Patio Vivo transforma los patios de los colegios en espacios de conexión con la naturaleza
Nacida hace 10 años, esta fundación ha desarrollado 94 proyectos de conversión de patios de escuelas en nueve regiones de Chile. El programa central de Patio Vivo se llama Paisajes de Aprendizaje, que incorpora juegos, áreas verdes y materiales sustentables y con arraigo local para propiciar un mejoramiento físico, emocional y educativos de niñas, niños y adolescentes estudiantes.
Mientras se encontraba en Cunco gestionando la entrega de un proyecto en una escuela, Ángela Ibáñez logró percibir el contraste que existía entre el patio de ese colegio y las afueras del mismo, donde abundaban verdes y húmedos bosques. “Uno entra ahí y ve un patio súper duro, frío, en contraste con los bosques que se ven afuera. Son niñas y niños acostumbrados a jugar con árboles, troncos, elementos de la naturaleza de los que aprenden y aman. Desarrollan, en fin, relaciones emocionales con la naturaleza”, comenta Ibáñez, cofundadora y directora de Innovación y Contenido de Fundación Patio Vivo, una organización que se encarga de convertir los patios de los colegios en espacios amigables y en contacto con la naturaleza.
Nacida hace 10 años, la Fundación suma hasta la fecha 94 proyectos de desarrollo de “patios vivos”, es decir, de patios escolares donde convergen el respeto por la naturaleza, el patrimonio local, la educación, la convivencia escolar y el mejoramiento de la salud física y emocional de niños, niñas y adolescentes de Chile. Nueve regiones de Chile han acogido los proyectos de Patio Vivo.
“Vimos que los patios escolares representaban una oportunidad de mejorar la educación, a partir de la promoción del contacto con la naturaleza. Veíamos que el problema de la convivencia escolar era muy duro, que no puede haber una educación de calidad sin convivencia. También observábamos el tema de la obesidad. Hace 10 años era un problema y ahora es algo aun más urgente. Necesitábamos promover el movimiento de niñas y niñas y el tema de las escasas áreas verdes a nivel nacional”, agrega Ángela Ibáñez, para quien los patios de los colegios son, en general, “lugares inertes, calurosos en veranos, fríos en invierno, de cemento, donde sólo se juega a la pelota”.
Aunque cuentan a su haber con varios programas como parte de la lista de Patio Vivo, la piedra angular es el programa Paisajes de Aprendizaje, por medio del cual, según se cita en la web de la fundación, “diseñamos el patio escolar en concordancia con el Proyecto Educativo (PEI), buscando que el patio sea una bajada concreta del enfoque pedagógico de la institución y un permanente espacio de interacción, juego, encuentro y aprendizaje”.
Lo interesante de la propuesta es que cada proyecto de “paisaje de aprendizaje” construido es distinto uno del otro, según muchos factores que intervienen. El primer paso es conocer el proyecto educativo del colegio y la cultura escolar del establecimiento, para luego pasar a la fase de diseño, que se realiza en conjunto con la comunidad escolar de directores, plana docente y estudiantes. La tercera etapa es la construcción con un equipo de maestros de alta experiencia en la ejecución de proyectos escolares. En cuarto lugar, se realiza una activación pedagógica, vale decir, se hacen sesiones de capacitación con el equipo docente y directivo, para fomentar el uso del patio como herramienta pedagógica, incluido el hacer clases al aire libre. Finalmente, Patio Vivo efectúa el monitoreo de seguimiento del proyecto, de modo de asegurar su buena mantención.
“Creemos que los pson una oportunidad para reconstruir el equilibrio y para actualizar las metodologías de aprendizaje. Porque se enseña todo desde el aula, desde lo teórico,atios y pensamos que la educación necesita volver al origen, aprendiendo desde la experiencia en conexión con la naturaleza”.
“Creemos que los patios son una oportunidad para reconstruir el equilibrio y para actualizar las metodologías de aprendizaje. Porque se enseña todo desde el aula, desde lo teórico, y pensamos que la educación necesita volver al origen, aprendiendo desde la experiencia en conexión con la naturaleza, atendiendo los ciclos básicos de ella”, profundiza la cofundadora de Fundación Patio Vivo.
