Embajador de Circulab: “Nuestra metodología trabaja con las organizaciones desde el diseño y no para arreglar lo que hicieron mal”
El argentino Federico Gómez, embajador en Latinoamérica de Circulab, fue el invitado especial al seminario internacional Desafío Circular en La Serena y explicó a grandes rasgos la exitosa herramienta que aplica esta empresa para acompañar a las organizaciones a transicionar hacia la economía circular. El también director ejecutivo de la asociación civil Más Oxígeno mostró su interés de asesorar a emprendimientos chilenos de la Región de Coquimbo. “Está comprobado que la mayor parte del impacto social y ambiental de un modelo de negocio se decide en el origen, y no al final”, describe Gómez.
Tarde terminó anoche el seminario internacional Desafío Circular en La Serena, organizado por la consultora chileno-alemana Pipartner Group y financiado por el Gobierno Regional de Coquimbo a través de CORFO. El invitado especial a exponer su experiencia en el conversatorio, que se enmarca en el proyecto homónimo en la región, fue el argentino Federico Gómez, embajador en Latinoamérica de Circulab, una empresa que diseñó una exitosa metodología de economía circular que involucró en los últimos dos años a 25 organizaciones de 17 países, abarcando un total de 10 mil personas.
“Revisamos modelos de negocios y la perspectiva del Gobierno desde CORFO y desde el punto de vista del consumo sustentable. Fue una noche redonda. Escogimos a 30 empresas con las que seguimos trabajando para circularizar sus procesos. Y de esas elegiremos 10 para que puedan ser potenciadas. Terminamos el proyecto con el primer manual de emprendimiento circular de Latinoamérica”, cuenta Humberto Salinas, gerente de Pipartner, sobre los principales resultados del evento.
Gómez, en tanto, explicó los alcances de la metodología de la empresa que representa. Esta herramienta fue creada por la agencia francesa Wiithaa y está orientada a ayudar a organizaciones de diferente índole a capitalizar las oportunidades económicas, sociales y ambientales que brinda la economía circular. “Somos 60 consultores a nivel global”, explica Gómez, también director ejecutivo de la asociación civil Más Oxígeno, “que apoya a todo tipo de organizaciones en el diseño e implementación de estrategias ambientales”, complementa el licenciado en Economía Empresarial.
-¿En qué consiste la metodología de Circulab?
-Es una metodología que trabaja sobre modelos de negocio de madera íntegra. Lo principal que detectó fue que había muchas organizaciones que entendían los beneficios de la economía circular, pero no sabían cómo aplicarlos a su modelo de negocios. Usando la inteligencia colectiva pudimos hacer que estas innovaciones bajaran, que es lo más difícil: pasar del estado de idea al estado de materialización, y a los prototipados y servicios nuevos.
-¿Qué otras falencias detectaron?
Que primero surgió la responsabilidad social y luego la sustentabilidad. En muchas organizaciones a nivel mundial me encuentro con que ambas áreas trabajaban separadas del camino, y se encargaban básicamente de tratar de arreglar las cosas cuando el negocio lo hacía mal. Esta metodología circular viene a trabajar sobre el diseño del modelo de negocios, no tendientes a arreglar las cosas una vez que se hicieron mal, sino en hacer las cosas bien desde el origen. Está comprobado que la mayor parte del impacto ambiental y social del modelo de negocios se deciden en la fase de diseño, y no al final. La metodología apunta a hacer una pausa, volver al momento cero, poner a los tomadores de decisiones en la mesa y trabajar solo el modelo de negocios, que es la razón por la cual la organización crece.
-¿Trabajan con pequeñas, medianas y grandes empresas o está focalizado en una de ellas?
-Trabajamos con todos: con gobiernos locales, empresas nacionales, pequeñas y medianas empresas, emprendedores, multinacionales. Los desafíos son distintos. No hay una receta única. No trabaja sobre algo específico sino sobre los tomadores de decisiones. En cómo ellos, que llevan la organización hacia adelante, puedan empoderarse y absorber el conocimiento necesario para tomar mejores decisiones en el día. Yo siempre digo que no soy el especialista, sino el que genera el espacio para que las innovaciones sucedan.
“Primero surgió la responsabilidad social y luego la sustentabilidad. En muchas organizaciones a nivel mundial me encuentro con que ambas áreas trabajaban separadas del camino, y se encargaban básicamente de tratar de arreglar las cosas cuando el negocio lo hacía mal”.
-¿Alguna experiencia chilena dentro del trabajo de Circulab?
-Hasta el momento en eventos como el Foro de Economía Circular, el Foro de las Américas que se hizo a fines del año pasado acá y ahora en Pipartner. Siempre es interesante compartir experiencias. Mi rol es empoderar a las organizaciones a que lo hagan por su cuenta, porque a veces falta el empujoncito para transitar a la economía circular.
-¿Te había tocado estar en La Serena?
-Nunca, siempre he estado en Santiago. Estuve viajando bastante en el último tiempo, pero nunca me había escapado para acá.
-¿Y te motiva venir a aportar tu experiencia en economía circular a sectores más postergados de Chile, como son las regiones?
-Es súper interesante venir. Yo siempre digo que acá hay muchos casos de éxito en economía circular que no saben que son economía circular. Por lo tanto, estos espacios suman para identificar y dar visibilidad a aquellos proyectos que ya están trabajando, y a aquellos que les falta un empujoncito, o que no saben dónde buscar o cómo acceder a recursos, dárselo. Son vitales estos empujones, ayudan para acompañar la transición.
-¿Te gustaría identificar proyectos con los que aplicar la metodología?
