DJI Academy Chile: la primera escuela que forma pilotos de drones agrícolas en el país
Quienes cursan la academia -que funciona como una rama de la empresa DJI Dronespray- se certifican como pilotos de drones agrícolas y pueden buscar trabajo haciendo volar estos aparatos que permiten fumigar los predios de forma controlada gracias a la inteligencia artificial, lo que contribuye a la sostenibilidad agrícola.


Roberto González Silva y Roberto González Leiva, padre y hermano de Catalina González Leiva, vecina de la comuna de Retiro, en la Región del Maule, postularon a un proyecto CORFO que consistía en una subvención para la adquisición de un dron agrícola teledirigido y de un curso para aprender a hacerlo volar. Pudieron haber elegido un tractor, pero optaron por el camino de las nuevas tecnologías adaptadas a la agricultura. Padre y hermano cuentan con un terreno para cultivo de arroz, pero dejaron en manos de Catalina la tarea de formarse como piloto de drones agrícolas, unos aparatos que permiten fumigar los predios de forma controlada y apuntar hacia la sostenibilidad.
El curso en cuestión lleva por nombre DJI Academy Chile, una suerte de “rama” de la empresa de drones agrícolas DJI Dronespray, que desde 2020 es representante de la marca china original DJI. La iniciativa surgió justamente por la necesidad de formar pilotos capaces de maniobrar estas tecnologías que funcionan con inteligencia artificial y que tienen distribución entre La Serena y Puerto Montt. Las sucursales de la empresa están en Linares y Puerto Varas.
El curso tiene dos áreas: una virtual y otra presencial. En ambas instancias las y los futuros pilotos aprenden las nociones básicas de manejo de este dron cuya operación, debido a que la fumigación se hace de forma sectorizada, puede redundar en ahorros de entre un 90 y un 95 por ciento de agua. Como residente de la Región del Maule, Catalina tuvo que hacer la parte práctica en Linares. La jornada presencial dura dos días y el resto son clases teóricas vía telemática.
“Fue estresante al principio. En un primer momento me costó entender el tema, era todo nuevo para mí, pensé que no iba a ser capaz de manipularlo. Yo no he jugado nunca Playstation, pero me decían que era lo más parecido a eso”, ríe Catalina González, de 27 años, quien comprobó cómo los drones agrícolas son muy distintos a los drones convencionales que sirven para filmar eventos o hacer registros aéreos.
Catalina cursó DJI Academy Chile, la cual surgió como la primera escuela de formación de pilotos de drones agrícolas en el país. Aprobó exámenes teóricos y prácticos para obtener la certificación como piloto, lo que le abrió la puerta para operar los dispositivos en cualquier parte de Chile y en el mundo. La certificación no sólo reconoce las habilidades como pilotos, sino que los posiciona como operadores especializados de maquinaria aérea agrícola. En tanto deben aplicar agroquímicos de manera precisa, es obligatorio cumplir con las exigencias del SAG y la DGAC.
Según Tomás Álamos, instructor jefe de DJI Academy Chile, la idea de crear una escuela de este tipo era muy necesaria porque “hay mucho interés en la tecnología, pero la piedra de tope era quien piloteaba el dron”. Hoy Catalina González, certificada como piloto de drones agrícolas, trabaja no sólo en el predio de su papá y hermano, sino en otros campos de otros propietarios como en los sectores Paso Hondo y Campanacura de la comuna de Retiro; y el sector El Cairo, de la comuna de Parral.

Los contenidos del curso de drones
La formación de pilotos de drones agrícolas es una tendencia creciente. En el mundo hay más de 300.000 pilotos certificados y más de 6.000 instructores capacitados. China, Países Bajos y Estados Unidos destacan entre los países del primer mundo pioneros en el uso de la tecnología, grupo al cual se vienen sumando Chile, Brasil y Colombia en Latinoamérica como países en avanzada respecto del manejo de estos aparatos.
Quienes se suman como estudiantes a DJI Academy Chile aprenden a operar drones, el vuelo en todas las direcciones y el manejo en modo manual. Al mismo tiempo, reciben capacitación en aplicaciones agrícolas, tanto en manejo como en preparación de productos químicos. Y uno de los énfasis principales está puesto en el tema de la seguridad.
“Dentro de los contenidos del curso, la seguridad es uno de los puntos más importantes. Ponemos especial cuidado en que el producto que vamos a pulverizar no vaya a afectar algún cultivo ajeno, lo que se conoce como deriva en el área agrícola. Podemos provocar un daño no menor a otro cultivo”, especifica Tomás Álamos.
El otro punto relevante, según el instructor, es la configuración del aparato, puesto que “si bien es una buena herramienta, si no lo usamos bajo ciertos parámetros no funcionará bien”. Sobre los químicos manipulados, es importante “seguir cierto orden en la mezcla para evitar alguna reacción que no sea buena”.
Para Catalina González, el uso de esta herramienta no sólo le ha permitido adquirir una nueva fuente laboral, sino que cambiar la manera rudimentaria con que trabaja en el campo agrícola. “Antes uno aplicaba los productos por mano y eso provocaba que la dosis pudiera estar más cargada o menos cargada. Con el dron una aprende a dosificar”, explica.
Del mismo modo, y aunque al principio le costó familiarizarse con el implemento, ya tiene pleno manejo del vuelo del dron. Al comienzo le temía a los cables de la luz, pero reconoce que el “dron tiene muchos sensores, detecta algunos obstáculos y se frena solo”.
Tomás Álamos, en tanto, cuenta que el primer curso se hizo el 29 de abril de 2023, pero que les tomó seis meses para preparar los contenidos. No es que tengan un período fijo donde imparten en la academia, sino que una vez que existe el interés manifiesto de varias personas se procede a organizar nuevos ciclos. En total, estima Álamos, han participado en el curso 120 personas. “En base a la demanda vamos armando los cursos, pero aproximadamente hacemos dos por mes”, complementa el instructor.
Álamos dice que la mayoría de quienes toman el curso son compradores de drones DJI que los ocupan en las clases. Pero también han recibido a personas nuevas en el rubro como el caso de Catalina González, que le interesó de frentón ser piloto de dron. En este caso, Corfo aportó con el 70 por ciento de la subvención y la familia de Catalina un aporte propio de un 30% por el curso y por la adquisición del dron.
Según el instructor, “manejar el dron es relativamente fácil, nada muy complicado. La clave es configurarlo bien y atenerse a las normas de seguridad. Le sirve a pequeños y medianos campesinos”. Si bien los dos últimos días de clases prácticas son en Linares y Puerto Varas, gente de todo el país se puede inscribir si está dispuesta en las jornadas finales a desplazarse a esas ciudades. El correo para preguntar sobre futuros cursos de la academia es utc.academy@dronespray.cl.