Cassandra Brooks: “El futuro del planeta depende de la conservación de la Antártica”
La profesora de la Universidad de Colorado Boulder, Cassandra Brooks, ha dedicado más de 20 años al estudio y la conservación de la Antártica. Con tres grados avanzados -un máster en ciencias marinas, otro en comunicación científica y un doctorado en recursos ambientales-, Brooks trabaja en la intersección entre la investigación, las políticas públicas y la divulgación. Durante su paso por Chile para participar en el Congreso Futuro, País Circular conversó con la académica estadounidense, quien reflexiona sobre el papel determinante de la Antártica en la lucha contra el cambio climático, la importancia de la colaboración internacional, y los retos que enfrenta ese frágil ecosistema.


A Cassandra Brooks, profesora asociada de Estudios Ambientales en la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos), le gusta tener una visión amplia de las cosas; le encanta la ciencia, pero cree que a veces puede ser poco accesible. Esto la motivó a buscar la forma de llevar el conocimiento científico a más personas y transmitirlo de manera clara a distintas audiencias, para lo cual obtuvo su magíster en Comunicación Científica. Este activismo la ha llevado a ser representante de su universidad y de su país en cooperaciones internacionales de científicos y de políticas públicas relacionadas con el continente blanco. “Creo que todos los científicos deberían recibir formación en comunicación, porque eso contribuye a que la ciencia sea más accesible y comprensible”, comenta la académica estadunidense.
Antes de ese magíster, Brooks se licenció en Biología y estudió un magíster en Ciencias Marinas; posteriormente se doctoró en Recursos Ambientales, donde investigó sobre política oceánica internacional, con foco en protección marina en la Antártica. Junto con sus labores de profesora en CU Boulder, es miembro del Instituto de Investigaciones Árticas y Alpinas de la misma casa de estudios, y ha dedicado más de 20 años al estudio y la conservación de la Antártica.
¿Cuál es el mensaje de Brooks? Su compromiso con la Antártica es un llamado a la acción colectiva para salvaguardar uno de los ecosistemas más importantes y vulnerables del mundo. Su planteamiento es que cada paso que se dé en su conservación, es un paso hacia un futuro más sostenible.
La científica comenta que la importancia de la Antártica radica, principalmente, en ser una ventana al pasado, donde las muestras de hielo ayudan a entender los climas del pasado y compararlos con los del presente, lo que otorga una vara de medición para el estudio de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) -uno de los causantes del cambio climático- “para tomar mejores decisiones [ambientales]”.
Para conocer más sobre su trabajo y sus propuestas en relación al medio ambiente y a la Antártica, País Circular conversó con la Dra. Brooks durante su reciente paso por Chile, donde participó en el Congreso Futuro.
“La Antártica almacena la mayor parte del agua dulce del planeta en forma de hielo, controlando los niveles del mar. Las corrientes oceánicas que la rodean distribuyen nutrientes por todos los océanos del mundo. Además, estas aguas han absorbido aproximadamente la mitad del carbono antropogénico”.
-Más allá de las emisiones de carbono, ¿por qué es tan relevante estudiar la Antártica?
La Antártica regula muchos aspectos clave del sistema terrestre. Almacena la mayor parte del agua dulce del planeta en forma de hielo, controlando los niveles del mar. Las corrientes oceánicas que la rodean distribuyen nutrientes por todos los océanos del mundo. Además, estas aguas han absorbido aproximadamente la mitad del carbono antropogénico y del calor generado por el cambio climático, amortiguando sus efectos. En esencia, la Antártica es vital para mantener un planeta habitable.
Mientras más estudiamos la Antártica, más nos damos cuenta de que el cambio [climático] está sucediendo. Los incendios, huracanes, están ligados a los cambios que suceden en el continente blanco.
-Otra de las aristas de tu trabajo es la diplomacia antártica, ¿puedes contar un poco más de eso?
Históricamente, la Antártica fue el último continente en ser descubierto, y varias potencias intentaron reclamar territorios. Chile es uno de los siete países con reclamaciones territoriales en la Antártica, junto con el Reino Unido, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Francia y Noruega. Sin embargo, el Tratado Antártico de 1959 marcó un hito. Durante la Guerra Fría, las naciones acordaron suspender sus reclamos por el bien de la ciencia y la paz. Este tratado prohíbe actividades militares, nucleares y la minería en la región, estableciendo la Antártica como un espacio para la investigación internacional y la cooperación pacífica. Hoy en día el tratado está firmado por los 12 miembros originales (Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Estados Unidos, Japón, Noruega, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica y Nueva Zelanda) y 17 países que se adhirieron posteriormente al tratado como “partes consultivas”.
Hay que destacar que la forma en que los científicos trabajan juntos puede llevar directamente a estos tremendos avances diplomáticos entre naciones enemigas o rivales. En ningún otro lugar en el mundo tenemos este tipo de tensiones y las dejamos de lado por el bien común, lo que me da esperanza por la humanidad.

