¿Cómo restaurar los suelos tras los mega incendios en el sur?
Según expertos, el fuego aumenta el daño ya producido por la propagación de los monocultivos de pinos y eucaliptus en esa zona del país. Las plantaciones -dicen los especialistas- liquidan la microflora presente en los suelos y reducen la capacidad de carga de ellos para soportar grandes extensiones de especies homogéneas. Limitar la superficie de los monocultivos, regenerar las quebradas con bosque nativo y acotar las talas rasas contribuiría a la restauración de los suelos post incendios, pero dichas medidas están supeditadas a un nuevo pacto con la industria forestal, como sugirió el Presidente Gabriel Boric.
Contrariamente a lo que pudiera pensarse, los incendios no son el gran causante de la degradación de los suelos. Lo que sucede, en realidad, es que el daño sufrido por los suelos ya ha sido provocado por la diseminación de los monocultivos de pinos y eucaliptus en las regiones de Chile más afectadas por los siniestros (Maule, Ñuble, Biobío y Araucanía).
Ese al menos es el análisis del biólogo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) y director de Simbiosis Bioconsultora, Salvador Donghi, quien explica que el uso extensivo de las plantaciones ha acidificado los suelos y ha creado, por lo tanto, condiciones propicias para que los incendios terminen afectándolos aún más.
“Estos cultivos han secado la atmósfera, por lo tanto, la propagación de los incendios se hace mucho más fácil. La ceniza incandescente encuentra una atmósfera seca, no logra apagarla y los cortafuegos tampoco sirven. Parte de la recuperación de esos suelos pasa por saber la capacidad de carga de los territorios respecto de su capacidad de poder soportar esta industria”, cuenta el especialista a País Circular.
Coincide con esta mirada el doctor en Ecología y académico de la Pontificia Universidad Católica (PUC), Pablo Becerra, para quien el sistema de restauración de los suelos en plantaciones forestales difiere sustantivamente de lo que sería una restauración ecológica real con especies nativas en terrenos en que ya había este tipo de especies; por ejemplo, lo que podría ser la restauración del bosque esclerófilo en la zona de los incendios que afectaron en enero a Viña del Mar.
“Como los terrenos afectados por los incendios en el sur son privados y propiedad de las empresas forestales, probablemente la restauración de esos suelos va a tener como objetivo proseguir con el manejo de plantaciones. Entonces ahí podríamos hablar de restauración de suelos para plantaciones, pero es muy distinto hablar de restauración ecológica, que sería hacerlo con especies nativas. Pero yo no veo interés en la industria forestal en restaurar con vegetación nativa”, asegura Pablo Becerra a este medio.
Según Salvador Donghi, la presencia masiva de las forestales en las zonas de los grandes incendios ha terminado por crear un ambiente ideal para la manifestación del fuego: “Lo que han hecho los monocultivos es liquidar la microbiota del suelo y dejarlo no habilitado para soportar nuevas especies. Eso requiere un proceso más largo de recuperación ecológica”.
En virtud de ello, ambos académicos aprueban esta política de “nuevo pacto” con la industria forestal insinuada por el Presidente Gabriel Boric. “Se deberían limitar las áreas de plantaciones y deberíamos organizar mejor el paisaje. Se deberían establecer cortafuegos en áreas de monocultivos cercanas a ciudades o pueblos. Eso tiene que ver con un diseño espacial nuevo, ya que el actual es de una continuidad espacial enorme de la misma especie y que facilita la expansión rápida de los incendios. Se sabe que los pinos y eucaliptus tienen un mayor nivel de inflamabilidad”, opina Pablo Becerra.
En tanto, Salvador Donghi subraya que el “nuevo pacto” esbozado por el Presidente Boric “no implica terminar con la industria forestal”, pero ésta “se debe acomodar a las exigencias que nos plantea el cambio climático en el amplio contexto. La industria forestal puede seguir siendo eficiente y próspera, pero debería apuntar a un desarrollo científico-tecnológico que permita valor agregado, reducir la superficie plantada y recuperar los suelos. No hay que olvidar que los incendios son una consecuencia del cambio climático apoyado por el perjuicio causado por las plantaciones, en términos de secar el suelo y la atmósfera”.
“Chile es el único país de la OCDE que no tiene norma de protección de suelos. Al no tener una norma, el suelo se ha convertido en el gran resumidero de nuestros desechos. Por lo tanto, necesitamos políticas y leyes que permitan su protección, recuperación y conservación. El daño a los suelos tiene múltiples orígenes, no solo por los incendios, y esta ley marco no va solo dirigida a la industria forestal”.
Medidas disruptivas de suelos
Algunas de las medidas para restaurar los suelos tras los incendios en zona de monocultivos pasan por implementar políticas públicas que regulen la industria forestal, y logren, por ejemplo, contar con mayor heterogeneidad en las plantaciones. El académico de la PUC, Pablo Becerra, cree que sí o sí la industria forestal se debe abrir a restaurar los suelos de las quebradas con bosque nativo, ya que éstas están más propensas a sufrir erosión, producto de las lluvias, y también para interrumpir la continuidad de las plantaciones.
Por su parte, Salvador Donghi incluso insinúa que, producto de los incendios, la ceniza resultante puede aportar minerales incluso al suelo. Mas el daño provocado por los monocultivos obliga, según el académico, al Estado a implementar algunos planes de restauración a través de bosque nativo, que permita recuperar la flora bacteriana de los suelos incendiados.