Pese a sus matices, cada proyecto intenta incorporar indefectiblemente áreas verdes, materiales locales y sustentables y juegos para niñas y niñas. Después, cada “paisaje de aprendizaje” varía según la región de Chile. “En el Valle de Lluta, en el norte, nos interesaba poner en valor de la piedra como material y desarrollamos un huerto dentro de la escuela. Es una zona que tiene que ver mucho con el país. Instalamos un sombreadero, todo sobre asientos y pavimiento de piedra, porque nos interesa de que además de conocer los elementos -en este caso, la pirca- los estudiantes puedan valorar el patrimonio cultural”, comenta Ibáñez.
En cambio, en Rancagua, Patio Vivo intervino en un colegio de estudiantes cuyos padres y generaciones anteriores habían jugado en el campo. “Son alumnos y alumnas que viven en departamentos, apretados, donde el espacio del patio es la oportunidad de trepar un árbol. Nos interesa que tengan oportunidades”, añade la cofundadora de Patio Vivo, para quien actualmente los patios “están silenciando la riqueza natural y cultural de estos lugares, desaprovechando la oportunidad de enseñar en ella”.
En la construcción del patio también concurren “técnicas constructivas asociadas a pavimentos drenantes, ya que mucha agua se va para los alcantarillados y necesitamos drenarlas y juntar aguas lluvias, para que esos mismos patios puedan absorberlas. Se plantan fundamentalmente árboles nativos, pero también algunos exóticos que muestren el paso de las estaciones”, complementa Ángela Ibáñez, quien aclara que en cada proyecto se usan materiales nobles, vinculados al territorio. En ningún caso plástico.
“La idea es que las niñas y los niños se reconozcan como parte de la naturaleza, con las hormigas, plantas con olores de lavanda, donde llevan las mariposas. Es importante que jueguen con los bichitos, los cuiden, los alimenten. La directora de una escuela de La Pintana nos decía que los niños jugaban a los leones y sentían que se metían a la selva. Es muy importante que sea cotidiano este imaginario de los animales”, agrega.
El 98 por ciento de los liceos en los que trabaja Patio Vivo -cita Ibáñez- son de contextos en extrema vulnerabilidad, ya que “el patio es la única oportunidad que tienen de jugar al aire libre, ya que la cultura de jugar en la calle ya no existe. El recreo ofrece lo que antes ofrecía la plaza y la calle”.
“La idea es que las niñas y los niños se reconozcan como parte de la naturaleza, con las hormigas, plantas con olores de lavanda, donde llevan las mariposas. Es importante que jueguen con los bichitos, los cuiden, los alimenten. La directora de una escuela de La Pintana nos decía que los niños jugaban a los leones y sentían que se metían a la selva”.
Patio Vivo Cultivable
Otro de los programas vigentes de Patio Vivo, disponible sólo en la Región de los Lagos por ahora, es Patio Vivo Cultivable, el que va dirigido a estudiantes de gastronomía de liceos técnicos profesionales, cuya temática busca vincular el tema de la cocina al cuidado de huertos, al cultivo de alimentos, al cuidado del medioambiente a través del compostaje. Todo esto se implementa, también, en los patios de los colegios.
“Buscamos que los estudiantes aprendan a trabajar con ingredientes de estación, a cocinar con lo que hay disponibles en las estaciones, promover la cultura culinaria local y la alimentación saludable. Esto ocurre en un gran invernadero en los patios escolares”, explica Ángela Ibáñez. El programa descansa en cuatro ejes: alimentación saludable, sustentabilidad, cultura culinaria local y profesionalismo.
En los últimos días, además, Ángela Ibáñez recibió una positiva noticia que la impulsa a seguir trabajando en perfeccionar más patios de los colegios para una convivencia mejor y el aprecio de la naturaleza. Como cofundadora de Patio Vivo, Ibáñez fue una de las 10 emprendedoras sociales reconocidas con el prestigioso Premio Mujer Impacta 2024. Luego de un riguroso proceso de evaluación de entre 500 postulaciones, fueron seleccionadas las mujeres agentes de cambio que recibirán esta distinción, lo que implica visibilidad para difundir sus proyectos, herramientas para potenciar su liderazgo y espacios de trabajo colaborativo.
“Es un premio muy bonito porque reconoce la innovación, cuando hay ideas nuevas que se han convertido en soluciones reales. Es una distinción a todo nuestro trabajo y al equipo de Patio Vivo. Es importante trabajar en red, ser parte de las comunidades, es una oportunidad para recibir formación”, cierra Ibáñez.