-¿Cómo ves el futuro de la Antártica frente a las amenazas actuales, como la pesca, la explotación de recursos y el turismo?
La pesca, especialmente de krill, está aumentando y podría entrar en conflicto con especies como ballenas y pingüinos, que dependen de él. El turismo también crece exponencialmente; más de 120.000 personas visitaron la Antártica la última temporada, principalmente a través de Chile y Argentina. Además, la gripe aviar ya ha matado a miles de aves y focas desde su llegada en 2023. Aunque la Antártica sigue siendo menos contaminada que otras partes del mundo, debemos estar atentos para protegerla. La Antártica no solo posee recursos hídricos y marinos, sino que también existen depósitos mineros, petrolíferos y de gas natural.
Sin embargo, todos estos puntos están comprendidos dentro del tratado Antártico, desde regulaciones pesqueras a prohibiciones de explotar los yacimientos, que se han mantenido por más de 30 años. Así que, aunque los recursos se encuentren ahí, la dificultad de extracción desalienta a cualquiera, gracias a la ya existencia de un tratado muy fuerte.
-¿Cuáles son las iniciativas de conservación e investigación más importantes en la región?
Hay muchas cosas que aún no sabemos de la Antártica y las aguas que la rodean, aún hay mucho que aprender sobre la biodiversidad que existe y cómo se está modificando producto del cambio climático. Sabemos lo que está sucediendo, pero no sabemos cómo está impactando a los peces, el krill, el suelo marino…
La mayoría del trabajo que estamos desarrollando ahora mismo es entender qué áreas son importantes para la biología marina, dónde están y cuáles están en riesgo. De esta forma estamos intentando construir un sistema de áreas protegidas. Actualmente, hay dos áreas marinas protegidas en aguas antárticas, incluida la del Mar de Ross, que es la más grande del mundo, y hay otras cuatro en proceso.
Además, Chile y Argentina lideran esfuerzos para proteger la península antártica, una región con alta biodiversidad y presiones significativas de pesca, turismo y cambio climático. Estas áreas protegidas son cruciales para mitigar impactos y dar tiempo al ecosistema para adaptarse.
Como mencioné anteriormente, la Antártica se encuentra bajo amenaza constante por el cambio climático, al que se suman las actividades humanas que están creciendo año a año [turismo, pesca, etc.]. La idea es que estas áreas protegidas mitiguen un poco del estrés actual del ecosistema.
“La Antártica se encuentra bajo amenaza constante por el cambio climático, al que se suman las actividades humanas que están creciendo año a año [turismo, pesca, etc.]. La idea es tener un sistema de áreas protegidas que mitiguen un poco el estrés actual del ecosistema”.
-Hablando de amenazas, dos ballenas jorobadas murieron a fines de 2024 tras quedar atrapadas en instalaciones de salmoneras en la Patagonia, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Una de las cosas que todavía están ocurriendo en todo el mundo es que las ballenas se están recuperando. Fueron explotadas intensamente en el pasado, pero están recuperándose. Entonces, creo que vamos a tener que reflexionar sobre esto. En todos los lugares donde las ballenas están regresando, ¿cómo garantizamos que puedan recuperarse?, ¿cómo apoyamos ese proceso?
Hay cada vez más esfuerzos para llevar a cabo lo que se llama planificación espacial marina, y eso significa intentar planificar las actividades humanas de manera que no se perjudiquen entre sí. Tal vez necesitemos mover las granjas de salmones si sabemos que las ballenas están pasando por esa zona, para asegurarnos de que no queden atrapadas.
En lugares como la Antártica, por ejemplo, esto significa no pescar justo donde las ballenas se alimentan. Y podríamos necesitar mover las granjas de salmones de las rutas marítimas para asegurarnos de que las ballenas no sean golpeadas, porque sabemos que, a veces, las ballenas sufren colisiones. Así que usar la información que tenemos y hacer una mejor planificación es esencial.
-¿Cómo se puede promover mayor responsabilidad de la industria en la protección ambiental?
Existen algunas sugerencias como certificaciones sustentables, hay otras que están basadas en el mercado. No obstante, a veces funcionan y a veces no. En mi opinión, una de las medidas que sí puede ser efectiva es que los gobiernos responsabilicen a las industrias, asegurándose que no financien malas prácticas o actividades insostenibles.

-¿En qué proyectos estarás trabajando este 2025?
Hay varios proyectos. Tengo un grupo de estudiantes de posgrado que me acompañan en expediciones; con ellos nos concentramos en la conservación de las aguas alrededor de la Antártica, lo que también comprende estudios de especies como el bacalao antártico.
Asimismo, tengo proyectos para observar las áreas relevantes para la biodiversidad antártica. Y por último, tengo un plan más enfocado en la colaboración internacional para la conservación del área protegida del Mar de Ross, donde estamos construyendo colaboración internacional y ciencia diplomática para manejar, monitorear e investigar mejor el área protegida.
En estos proyectos estoy colaborando con mi propia universidad, y nuestro trabajo está financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos y la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (USNSF y NASA, por sus siglas en inglés).
Y sobre todas las cosas, represento a estos organismos en el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR, por sus siglas en inglés) para llevar la ciencia a la discusión, donde nos reunimos científicos y personas relevantes de distintos países para trabajar en conjunto. Por ejemplo, colaboro con Chile en un barco pesquero en el Mar de Ross, donde me entregan muestras.
-Para cerrar, ¿qué mensaje dejarías a la comunidad?
Muchas de las cosas que conversamos se sienten terrible, con especies en peligro y el clima cambiante, pero hay partes que se sostienen y son resilientes al cambio climático. Creo que estos ejemplos históricos donde hacemos lo imposible, como dejar a la Antártica en el margen de conflictos globales en función de la paz y la ciencia, es algo que demuestra que somos capaces de crear cambios a nivel mundial.
Debemos recordar estos grandes hitos. Debemos imaginar y exigir un futuro en el que sigamos haciendo lo que parece imposible. Tengo la esperanza de que el mundo se unirá en relación con el cambio climático. Solo así entenderemos que se trata de una amenaza para nuestra supervivencia. Espero que todos puedan ver la Antártica como este lugar que el mundo va a tratar de salvaguardar. Tal vez soy demasiado optimista, no lo sé.
