Taller 12: la escuela/taller porteña que promueve la confección de muebles a partir de madera noble de demolición
Fundado por el diseñador industrial Gustavo Guerrero, este proyecto trabaja en instancias formativas para la fabricación de mobiliario a partir de madera de demolición que recoge en las calles del puerto o que recibe como donación. Uno de los enfoques más potentes del proyecto -afincado en el Cerro Barón- es la confección de muebles a pedido, proceso dentro del cual, dice, lo más importante es la dedicación, el tiempo lento y el respeto al oficio, a la madera y sus raíces.


En tono de broma, el diseñador industrial porteño Gustavo Guerrero dice que su proyecto Taller 12, al igual que Valparaíso, no tiene fecha de fundación. Sin embargo, menciona que desde 2005 que tiene el mail asociado a la instancia, de manera que ese año podría establecerse como el de la fundación de este taller/escuela que promueve la confección de mobiliario a partir de madera noble de demolición.
Pero antes de dedicarse a este oficio, Gustavo tiene una historia que parte cerca de los 4 años con sus dos hermanos trabajando en pastelería, haciendo decoraciones de tortas y otros menesteres, junto a su madre comerciante. Ya más crecido, Guerrero estudió diseño industrial en el DUOC, que le permitió familiarizarse con el uso de herramientas, procesos productivos y temas de industrialización.
Mientras estudiaba, paralelamente trabajaba en un bar llamado Deck 00, ubicado en el Muelle Barón y cuya administración recaía en unos arquitectos que tenían una sensibilidad especial por el mobiliario. “Ahí tuve mis primeros acercamientos al diseño, de relacionarme con esta visión de la arquitectura del mobiliario, permeándome con cosas de artes, de propuestas escenográficas, de audiovisual. Hubo una exploración en temas de artes visuales en general”, describe el diseñador industrial y fundador de Taller 12.
Otro hito que lo fue acercando al oficio múltiple de carpintero/artesano/fabricante que hoy ostenta fue trabajar en una mueblería antigua de la porteña Avenida Francia, hasta donde llegó luego de terminar su carrera de diseño industrial. “Me vinculé con muebles antiguos, con las viejas técnicas, con la mano dentro del tarro, con el huaipe, con el betún de judea y las tintas orgánicas”, comenta. Del mismo modo, trabajó como ayudante de un mueblista carpintero joven que venía de una escuela de carpinteros viejos. Gustavo le llama su “sensei” y es quien le cambió la cabeza respecto de este oficio: su nombre es José Luis Godoy.
“Me enseñó hartas cosas, a teñir, a lacar, a trabajar distintos materiales: la melamina, el postformado”, recuerda Guerrero. Con Godoy también empezó a hacer encargos pequeños de muebles, tras participar en reuniones de industrias creativas, en las que se involucró con profesionales.
Ya tenía un camino semi prefigurado, pero faltaba un empujoncito final. Un día un cliente de Santiago le hizo un encargo de modificar y extender muebles antiguos de madera que él tenía, y le preguntó a Gustavo si le podía pagar una parte de la contra entrega del producto con herramientas. Le dijo que sí: “Me di cuenta de que este cliente tenía un taller completo. Yo estaba más contento que perro con dos colas fuera de la carnicería. Era un precio muy conveniente y ahí logré armar mi taller con todas mis herramientas. Me independicé y empecé a trabajar en madera de pino y terciado, donde encontré un trabajo mucho más amable y que permitía jugar un poco más con las formas”.

“Uno se vincula de manera casi amorosa con el material y con el producto a realizar. A veces cuando salen del taller una mesa o un mueble, dejan un vacío. Cambia el sonido, el olor, cómo entra la luz. Se nota que hubo una vida en su interior, un proceso, y eso para mí son hitos que van dejando cada uno de los proyectos”.
El foco hacia la madera de demolición
En otro período de su vida, Gustavo Guerrero trabajaba en una agencia de publicidad en Santiago, realizando tareas de corte láser, lacado, postformado para merchandising de empresas. Un día fue a instalar unas gráficas y a las dos semanas tuvieron que ir a retirarlas a un sótano de un mall. Fue en ese momento cuando entró en razón acerca del impacto ambiental de las gráficas publicitarias. “Al bajar al subterráneo me di cuenta de la cantidad de basura publicitaria que había en ese lugar, y eso era como una parte del mall. Me vinieron reflexiones sobre el impacto de la publicidad y sus procesos productivos, que son súper demandantes de energía y de materiales que no tienen un ciclo ecológico amable”, señala el emprendedor porteño.
