Pequeños electrodomésticos: Estudio revela productos y marcas más factibles de reparar, versus las trabas para avanzar hacia un modelo circular
La Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (Conadecus) publicó el estudio “Diagnóstico de Índice de Reparación de Pequeños Electrodomésticos”, en el que aborda los desafíos al momento de intentar reparar electrodomésticos de menor tamaño, después del término de la garantía legal de 6 meses. De 26 marcas evaluadas, por ejemplo, el 50,3% no tiene repuestos en el mercado, mientras que para un 29,2% es muy difícil de conseguirlos, lo que da cuenta de un sistema económico dominado por la obsolescencia programada y sin normativas al respecto. La gestora de este proyecto, Marcela Godoy, comenta que promover la reparación, como estrategia principal y más eficiente de la economía circular, es uno de los propósitos que persigue esta investigación.


Los hervidores eléctricos simplemente no se pueden reparar cuando se echan a perder, mientras que las licuadoras, secadores de pelo y hornos eléctricos son los pequeños electrodomésticos que más se arreglan, aunque en un porcentaje que no supera el 20%. Todo esto implica una permanente generación de desechos plásticos, metálicos, eléctricos y electrónicos, cuyo volumen podría reducirse considerablemente si se reparara más y se botara menos.
Este es uno de los hallazgos de un estudio realizado por la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios de Chile (Conadecus) -con el financiamiento del Fondo Concursable para Asociaciones de Consumidores de Sernac- con el fin de conocer las condiciones de reparabilidad de pequeños electrodomésticos en el país, identificando barreras y oportunidades para promover la economía circular mediante esta labor.
El informe, denominado “Diagnóstico de Índice de Reparación de Pequeños Electrodomésticos”, expone los resultados obtenidos tras la aplicación de encuestas a reparadores y vendedores de repuestos de electrodomésticos, en la comuna de Santiago. Principalmente en las calles Tenderini y San Diego, donde se concentra una gran parte de servicios técnicos y locales de venta de repuestos.
Se trata de una información valiosa para facilitar a los consumidores su toma de decisiones al momento de comprar electrodomésticos de menor tamaño, informados y alineados con principios que mejoren su calidad de vida. Asimismo, para implementar estrategias de economía circular en el rubro, mediante la eficiencia en el uso de recursos, la disminución de residuos que se generan y la optimización presupuestaria de los consumidores.
Marcela Godoy, Diseñadora Industrial y encargada del área de consumo sostenible y economía circular de Conadecus, comenta a País Circular que esta investigación surgió, entre otros motivos, por una inquietud personal. “Es una idea que tenía de hace años, porque viví la experiencia de no poder reparar mis propios pequeños electrodomésticos. Me pasó con una juguera y, más recientemente, con una minipimer, a la que se le había dañado un conector pero funcionaba perfecto el motor. Es bastante frustrante que los repuestos no estén disponibles o, sencillamente, que los productos no están diseñados para ser reparados”, señala la gestora del proyecto.
Precisamente, uno de los objetivos de este estudio radica es visibilizar y erradicar, de parte de Conadecus, la obsolescencia programada, que es la práctica que tienen las empresas de elaborar productos con una vida útil limitada o que son difíciles de reparar al utilizar piezas que no están en el mercado.
“Es una estrategia intencionada de las empresas, que tiene que ver con un modelo económico que se ha perpetuado en el tiempo. Pero también el mercado ha ido mutando hacia allá, porque son muchos los consumidores que requieren productos de bajo costo, por ejemplo. Y así es como marcas que tienen menor facilidad de reparación son, efectivamente, las más económicas. Es el costo de comprar productos baratos”, indica Marcela Godoy.
Respecto a cómo desarrollaron el estudio, la ejecutiva de Conadecus señala que “nos basamos en el camino que recorre cualquier persona que necesita reparar un producto. Entrar a Internet, ver si hay disponibilidad de repuestos, buscar servicios técnicos de la marca asociada y la verdad es que nos encontramos con muchas barreras. Desde que no te contestan el teléfono hasta la negativa de poder reparar como, por ejemplo, en el caso de los hervidores eléctricos. Porque fue un consenso que no se pueden reparar estos aparatos. Y ocurre también otro fenómeno: que a veces los repuestos son más caros o tienen el mismo valor que un producto nuevo”, subraya la diseñadora industrial.

