Sergio Herrera, de Ambipar, alerta sobre la urgencia de aumentar capacidades de gestión de residuos para no bajar tasas de valorización
La implementación de la Ley REP, así como otras normativas que buscan impulsar la economía circular en el país, están empujando la generación de nuevos mercados para la gestión de residuos. Una empresa que ofrece servicios en este sentido es Ambipar Environment, que a comienzos de año inauguró una moderna planta de clasificación y pretratamiento de residuos en Quilicura y actualmente construye otras dos plantas, en las zonas norte y sur del país. Su gerente general, Sergio Herrera, advierte que la única forma de aumentar las tasas de valorización es con más capacidades, que permitan hacer frente a la creciente generación de residuos. Asimismo, en conversación con País Circular, plantea la necesidad de ampliar el uso de materias primas secundarias producidas a partir de reciclaje.
Chile está realizando importantes esfuerzos para avanzar hacia la economía circular en diversos ámbitos. Una de las iniciativas más relevantes es la Ley REP, que obliga a los productores a cumplir metas de recolección y valorización de los productos prioritarios que colocan en el mercado. Además de esta ley, que lleva más de un año en implementación, en el Congreso se está tramitando un proyecto para fomentar la valorización de los residuos orgánicos, mientras que hace poco fue aprobada una norma que permitirá la utilización masiva de áridos no convencionales en la construcción, es decir, se dará uso a grandes cantidades de material que hasta ahora eran considerados como residuos de hormigón o de industrias como la siderúrgica.
Para hacerse cargo de todos esos residuos como un recurso que se transforma en materia prima secundaria, el país necesita aumentar sus capacidades de gestión de dichos residuos. Así lo plantea Sergio Herrera, gerente general de Ambipar Environment, empresa de gestión ambiental, filial de la multinacional brasileña Ambipar Group. De hecho, esta compañía ha estado realizando inversiones en el país destinadas a aumentar tales capacidades, como la planta de clasificación y pretratamiento de residuos inaugurada en marzo pasado en la comuna de Quilicura -conocida como centro GIRI-, así como su ingreso a otras dos líneas de negocios: tratamiento y valorización de aguas y residuos orgánicos.
“Si bien los distintos actores hemos estado haciendo esfuerzos para poder valorizar más los distintos materiales, aún no es suficiente, porque el crecimiento del consumo de la población es más rápido y grande que la velocidad en la cual estamos implementando soluciones y capacidades para poder valorizar. A este ritmo, las tasas de valorización disminuyen en vez de aumentar”, sostiene Herrera apuntando a que a la vez que crecen las capacidades, crece también la cantidad de residuos que se deben gestionar.
“Para implementar soluciones de gran capacidad, de tecnología, se requiere sacar permisos, y eso algunas veces demora mucho tiempo, e implica que hay que tener capital parado, hay que estar dispuesto a apostar por condiciones del mercado que podrían eventualmente cambiar”.
“Desde Ambipar hacemos un llamado a tener sentido de urgencia; a destrabar lo que haya que destrabar. Se habla mucho del tema de permisos, de incentivar la inversión, de traccionar demanda, de un montón de iniciativas que, en definitiva, hay que apurar para que la velocidad en que somos capaces de valorizar residuos, supere a la velocidad en la cual generamos los residuos”.
Consultado sobre los permisos, Sergio Herrera señala que es un “gran tema”, porque “para implementar soluciones de gran capacidad, de tecnología, se requiere sacar permisos, y eso algunas veces demora mucho tiempo, e implica que hay que tener capital parado, hay que estar dispuesto a apostar por condiciones del mercado que podrían eventualmente cambiar. Eso no incentiva la inversión, porque el riesgo termina anulando cualquier posibilidad de invertir y generar una solución a escala”. En este sentido, opina que la autoridad quizá debiese tener “una mirada especial” para las industrias que generan impactos positivos al medio ambiente.
Además, considera que para traccionar la demanda se debe ver la forma de “generar incentivos, innovaciones donde se requiera el uso de materiales secundarios, producidos a partir del reciclaje de los residuos, para generar y articular las cadenas que se requieren. Es decir, hacernos cargo de una forma inteligente de esos residuos, y que no terminen como hoy en los rellenos sanitarios”.
-¿Qué tan pequeño es aún el mercado para materias primas secundarias en el país?
