María Adelaida Correa, de ISA: “La adaptación al cambio climático no la vemos solo para la infraestructura, es también inherente a las comunidades”
El grupo empresarial colombiano ISA será uno de los protagonistas de la 7ª Semana del Clima, que comienza el próximo martes bajo la consigna “Conectando la transición energética de nuestra región”. A través de ISA Interchile, esta compañía desempeña un rol determinante en la transmisión de energía en el país, y durante el evento dará a conocer un estudio relativo a la adaptación de su infraestructura frente a los efectos del cambio climático en Chile. En conversación con País Circular, la directora Corporativa de Sostenibilidad de ISA, María Adelaida Correa, comentó que los riesgos asociados no son solo físicos -como temperaturas extremas, inundaciones, aluviones o vientos-, sino también de transición, entre los que se cuentan los procesos regulatorios, tecnológicos y de mercado.
El próximo martes comienza la séptima edición de la Semana del Clima, que este año ha convocado a los actores clave a fortalecer la colaboración y el compromiso hacia un desarrollo sostenible bajo el eslogan “Conectando la transición energética de nuestra región”. En ese contexto, cuenta con el auspicio de ISA Interchile, empresa que cumple un rol destacado en la transmisión eléctrica de la zona norte-centro del país y que aprovechará el evento para dar a conocer el estudio “Adaptación al Cambio Climático de Interchile. Un aporte desde la infraestructura de transmisión energética”, elaborado por el Centro de Cambio Global UC, con apoyo del Centro de Energía UC.
ISA Interchile es parte del grupo empresarial colombiano ISA, que opera en seis países sudamericanos y en Centroamérica -con negocios en energía eléctrica, vías, y telecomunicaciones- y que hace seis años comenzó a implementar su Estrategia ISA2030 para la creación de valor sostenible. Mediante este plan, la compañía multilatina asumió de forma transversal el desafío de afrontar los efectos del cambio climático y contribuir a la biodiversidad. En este último ámbito ha desarrollado el proyecto Conexión Jaguar, que en Chile toma el nombre de Conexión Puma, a través del cual realiza acciones para proteger los ecosistemas naturales de estas especies emblemáticas.
En ese contexto, la directora Corporativa de Sostenibilidad de ISA, María Adelaida Correa Ruiz, participará en la 7ª Semana del Clima y formará parte del panel que el próximo miércoles, 28 de agosto, comentará la presentación del estudio “Adaptación al Cambio Climático de Interchile. Un aporte desde la infraestructura de transmisión energética”. Al respecto, la alta ejecutiva colombiana dijo que este análisis forma parte de “una fase inicial para poder determinar los escenarios climáticos, y se trata de un primer insumo clave para empezar a aterrizar las acciones concretas en nuestra región”. Sobre este y otros temas relativos a los desafíos que impone el cambio climático, conversa en esta entrevista la directora Corporativa de Sostenibilidad de ISA.
-¿Cómo ves la participación de ISA en la 7ª Semana del Clima?
Bueno, ISA se sumó a esta Semana del Clima porque dentro de nuestra estrategia corporativa, donde nuestro principal objetivo es la creación de valor sostenible, hay dos grandes temáticas que acompañan todo el proceso de transición energética, que son el cambio climático y la biodiversidad. En esa medida, ISA es un actor relevante en la región, con presencia en seis países latinoamericanos -más la interconexión centroamericana- con sus negocios de vías, de telecomunicaciones y de transporte de energía; en este punto es bueno recordar que de los cuatro elementos de la cadena de energía -generación, transmisión, distribución y comercialización-, ISA solo está en la transmisión. Entonces, al estar en la transmisión, somos los que conectamos la energía y permitimos la optimización de los recursos naturales a través de las interconexiones regionales que hoy están vigentes, y otras en curso.
“Si se nos inunda una subestación que está cerca de una comunidad, esa comunidad se va a ver impactada; si se cae una torre de energía cerca de un poblado o una comunidad, esa comunidad se va a ver impactada. Entonces nosotros la adaptación la vemos inherente y no la separamos del componente de comunidades”.