“Es bastante frustrante que los repuestos no estén disponibles o, sencillamente, que los productos no están diseñados para ser reparados”.
Principales hallazgos
Respecto al principal obstáculo para la reparación de aparatos electrónicos de menor tamaño, se encontró que un 69% de los encuestados considera que es la falta de repuestos; mientras que el 31% apunta a la dificultad de reparación por diseño. Además, el estudio determinó que las licuadoras, con 20%; los secadores de pelo, con 16%; y los hornos eléctricos, con 16%, son los pequeños electrodomésticos más fáciles de reparar.
“Nos basamos en dos criterios para escoger los 12 productos que analizamos: En primer lugar, en la definición que existe en la Ley REP, en el decreto de aparatos eléctricos y electrónicos [aún en elaboración], que establece que los pequeños electrodomésticos son de dimensión no superior a 50 centímetros. Y en segundo lugar, en una investigación que hicimos en el retail con respecto a lo que ellos denominan aparatos electrodomésticos de menor tamaño”, explica Marcela Godoy.
Junto con recabar datos de los reparadores y vendedores de repuestos, el estudio levantó información sobre distintas marcas, lo que les permitió realizar un ranking. De este modo, se descubrió que Mademsa, Oster, Fensa, Electrolux, Black + Decker y Sindelen destacan como las marcas con mayor disponibilidad de repuestos y facilidad de reparación. Eso sí, del total de las 26 marcas evaluadas, el 50,3% no tiene repuestos en el mercado, mientras que en un 29,2% es muy difícil de conseguirlos.
Respecto al perfil de los consumidores, el rango etario fluctúa entre los 35 y los 54 años, abarcando a los denominados Millennials y Generación X, siendo un 52% hombres y un 48% mujeres. Mientras que, en cuanto a los servicios que demandan, el 50% de los clientes busca repuestos y un 37% va por reparación.
A la vez, un 10% compra productos de segunda mano y un 3% vende productos usados, por lo que ahí surge otro hallazgo interesante, según subraya la encargada de consumo sostenible y economía circular de Conadecus, y que tiene que ver con el mercado de la reutilización y el reacondicionamiento.
“En muchas de estas tiendas toman piezas de otros productos que ya no se pueden reparar y las reutilizan. Hay un ejemplo concreto que ocurre con las enceradoras, que ya no se venden en el mercado, ya no se fabrican, pero hay personas que requieren comprar enceradoras. Entonces, los reparadores van a ferias o persas a buscar enceradoras para poder repararlas y revenderlas. Asimismo, llegan personas a ofrecer sus productos de segunda mano”, expone Marcela Godoy.

“Mademsa, Oster, Fensa, Electrolux, Black + Decker y Sindelen destacan como las marcas con mayor disponibilidad de repuestos y facilidad de reparación”.
Gestión de residuos y percepción del oficio
El estudio también reveló datos interesantes sobre la gestión de los residuos. Esto, ya que el 50% de los residuos generados por los servicios de reparación son recolectados por recicladores de base; mientras que el 25% termina en rellenos sanitarios. En tanto, solo el 15% se vende a empresas de reciclaje, destacando la ausencia de trazabilidad en su gestión, y un 10% se reutiliza.
Otro aspecto llamativo tiene que ver con la percepción que los reparadores tienen sobre su propio oficio: El 32% de los encuestados identifica la reparación como un principio de la economía circular, mientras que el 27% considera que reparar es ecológico. Pero solo un 18% declara que reparar es un negocio y un 11% señala que reparar es un derecho.
“De los hallazgos principales, uno de los que más me sorprendió es que los reparadores no consideran en su mayoría que reparar es un negocio, ni que es un derecho. Y eso es preocupante. Porque si una mayoría viera la práctica de reparación como un derecho, a la vez podrían fomentar su negocio”, manifiesta la gestora del proyecto.
Por otro lado, se determinó que tampoco existe asociatividad en el rubro, ya que un 59% de los encuestados desconoce iniciativas relacionadas con la reparación. De hecho, un 0% de los encuestados conoce o pertenece a alguna asociación de reparadores, y un 0% conoce o pertenece a una cooperativa de reparadores. “No está la asociatividad ni el cooperativismo como el concepto de gremio, lo que habla de un desconocimiento de oportunidades”, recalca Marcela Godoy, quien pone énfasis en la decadencia que enfrenta este rubro.
“El oficio de la reparación de pequeños electrodomésticos está desapareciendo. Es un conocimiento que se está perdiendo y por todos estos fenómenos, porque los productos ya no son fáciles de reparar y porque no tienen disponibilidad de repuestos. Es un espacio económico bastante precario. Tanto así, que las encuestas no fueron fáciles de realizar, porque generalmente es una persona que está sola en un local atendiendo y haciendo todo. Y por cierto que en este momento no es rentable, a diferencia del negocio de reparadores de aparatos grandes, como refrigeradores y lavadoras”, comenta la diseñadora industrial.

