Talleres y una encuesta nacional serán insumos esenciales para la elaboración de la estrategia nacional para reducir el desperdicio de alimentos
Hace cinco meses comenzó el proceso de elaboración de la “Estrategia Nacional para Prevenir y Reducir las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos”, liderado por el Ministerio del Medio Ambiente en colaboración con organismos nacionales e internacionales. El objetivo es integrar, ampliar y profundizar las iniciativas que buscan disminuir las enormes cantidades de carnes, frutas, verduras y otros que no llegan a ser consumidos, con los consecuentes problemas sociales y ambientales. Tomás Saieg, jefe de la oficina de Economía Circular del MMA, y Catalina Giraldo, directora de la consultora CAV+S, que apoya la ejecución del proyecto, cuentan a País Circular algunos aspectos relevantes a tener en consideración.


Cerca de un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial no son consumidos y terminan como desecho, de acuerdo a cifras de diversas entidades internacionales. El problema tiene, entre otras, una dimensión social considerando que a nivel global unos 700 millones de personas no comen lo suficiente; y una dimensión ambiental, porque producir esos alimentos requiere de recursos escasos como suelo y agua, que se están botando, pero además los residuos orgánicos generan metano, uno de los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático.
Cuando se habla de esta situación se hace una diferencia entre la pérdida de alimentos, que es lo que ocurre en las etapas de producción, distribución y procesamiento; y el desperdicio de alimentos, que se refiere a lo que pasa en la comercialización y el consumo. Entonces, para abarcar ambos fenómenos se ocupa el concepto de Pérdida y Desperdicio de Alimentos (PDA) e incluye solo los productos destinados a los seres humanos. Según datos de las agencias de la ONU, cada año se pierde el 12% y se desperdicia el 19%.
En Chile, para hacer frente a este problema de manera integral, el gobierno inició hace cinco meses la elaboración de una “Estrategia Nacional para Prevenir y Reducir las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos”, proceso liderado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) con la colaboración del Ministerio de Agricultura (particularmente la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, ODEPA), la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Desde el MMA, el jefe de la Oficina de Economía Circular, Tomás Saieg, informó que “el proceso para la elaboración de esta Estrategia partió en diciembre de 2024 y ya se ha constituido un Comité Ejecutivo compuesto por el MMA, ODEPA, la ASCC, FAO, PNUMA y el BID, se han hecho reuniones y una encuesta para levantar ideas e información con la Comisión Nacional para la Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos (CNPDA) y otros actores. Ahora nos adentraremos en la fase más intensa del proceso participativo, con más talleres técnicos y también talleres regionales, algunos en línea y otros presenciales”.
“El segundo semestre publicaremos una Estrategia para una consulta ciudadana, y luego de eso se analizarán las observaciones recibidas para mejorar la estrategia y publicar la versión definitiva”, añade el jefe de la Oficina que lidera le proceso.
Para la ejecución del proceso participativo que está comenzando, además de todo un trabajo previo y posterior, fue elegida la consultora especializada Cadenas de Valor Sustentables (CAV+S), cuya directora ejecutiva, Catalina Giraldo, cuenta que fueron planteados tres grandes objetivos para su trabajo. Se trata primero de recopilar antecedentes y diseñar la metodología del proceso participativo para la elaboración de la Estrategia Nacional, que incluya la colaboración con actores clave de todos los sectores; luego, desarrollar y sistematizar los resultados del proceso participativo; y en tercer lugar, elaborar una propuesta de Estrategia, con un horizonte al 2040.

Antecedentes
Tomás Saieg, del MMA explica que “alrededor de un 26% de los residuos de los hogares del país -más o menos, dependiendo de la zona-, son frutas y verduras, carnes y pescados, y otros alimentos comestibles desperdiciados. Esto lo sabemos por el reciente estudio hecho por SUBDERE [Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo], que midió el desperdicio de alimentos en la mayoría de las regiones del país”.
“Todo este desperdicio, al cual se suman las pérdidas de alimentos en las fases de producción y transporte, no puede dejarnos tranquilos cuando, al mismo tiempo, en Chile un 16% de la población registra un alto grado de inseguridad alimentaria, un 32% de los adultos mayores tiene riesgo de desnutrición, y más de un 40% dice no consumir o consumir poca variedad de alimentos saludables o nutritivos por falta de dinero”, añade el jefe de la Oficina de Economía Circular.