-En esta Semana del Clima se va a tratar con mayor profundidad la adaptación al cambio climático, pero ISA tiene un trabajo importante en mitigación, en reducción de emisiones…
En nuestra hoja de ruta climática, los dos grandes elementos que estamos trabajando son mitigación y adaptación, que es lo que nos convoca hoy. Solo quiero mencionar respecto a la mitigación, que no es un trabajo menor. Si bien somos un sector relativamente bajo en emisiones, estamos convencidos de que no importa cuál sea nuestra emisión, hay que trabajar por minimizarla y llevarla lo más cercano a cero. En el caso de ese pilar de mitigación, trabajamos en reducción de emisiones de nuestro propio consumo de energía, de agua, en temas de movilidad sostenible, y evitar las fugas de un gas que se denomina SF6 [que hasta ahora no tiene reemplazo] en nuestros equipos eléctricos. Y una cosa bien importante, trabajar mucho en cultura, en nuestra organización, para que desde lo que cada uno hace como miembro de la organización, pero también como persona, haya una conciencia de cómo en todos nuestros actos minimizamos nuestras emisiones.
-En cuanto a la adaptación, particularmente de la infraestructura de transmisión, ¿cuáles son los principales riesgos o desafíos que han identificado frente a los cuales tienen que adaptarse?
Con la adaptación pasan cosas muy interesantes. En primer lugar, tiene una mirada de todos los riesgos que potencialmente van a afectar nuestra infraestructura o ya la están afectando, pero también tiene una mirada de oportunidades, que muchas veces se deja de lado.
En el tema de riesgos hay dos grandes grupos que estudiamos para nuestro negocio de energía: riesgos físicos y riesgos de transición. En los riesgos físicos tenemos todos esos fenómenos climáticos que pueden afectar de una u otra manera nuestra infraestructura y las comunidades circundantes; y este concepto hay que relevarlo, porque adaptación no es solo infraestructura. Adaptación es infraestructura, pero también son personas. Porque si se nos inunda una subestación que está cerca de una comunidad, esa comunidad se va a ver impactada; si se cae una torre de energía cerca de un poblado o una comunidad, esa comunidad se va a ver impactada. Entonces nosotros la adaptación la vemos inherente y no la separamos del componente de comunidades.
Entre los riesgos físicos, para nosotros en el negocio de energía están los fenómenos, por ejemplo, de mayores vientos, inundaciones, deslizamientos o aluviones; son todos peligros climáticos que ponen en riesgo nuestra infraestructura. Sin embargo, hay cosas tan interesantes como la siguiente: La infraestructura que tenemos es muy sólida, fue pensada a 30 años, pero nos estamos encontrando hoy que las condiciones con las que se diseñó, las condiciones climáticas, han cambiado considerablemente en los últimos 20, 30 años. En el ejemplo de los vientos, una torre de energía eléctrica que antes soportaba unas velocidades de viento determinadas, esas velocidades han aumentado un 20% o algo así, entonces ya no resisten esa velocidad y existe el riesgo de caída.
En los riesgos de transición están riesgos normativos o regulatorios. Esto es bien importante, porque estamos observando en todos los países de la región un “tsunami regulatorio”, lo cual es positivo, porque nos está habilitando y dando la regulación, las herramientas, para prepararnos a enfrentar esto. Pero implica también una serie de cambios en los procesos, en los materiales, e impacta toda nuestra cadena de valor.
También en este ámbito están los riesgos tecnológicos. El tema, por ejemplo, del calentamiento por las altas temperaturas. Volvemos a lo mismo, la infraestructura está diseñada para aguantar ciertas temperaturas. En la medida en que esas temperaturas superan esos límites, mi infraestructura empieza a tener mayores riesgos de afectación, de corte de la prestación del servicio. Se vuelve mucho más vulnerable mi sistema a todos esos impactos. Ahí la tecnología se vuelve clave para ver cómo vamos a tener conductores más resistentes a esos cambios atmosféricos, qué tipo de materiales garantizan más la resistencia a los vientos, etc. Hay un tema de desarrollo tecnológico fundamental.
En los riesgos de transición están también temas de mercado, de condiciones de mercado, de tasas, de financiamiento. En la medida que para un inversionista una inversión se vuelva más riesgosa por X o Y motivos, si mi negocio es más o menos vulnerable al cambio climático, pues, mis financiadores me van a cobrar una mayor o menor tasa. Y, finalmente, unos riesgos reputacionales también muy grandes, porque si bien esta es una infraestructura pública, somos el concesionario encargado de gestionarla, entonces cualquier afectación que tenga implicaciones no solo en la infraestructura, sino en las personas, va a recaer sobre nosotros.
-¿Por qué los cambios en las regulaciones son un riesgo?
Es por la forma en que vayan pasando y la capacidad de responder, porque estos son sistemas que por la misma naturaleza de la infraestructura los cambios no se dan tan inmediatos. Es por las presiones que empiezan a ejercer sobre los procesos y negocios. En nuestro caso, por ejemplo, si necesitamos hacer la reposición de cualquier equipo o de una línea, eso implica sacarlo del sistema. Y sacar esa línea del sistema en muchos casos implica un desabastecimiento del servicio. Entonces se convierte en riesgo en la medida en que no tenga toda la claridad y los tiempos debidos para hacer la transición.
