Suelos, esos ecosistemas vivos, heterogéneos y dinámicos que debemos conservar como nación
“Los suelos son vitales para sustentar la vida en nuestro planeta, los ciclos biogeoquímicos y el ciclo del agua. Estos son la principal fuente desde donde se originan directa o indirectamente cerca del 95% de los alimentos que consumimos. Por otro lado, los suelos pueden ser aliados estratégicos contra el cambio climático, debido a su gran capacidad de almacenar carbono, capacidad que puede llegar incluso al doble del carbono que se encuentra en la atmósfera y vegetación en su conjunto”.


Los suelos son ecosistemas vivos, heterogéneos y dinámicos que varían en sus condiciones ambientales desde una escala de nanómetros a escalas globales, lo que explica en gran parte la vasta biodiversidad característica de estos ecosistemas. Los suelos son vitales para sustentar la vida en nuestro planeta, los ciclos biogeoquímicos y el ciclo del agua. Estos son la principal fuente desde donde se originan directa o indirectamente cerca del 95% de los alimentos que consumimos. Por otro lado, los suelos pueden ser aliados estratégicos contra el cambio climático, esto debido a su gran capacidad de almacenar carbono, capacidad que puede llegar incluso al doble del carbono que se encuentra en la atmósfera y vegetación en su conjunto. Estos y otros servicios o beneficios ecosistémicos provistos por los suelos, hacen que ellos sean un componente de la naturaleza crítico para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles propuestos por la ONU, además de compromisos internacionales suscritos por Chile, como es el caso de la Contribución Determinada a Nivel Nacional y el Plan Nacional de Restauración de Paisajes, por nombrar algunos.
Los suelos constituyen el hábitat más diverso de nuestro planeta, donde viven más de la mitad de las especies de la Tierra, pudiendo incluso llegar a una riqueza biológica por unidad de área superior a la observada en los ecosistemas sobre los suelos. Los suelos albergan aproximadamente el 25% de las especies animales descritas en ecosistemas terrestres, considerando principalmente artrópodos, anélidos y microinvertebrados. Estimaciones recientes, que involucran especies desde microorganismos a mamíferos, indican que el suelo alberga cerca del 59% de las especies que habitan nuestro planeta. Esta variedad de formas de vida en conjunto con las características físicas y químicas son fundamentales para apoyar las funciones y los servicios ecosistémicos provistos por los suelos. Sin embargo, a pesar de su importancia estos se encuentran tremendamente amenazados por distintos procesos de degradación de suelos, como la erosión hídrica, la erosión eólica, la contaminación, expansión urbana, tala de bosques, incendios, por nombrar algunos relevantes en el contexto nacional.
En Chile, contamos con una enorme diversidad de suelos debido al amplio rango de condiciones climáticas, geológicas y geomorfológicas propias de nuestro territorio. La variación en los distintos procesos y factores de formación de suelos dan paso a 11 de los 12 órdenes de suelos definidos por US Soil Taxonomy presentes en el territorio continental e insular. La diversidad edáfica distribuida en el territorio chileno representa una gran reserva de servicios ecosistémicos del suelo. En el norte de Chile, por ejemplo, el desierto de Atacama, por sus condiciones únicas y extremas, es un reservorio de una particular diversidad microbiana con relevancia científica, tecnológica y de conservación. Por otro lado, en la zona centro-sur del país, donde se encuentran las condiciones climáticas y edáficas para el desarrollo de la agricultura, los suelos sanos y manejados de forma sostenible son fundamentales para la seguridad alimentaria en un contexto nacional y global. En tanto los suelos del sur de Chile son principalmente suelos de origen volcánico, las características mineralógicas propias de estos suelos, su posición en el paisaje y asociación con ecosistemas de bosques y de turberas, hacen que estos suelos representen la mayor reserva de carbono en el país, en comparación con otros suelos a nivel nacional. Por lo tanto, en nuestro país es imperativo preservar los suelos y así asegurar los servicios ecosistémicos que estos proveen, particularmente en contextos de desafíos climáticos actuales y escenarios futuros más críticos. Es importante promover prácticas sostenibles y una gestión responsable de los suelos para proteger y maximizar sus beneficios, asegurando así su contribución al bienestar humano y al equilibrio ambiental. A nivel nacional la conservación y proyección de los suelos y los servicios ecosistémicos no están garantizados sin un marco legal que propenda a estos propósitos. En este contexto, la Ley Marco de Suelos, actualmente en discusión en el Congreso Nacional, representa una oportunidad crucial para establecer políticas y regulaciones que garanticen la protección, conservación y el uso sostenible de nuestros suelos.
Consecuentemente, como país tenemos el desafío de progresar en la conservación de estos ecosistemas vivos, tan diversos y significativos, dentro de un marco legal que así lo permita. Además, para fomentar la conservación y su protección, necesitamos avanzar y robustecer la ciencia del suelo y el valor e importancia interdisciplinaria de esta, debemos seguir trabajando como país en la caracterización y reconocimiento de los diversos suelos del país, y sin duda, en la difusión y educación ambiental de los suelos. Solo así podremos proteger estos ecosistemas para el bienestar ambiental, social y económico de las generaciones actuales y futuras.