Casi en paralelo, Guerrero tomó un curso de construcción en tierra, donde pudo valorar lo que significa invertir dedicación y tiempo a los procesos productivos. “En ese tiempo nació mi primera hija que hoy tiene 13 años y me vino una sensibilidad especial al tiempo, a la vinculación con los materiales. Siempre me gustó la tecnología y la sigo intruseando, pero estoy tratando de enfocarla a la tecnología apropiada para transformar el material y me enfoqué en la madera de pino y de terciado”, agrega.
Luego logró adquirir una máquina que podía procesar madera de demolición y ese fue el sello definitivo que adoptó su proyecto. Volvió a su “sensei” José Luis Godoy, quien le hizo una inducción sobre cómo utilizar esas máquinas, en conjunto se dieron la oportunidad de construir una cabaña con material de demolición. “Ahí se iluminó el camino”, revela.
Ya constituido como Taller 12, Guerrero se abocó a recorrer las laberínticas calles porteñas para recolectar puertas, ventanas y muebles antiguos. Los desarmaba, ocupaba algunas partes y otras piezas las iba modificando. Y de a poco pasaba del palo en bruto al palo más cepillado, para llegar a formas más finas de la madera, y con ellas fabricar tableros, patas de muebles, marcos de ventanas. “Todo desde un material que me regalaban o me lo encontraba botado en la calle. Siempre aparecen amigos que construyen y no necesitan el material de la demolición. Me llevo lo que está bueno, hago una pre-selección, me lo llevo a mi taller y en mi taller viene la otra parte”, comenta.
Esa fue la punta de lanza para definir más concretamente su proyecto Taller 12. Pese a que en la práctica Gustavo y su colaborador Rodrigo fabrican muebles a partir de madera noble de demolición, su foco principal está puesto en lo formativo: a sacar nuevos cultores del oficio, a impregnarles el amor por la madera y por el tiempo lento de fabricación, como quien cocina un plato de comida para alguien sin la prisa enemiga.
“El taller está cerca de la Iglesia de San Francisco y tiene el enfoque más de escuela-taller. Nunca ha sido mi intención ser fábrica, no está dentro de mis quereres. Eso ha tenido una fragilidad en lo económico, porque todo proyecto es súper personalizado, entonces eso trae vacíos de producción. Entonces me invitan a hacer otro tipo de obras, remodelaciones, pinturas o trabajos más random, siempre relacionado con la construcción”, explica Gustavo Guerrero.
Prueba de ese interés son los ciclos formativos de diseño y carpintería tradicional creativa que realiza cada tanto en su taller. Son para todas las edades, abiertos a todo público, con o sin conocimientos previos, y cuya orientación busca trabajar la madera noble con enfoque personal, permitiendo acercarse al material y a las herramientas, o bien a profundizar y trabajar con maquinaria profesional de taller.
Otra instancia formativa que Guerrero promueve a través de su proyecto es involucrar a alumnos y alumnas en práctica que estudian carreras afines a la temática como Diseño, Arquitectura y Construcción, de varios planteles de educación superior como la Universidad Técnica Federico Santa María, la Universidad de Valparaíso, la Universidad Católica de Valparaíso y el DUOC. La idea, según él, es “incorporarlos a los procesos productivos para que aprendan a hacer el producto final. Yo estaría feliz de enseñar más que de buscar clientes para atenderlos”.
En lo que respecta a la confección de los muebles a pedido, Guerrero dice estar inspirado por la “reutilización creativa y el reciclaje”, y procura “ser ingenioso en cómo ocupar los elementos dejando vestigios a la vista, no borrando el paso del tiempo”. Al mismo tiempo, se empezó a empapar de los conceptos de economía circular, de la sostenibilidad y de la ecología: “Entré en ese mundo y me di cuenta de que con ese material estaba haciendo lo más sostenible que uno puede hacer en cuanto a construcción”.
Dentro del proceso interno del taller, destaca la observación y tratamiento del material a través del tacto. Obviamente el material se limpia y se verifica en qué estado se encuentra, en vista y considerando que las termitas son una plaga que afecta a casi todas las construcciones en Valparaíso. “La termita afecta mucho la calidad de la madera y también hay hongos que se impregnan en las maderas que las pintan con óleo y que están en los balcones. La humedad se mete por dentro, porque el óleo sella el poro de la madera”, grafica.
Por de pronto, cuenta con un stock de material que le permite a Gustavo hacer un trabajo 100 por ciento de madera de demoliciones o, en su defecto, con integraciones de madera de demolición: partes, bordes, piezas, detalles, elementos.
“Nunca ha sido mi intención ser fábrica, no está dentro de mis quereres. Eso ha tenido una fragilidad en lo económico, porque todo proyecto es súper personalizado, entonces eso trae vacíos de producción. Entonces me invitan a hacer otro tipo de obras, remodelaciones, pinturas o trabajos más random, siempre relacionado con la construcción”.

