreación familiar con fines educativos.
En esta tarea de concientización su presidenta Pamela Pérez ha liderado intervenciones en el ámbito de la construcción, innovando en el levantamiento de domos hechos con neumáticos, adaptando la técnica ´ave tierra´, la misma que permitió instalar casas hechas de neumáticos enterradas en el desierto de Arizona.
Por lo pronto, este laboratorio de educación ambiental está en una alianza con Enel que busca poner a disposición de los vecinos y vecinas antofagastinos una ecomueblería. “Estamos muy agradecidos porque ellos (Enel) llegaron a nosotros a ofrecernos este mega proyecto que creemos es súper importante para lo que estamos haciendo. Con esta ecomueblería buscamos educar a toda la población de Antofagasta acerca de cómo podemos construir muebles, cómo utilizar palets, pero también generar mobiliario para la comunidad”, expone.
Justamente, dentro de las medidas que plantea Enel en su estudio “Ciudades Circulares para Chile”, está construir con materiales reutilizados, reducir el uso de materiales vírgenes y privilegiar los que son bajos en carbono, con contenidos valorizados y locales.
Todas estas iniciativas en desarrollo son valoradas por el Gobernador Regional, Ricardo Díaz, quien plantea que la problemática ambiental debe continuar afrontándose con acciones eficientes y sostenibles de manera colaborativa.
“Tenemos que ser capaces de asumir el compromiso para ser una región donde todos seamos responsables de nuestros residuos. Esto significa que tenemos que dejar de consumir tanto, debemos cambiar nuestras prácticas, asumir que vivimos en el desierto más seco del mundo y no podemos andar botando agua como la botamos. Tenemos que entender que nuestros desiertos no son basurales, que ahí hay naturaleza, y entender que tenemos que pagar por nuestros residuos. Esto implica todo un cambio de mentalidad que no lo vamos a lograr inmediatamente, necesitamos comprometernos en ir generando esta dinámica, lo cual implica disciplina comunitaria en cada acto que realizamos”, señala.