-Mi rol y búsqueda es trabajar con los tomadores de decisiones. Me motiva mucho trabajar con gente que quiere hacer cambios. Me frustra mucho cuando hay alguien que tiene ganas de acompañar la transición y no sabe cómo. Me volvería a Argentina muy contento si identificara seis o siete emprendimientos que tuviesen esa intención, y yo poder ayudarlos a dar los primeros pasos en esa dirección. Sería un gran resultado.
-Tú dices que muchos emprendimientos son circulares, pero no lo saben. ¿En qué se basa esa afirmación?
-Sobre todo en temas de gran uso intensivo de recursos, cuando hay una gran parte en el proceso que se descarta. Por lo general eso tiene costos asociados, hay procesos con metales, en el agro, en la pesca, que de por sí tienen mucho descarte. Y hay gente que creativamente encontró la manera de bajar costos, de encontrar nuevas fuentes de ingreso. La pregunta es cómo hacer para encontrar nuevos usos o nuevas aplicaciones para productos que se hacen desde hace mucho tiempo. Esto es aplicable en todos los países, no solo en Chile.
“Las responsabilidades en la economía circular están cayendo en alguna parte de la cadena, pero no se están distribuyendo homogéneamente entre todos los actores involucrados”.
-¿Dirías entonces que esta preocupación por recuperar los descartes es más bien instintiva y le falta algo más metodológico?
-Sí, en algún punto, sí. Me da la sensación de que estos procesos llevan mucho tiempo o dependen de alguien que los vea creativamente. O que conozca un caso en otra parte del mundo y que lo quiera aplicar. Creo que la aplicación de metodología y herramientas concretas haría más dinámica la transición hacia la economía circular.
-En tu experiencia como embajador de Circulab, ¿cuáles dirías que son las principales trabas en la región para impulsar la economía circular?
-La economía circular es un concepto bastante amplio y los desafíos son montones. Te puedo mencionar dos impedimentos: la brecha de conocimiento. Hay muchas ideas a nivel local que para ir del estado idea al estado implementación requieren un desarrollo tecnológico, de conocimientos específicos. Quizás yo tengo una solución para una escala pequeña de un pueblo, pero cuando quiero escalar a una ciudad como Santiago, Sao Paulo o Ciudad de México tengo un montón de limitaciones. Entonces la inversión que se requiere en I+D puede hacer que esos emprendimientos pequeños pasen a ser una solución escalable a un país entero. El otro tema son las regulaciones. En América Latina están atrasadas y a veces desincentivan. Ni siquiera es sacar nuevas regulaciones, sino actualizarlas o eliminar las viejas que llevan 20 o 30 años. Por ejemplo, en Argentina hay una norma a nivel de la ciudad de Buenos Aires, otra en la provincia de Buenos Aires y otra a nivel nacional, y las tres no están coordinadas. Entonces para un emprendimiento cuya solución está enmarcada para una normativa tiene una especie de gris en no saber cómo actuar, porque hay un tema de sobreposicionamiento de regulaciones. Creo que acá en Chile iniciativas como la ley de bolsas plásticas o las prohibiciones de plástico de un solo uso generan océanos azules. Me parece importante el rol que toman agencias clave en el país como CORFO. Ellas miran el desarrollo económico de todo el país, de forma transversal, no como algo aislado desde el punto de vista ambiental o social.
-¿Valoras esas iniciativas en el caso chileno?
-Son muy buenos primeros pasos, son señales claras para organizaciones que son más escépticas y que creen que los cambios tienen que suceder en 20 años. Este tipo de regulaciones ayudan a acelerar la transición a la economía circular, más allá de la implementación práctica y las dificultades a nivel operativo.
-¿Por qué algunas empresas no se suben al carro de la economía circular todavía?
-Uf, qué pregunta. Las trabas son muchas, pero por otro lado hay un cambio generacional. En las empresas hay gente de mandos medios que crecieron con estos temas en la cabeza, en la educación. Hay empresas u organizaciones más tradicionales que trabajan mucho tiempo así, que quizás son más difíciles o tienen procesos más grandes. Por ejemplo, en las multinacionales hay procesos más rigurosos, las validaciones tienen que ir a la casa matriz en Estados Unidos, Europa o Asia, y luego volver a las locales. Como te decía antes, hay veces en que las brechas son tecnológicas. Las soluciones tienen que ser sistémicas, y no aisladas. Entonces hay un cambio que hace una organización, pero que involucra al proveedor, al Estado, al cliente y al gobierno local. O sea, las responsabilidades están cayendo en alguna parte de la cadena, pero no se están distribuyendo homogéneamente entre todos los actores involucrados.
-¿Sientes que Chile tiene una gran oportunidad de posicionar la economía circular en la COP25? ¿Debería tener un lugar en alguna mesa científica?
-Sin duda es un gran momento para que Chile posicione la economía circular. La semana que viene estaré en el tercer foro de economía circular en Finlandia, habrá mil expertos a nivel mundial. El año pasado fue en Japón y el próximo en Canadá. No sé si hoy tiene que haber un panel de científicos específicamente de economía circular. Tiene que haber una agencia como CORFO que tome las banderas de este tema. Sebastián Sichel y el equipo de CORFO sin duda que han hecho un gran trabajo. Pero no hay que trabajarlo de forma aislada: la economía circular involucra temas de energías renovables, producción y uso eficiente de recursos, consumidores, Gobierno. Más que armar una mesa científica de economía circular, trataría de unir a todas las personas que ya están trabajando. De hecho, si miramos conceptualmente, la economía circular es un aglomerado de ocho o nueve corrientes de pensamiento, algunas empezaron en 1970. Recomendaría no empezar algo de nuevo, sino pararnos sobre los hombros de gente que ya ha trabajado mucho en estos temas.