-Los riesgos están bastante claros, pero mencionabas que también hay oportunidades…
Así es, lo interesante en el tema de la adaptación es que también hay muchas oportunidades, de crear nuevos negocios, nuevos productos y servicios a partir de todas estas necesidades que se están presentando.
En el caso de energía, por ejemplo, se está profundizando el uso de energías renovables; el almacenamiento de baterías como una forma de optimizar los consumos que se generan en ciertos lugares; negocios de energías diferentes. Cuando vemos, por ejemplo, que se producen desarrollos de pequeñas comunidades energéticas donde buscan un sistema de autogeneración y consumo propio, pues empiezan a surgir nuevos modelos. También aparece la oportunidad de que se generen incentivos regulatorios, están los mercados de carbono como un componente complementario.
Aparecen las posibilidades, por ejemplo, de financiamiento. Así como te decía que podría ser un riesgo unas mayores tasas de mercado, si lo hago bien y estoy conectando a fuentes renovables, pues ahí estamos buscando tasas más competitivas de financiamiento por tener ese plus de conexión a una renovable, porque estoy descarbonizando las matrices energéticas, entonces ahí también esperaría tener incentivos financieros. Finalmente, la oportunidad de lograr mayor eficiencia en el uso de los recursos propios y de los sistemas energéticos en general.
Todo esto es muy interesante, porque no se puede quedar solo en que identifico mis riesgos y mis oportunidades, sino que como organizaciones tenemos que ser capaces de establecer unos planes de adaptación muy claros, y esos planes de adaptación llevarlos a un plan financiero de corto y largo plazo. Cómo eso se va a traducir en inversiones o va a llevar a hacer gestión regulatoria de manera conjunta con el regulador, donde el planeador energético del país tiene que estar presente. Es un trabajo conjunto y que se tiene que reflejar en un plan financiero.
-En los riesgos físicos hablaste de los vientos; si bien no es lo mismo, en las últimas semanas Chile ha vivido una crisis en la distribución de energía luego de un fenómeno de viento muy fuerte, ha sido muy complicado, la afectación a las personas, la reputación…
Efectivamente, no es un tema menor e, incluso, para agregarle una complejidad adicional, hay que preguntarse ¿en qué momento podemos decir que efectivamente es efecto del cambio climático y no es otra cosa también? Es muy difícil marcar esa línea, decir “hasta aquí es debido al funcionamiento y de aquí para allá es consecuencia del cambio climático”, tampoco va a ser tan fácil.
-En materia de adaptación, cuando dices que no es solo infraestructura, sino también personas, ¿cómo están avanzando en eso?
En este tema de la adaptación no es tan rápido como en el caso de la mitigación, donde más fácilmente identificamos el inventario de gases de efecto invernadero. En la adaptación, primero tuvimos que empezar -y es lo que va a contar el Centro de Cambio Global de la PUC en la Semana del Clima-, por hacer un ejercicio de análisis de escenarios climáticos y de escenarios climáticos en las áreas y zonas de nuestra infraestructura. Es un ejercicio muy complejo porque nuestra infraestructura es lineal, entonces esa variabilidad climática a lo largo de muchos kilómetros cambia considerablemente.
Esos análisis comienzan desde lo macro y lo vamos llevando hasta lo micro, para poder llegar a las acciones concretas. Este primer ejercicio -en el caso de Chile con la Universidad Católica, en otros países ha sido con consultores-, es identificar las proyecciones y el o los escenarios climáticos, porque no se trabaja con uno, se trabajan con varios escenarios de calentamiento. Determinar qué va a pasar con los fenómenos de agua, viento, deslizamientos, temperaturas, y eso permite ir aterrizando las acciones. Cuando comenzamos a identificar que hay zonas de mayor vulnerabilidad climática, empezamos a poner mayor atención a nuestros activos ubicados en esas zonas. Una vez identificados esos activos, el análisis se va acotando para entender cuándo, en qué plazo y de qué magnitud es la probabilidad.
Y cuando observamos la ubicación de esa infraestructura, no vemos únicamente dónde está la torre, sino que miramos cuál es el área alrededor de esa torre, cuáles son las comunidades que viven cercanas a esa infraestructura de mayor vulnerabilidad y ahí se levanta esa segunda alerta: Sí, tengo una infraestructura en riesgo, pero ojo que hay una comunidad a X kilómetros de esa infraestructura que está en riesgo y que debo tener alerta.
