Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), cada año 1.300 millones de toneladas de alimentos producidos para consumo humano se desperdicia en el mundo. Es decir, un tercio de la producción global se pierde en las cadenas de producción, de transporte, en los locales de venta o bien termina en la basura de nuestras casas. Se trata de una cifra astronómica, que se busca reducir a la mitad al año 2030 en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS).
“¿Cómo podemos permitir que se desechen los alimentos cuando más de 820 millones de personas en el mundo continúan pasando hambre todos los días?”, dijo en octubre el director general de la FAO, Qu Dongyu, durante el lanzamiento de la campaña global #StopTheWaste (Alto al desperdicio) del Programa Mundial de Alimentos de la ONU para crear conciencia sobre este tema.
Se trata de un problema global del que nuestro país no está ajeno, más aún considerando que en Chile el sector agrícola, pecuario y forestal genera una intensa actividad primaria y secundaria proveedora de alimentos -y un importante sector exportador que lidera a nivel global sectores como frutas y vinos-, con una superficie cultivada de suelos que alcanza las 1.123.943 hectáreas.
Y no se trata sólo de pérdida de alimentos, sino también de los recursos que fueron utilizados para su producción: agua, energía, uso del suelo, maquinaria, combustibles, mano de obra, envases y materiales de embalajes, entre otros.
¿Cuánto ha progresado Chile en esta materia? Un reciente informe publicado en diciembre por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) del Ministerio de Agricultura da cuenta de los avances y desafíos en el país para disminuir la pérdida y desperdicio de alimentos. Y si bien para la gran mayoría de los países se trata de un tema nuevo, está tomando cada vez más importancia en la agenda nacional y existen distintas iniciativas en curso.
A grandes rasgos, hoy existen una serie de iniciativas que están trabajando en el tema de reducir y prevenir pérdidas y desperdicios. Desde la producción primaria, con mejoras a algunas para que tengan mayor duración y resistan mejor los procesos de post cosecha, y manejos agronómicos que permiten que haya menores pérdidas, hasta iniciativas como CoFood, una aplicación para el consumidor para que se vendan alimentos a menor precio antes de que estén vencidos.
En términos generales, el tema se está trabajando en Chile desde tres áreas principales: información y difusión, gobernanza e investigación. La primera de ellas, que permite cuantificar la dimensión del problema, es fundamental tanto para orientar las políticas públicas como las iniciativas privadas, pero aún existen brechas en términos de alcanzar cifras globales, una materia que incluso está en discusión -en cuanto a las metodologías- a nivel mundial.