De partida, son muchos los materiales distintos y los frentes en los cuales hay que trabajar, que van desde los más obvios, que tienen que ver con los envases y embalajes, donde hay algunas iniciativas relevantes, como el uso del PET de botellas para nuevas botellas, y ahí destacan las plantas de Coca-Cola y de la CCU. Pero en términos generales falta mucho por todos lados (…) son muchos frentes donde se requiere -quizás- un empujoncito de la normativa, de los reglamentos, que ayudaría mucho a poder incorporar -como se hace en otros países- estos materiales en ciertos porcentajes en la fabricación de nuevos productos.
-¿Dónde se produce la demora con los permisos?, porque no todos los proyectos tienen que presentarse a evaluación ambiental.
Cuando hablamos de la eficiencia de poder dar soluciones a bajo costo, eso requiere escala, y escala requiere más permisos; pero efectivamente no todos tienen que pasar por una Declaración de Impacto Ambiental (DIA). En general los permisos tardan entre seis meses y un año, considerando desde cero hasta que se quiere echar a andar el proyecto con la municipalidad. Para un negocio con una necesidad urgente de los distintos generadores, eso sigue siendo mucho tiempo.
-No suena tanto entre seis meses y un año …
Esos tiempos son sin considerar lo que tardan las DIAs, porque ahí se alarga. Es cierto que seis meses a un año no suena tanto, pero en otros países es más rápido -por ejemplo, la planta de celulosa en Brasil, de US$4.600, tardó 14 meses- y debiéramos aspirar a esa meta; no acostumbrarnos a plazos tan extensos.
“Mientras trabajamos la parte educacional [para mejorar la segregación en origen], tenemos que ser capaces de adaptar la tecnología a la realidad del mercado. O sea, no podemos pretender implementar con los mismos parámetros una tecnología que está en Alemania y llegar y ponerla en Chile”.
Nuevas inversiones
Con todo, Ambipar Environment sigue invirtiendo en el país para aumentar sus capacidades de gestión de residuos. “Sabemos que esto es una necesidad de largo plazo y por lo tanto estamos construyendo a lo largo de todo Chile, con una vocación bien regional, distintas soluciones para poder armar la cadena, hacerla de forma eficiente y que sea una solución que se pueda sostener”, señala Herrera.
En concreto, están levantando dos nuevas plantas de clasificación y pretratamiento de residuos, en las zonas norte y sur del país, con capacidad de manejar un volumen de 10.000 toneladas al año en cada una. Se espera que estén operativas a finales de 2025 o, a más tardar, a principios del 2026.
Una de ellas estará emplazada en Puerto Montt, orientada principalmente a la industria de la salmonicultura, y la otra se ubicará en el barrio La Negra de Antofagasta, “con cierta orientación a la minería, pero abierta a recibir otro tipo de residuos, de otras industrias, como también los domiciliarios”.
“Al mismo tiempo, estamos construyendo una red, desde Arica hasta Puerto Montt, de Instalaciones de Recepción, Acopio y Reciclaje de Residuos (IRAR), que van a permitir optimizar la recepción, el almacenamiento de los distintos tipos de residuos para que todas las ciudades y zonas tengan algún tipo de solución (…) y hacer sostenible el transporte, la logística”, explica el gerente general de Ambipar Environment.
Sobre la tecnología que tendrán las instalaciones de Antofagasta y Puerto Montt, comenta que al igual que en Quilicura, buscan lo mejor en términos de eficiencia, pero como van a estar orientadas a cierto tipo de industria, usarán tecnologías diferentes a las del GIRI de la Región Metropolitana, con capacidades distintas. “No quiero adelantar mucho, pero sí estamos con el mismo estándar trayendo maquinaria y tecnología específica para poder adaptar a esta industria”.
En cuanto al GIRI de Quilicura, tiene una capacidad anual de hasta 60 mil toneladas y, actualmente, están recibiendo cerca de 700 toneladas mensuales, por lo que aún pueden crecer muchísimo, comenta Herrera. Esta cifras, agrega, “está bastante en línea con lo que teníamos planificado en la evaluación de la planta. (…) Es un proceso que va, obviamente, creciendo y que se va modificando, dependiendo del tipo de cliente y de licitación que vamos adjudicando”.
De las toneladas que están ingresando a esa planta, entre 20 y 25% va a valorización energética, es decir, a producir combustible derivado de residuos (CDR) que es usado por la industria del cemento, en reemplazo de combustibles fósiles como el carbón y el petcoke. Esta línea de producción de CDR está destinada a aprovechar los materiales que no son reciclables, es decir, al rechazo de los procesos de clasificación. Según comenta Herrera, el porcentaje corresponde a lo que tenían dentro del proyecto, sin embargo, hay materiales potencialmente reciclables que llegan contaminados y pasan a valorización energética.