Al mismo tiempo -dice-, los rellenos sanitarios y los vertederos siguen emitiendo grandes cantidades de metano que se generan por la descomposición de esos alimentos desperdiciados, contribuyendo al calentamiento global. “Hoy es posible saber cuánto metano emiten porque la tecnología ha avanzado y ya existe información abierta que permite visualizar la magnitud del problema”.
“Evitar la pérdida y el desperdicio de los alimentos (PDA) es parte de los objetivos de varios tratados internacionales y es, además, un objetivo en el cual ha habido avances como la Comisión Nacional para la Prevención y Reducción de las Pérdidas y Desperdicios de Alimentos (CNPDA), creada en 2020 por Decreto y que busca generar un espacio de consulta con expertos y actores clave para asesorar el diseño y la implementación de políticas públicas en esta área”, asevera Saieg.
Así como la CNPDA, existen otras iniciativas públicas y privadas relacionadas con prevenir y reducir la PDA, como los bancos y microbancos de alimentos. Al respecto, el profesional del MMA sostiene que “es tiempo de articular los esfuerzos del sector público, el sector privado, las organizaciones sociales y la ciudadanía en torno a este objetivo y con una visión de largo plazo, y para eso es que estamos haciendo una Estrategia”.
Agrega que en otras instancias no se aborda la PDA con tanta profundidad como se hará ahora, o se hace a escalas muy pequeñas y la idea es escalarlas. “Para ello es fundamental la articulación de los esfuerzos de todos los actores, ya que, si hay algo que es universal, este algo es la alimentación, y entonces evitar la PDA es algo que compete a todo el mundo y a todas las organizaciones”, dice Tomás Saieg.
“Estamos convencidos de que mientras más amplio y participativo sean los procesos de planificación estratégica en que nos embarcamos, más chances hay de que estos realmente hagan una diferencia y nos encaminen decididamente hacia un desarrollo sostenible”.
Estado del arte y objetivos
Precisamente, una parte relevante del trabajo de Cadenas de Valor Sustentables (CAV+S) será “entender el entorno en que se está partiendo con la estrategia nacional”, sostiene Catalina Giraldo.
“Cuando uno construye una estrategia se inspira en el estado del arte. Si bien lo que vamos a diseñar tendrá una base en los procesos participativos, la idea también es entender el contexto, no partir un poco a ciegas. Entonces, hay un primer objetivo que tiene que ver con la identificación de actores nacionales relevantes en la temática de prevención y reducción de la pérdida de alimentos, el contexto legislativo y el estado de la política pública al respecto, las iniciativas relevantes en la materia, y también ver qué herramientas están implementando otros países y sus impactos”, explica la especialista.
Este primer objetivo también incluye una priorización de cadenas relevantes y diseñar las actividades que se van a ejecutar, dice Giraldo y aclara que en todo el proceso tendrán el apoyo de los comités Ejecutivo y Técnico establecidos para este efecto.
Para la priorización de las cadenas van a abordar cuatro dimensiones: económica, social, gobernanza y ambiental. “Estamos haciendo una recopilación de información determinante para poder llegar a priorizar esas cadenas con base en datos”.
El segundo objetivo apunta a la implementación de las actividades de participación, con el propósito de convocar a la mayor cantidad de actores en las distintas regiones del país. “Serán cuatro talleres con los diferentes eslabones de la cadena de los alimentos -producción primaria, preprocesamiento y procesamiento, comercialización y consumo-, tres con las cadenas priorizadas, y tres con la Comisión Nacional Ampliada (la CNPDA más otros actores que se identificaron como relevantes). Además haremos un workshop para conocer el estado del arte de la pérdida y desperdicio de alimentos a nivel regional, esto quiere decir Centroamérica y Sudamérica”, dice Catalina Giraldo.
Por otra parte se realizará una encuesta nacional sobre hábitos de consumo y desperdicio, para “entender muy bien los hábitos de consumo en Chile, qué motiva una compra, cuáles son los factores que son drivers para que se desperdicie el alimento, etc.”
