Fundación Tedoy: la red de consumo colaborativo desprendido más grande de Chile
La plataforma reúne a 350.000 personas que liberan sus productos en desuso a otra persona sin recibir nada a cambio. Funciona a través de 85 grupos de Facebook “Tedoy” -uno nacional y 84 divididos por comunas- en los cuales se realiza este intercambio, promoviendo así modelos de economía no lineales, bajo una perspectiva de comunidad, colaboración y desapego material.
En paralelo a las movilizaciones estudiantiles de 2011, Phelippe Muzz partió con un proyecto llamado Luca Libros, por medio del cual quería fomentar la venta de libros en desuso a mil pesos. La idea era hacer circular esos libros que estaban estancados en las casas y democratizar la cultura. Postuló sin éxito a un fondo de cultura, por lo que el proyecto quedó en el borde del camino.
Sin embargo, el proyecto de los libros “a luca” le permitió tender puentes con otras personas que buscaban trabajar colaborativamente. Nació así otra idea de una aplicación móvil que pudiera unir a ciudades, comunas, edificios y universidades, entre otros actores, para liberar productos sin pedir nada a cambio; esta vez no sólo con libros, sino con una batería de productos que no estaban siendo ocupados y generar una movilización masiva de recursos y, en consecuencia, nuevos modelos de economía.
Fue así como desde la idea de la app móvil saltó a la idea de Fundación Tedoy, una comunidad de consumo sostenible en la que se comparten productos sin solicitar nada a cambio. En virtud de ello, creó un primer grupo de Facebook, llamado “Tedoy Nuñoa”, en el que reunía a quienes residían, trabajaban o estudiaban en esa comuna que querían ofrecer, sin pagar ni recibir nada a cambio, sus productos en desuso.
“Con esto me di cuenta que la esencia del proyecto es muy transformadora en el consumo, al promover la colaboración e integrar valores del desapego material”, comenta Phelippe Muzz, presidente de Fundación Tedoy, quien encontró un concepto para definir el foco central de su creación: “Consumo Colaborativo Desprendido”.
Dicho de otro modo, actualmente Fundación Tedoy tiene 85 grupos de Facebook abiertos en los cuales los usuarios ofrecen sus productos usados o de segunda mano, y otros los reciben, con el compromiso de darles una nueva vida o reutilizarlos. Cada grupo corresponde a una comuna de Chile distinta, salvo uno en especial que tiene alcance nacional. Hay grupos de Facebook en casi toda la provincia de Santiago salvo en Vitacura y Lo Barnechea; en algunas comunas de la Región de Valparaíso (hasta en Rapa Nui) y hasta en Chiloé.
“Hemos conformado la red de economía circular y de consumo colaborativo desprendido más grande de Chile”, asegura Muzz, quien dice haber generado una metodología bajo este concepto para que los grupos de Facebook de Fundación Tedoy funcione de la manera más óptima posible. Hoy, 350.000 personas a lo largo de todo Chile pertenecen a estos grupos de Facebook, y cerca de 1.000.000 productos de segunda mano han sido entregados sin recibir nada más que la gratificación, el sentido de comunidad y el espíritu de colaboración.
Sin embargo, dice Muzz, hay veces en que las redes de colaboración se pueden convertir en un problema a atender. “Muchas veces pasa que la colaboración se hace desde una posición de héroes a víctimas, de ricos a pobres, por lo que necesitamos que sea un proceso más consciente”, agrega Muzz, publicista de profesión, para quien “las personas muchas veces no saben dar ni recibir cuando se ponen en una posición de superhéroe que ve a las personas hacia abajo”.
En razón de ello, Muzz diseñó 10 reglas básicas para cada grupo de Facebook comunal (a veces un Tedoy abarca dos o más comunas), cada cual es administrado voluntariamente por un/a usuario/a. “Con esas reglas logramos cuestionar el consumo irracional y la ayuda asistencialista y paternalista; vale decir, valorarnos por lo que somos y no por lo que tenemos, y eso permite que los productos se movilicen de forma más rápida”, explica el presidente de Fundación Tedoy.
“Con esas reglas logramos cuestionar el consumo irracional y la ayuda asistencialista y paternalista; vale decir, valorarnos por lo que somos y no por lo que tenemos, y eso permite que los productos se movilicen de forma más rápida”.
Entre las 10 reglas, hay algunas consideraciones básicas: un usuario se puede unir a máximo cuatro grupos comunales y al grupo nacional; saludar amablemente y mencionar claramente qué objeto se solicita o se libera, informando acerca de su estado y características, así como del sector de la comuna donde se encuentra; y comentar sólo para pedir lo que se regala u ofrecer el objeto que se necesita.
“Nadie puede pedir justificando nada. Había problemas porque las personas manipulaban emocionalmente para conseguir algo. La persona que ofrece puede elegir a quién dona su producto. No al que escribe primero un comentario, porque eso genera una ansiedad. No se trata de categorizar a las personas si libero algún producto”, agrega Muzz.
Para él, al liberar un producto, “me hago un favor porque soy parte de este ecosistema. Tedoy ofrece una mirada integrativa a las personas, en cómo se conectan con la naturaleza”. En ese sentido, el objetivo final es que las personas se junten en el acto de la entrega del producto, y eso, según Muzz, “cambia el paradigma de cómo nos relacionamos con el consumo, ya que la primera interacción es gratitud”.
La idea que persigue el proyecto es, además, que las personas de un grupo Tedoy comunal comparta sus productos con personas del mismo grupo-comuna, de manera que propender a este Consumo Colaborativo Desprendido implique trabajar los vínculos vecinales y, al mismo tiempo, se evite generar huella de carbono. “Nuestro propósito es movilizar recursos: sacar lo que está estancado para generar modelos de economía colaborativa”, añade.
Cualquier tipo de producto, así sea en mal estado, es permitido donar/recibir, salvo “ventas, trueques, préstamos, condiciones, servicios, animales, medicamentos o datos”, se señala también entre las 10 reglas básicas para ingresar a los grupos Tedoy.
Un reto pendiente, señala Muzz, es seguir la trazabilidad de los productos que se donan/reciben. A sabiendas de que es un desafío aún en vías de solución, Muzz cree que el desarrollo de una app puede ayudar a determinar el destino del producto que se regala/recibe, de modo que éste no termine en la basura y termine efectivamente reutilizándose o dándole una segunda vida.
Por ahora, la educación es una herramienta muy relevante para Tedoy en las redes sociales con miras a la buena utilización de cada producto.
Todo lo descrito anteriormente corresponde a una de las proyectos de desarrollo -la más gravitante, eso sí- de Fundación Tedoy: Tedoy Grupos. Hay otros dos que son Tedoy Ropa y Tedoy Noticias.
“Tedoy Ropa nace porque dentro de los productos más donados siempre está la ropa. Y entonces la idea era generar jornadas de reutilización y colaboración textil en desuso. Y Tedoy Noticias para poder conectar con la comunidad a través de fórmulas propositivas.
Y un proyecto transversal a estas dos áreas es la generación de una alianza con Upcyclers Santiago, una red de suprarrecicladores de la capital, para seguir el trabajo abrazados a una organización y fomentar los nuevos modelos de economías no lineales, donde caben filosofías como la economía circular, el comercio justo, las empresas B, la banca ética y la economía del bien común.