Las escuelas
Dice Gustavo Guerrero que disfruta hacer mobiliario para las escuelas. Partió realizando un encargo para una escuela Montessori. En ese tiempo tenía a su hija ahí y fue el encargado de fabricar los muebles de todo ese colegio. Aprendió mucho de esa experiencia. “Tuvo un valor súper especial para mí. Es histórico en el proceso de creación de muebles para niños y niñas, ya que tiene otras particularidades: tienen que ser productos no tóxicos, y entonces me empecé a vincular con recubrimientos que fueran naturales y certificados, y que pudieran estar en contacto con alimentos”.
“Tiempo atrás siempre mis clientes eran las escuelas. Es un nicho que me gusta un montón a nivel de producción de mobiliario. Me motiva. Son dimensiones interesantes para trabajarlas en taller”, complementa Guerrero.
Sin embargo, Taller 12 sigue abocándose tenazmente en los encargos de personas particulares. Actualmente trabaja con dos abogados vinculados con lo estético, que quieren trabajar los conceptos de muebles de calidad, heredables y que quieren un corte ultra personalizado. “Ponen el valor del material porque saben de qué se trata, pero también porque mantienen una estética que entra en el rango de los otros muebles con los que ellos conviven en el día a día”.
En cuanto al precio, Gustavo reconoce que sus muebles tienen un alto valor, pero “se mantiene dentro de unos parámetros que están bien. A mí me cuesta llamar caro a las cosas bien hechas”. No en vano, los trabajos son minuciosos. Guerrero puede invertir entre uno a tres meses en fabricar un encargo a pedido con madera de demolición.
“Uno se vincula de manera casi amorosa con el material y con el producto a realizar. A veces cuando salen del taller una mesa o un mueble, dejan un vacío. Cambia el sonido, el olor, cómo entra la luz. Se nota que hubo una vida en su interior, un proceso, y eso para mí son hitos que van dejando cada uno de los proyectos”, describe.
Gustavo intenta integrar en el proceso a sus clientes. Así le ocurre con otro abogado al que le está realizando un trabajo. “Le invité a que se vinculara con el proceso productivo de su propio mueble”, aduce el carpintero. “Es un mueble para su oficina, conectado con tendencias de feng shui y una línea más orgánica. Yo estoy haciendo ciertos avances en la producción y vinculándolo a él en algunas jornadas por cada proceso”, agrega.
“Participan en la selección de material, su limpieza, en sacarle los clavos, los tornillos, los pedacitos de piedra, escobillar, calibrar, cortar, cepillar y seleccionar. La idea es que esté en cada etapa para que aprenda y tenga una especie de posesión de ese mueble, para decir que él también lo fabricó. Es un servicio potente el vincularte con el cliente. En esta etapa él se entrega al maestro y pasa a ser un aprendiz, y el objetivo del maestro es que el aprendiz lo supere”, insinúa.
Los proyectos futuros
Roble, pino oregón, laurel, coihue, mañío, raulí, lingue, castaño, tepa y álamo se cuentan entre la cantidad de maderas de demoliciones que se hallan en las construcciones de Valparaíso. Una de las ideas en curso es justamente hacer un seguimiento del árbol del que deriva la madera que se utiliza, además de la data sobre la casa de dónde viene la madera, el año de construcción, entre otras variables. “La idea es hacer un mapeo de la madera, contar su historia y que te llegue a tu casa un mueble con toda la información disponible”, acota.
“Estoy viendo si puedo trabajar con algunos científicos que hacen dentrometría (N. de la R: ciencia que mide los valores biométricos de los árboles y la madera), para saber el año de dónde viene la madera, si está en obra hace 100 años”, añade. Pero, tan o más importante que ello, es saber acerca del árbol. “La mayoría de las casas de Valparaíso se construyó con madera que no es local, que vino del sur de Chile, que venían en los lastres de los barcos que encallaban en Valparaíso, o que venían en cargamentos de otros países. En Valparaíso hay una sorprendente diversidad de maderas en los palacetes del Cerro Alegre sobre todo”, se explaya Gustavo.
Por último, Gustavo Guerrero quiere que Taller 12 cobre un camino definitivo hacia lo formativo, y en ese empeño él también se traza objetivos. “Quiero difundir el oficio, practicarlo, enseñarlo y yo capacitarme mucho más, aprender más e itinerar con el oficio en distintos sectores y contribuir a la capacitación del oficio. Como tengo formación en diseño, tengo una visión delicada de las proporciones y la estética y busco marcar un estilo. Podría hacer eso, y entre paréntesis hacer muebles a pedido”, cierra.
Contacto para pedidos:
Gustavo Guerrero, fundador de Taller 12
Instagram: https://www.instagram.com/taller12_valparaiso/
Fono y Whatsapp: +56974540955
Email: taller12@gmail.com