Chile es y, seguirá siendo, uno de los países más gravemente dañados por la crisis climática. Una perturbadora realidad que debemos enfrentar con resiliencia y decisión. Es que la megasequía que azota al país por más de una década, los incendios forestales que destruyen miles de hectáreas de bosques, afectando su flora y fauna; los aluviones, temporales y temperaturas extremas, han sido solo algunas de las consecuencias del cambio climático, con efectos devastadores. El gran responsable de esta crisis global es el ser humano y debemos hacernos cargo, aunque pertenezcamos a un lejano rincón del planeta y no aportemos más del 0,24% del CO2 mundial a la atmósfera terrestre.
Naciones Unidas advirtió que la Tierra podría ser un “infierno inhabitable” ya que en los últimos 20 años se produjeron 7.348 desastres naturales en el mundo, aumentando peligrosamente a un 74,4%. Catástrofe que cobró 2,3 millones de vidas humanas, afectando a más de 4.200 millones de personas y generando pérdidas económicas por casi US$3 trillones.
En este escenario, nos debemos obligar y exigir, que no solo la Constitución resguarde la convicción de que nuestro gran bien común; nuestro entorno, nuestro ecosistema, nuestra biodiversidad, nuestra naturaleza y medioambiente, son invaluables. Debemos ir más allá, de modo de garantizar el cuidado y protección del lugar donde vivimos y el que queremos entregar a las futuras generaciones. Las dimensiones ecológicas y sociales deben ser un rango de máxima jerarquía en la Carta Magna y un concepto que debe conducir a un equilibrio entre desarrollo económico y sostenibilidad, para lo que es necesario velar por su correcta implementación.
Asegurar el derecho a vivir en un ambiente libre de contaminación y preservar la naturaleza, son deberes del Estado, presentes en la actual Constitución. Sin embargo, nuestra historia medioambiental ha develado que no por ello, la tarea queda resuelta y que el camino se hace al legislar. Afortunadamente, poco a poco la conciencia verde y la instalación de una economía sostenible se está arraigando fuertemente en nuestra sociedad y muy positivamente en el mundo empresarial. Hoy, el diálogo constitucional que debemos generar respecto a la sociedad que queremos construir y consolidar, se presenta como una oportunidad única para la creación de un Chile sostenible.
El gran desafío de nuestro proceso constitucional y legislativo, debe incluir y poner en valor, la protección de los ecosistemas, contemplar el mantenimiento y la recuperación de los bienes comunes, la producción, extracción y consumo sostenible y, por supuesto, la equidad social. En definitiva, plasmar los principios de la sostenibilidad.
Hay que asentar, las bases del respeto por la madre tierra y sus comunidades, a través de todos los estamentos del Estado, donde el cuidado a nuestro medioambiente se consolide transversalmente en todas las áreas y disciplinas. Debemos detener el daño que en muchos casos es irreparable. Debemos llegar a formas de operar que permitan eliminar las denominadas zonas de sacrificio y apostar por las nuevas tecnologías, la innovación y las energías renovables. Chile es un lugar privilegiado. Nuestra geografía, fuentes naturales y entorno único en el mundo, nos llaman no solo a promover el uso de energías limpias, sino también, a liderar su generación a nivel global.
El desafío entonces, es proteger y promover el uso responsable de los ecosistemas terrestres y marinos, gestionar los bosques y el agua de forma sostenible, luchar contra la desertificación y contaminación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica. Un cambio cultural clave para el futuro de Chile donde ya se está instalando el impulsar un sistema financiero orientado a la inversión sostenible que se ocupe del crecimiento económico, del cuidado de la salud de las personas, la reducción de emisiones y el pilar social.
Así, el gran reto de nuestro país es aprovechar esta oportunidad histórica donde hoy más que nunca, debemos converger e inspirarnos en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que impulsa la Agenda 2030 de la ONU, y así, transformarnos en líderes de una nueva era para Chile y para la humanidad.