Cuando Chile firmó el Acuerdo de París en 2015, se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 30% para 2030. En el país, el principal GEI emitido es el CO2 (78,7%), y el sector que más contribuye a su presencia en el aire es Energía (78%), mientras que en segundo lugar está el Transporte, con 31,3%, debido al extendido uso de combustibles fósiles. Considerando lo anterior, tanto el sector público como el privado están realizando esfuerzos para buscar formas más limpias para alimentar los medios de transporte más utilizados en el país.
En torno a este tema se realizó ayer el tercer Conversatorio sobre “Carbono neutralidad y negocios sostenibles” que, en el marco de la realización de la COP25 en Chile, han organizado la Sofofa, el Consejo Minero, la Universidad Adolfo Ibáñez y País Circular. El tópico fue “Transporte bajo en emisiones ¿Más allá de la electromovilidad?”, y en la discusión participaron Sebastián Bernstein, gerente comercial de Metrogas; Diego Lizana, subgerente de Eficiencia Energética de Antofagasta Minerals; y Eduardo Bitrán, ex ministro de Obras Públicas y académico de la UAI. Además participó Carolina Simonetti, jefa de asesores del gabinete ministerial del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, quien expuso sobre el desarrollo de la electromovilidad en el transporte público.
Simonetti planteó que las principales ventajas de incorporar los buses eléctricos a la red pública son la reducción de emisiones de GEI y la disminución de la contaminación acústica, lo que mejora la calidad de vida de la población. Frente a esto, dijo la representante del MTT, existen barreras para la incorporación de la electromovilidad, pero se han ido superando para lograr aumentar la flota de buses eléctricos. Entre otras barreras, mencionó el alto monto de inversión, que por una parte está bajando y que además se compensa con los menores costos de operación, que llegan a un promedio de 77 pesos por kilómetros, es decir, mucho más bajo que el diésel en Chile.