Finalmente, el tercer objetivo es “darle forma a lo que va a ser la Estrategia nacional para reducir y prevenir la pérdida de alimentos, con una línea de tiempo al 2040. Esto, a partir de la sistematización de los talleres, algo que vamos a hacer con apoyo de herramientas digitales para disminuir riesgos y ser lo más puros posibles en el manejo de datos”, explica la directora ejecutiva de Cadenas de Valor Sustentables.
En cuanto a una posible meta de reducción de PDA en la Estrategia, Giraldo sostiene que “todavía no es momento para hablar de metas específicas para Chile”, pues hay que ver lo que arroja el proceso de participación. No obstante, alude como parámetro al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12.3: “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”.

“Cuando uno construye una estrategia se inspira en el estado del arte. Si bien lo que vamos a diseñar tendrá una base en los procesos participativos, la idea también es entender el contexto, no partir un poco a ciegas”.
Poca información pública sobre pérdidas
Consultado sobre el rol que debiese tener la industria agroalimentaria en esta estrategia, Tomás Saieg refiere los datos de la FAO que hablan de 12% de pérdida en las fases de producción, transporte y procesamiento, “una cifra enorme que, abusando un poco de la estadística, alcanzaría para alimentar a más de 800 millones de personas”.
“Estas pérdidas se pueden evitar y así lo demuestran distintas experiencias que se han dado en el país, como algunos Acuerdos de Producción Limpia que han abordado la temática. Pero es poca la información que se tiene sobre los cultivos y las etapas de los procesos en donde se dan las mayores pérdidas y por tanto existen las mayores oportunidades”, agrega el representante del Ministerio del Medio Ambiente. El desafío, dice, es convocar al sector agroalimentario para hacer este análisis y establecer prioridades, “así como para identificar los aspectos técnicos, financieros y normativos de las problemáticas que impiden disminuir las pérdidas allí donde más haría la diferencia, con el finde proyectar un camino para superarlas”.
En general, sobre las pérdidas -que se dan en las fases de producción y transporte-, Saieg dice que “casi no existe información pública (…) Pero lo anterior no quiere decir que no exista nada de información, ya que cualquier buena empresa del rubro tendrá una idea de cuántos alimentos pierde, siendo esta una métrica fundamental para medir la eficiencia de su negocio. El desafío, en este caso, es levantar esta información para hacernos una idea de dónde está ese 80% de los resultados que se pueden alcanzar apuntando al 20% de las causas, por decirlo en términos de la proverbial heurística”.
Del desperdicio hay más cifras, gracias al estudio de caracterización de SUBDERE mencionado por Saieg. En ese análisis, junto a la cifra de desperdicio en hogares ya señalada (26%), está el dato de desperdicio en hoteles, cafés y restaurantes, también de 26%, y de las ferias libres, donde alcanza el 34%. “El estudio incluso nos dice cuánto hay de cada categoría mencionada, además de cuántos productos de panadería, y frutas y verduras, carnes y pescados y otros alimentos no comestibles hay en los residuos de todos estos generadores, que son los principales para el caso del desperdicio”.
Finalmente, ante la consulta sobre la aplicación y continuidad de la Estrategia, considerando que este es el último año del actual gobierno, el jefe de la Oficina de Economía Circular del MMA señala que “lo ideal sería poder concluir el proceso en este gobierno, para legar al próximo una sólida Estrategia que permita acelerar esta agenda.
“De todas formas, hemos decidido embarcarnos en una Estrategia que aborda una temática transversal, que es un compromiso del Plan Sectorial de Mitigación del sector Residuos que establece la Ley Marco de Cambio Climático, es parte de los objetivos de varios acuerdos internacionales, no es propia de ningún sector político y tiene claros beneficios ambientales, sociales y económicos. También hemos constituido un Comité Estratégico con varios actores no gubernamentales -FAO, PNUMA y el BID- y optado por un proceso participativo que de oportunidad de involucrarse a muchos actores. De esta forma, esperamos, se generará un impulso que no habrá como detener”, concluye Tomás Saieg.
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