Desigualdad vs. bienestar social, ¿Queremos un futuro juntos?
“Luego de lo ocurrido en los últimos años en el país, está claro que la desigualdad ha erosionado la confianza en las instituciones y ha desgastado el tejido social. Factores como la salud, la educación y el empleo, no están operando de manera adecuada y perjudican especialmente a los grupos prioritarios para la política social”
“Estamos todos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco”, dice la Visión 2050 del Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), organización que Acción Empresas representa en Chile.
Esta frase deja en evidencia que la pandemia por Covid-19 nos impactó y nos sigue impactando de diferentes maneras. Sin embargo, los esfuerzos por lograr una reactivación económica no han logrado revertir las dramáticas cifras de desempleo, endeudamiento e inseguridad, a lo que se suman las dificultades para acceder a la salud, a una vivienda y el creciente deterioro de la salud mental de la población.
Según indica el documento del WBCSD, nos hemos acercado a los límites críticos del planeta, de la cohesión y la estabilidad social, lo que ha agudizado los tres grandes desafíos que enfrenta la humanidad: la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la creciente desigualdad. Este último punto es crítico y representa el núcleo del problema del bienestar en Chile, así lo asegura la Primera Medición del Bienestar Social en Chile 2021, elaborada por el PNUD y el Ministerio de Desarrollo Social y Familia.
Luego de lo ocurrido en los últimos años en el país, está claro que la desigualdad ha erosionado la confianza en las instituciones y ha desgastado el tejido social. Factores como la salud, la educación y el empleo, no están operando de manera adecuada y perjudican especialmente a los grupos prioritarios para la política social.
En este sentido, el informe advierte sobre el descontento que existe. Por ejemplo, un 27,2% de las y los trabajadores declara que su empleo no le permite tener estabilidad financiera y un 33,4% considera que su educación no les ha entregado la oportunidad de aumentar sus ingresos o de ascender en el trabajo.
A nivel mundial la desigualdad se encuentra en múltiples escalas. Por ejemplo, el 10% más rico de la población mundial posee el 76% de toda la riqueza y el 1% de las personas con mayor nivel de ingresos, emite alrededor de 110 toneladas en promedio de dióxido de carbono equivalente (CO2) per cápita, por año, casi 94 toneladas más que el promedio de emisión de una persona, indica el World Inequality Report 2022, elaborado por el Laboratorio de Desigualdad Mundial de la Escuela de Economía de París.
En cuanto a la igualdad de género, el Global Gender Gap Report 2022 del Foro Económico Mundial, precisa que al ritmo actual de progreso, nos demoraremos 132 años para alcanzar la paridad plena, cifra que en 2020 llegaba a los 100 años.
En este contexto, el modelo económico ha sido señalado como uno de los causantes de las brechas, aumentando el malestar de quienes confiaban en él como palanca para “vivir bien”. Pero, ¿Qué significa este concepto? Múltiples teorías establecen que se refiere a cubrir las necesidades de sobrevivencia, tales como comida y agua; las relacionales (como los vínculos familiares, amigos, trabajo y entorno) y dar respuesta a las necesidades propias como el bienestar físico, los pensamientos y los deseos. Si ese es el objetivo que personas, estados y empresas persiguen, ¿Por qué no hemos tenido éxito en disminuir las desigualdades? ¿Por qué no hemos podido determinar el rol de cada uno en la tarea?
A través de mi experiencia en el sector privado, puedo afirmar que la sostenibilidad empresarial está ligada intrínsecamente al bienestar social. “La empresa depende y prospera con la cohesión y la estabilidad social, lo que se supedita al respeto de los derechos humanos, y al progreso de la dignidad, la igualdad y la inclusión económica”, asegura la Visión 2050.
Dada la profunda transformación económica, social y política por la que atraviesa nuestro país, es urgente generar una pausa en el clima de polarización para revisar cómo queremos vivir el presente y cómo queremos proyectar el futuro.
Identificar desde diversas ópticas los factores que inciden en el bienestar humano, es el objetivo de nuestro XXII Encuentro de Desarrollo Sostenible, llamado “Hebras comunes”, que realizaremos el próximo 4 de octubre y transmitiremos vía streaming, donde destacados economistas, políticos, líderes empresariales, autoridades de gobierno, emprendedores, académicos y sociedad civil, intentarán responder la siguiente pregunta: ¿Compartimos el deseo común de un futuro juntos?
En materia económica, la reflexión sobre el reseteo del modelo, la gatillará el destacado economista inglés, Richard Layard, fundador y director del Centro de Desempeño Económico y Bienestar de London School Economic, y uno de los investigadores más destacados del mundo en el estudio de la Economía del Bienestar, corriente que a través del cruce de variables clásicas del desarrollo y el progreso de los países, tales como PIB e ingreso per cápita, explicará por qué los países más ricos no son los más felices.
A través de una conversación con Wenceslao Unanue, economista, psicólogo y profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Layard conectará la realidad nacional a la tesis que trabaja este enfoque desde destacadas escuelas de negocios europeas, las que proponen que el giro del modelo hacia el bienestar humano, es la única salida que tenemos ante desafíos sistémicos y multidimensionales como el cambio climático y la desigualdad.