Hay países donde esos riesgos con las comunidades son menos que en otros. En Chile afortunadamente ese riesgo es menor, porque mucha de la expansión del sistema ha sido muy cuidada. En países como Colombia y Perú tenemos zonas donde ha habido una gran densificación e incluso ocupación ilegal de las zonas aledañas a la infraestructura. Creo que en Chile existe el riesgo, pero va a ser mucho menor la afectación a las comunidades versus otros países de Latinoamérica donde la complejidad es mayor.
-¿Ya han tenido que hacer modificaciones para adaptarse a algunas condiciones?
En el caso de Chile hemos tenido que empezar a considerar en nuestro análisis qué vulnerabilidad hay en relación con los vientos; como tu decías, y lo lamentamos por nuestros colegas, en el caso de la infraestructura afectada recientemente por el tema de vientos.
En Brasil este año tuvimos unas inundaciones muy grandes en áreas de nuestra infraestructura, y en Colombia tuvimos derribamiento de torres por vientos. Esto nos ha llevado a acelerar el ejercicio de nuestros planes de adaptación. Estamos construyéndolos, con distintos niveles de avance, y ha sido muy importante avanzar. Acá quisiera destacar el papel del equipo chileno en ese sentido, que ha ido jalonando este ejercicio de construcción de escenarios, y con un equipo interno además estamos aterrizando las implicaciones.
“ISA se sumó a esta 7ª Semana del Clima porque dentro de nuestra estrategia corporativa, donde nuestro principal objetivo es la creación de valor sostenible, hay dos grandes temáticas que acompañan todo el proceso de transición energética, que son el cambio climático y la biodiversidad”.
-En octubre próximo la ciudad de Cali, en Colombia, va a ser la sede de la COP 16 del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU ¿Qué participación va a tener ISA en esa conferencia?
Vamos a ser un actor muy presente en la COP 16. Con mucho orgullo y alegría vamos a estar participando en diversos eventos que se van a realizar en torno a la conferencia. Como te decía al comienzo de nuestra conversación, para nosotros hay dos grandes temáticas clave: cambio climático y biodiversidad. Esto es porque, así como lo vienen diciendo los expertos y los paneles intergubernamentales de Naciones Unidas, consideramos que son dos temáticas que no van por separado. No podemos hablar de cambio climático sin tener en cuenta la biodiversidad, y de la misma forma no podemos referirnos a la biodiversidad sin tener en cuenta todos los impactos positivos o negativos que tienen los temas de cambio climático.
Es un tema clave dentro de nuestra hoja de ruta climática y vamos a estar muy presentes en la COP 16. Nos encanta que Colombia sea el país anfitrión y creo que para Latinoamérica es una gran oportunidad, pues tenemos los principales hotspot (puntos críticos) en términos de biodiversidad. Tenemos a Brasil como el país más biodiverso del mundo, y en segundo lugar está Colombia. Y así lo podemos decir de todos los países latinoamericanos, con la riqueza que tenemos en fauna, en flora, incluso en agua (…) tenemos unas fuentes hídricas impresionantes.
-El eslogan de esta COP es “Paz con la naturaleza”. De acuerdo a tu experiencia, ¿es posible el desarrollo con una mejor relación con la naturaleza?, ¿qué pueden hacer las grandes empresas para para mejorar esa relación?
A la primera pregunta: Sí, de todas maneras. Lo que determina esa relación es lo que conocemos como servicios ecosistémicos o soluciones basadas en la naturaleza (…) Existe una simbiosis necesaria para nuestra existencia, pero adicionalmente hay una manera de usar los recursos de una forma más eficiente, regenerativa, es decir, consumir un recurso que necesito, pero garantizando que no dejo a la naturaleza sin esa capacidad de regenerar ese recurso. Creo que el gran reto que tenemos como humanidad es que somos totalmente dependientes de la naturaleza, y debemos hacemos uso de ella de una manera regenerativa.
-¿Tienes un mensaje final sobre este tema?
Me gusta insistir en que tanto las empresas como las personas no podemos limitarnos a hacer lo que nos toca, lo básico; no podemos, porque el planeta está en riesgo, porque nuestra especie está en riesgo, al menos las condiciones de vida que conocemos. Desde el lugar que ocupemos se pueden hacer cosas, podemos contribuir desde nuestro consumo, desde nuestra forma de abordar cada actividad de la vida, desde la forma en que las empresas trabajamos. Si bien hay cosas que tenemos que hacer por ley, ese es “el desde” -como se dice en Chile-, pero hay que ir mucho más allá. Sabemos que cuesta, porque no lo van a pagar los gobiernos ni los clientes, pero hay que hacer un esfuerzo para poder dar esa milla extra.