“De los hallazgos principales, uno de los que más me sorprendió es que los reparadores no consideran en su mayoría que reparar es un negocio, ni que es un derecho. Y eso es preocupante. Porque si una mayoría viera la práctica de reparación como un derecho, a la vez podrían fomentar su negocio”.
Necesidad de un marco regulatorio
En otro ámbito, el diagnóstico enfatiza la necesidad de contar con una legislación que garantice la reparación de electrodomésticos como un derecho del consumidor. “A partir de movimientos ciudadanos y por la implementación de la economía circular en Europa, apareció el concepto de derecho a reparar. Y con eso se legisló y hoy se obliga a los fabricantes a tener disponibles en el mercado manuales y repuestos por más de 10 años, que unifiquen las herramientas que utilizan y que incluyan en el etiquetado el índice de reparabilidad de su producto. Es decir, que indique la facilidad que tiene este producto de ser reparado con una nota de 0 a 10”, detalla Marcela Godoy.
“Este etiquetado promueve la economía circular, porque ayuda a que las personas tomen mejores decisiones de compra, promueve el mercado de segunda mano y regula el mercado por sí solo, ya que es un desincentivo para la obsolescencia programada; algo que no existe en nuestro país”, agrega la investigadora.
En Chile, en 2018 se presentó un proyecto de ley para prohibir la obsolescencia programada en teléfonos celulares, que se reactivó en 2021 abarcando a todos los artículos eléctricos y electrónicos. Sin embargo, esta iniciativa actualmente se encuentra detenida en el Segundo trámite constitucional.
Por otro lado, este estudio sugiere que se considere la práctica de la reparación dentro de la Ley 20.920, también denominada Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). “Según la oficina de Economía Circular del Ministerio del Medio Ambiente, lo están considerando”, adelanta Marcela Godoy. Asimismo, el informe resalta la necesidad de promover campañas de educación a la ciudadanía sobre la reparación, así como de incentivo a las empresas para acabar con la obsolescencia programada, adoptando mejores prácticas.
“Tenemos una estrategia nacional de economía circular que tiene una arista de educación, por lo tanto, ya hay intenciones. Pero sí o sí necesitamos una normativa de derecho a reparar o un etiquetado para cambiar el mercado. Porque así se obligaría a las empresas a tener un etiquetado con evaluaciones de facilidad de reparación, y un etiquetado ya es un medio educativo, porque la gente va a poder identificar aquellos productos que son más fáciles de reparar. Además, potenciaría y facilitaría el trabajo de los reparadores”, declara la integrante de Conadecus.
Promover la reparación como estrategia de la economía circular es, por tanto, uno de los objetivos claves de este estudio, potenciando prácticas que permitan transitar hacia un sistema de consumo y producción que termine, de una vez por todas, con la tan cuestionada obsolescencia programada.
“Tenemos una estrategia nacional de economía circular que tiene una arista de educación, por lo tanto, ya hay intenciones. Pero sí o sí necesitamos una normativa de derecho a reparar o un etiquetado para cambiar el mercado”.

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