Becerra, mientras, apuesta por adoptar medidas más disruptivas que pongan en tensión a la industria forestal porque así lo requiere la crisis climática y el riesgo de seguir padeciendo incendios en las temporadas estivales. “La política hoy lo define todo, incluyendo la legislación y los lineamientos de lo que se permite y lo que no se debe permitir para recuperar los suelos. Por ejemplo, el actual modelo de tala rasa perjudica mucho a los suelos, ya que se vuelve a plantar pinos de la misma edad y el mismo tamaño, lo que se traduce en efectos importantes en la biodiversidad, en la conservación de especies, de suelos, de agua. Hay medidas que se pueden aplicar y que irían en directo beneficio de varios servicios ecológicos y permitirían un control más rápido de los incendios”, agrega.
Según el biólogo de la PUCV, “el Estado debe regular esa aplicación de la tala rasa de manera efectiva. Hay metodologías de manejo silvicultural que se aplican en bosques de todo el mundo, y que no considera la tala rasa. Se podría permitir la tala rasa, pero en pequeñas superficies. Eso alteraría el modelo forestal, pero serían medidas de manejo amigable para el fomento de varios servicios ecosistémicos”.
Salvador Donghi, igualmente, asegura que el proyecto de ley marco de suelos, actualmente en primer trámite constitucional en la Comisión de Agricultura del Senado, podría contribuir a la preservación, restauración y cuidado de los suelos, no solo tras los incendios ni para limitar las actividades forestales, sino de la minería y de otro tipo de industrias.
“Chile es el único país de la OCDE que no tiene norma de protección de suelos. Al no tener una norma, el suelo se ha convertido en el gran resumidero de nuestros desechos. Por lo tanto, necesitamos políticas y leyes que permitan su protección, recuperación y conservación. El daño a los suelos tiene múltiples orígenes, no solo por los incendios, y esta ley marco no va solo dirigida a la industria forestal, sino que también a la minería, a la contaminación con hidrocarburos, a los vertederos; es de amplio espectro. Cuando el suelo se degrada y no es capaz de soportar una cubierta vegetal, incrementamos los efectos del cambio climáticos, perdiendo la capacidad de fijar carbono, de producir oxígeno, perdiendo la capacidad de evapotranspiración que ayuda a las precipitaciones para conformar cúmulos. Hay una cadena de consecuencias con la contaminación de los suelos, por lo que es urgente entrar seriamente a nivel legal en la protección de suelos”, se extiende Salvador Donghi.
“La industria forestal puede seguir siendo eficiente y próspera, pero debería apuntar a un desarrollo científico-tecnológico que permita valor agregado, reducir la superficie plantada y recuperar los suelos. No hay que olvidar que los incendios son una consecuencia del cambio climático apoyado por el perjuicio causado por las plantaciones, en términos de secar el suelo y la atmósfera”.
Pensando en el bosque nativo
Entre julio de 2022 y enero de 2023, según datos de la CONAF, Chile sufrió un total de 3.200 incendios forestales con un total de 52 mil hectáreas afectadas. El último tramo de esa estadística coincidió con el gran incendio que afectó a la parte alta de Viña del Mar. La ventaja de estos paisajes siniestrados es que cuentan con bosque esclerófilo nativo, a diferencia de las plantaciones forestales quemadas en el sur, por lo que su restauración debe ser con las mismas especies nativas. En ese contexto nació el proyecto CONAF “Restauración ecológica e incendios forestales: Uso de nodrizas y micorrizas para la recuperación de quebradas con bosque hidrófilo en Chile central”, en el que participan el citado Pablo Becerra y la doctora en ecología y biología evolutiva, Milen Duarte, quien además pertenece al Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).
Pablo Becerra, por ejemplo, ha propuesto el tema de la “restauración pasiva”, que consiste en monitorear el rebrote y la sobrevivencia de las especies, ya que muchas de estas tienen la capacidad de rebrotar desde cepas subterráneas o tocones remanentes de los incendios. Para el especialista, en este tipo de paisajes no se debe plantar antes de verificar el nivel de rebrote.
“Normalmente, aunque se queme el tronco y la copa en el árbol, las raíces logran sobrevivir y no se incendian. A los dos y tres meses muchas especies logran rebrotar y por lo tanto los esfuerzos para plantar deberían estar dirigidos hacia aquellas áreas que no presentan rebrotes”, analiza el doctor en biología, para quien las palmas chilenas -especialmente las del Parque Kan-Kan de Viña- tienen otro mecanismo de rebrote, ya que su tronco es muy resistente a los incendios.
Otra medida para recuperar los ecosistemas nativos tras un incendio como el de Viña del Mar -aplicable a todos los bosques nativos siniestrados- es implementar tratamientos para proteger el suelo, especialmente en zona de quebradas, donde el suelo suele perder nutrientes, quedando erosionado. “Se puede incrementar la materia orgánica del suelo, ya que ésta se incinera completamente con los incendios. Desde sectores aledaños se pueden llevar troncos, hojas, ramas y en general material orgánico no descompuesto”, añade el científico.
Las siguientes acciones sugeridas por Becerra son crear estructuras que atraigan aves, ya que éstas dispersan semillas y eso implica el ingreso de plantas. “No hay que cortar los palos quemados ya que atraen aves para posarse, descansar e incluso anidar”, apunta. Cuando empiece el período de plantaciones, agrega el experto, es recomendable hacerlas en otoño después de la primera lluvia, y dichas plántulas deben ser protegidas de agentes externos como los conejos y ganado. “La idea es también utilizar especies apropiadas y adaptadas a sobrevivir en ambientes abiertos con alta radiación y baja humedad”, dice el investigador-
Acto seguido, el académico sugiere emplear soluciones basadas en la naturaleza, no artificiales, como valorar la labor de plantas nodrizas nativas y hongos nativos en la restauración del suelo. Por último, Milen Duarte invita a propiciar la co-producción de conocimiento entre la comunidad científica y la ciudadana para involucrarse en los procesos de restauración de los suelos post incendios en bosques nativos.