Esto se debe a uno de los grandes desafíos que tiene el país y que ha quedado más en evidencia a partir de la implementación de la Ley REP para envases y embalajes, especialmente en el ámbito domiciliario, y que tiene relación con la segregación en la fuente.
“Tiene que ver mucho con algo que se ha hablado sobre la educación en las casas, con la segregación inicial, con la eficiencia, con la mezcla de los mismos materiales con residuos orgánicos o con otro tipo de residuos. (…) Por lo tanto, ahí hay una oportunidad de mejora que es netamente educacional y de información a los usuarios. Sin embargo, lo que hemos visto hasta ahora es que igual se mantiene dentro de las estimaciones iniciales”.
Frente a la complejidad de tener materiales que no están segregados adecuadamente, algunos actores vinculados a la gestión de residuos plantean que antes de usar tecnologías muy modernas se debe mantener parte importante del proceso de clasificación de forma manual. Consultado al respecto, Herrara responde que “la tecnología siempre es un aporte. En este caso, creo que no podríamos llegar a los volúmenes que estamos clasificando si lo hiciéramos de forma manual”.
“Creo que mientras trabajamos la parte educacional, tenemos que ser capaces de adaptar la tecnología a la realidad del mercado. O sea, no podemos pretender implementar con los mismos parámetros una tecnología que está en Alemania y llegar y ponerla en Chile. Eso no es factible y, por lo tanto, hay que adaptar el modelo a la realidad de acá. Como también tenemos un proceso semiautomático, contamos con un montón de tecnologías, eso nos permite también jugar con esa forma de diseñar los procesos, donde podamos meter procesos manuales previos y después utilizar y sacarle el jugo a toda la tecnología”.
“Creo que ‘colaborar’ es la palabra clave, porque si no, con esfuerzos individuales, no vamos a poder cumplir con el desafío que tenemos. Realmente, el buque es demasiado grande para que cada actor por su lado trate de solucionarlo, así que es fundamental colaborar para avanzar a la mayor velocidad e ir corrigiendo lo que hay que corregir”.
Ley REP y más
La empresa Ambipar Environment es uno de los actores relevantes dentro de la implementación de la Ley REP que “Establece marco para la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y fomento al reciclaje” (N°20.920), y actualmente presta servicios de gestión para los dos productos prioritarios para los cuales está vigente el cumplimiento de metas desde 2023: Neumáticos Fuera de Uso (NFU) y Envases y Embalajes (EyE).
“Estamos trabajando con los Sistemas de Gestión, desde los más conocidos, como ReSimple y GIRO (para EyE domiciliarios y no domiciliarios) hasta otros más específicos, ya sea por materiales como los de neumáticos, o para los segmentos agrícolas, etc. Con todos tenemos relación comercial”, comenta Sergio Herrera.
No obstante, agrega que Ambipar “es una empresa transversal y que tiene una vocación bastante más amplia” que la Ley REP. “Nuestro objetivo es convertirnos en un socio estratégico de los distintos generadores para ayudarles a acelerar su proceso de transformación hacia la economía circular”, sostiene el gerente general y agrega que, dependiendo del tipo de residuo, “tenemos capacidad propia o estamos preparados para articular soluciones mediante alianzas con otros actores, pero que finalmente facilitan al generador darle solución a todos los tipos de residuos que tiene”.
Ambipar Environment fue uno de los protagonistas del Segundo Foro REP, realizado a principios de octubre y que reunió a todos los actores, públicos y privados, involucrados en la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), y donde se dialogó sobre algunos de los temas planteados por esta empresa gestora. Herrera calificó dicho evento como “una tremenda oportunidad y algo súper necesario, porque permite poner los temas en perspectiva, y también relacionarnos entre los distintos actores y, asimismo, mirar y evaluar si lo que estamos haciendo va en la dirección correcta y, si no es así, tener la oportunidad de corregir el rumbo”.
“Fue una actividad muy buena, porque permite estrechar la colaboración y que sigamos en ese camino. Creo que ‘colaborar’ es la palabra clave, porque si no, con esfuerzos individuales, no vamos a poder cumplir con el desafío que tenemos. Realmente, el buque es demasiado grande para que cada actor por su lado trate de solucionarlo, así que es fundamental colaborar para avanzar a la mayor velocidad e ir corrigiendo lo que hay que corregir”, concluyó el gerente general de Ambipar Environment.